𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝒳𝒳
Estoy sad mis cutie pies!!! Ya no he tenido tiempo de escribir por la universidad, así que creo que no subiré capítulo por 1 o 2 años okno :v por 1 o 2 semanas... Espero no se enojen ;-;
Capítulo 20: Sirena
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—¡______!— Reconocí la voz de Adrien. Se estaba acercando tranquilamente con una sonrisa radiante.
Sin embargo, no tenía tiempo para quedármele viendo como se aproximaba a mí. Me acerqué a él con rapidez.
—Lo siento Adrien, no puedo hablar. Quedé con Bob y Roxie en la biblioteca ¡luego te veo!— No dejé que hablara y salí de ahí a paso apresurado.
Después de terminar la mayoría de la investigación con el castaño y la pelinegra, me dirigí a clase. Justo el rubio estaba parado en la puerta.
—Hola— me saludó cuando me acerqué lo suficiente.
—Hol-
Nath me interrumpió. —______, necesito que vengas ya— me jaló de la muñeca mientras le daba una disculpa no muy sincera al oji verde.
...
—¡Comida!— Exclamé corriendo del salón. Ya era hora del descanso, por lo que me dirigí a la cafetería. Hoy servirían pizza, no me lo podía perder.
Fui una de las primeras en la fila, y agarré tres pedazos de pizza y (gaseosa favorita). (Dulce chatarra ven a mí) pensé mientras se me hacía agua la boca.
—Oye, ______— el oji verde volvió a tratar de hablarme. —Quiero hablar-
—¡______!— Saludaron Alya y Marinette, interrumpiendo al chico. Ambas llegaron con nosotros.
—Oh ¿interrumpimos?— La peli naranja alzó una ceja a la vez que la azabache miraba de reojo a Adrien y se ruborizaba.
De pronto me sentí mal de ver a Marinette así y decidí mejor irme. —Nos vemos a las 4 en la entrada del cine— me despedí, supuse que de eso querían hablarme y me fui a sentar con Rosita y Juleka.
El día pasó rápidamente, Adrien no intentó volverme a hablar por hoy. Eso me entristeció y decidí mejor hablarle yo. A la hora de salida, antes de que se fuera, corrí y lo detuve con una mano en el hombro.
—Adrien— me volteó a ver y una sonrisa se formó en su rostro.
—Ma chère— susurró viéndome con cariño.
—Quería preguntarte qué- — hablamos al unísono. —Tú primero— lo hicimos otra vez y nos reímos.
Aclaré mi garganta. —¿Qué necesitabas decirme? No sé por qué tantas dis-
Gritos a lo lejos hicieron que me callara y volteáramos a ver a la calle.
—¡Cuidado!— Exclamaron de repente y dos panteras salieron de la nada.
—¡Los animales del zoológico escaparon!— Oí anunciar al director. —Todos regresen con cuidado a casa.
Me dio un tic en el ojo.
—L-lo siento, supongo que ahora soy yo el ocupado— me sonrió apenado y salió corriendo para transformarse en los baños.
—Distracciones— murmuré.
Más tarde, cuando ya todo se había resuelto, Max y yo estábamos en la entrada del cine esperando a Kim, Alya y Marinette.
—¿Los demás ya están adentro?— Le pregunté al de lentes.
—Sí, solo faltan tres.
Kim llegó corriendo, casi junto a Alya. Max y Kim entraron para guardarnos sitio. La peli naranja y yo nos quedamos esperando a Marinette.
—Oye, ¿de qué has estado hablando con Adrien?— Preguntó de repente la oji avellana con curiosidad o tal vez, sospecha. —Los he visto juntos varias veces hoy, y dudo que le hayas hablado de Marinette.
—La verdad también quisiera saber qué quería decirme, siempre que me hablaba, alguien más interrumpía— expliqué. —Me pregunto por qué tardará tanto— desvié la mirada sabiendo que estaba con el maestro Fu.
—Bueno, al menos esto pagará el que no hayas podido ir con nosotras a las piscinas la semana pasada— cambió de tema para aligerar el ambiente.
—Sí— (solo espero que no me pase nada, ya que parece que estoy en el capítulo de "Sirena") pensé con nervios.
Alya llamó a Marinette, ya que aún no aparecía. Como unos 35 segundos después, apareció y la de lentes nos arrastró a mí y a la oji azul a nuestra respectiva sala.
Yo me senté entre Marinette y Max.
—Tienen suerte, llegaron justo a tiempo— me susurró el moreno de lentes.
