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Capítulo 27: Anansi
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Alya, Nino, Marinette y yo nos encontrábamos en el apartamento de Alya jugando "Just Dance", y actualmente, la pareja iba arrasando la pista de baile.
—Que lindo, es como si compartieran una conexión— comentó Marinette con una sonrisa.
Adrien hizo una video llamada conmigo para poder estar presente y aunque sea divertirse un rato. —Sí... Ojalá pudiese compartir con esa persona especial ahora— comentó el rubio ruborizándose levemente.
Por el rabillo del ojo noté que me miró por unos segundos.
—Creo que sé a quién te refieres— le sonreí coqueta al oji verde por unos momentos.
—¿T-tienes a alguien especial?— Marinette miró sorprendida al rubio.
—Sí, la-
—¡Wuju!— Interrumpieron ambos morenos.
—¡Y ahora el paso final!— Dijo Nino en una pose de ballet.
—A que nadie nos supera— alardeó la chica de lentes.
Sonreí de lado. —Mari, te encargo a Adrien— le di mi celular a ella sin pensarlo dos veces. —¡Quítense prros! Llegó la pro del Just Dance— aparté a la parejita al pasar por en medio.
—Wu, me gusta un buen desafío, chica— exclamó Nino.
Puse una canción que escuché hace tiempo: "Rock n Roll" y me puse en posición.
Después de unos pasos bien chéveres, a mitad de la canción llegó alguien.
—¡Hola Nora! ¿Ya se terminó tu pelea?— Saludó Alya.
Yo dejé de bailar y pausé la canción.
—En el primer asalto ¡Knock out total! Ja— lanzó unos puñetazos al aire con sus guantes de boxeo. —Y ya te he dicho hermanita, que no me digas Nora enfrente de los demás— le susurró a su hermana; sin embargo logré oír. —¡Dime Anansi! Como la araña— señaló el diseño de su sostén deportivo.
—Dejaré de llamarte Nora cuando dejes de llamarme hermanita— la peli naranja rodó los ojos.
—Hermanitos~— canté susurrando al recordar una canción de Phineas y Ferb.
—En fin, ¿qué hacen aquí tan tarde? ¿No tienen clases mañana?— Preguntó la mayor tomando el cartón de leche del refrigerador.
—Pues sí pero meh— me encogí de hombros y me fui a sentar, no sin antes pedir mi celular de vuelta a la oji azul. —¿Qué era lo que hacíamos?— Miré a los otros.
—Estamos— Alya me vio resaltando la palabra y luego se giró a su hermana. —Esperando a que anochezca para ver los fuegos artificiales desde la rueda de la fortuna en la Plaza de la Concordia— exclamó emocionada.
Anansi escupió la leche que bebía. —¡Ah no! La peli azul puede ir con el de gorrita y la bailarina— nos señaló a Marinette, Nino y a mí respectivamente.
—¿Bailarina? ¿Qué pedo?— Reí por mis adentros.
—... ¡Pero tú te quedas aquí! Es muy peligroso— dijo Nora.
—¡Pero Nor- digo Anansi! No puedes hacer eso— contradijo la azabache.
—¡Sí! No nos iremos sin Alya— Nino continuó.
—Agradezco que me protejas pero ya no soy una niña— Alya se defendió. —Y tengo el permiso de papá y mamá.
—Tsk, tsk, tsk-
—Por favor Anansi, nos mantendremos alejados de los problemas, no sucederá nada malo— dije tranquilamente, uniéndome a la conversación.
La hermana mayor suspiró. —Han habido muchos akumatizados las últimas semanas, no bastará que se mantengan alejados, los problemas llegarán a ustedes— miró a Alya fijamente. —Piensa en todas las veces que estuviste en peligro.
—Por favor— la oji avellana sonrió divertida y caminó hacia mí. Me puse de pie y Alya pasó su brazo por mis hombros. —A comparación de esta niña eso no fue nada— me vio con cariño.
Me reí un poco a pesar de que no exageraba.
—Te quedarás en casa sana y salva— cerró el refrigerador que permaneció abierto.
—¡Eso es ridículo, las gemelas fueron akumatizadas aquí en casa!— Alya alzó la voz, molesta.
—Eso no hubiese pasado bajo mis narices ¡nadie se mete con mi familia!— Aseguró la luchadora.
—¡Una vez casi haces puré a un tipo inocente con traje de banana!— Contraatacó.
—¡No sabía que era un tonto disfraz! Cuando ustedes mosquitos puedan defenderse— dio unos golpes al aire. —Lo hablaremos.
—Denme un cucharón, un sartén o un bate y haré correr a cualquier akumatizado— me señalé.