—Lo sé, sigo pensando que abusé de mi suerte demasiado— murmuré de vuelta y ambos volteamos a ver a la pantalla.
Sin embargo, la alegría no duró mucho. Mis amigos y yo vimos extrañados como la gente se levantaba y corría fuera de la sala.
Mis manos se enfriaron por el pánico y ansiedad que sentí. Me levanté de mi asiento, atrayendo las miradas de mis amigos, y salí corriendo y gritando del lugar.
—¡YO NO SÉ NADAR!— Subí por las escaleras de emergencia hasta el techo. Unos minutos después, mis amigos y desconocidos estaban ahí conmigo, viendo a toda París inundada.
Retrocedí aterrada hasta chocar con alguien.
P.O.V. de Adrien
Estaba recostado en el sofá de mi habitación "disfrutando" de mi tiempo libre.
—Ugh, aparentemente, nadie quería que le hablara a ______ hoy— rodé los ojos y regresé mi vista al techo.
—Por favor Adrien, no es necesario molestarse por eso. Puedes ir a verla luego y así tendrán todo el tiempo del mundo— Plagg comentó dándole un mordisco a su queso.
—Tienes razón— me senté. —Oye, y cambiando de tema. ¿Por qué será que Ladybug me oculta cosas? Digo, somos equipo ¿no? ¿Por qué solo ella puede saber la identidad de los demás?— Vi a mi kwami, quien no respondió y no hacía contacto visual conmigo. —Estás muy callado. Tú sabes algo ¿no?
—Los kwamis tenemos derecho a permanecer callados— siguió con lo suyo.
—No por mucho tiempo, estaba a punto de comprarte diferentes tipos de queso.
De pronto, sentí mis pies mojados. Miré al piso preguntándome qué rayos pasaba.
—Oh-oh, tu estrategia no llegará muy lejos— comentó divertido.
—¿Agua?— Susurré extrañado y abrí más los ojos al recordar. —¡______ no sabe nadar!— Miré a Plagg. Al parecer lo que le dije lo afectó porque su expresión se tornó seria y me transformé rápidamente.
P.O.V. de ______
—Tranquilízate chica, no dejaremos que te acerques al agua— Nino me abrazó para reconfortarme.
Kim se lanzó al agua. —¡Wuju!— Exclamó al dar un gran chapuzón. —No te preocupes, ______. Te enseñaré a nadar en segundos. Solo pon tus-
Dejé de prestarle atención cuando vi que la akumatizada salió del agua y hundió a Kim hasta lo más profundo.
—¡Kim!— Exclamamos con preocupación.
—Él estará bien, no creo que la akumatizada lo ahogue. Al contrario, le dará algo para respirar— aseguré dejando de abrazar a mi amigo con gorra.
Alya y Alix se asomaron por el barandal del techo, buscándolo.
—¿Marinette? ¿A dónde rayos vas?— Preguntó la oji avellana con curiosidad.
—¡Voy por ayuda!
—¡Llévame contigo!— Pedí acercándome al barandal.
—No, estás más segura ahí. No te muevas y estarás bien— remó cada vez más lejos.
—Oh— suspiré decepcionada y me alejé lo más que pude del agua. Mi celular sonó y contesté. —¿Aló?— Contesté con voz temblorosa.
—______, dime que estás bien— habló Adrien con tono ansioso.
—Sí, sí. Estoy bien. En el techo del cine. No te preocupes y concéntrate en vencer a la Sirena ¿sí?
—Sí, no te preocupes. No te acerques al agua— colgó.
(Obvio que no me acercaré) bufé y fruncí el ceño.
Como había predicho hoy y cuando me atacó Unfriendsible, abusé de mi suerte demasiado. Resulta que por "aburrimiento" o yo que sé, unos chavos comenzaron a jugar. En un mal paso, un chico me empujó. Al instante no me dio miedo, porque había una baranda alrededor del techo, pero me aterré cuando sentí que choqué contra el barandal, y este... Se rompió.
—¡AUXILIO!— Grité, pero ya era tarde para mí, caí por la borda y dentro del mar que se formó por la akumatizada.
—¡NO!— Fue lo último que escuché.
Traté de llegar a la superficie desesperadamente, pero solo logré cansarme y soltar la mitad del oxígeno que estaba aguantando. Dejé de luchar y me quedé inmóvil mientras el agua me tragaba cada vez más. Me sentía pesada y poco a poco mis ojos se cerraban. (Creo que este sí será el fin. Carajo ¿por qué no pude aprender a nadar? ¡Fui a 4 cursos diferentes! Y nunca pude...) Saqué todo mi oxígeno por la boca y cerré los ojos por completo.