—Cierto, tenemos a ______— señaló Marinette. —Y además Ladybug y Chat Noir siempre nos protegerán— sonrió.
Pasé mi brazo por los hombros de la azabache, haciendo que el abrazo sea entre Alya Mari y yo.
Nos vio frustrada. —¿Tú? Si te hacen volar por los aires fin del cuento— fruncí el ceño y apreté el agarre en mi celular. —A Bigotitos pueden ponerlo a cazar ratones y si al escarabajo lo rocían con veneno, ninguno podrá proteger a los demás.
—No me simpatiza— murmuré.
—Shh, tranquila— la azabache me dio unas palmadas en la cabeza mientras miraba a Anansi con frustración.
—¡Yo puedo proteger a Alya si es necesario!— Exclamó Nino.
—¿Exactamente cómo planeas derrotar al villano? ¿Bailando?— Hizo una pose, burlándose.
—Haría cualquier cosa por protegerla— respondió, avergonzado del comentario de la mayor.
—Bien, Alya puede ir con ustedes si...— Pone su codo sobre la mesa y muestra su mano. —Me ganas a pulso— sonrió confiada.
—No tienes oportunidad contra ella, es muy fuerte— intervino Adrien desde la video llamada.
—¡Oye!— Nino se quejó por la falta de apoyo.
Al final, gracias a la trampa de Marinette ganamos y salimos corriendo del apartamento a gran velocidad.
—Que intenso, creí que no escaparíamos— sonreí aliviada y di una vuelta, disfrutando del aire de afuera. —¡Oh! Lo siento Adrien— paré y miré la pantalla de mi celular. —¿Te mareaste?
—No, no te preocupes— sonrió dulcemente. —Puedes continuar, te ves tierna— murmuró lo último.
—Je, mejor no— desvié la mirada apenada y esperé que los otros me alcanzaran.
Al llegar a la rueda de la fortuna, nos subimos justo a tiempo para ver los fuegos artificiales.
—Ah— dijimos todos con una sonrisa, asombrados.
—Que lindos, me encantan. Jamás los había contemplado desde tal altura— dije muy feliz.
—Yo tampoco— respondió Adrien con la misma expresión que yo.
—Se pueden ver muy bien— se unió Marinette.
De repente, la rueda de detuvo.
—¡Ya empezó!— Alcé la voz preocupada, por más acostumbrada que esté a casi siempre estar en peligro, la verdad no puedo tranquilizarme si hay un villano cerca.
—¡Por favor no me digan que nos quedaremos aquí atrapados!— Nino abrazó a Alya, aterrado.
—¡Por allá! ¡Un akumatizado!— Exclamó la oji azul señalando a Anansi, quien estaba sacando telaraña de su boca para frenar la rueda.
—Chale, creo que por el lugar pierdo tu señal, Adrien— mentí para que se pudiera desconectar.
—Cierto, no logro escuchar- — cortó la llamada.
Sonreí pero me giré a ver a los otros fingiendo preocupación. —Perdí la señal de Adrien.
—No deberías grabar Alya, harás que se acerque a nosotros— comentó Nino con nervios evidentes en su voz.
—Ladybug y Chat Noir llegarán pronto, esto debe estar en el Ladyblog— dijo la de lentes sonriente pero luego de unos momentos la oí decepcionada. —Perdí de vista al villano.
—Ay mamá— susurré nerviosa al ver a Anansi sobre nostros.
—¿Qué pasa ______?— Preguntó Marinette. Cuando señalé hacia arriba, la villana rompió el cristal y agarró a Alya con una mano.
—Aaaaaahhhh— gritamos las 3 chicas mientras la azabache y yo nos abrazábamos aterradas. —Es un sueño, es un sueño, es un sueño— me repetí rápidamente mientras la cabina se movía a los lados por culpa de la akumatizada.
—¡No!— Gritó la oji avellana siendo arrastrada por Anansi hasta el nivel del suelo.
—¡Alya!— Exclamamos preocupados.
—¿Y acaso nos dejará aquí colgados?— Pregunté extrañada al ver por el agujero que dejó.
—Cuanto espantas— habló Chat Noir llegando a la escena y enfocándose en la malvada. —Que conveniente.
—Y ya llegó— sonreí calmándome.
—No es momento para hacerle ojitos a tu novio. ¡¿Cómo rayos bajaremos de aquí?!— Nino dijo perdiendo la calma.
—¿Salto de fe?— Pregunté encogiéndome de hombros.
—No te atrevas— Marientte me vio con seriedad.
De pronto, la rueda comenzó a moverse nuevamente pero como si fuera un transporte.
—¡Espera! ¿Qué sucede?— Gritó Nino.
—Anansi empujó la rueda, Chat la detendrá pero es solo una distracción para llevarse a Alya— explique viendo a ambos. —Salten cuando el piso esté cerca— señalé al hoyo gigantesco en el cristal.
—¿Qué estás loca?— Nino me vio incrédulo.
Le sonreí tranquilamente para darle coraje. —Salté a un tren en movimiento una vez, esto es menos riesgoso— me volteé para ver por el agujero, me acerqué a este y esperé. —¡Solo hagan lo que yo!— Indiqué y cuando nuestra cabina pasó por el suelo, salté a través del agujero y aterricé a salvo en el suelo. —¡ASÍ!— Grité para que mis dos amigos me escucharan.
—¿Princesa?— Me sujetó de mis antebrazos y me ayudó a ponerme de pie.
—Holo gato hermoso— troné mi espalda y me giré a ver atrás. No había rastro de mis amigos. —¡Ay, por favor!— Corrí detrás de la rueda.
—¡______! ¿No crees que deberías dejarme esto a mí?— Chat corrió a mi lado.
—Sí pero mis amigos están allá aún— señalé a la rueda y luego puse ambas manos por mi boca. —¡Marinette, Nino! ¡SALTEN!— Grité.
Primero vino Marinette, quien aterrizó como yo.
—No puedo creerlo ¡lo hice!— Me vio sonriente cuando se puso de pie. Asentí orgullosa. —Pero Nino...— Ambas volteamos hacia la rueda.
Pero antes de darnos cuenta, Nino aterrizó casi de pie en el suelo.
—Bien hecho ustedes 3— Chat dijo ayudando a Nino a recuperar el equilibrio, ya de pie. Asintió en mi dirección. —Me encargaré del resto— continuó persiguiendo la gigantesca rueda de la fortuna.
—¡Vamos, tenemos que ir por Alya!— Dijo Nino empuñando una mano y corriendo en la dirección que creía que fue Anansi.
—¡Creo que fue al Arco del Triunfo!— Hablé yendo detrás de él hasta que me jalaron de regreso. —¡Ow! ¿Qué pasa Mari?
—Deja que Chat y yo nos encarguemos, ¿no crees que ya te arriesgaste mucho al saltar de la rueda de la fortuna?— Me miró preocupada.
—Lo siento, pero Alya también es mi amiga y apoyaré a Nino— le respondí.
—Recuerda que me dijiste que prometiste no ponerte más en riesgo— frunció el ceño. Abrí más los ojos y bufé levemente al recordarlo. —Quédate aquí.
—No, ya sé como puedo ayudar— comencé a correr hacia el maestro Fu.
...
Toqué la puerta tres veces.
—Adelante— escuche que dijo el maestro.
—Maestro Fu, tanto tiempo— saludé con una mano y me senté frente a él.
—Ah, ______. Que gusto verte bien— me sonrió.
Wayzz flotó hacia mí. —Hola ______, ¿cómo estás? Hace mucho que no visitas— se acercó a mi nariz.
—Hola Wayzz, he estado ocupada— froté su cabecita con un dedo. El pequeño kwami se sentó en mi cabeza. —Maestro, disculpe pero vine porque hay un problema— dije lo más calmada que pude.
—¿Qué clase de problema?— Me miró seriamente.
—Ladybug necesitará la ayuda de otro superhéroe, Chat será capturado y apunto de que le quiten el anillo, mi amigo Nino se quedará a entretener al villano para que Ladybug pueda venir a pedirle ayuda— al explicar, el maestro se quedó pensando. —Quería ser útil y no poner a mi amigo en peligro innecesario. ¿Será que me confiaría el que le entregara un miraculous a Ladybug para que ella se lo regrese a usted cuando la batalla haya terminado?— Le supliqué con la mirada.
—Es una tarea difícil. Poner 3 miraculous en circulación otra vez es...— Dijo sin mirarme.
—Por favor maestro, tendrá que confiar en mí— me señalé con una mano.
—Bien, pero supervisa que todo vaya según lo planeado ¿está bien?— Aceptó.
Mi rostro se iluminó. —¡Gracias maestro!— El anciano se dirigió a buscar la caja de los miraculous. —Eh, ¿disculpe, maestro Fu?— Lo detuve alzando un dedo.
—¿Sí?
—Necesito el miraculous de protección— señalé a su muñeca. Oí gaspear a Wayzz y voló a su actual portador.
—¿Eh?— Miró su muñeca pero sonrió y asintió. Imité su gesto y cuando me entregó la cajita la miré emocionada.
—¡Qué bonita! No se arrepentirá maestro— lo miré con seguridad.
—Yo sé que no, jovencita— llevó sus manos atrás de él con tranquilidad.