—¿Te estás rindiendo?— Escuché a la distancia. No importaba que tratara de abrir los ojos, todo era negro a mi alrededor.
(No sé qué hacer) pensé.
—Siempre sabes qué hacer— me respondió.
(¿Por qué siempre debo tener la respuesta para todo? ¿No puedo equivocarme?) No entendía cómo es que la voz que escuché desde La Befana estaba leyendo mis pensamientos. ¿Y si ya estoy muerta?
—No es eso. Tú puedes encontrar la respuesta a todo. Ya casi llegan a ti. Recuerda, hay grandes planes para ti.
(¿Ah, sí? ¿Cuáles?) Pregunté, pero no oí nada. Solo sentí un apretón en ambos de mis brazos.
—¡Respira!
Abrí los ojos inmediatamente y jalé una bocanada de aire gigantesca. Me senté con ayuda de alguien y tosí múltiples veces.
—¡¿Puedes respirar?! Asiente si sí— vi a Alix quien tenía una mano apoyada en mi espalda.
Asentí lentamente y vi de reojo que Alya corrió hacia mí y me abrazó.
—Tranquila, ya pasó... Ya pasó— me reconfortó. Cuando nos separamos, sonreí débilmente. —Que susto nos diste niña— sonrió aliviada.
Unas cuantas personas nos rodearon, pero mis amigos los mantuvieron a distancia de mí. El chico que me empujó llegó a disculparse múltiples veces y me ayudó a ponerme de pie. Le dije que no hay pedo y que fue un accidente, eso lo tranquilizó. Pero aún así...
—¡El agua está bajando!— Rosita apuntó hacia la calle. Eso me calmó.
Nino llegó con toallas que no sé de donde sacó, pero supuse que se las dieron en el cine. Me dio una, otra a Alix y la última se la quedó él.
Me acerqué a la pelirroja y al moreno. —Gracias chicos, salvaron mi vida— los abracé.
—Cuando quieras chica— Nino regresó mi abrazo.
—Solo importa que estás bien— dijo Alix dándome unas palmadas.
Alya pasó un brazo por mis hombros. —Ya es seguro bajar— me aseguró y me ayudó a bajar las gradas de emergencia.
—Puedo caminar Alya, ya estoy bien— susurré.
—Te llevaré con un doctor, es mejor asegurarse.
Rosita, Juleka y Nino nos seguían a paso lento. Pasamos junto al encargado del cine, quien nos vio con curiosidad. —Las toallas que me pidió el joven no son una petición muy común por parte de los clientes— Alya lo fulminó con la mirada. —... Regularmente— tragó en seco.
—Debería revisar el barandal del techo— comentó la oji avellana y procedió a la salida conmigo y nuestros amigos de cerca.
...
—La doctora dice que estarás bien, solo necesitas descansar— dijo Nino.
Rosita, Juleka, Alya y Nino estaban en mi habitación, asegurándose de que me acostara en mi cama y descansara.
—Ya llamé a tu mamá— habló Rosita. —Estará aquí en 15 minutos.
—Tú solo debes relajarte— agregó Juleka, pasándome un vaso de jugo.
—Les agradezco esto que han hecho por mí— les sonreí sinceramente. —Creo que estaré bien mañana.
—Nos iremos cuando llegue tu mamá— anunció Alya. —Le marcaré a Marinette para que no se pregunte en dónde estamos— sacó su celular.
Yo detuve su gesto con una mano, alarmada. —Sí pero por favor no le vayas a decir lo que me sucedió, ni a Nath ni a nadie— supliqué. —Pasaron cosas con Búho Negro y desde ese día me prometí no preocupar a nadie— bajé la mirada por un segundo recordando la preocupación de mis amigos y de mi mamá.
—Pero ______— Alya bajó su celular con tristeza. —Es mejor que se enteren-
—¡No! Por favor. Solo pido que guarden el secreto. ¿Sí?— Miré a todos nerviosa.
Ellos no parecían satisfechos con mi petición; sin embargo, accedieron y yo me calmé.
Mi mamá me pasó cuidando todo el fin de semana, por suerte, sí pude ir a la salida del sábado con mi nuevo grupo de amigos, Nath y Luka. Como les pedí a los otros, no le mencionaron nada a nadie y se quedó como secreto.
El lunes en la escuela, atraje más miradas que de costumbre. Alya me preguntó si estaba bien, sacando de onda a Marinette, lo que la llevó a preguntar si sucedió algo.