—Nos veremos otra vez, esperen a Marinette con el miraculous. Hasta pronto Wayzz— me acerqué a acariciarlo y me fui del lugar.
Me senté en el piso jadeando, cansada por la carrera que hice hasta el Arco del Triunfo. Justo en ese preciso momento, Ladybug cayó cerca de mí.
—¿Estás bien amiga-? ¡Ay! Digo ¿Ladybug?— Nino se acercó a ella.
—Sí pero necesito ayuda— miró con determinación a la villana.
—¡Motitas!— La llamé, levantándome.
—¿______? Creí que te habías puesto fuera de riesgo— se me acercó.
—Llegué a tiempo— le sonreí aliviada.
—¿A tiempo? ¿A tiempo para qué?— Alzó la ceja.
—Ahorra tu Amuleto Encantado— le mostré la caja.
—¡Esto es-!— Me miró incrédula.
—Es el miraculous de protección, o sea, de la tortuga. Sabía que lo necesitarías— se lo di.
—Es perfecto— me sonrió; sin embargo me volvió a extender la caja. —______, tú-
—Oh no, nop, nop, nop, nop, nop, nop, nop, nop— me alejé con velocidad.
—¡Ay por favor!— Me gritó.
—¡Tienes al indicado a unos pasos de ti!— Le respondí refiriéndome a Nino.
...
Todo regresó a la normalidad, como esperaba, Carapace aka Nino, estuvo genial.
—¡Alya!— Exclamé moviendo mis manos para que me viera.
Nino llegó a ella primero, luego yo y por último Marinette.
—Estoy bien— nos aseguró y miró a Nino. —Vi que intentaste salvarme.
—E-en realidad no hice mucho, n-no soy un superhéroe ja, ja— desvió la mirada nervioso.
—Mi trabajo aquí está hecho— le dije a Marinette, refiriéndome a que me iría.
—¡Mosquitas!— Llamó Anansi. —La verdad perdí el reto y el control. Lamento lo que sucedió— nos vio apenada.
—No hay daños— sonreí tranquilamente.
—N-no Anansi, la verdad yo hice trampa para que Nino ganara. Lo lamento mucho— mi amiga se disculpó.
—No te preocupes Marinette— pasó un brazo por sus hombros con fuerza. —Gorrita y la chica bailarina demostraron que pueden ser fuertes sin saber pelear necesariamente— nos abrazó a Nino y a mí con el otro brazo.
—¿Por qué no vamos a patinar la próxima semana?— Propuso el de gorra.
—Sí, no recuerdo cuál fue la última vez que me divertí con mi hermana mayor— comentó Alya.
—Lo siento chicos, yo paso— los vi apenada. —Igual, no sé patinar. No cae nieve donde yo vivía. A la próxima ¿sí?— Me despedí del grupo y fui rumbo a casa. En el camino, recibí una llamada. —¿Aló?— Contesté.
—Hola belleza— saludó.
—Hola princeso ¿qué tal te fue? Oí que casi te come la araña gigante— reí.
—¿Estás segura que no quisiste decir príncipe?— Comentó con tono coqueto ignorando mi pregunta.
—No, eres demasiado fabuloso y diva para ese título, princeso te queda mejor— sonreí con malicia.
—Pero preciosa— reprochó.
—Solo estoy jugando. Eres tan divertido de fastidiar, caes redondito— suprimí una sonrisa.
—Es entretenido tu humor, ¿estás libre el sábado dentro de dos semanas?— Preguntó cambiando el tema.
—Por suerte para ti, sí— miré mis uñas en actitud presumida.
—Quería invitarte a patinar sobre hielo ¿te gustaría?
—Uy, no lo sé. No sé patinar, y justo acabo de negarme a ir con Marinette, Nino, Alya y su hermana— rasqué la parte trasera de mi cabeza, insegura.
—No me digas que solo por eso te negaste a ir— dijo en tono burlón.
—¡C-Claro que no! Estaré ocupada con mi jefecita ese día y-y-y no me quiero caer— murmuré lo último. Ya me lastimé lo suficiente para una vida y eso que no cumplo el año de estar aquí.
—Oh, ma douce princesse— [mi dulce princesa] dijo con dulzura.
—¿Mi qué me dijiste?— Entrecerré los ojos. Le encantaba usar para su ventaja el que yo no sea buena en francés ¿cierto?
—Mi dulce princesa, yo te puedo enseñar a patinar— aclaró.
Me ruboricé y tapé mi rostro con mi mano libre. —Está bien, vamos solo porque quiero pasar tiempo contigo.
—El sentimiento es mutuo, preciosa.
Continuará...
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