—Nada, solo que me caí por las escaleras— sonreí mostrando los dientes.
—Sí, y ella me pidió que le diera el teléfono de un doctor— Alya siguió con mi juego.
—¡Ay no! ¿Y cómo fue-?
Interrumpí a la azabache cambiando drásticamente de tema. —¡Ay, miren la hora!— Señalé a un reloj random que estaba en una pared. —¡Hora de la clase! Vamos Alya, te daré el cuaderno que me prestaste jeje— me llevé a la de lentes empujándola por los hombros.
—Casi se entera— susurró calmándose.
—Nah, de hecho sí me caí por las escaleras ayer— me encogí de hombros.
—¡¿Qué?!— Me vio con los ojos muy abiertos.
—Aaaaaaaaahhh ¡MIRA ES LADYBUG!— Grité señalando hacia una dirección x.
—¡¿Dónde?!— Se giró emocionada.
Aproveché y salí pitando del pasillo hacia la clase. Al llegar a la puerta de entrada, una mano tomó mi muñeca y me jaló hacia un lado, haciendo que soltara un grito desprevenida.
—Tranquila, soy yo— dijo Adrien.
—Ah, menos mal. Creí que eras Alix— me reí.
—¿Por qué Alix?— Me vio confundido.
—Por nada— negué rápidamente. —Yyyyyy, ¿qué pasa?— Lo miré, sudando levemente.
—¿Estás bien? Te noto nerviosa.
—Sí, sí. ¿Qué querías decirme la semana pasada?— Traté de calmarme.
—Que yo-
—¡Adrien, amigo! ¿Cómo estás?— Nino entró saludando. —Y ______, ¿ya fuera de la cama? Espero que hayas descansado.
—Gracias Nino— alcé mi mano para saludarle.
El oji verde se facepalmeó. —No es buen momento Nino, luego hablamos— me volvió a jalar de mi muñeca que aún no había soltado y salimos corriendo del salón.
Para mi mala suerte, pasamos a la par de Marinette y Alya. (Ugh, tendré que explicarles luego) pensé rodando los ojos. —¿Por qué me secuestras? Me duele correr— susurré lo último.
—Lo siento— alentó sus pasos hasta caminar hacia los casilleros, donde finalmente me soltó.
—Bien, ¿qué traes entre manos?— Me crucé de brazos y alcé una ceja.
—Es solo que no entiendo por qué tantas interrupciones últimamente cuando trato de hablarte.
—Sí, el destino nos estará diciendo algo— me quedé viendo a un lugar random con seriedad.
—¿Qué? No me digas que deb-
Solté una risa. —Es broma, ay, no te aguantas una bromita. Deberías relajarte.
Se me quedó viendo por un momento. —Tienes razón. Me molesta no poder hablar como quisiera contigo— sonrió apenado.
—La escuela me mantiene ocupada— imité su expresión. —Me prometí que ningún chico, u otra cosa, me distraería de mis estudios.
—Hm... He estado tan ocupado y te juro que me volveré loco— puso sus manos en su cabeza.
Reí por su acción. —Wow, tranquilo Agreste— le di un golpe en el brazo. —Realmente necesitas vacaciones.
—Sí...— De pronto se le iluminó el rostro y me vio emocionado.
—Ay no— susurré regresándole la mirada.
—Escapémonos.
—What?— Pregunté sorprendida.
—Vamos, solo por hoy— insistió sonriente.
—Adrien, no. Yo no soy de las que se escapan del colegio, quiero ser el éxito— negué.
—Pero será divert-
—Además, ¿qué hacemos si alguien nos llega a ver, toma una foto y la publica? No quiero hacer sentir mal a mi amiga— bajé la mirada. —Lo siento, tal vez salimos luego— me giré para salir. —Ahora llegaremos tarde— suspiré.
—¡Plagg, las garras!— Exclamó el rubio de repente.
Mis ojos se abrieron como platos al oír la frase. Inmediatamente, me levantó y cargó estilo princesa.
—¡AH! ¡Santo cielo!— Exclamé por lo desprevenida que me tomó esa acción. —¡Oye, ¿pero qué rayos?!— Lo miré alarmada.
—Dijiste que no querías que te viesen con Adrien, pero no mencionaste a Chat Noir— sonrió coqueto.
—Espera ¡no-!
—Sujétate fuerte— se preparó para salir por la puerta.
—Ay por Dios— me aferré a su cuello y apoyé mi cabeza contra su pecho con los ojos cerrados.
Salimos de la escuela y nos perdimos entre los techos de París.
Continuará...
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