𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝒳𝒱𝐼𝐼
Perdón por la espera y yo no hice el dibujo ^u^
Capítulo 17: Un Flashback
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P.O.V. Tercera Persona
—Espero no te vuelvas a escapar, por favor— Gabriel le dijo a su hijo antes de retirarse de su habitación.
—No... Padre— respondió Adrien. El mayor asintió, dándole una última mirada antes de salir.
Ya afuera, el oji azul caminó hacia su tablet gigante y revisó las ideas preliminares para los diseños de la próxima temporada.
—Señor, me preocupa. Ha estado muy callado desde esa akumatizada— Nathalie rompió el silencio que se formó en el lugar.
—Esa heroína novata sabía de mi identidad. Mi identidad, Nathalie— alzó la voz claramente molesto y confundido. Dejó en paz sus bocetos digitales y reprodujo el video que una persona cualquiera había subido en YouTube.
—Ahora tengo el poder absoluto y me la pelas— exclamó MegaNova con una sonrisa.
Gabriel cerró los ojos por la frustración. (¿Cómo es que sabe quién soy bajo la máscara? ¡¿Cómo obtuvo el poder absoluto?!) Pensó, y en un arrebato de ira, lanzó varios maniquíes contra la pared. La secretaria solo desviaba la mirada al oír cada impacto.
—¡Nooroo! ¿Seguro que no sabes nada?— Exclamó dirigiéndose al kwami.
—S-sí señor, y-yo no sé como alguien tan joven puede poseer tal poder sin perder el control— retrocedió asustado. El mayor gruñó. —O sin quedar inconsciente— Gabriel lo volvió a ver rápidamente al escucharlo decir lo último y por reflejo miró el retrato de Emilie.
(Mi hermosa Emilie) suspiró y su expresión se volvió nostálgica. (Extraño tu compañía y tu obstinación) pensó sin apartar la mirada. (Involuntariamente haces que piense en como estás reflejada en Adrien y en...) Abrió los ojos como platos.
—¡Adrien se preocupa mucho por usted, no se ponga en peligro solo porque su ego se lo impide!— Recordó una voz distante.
—¡Esa niña!— Se giró bruscamente, apoyándose en una mesa cercana.
—¿Señor se encuentra bien?— Nathalie se apresuró a su lado, colocando una mano en el antebrazo de Gabriel para mostrarle su apoyo.
—Sí, solo recordé... Algo— se recompuso. —Iré por algo de beber.
—Si quiere yo puedo-
—¡No!— La vio con el ceño fruncido. —Necesito pensar— se dirigió a la cocina.
Su chef, quien se encontraba preparando el almuerzo, se sorprendió al ver al señor Agreste y lo saludó cordialmente. Seguido a eso, se retiró para darle espacio.
(¿Cómo es que esa ______ me recordó a mi querida Emilie? ¿Será porque Adrien habla mucho de ella? Sería tonto no darse cuenta que le interesa) rodó los ojos. —Y aún así esa chica no parece corresponderle... Tal como— Gabriel botó el vaso de vidrio que tenía al darse cuenta.
—Tal como ella me rechazó la primera vez a mí— susurró atónito.
-FLASHBACK-
—Jajaja ¡vamos!— El chico empujó a un joven Agreste para animarlo. —¡Lo haces tú o lo hago yo!
—¡N-No Marcus! Y-ya voy yo— caminó hacia la chica rubia de ojos esmeralda que estaba sentada sola en el patio de su escuela. —E-Emilie...— Llamó tímidamente a la chica.
—¿Mmh?— Subió la mirada para encontrar un par de ojos azul opaco.
—Qu-q... T-tú e-eh...
—¡Emilie!— Una chica peli negra interrumpió el tartamudeo incesante del chico.
—¡Ya voy Clara!— Respondió entusiasmada poniéndose se pie. —Lo siento ¿puede esperar tu mensaje?— Sonrió.
Involuntariamente, le sonrió de regreso. —Sí— suspiró enamorado.
Emilie se despidió de él y se fue corriendo junto a su amiga.
2 años después...
—¡Le demostraré lo seguro que soy!— Miró con determinación a la pista de baile, donde Emilie estaba bailando con un chico.
Gabriel caminó hacia la rubia con paso apresurado, sin percatarse que otro chico con lentes se dirigía a él con la misma rapidez y ambos terminaron chocándose y cayendo al suelo.
—¿No se puede ser más torpe?— Alegó el joven Agreste arreglando su traje, pero abrió los ojos como platos al ver la mancha morada en su camisa. —Derramaste tu bebida— habló a regañadientes.
—L-lo siento, iba apresurado— trató de excusarse el chico poniéndose de pie temblorosamente.
—No creo que lo sientas-
—Alto ustedes 2, fue un accidente— intervino la oji verde poniéndose en medio de los 2 chicos. —Me sorprende tu actitud, Gabriel— lo miró molesta pero con tristeza a la vez.
El rubio abrió la boca para hablar pero la cerró, dio media vuelta y salió de la pista de baile y de la escuela. Se sentía apenado y humillado...
3 años después...
—¡...AAAaaaaaahhh!— Se podían escuchar los gritos a la distancia.
Dos personas estaban corriendo en dirección opuesta de la multitud. Uno quería acercarse, mientras que la otra intentaba detenerlo.
—¡Gabriel, hay que dar la vuelta!— Gritó Emilie persiguiendo a su amigo para evitar que hiciera una locura.
—¿Y hacerle caso a lo que dijeron? Ni en broma, yo puedo con esto— sonrió despreocupado, sosteniendo un broche muy particular en su mano.
—¡AGRESTE!— Exclamó frenando bruscamente. —¡No te pongas en peligro solo porque tu ego te impide pensar con claridad!— Empuñó ambas manos, señal que estaba reprimiendo su enojo y preocupación.
El chico dejó de correr repentinamente y la volteó a ver. —¿... Mi ego?
—¡Sí! A pesar de ser muy orgulloso sé que tienes bondad en tu corazón. El querer ayudar a las personas lo muestra. Pero recién encontraste ese broche raro, te dio poderes y no sabes cómo usarlos... No quiero perderte— ahogó un sollozo.
Le sonrió con dulzura. —No me perderás— se colocó el broche en la camiseta. —Y verás que seré un superhéroe digno de tu admiración— retomó su camino con más velocidad, alentado por las palabras de la chica que quería.
—¡Gabriel no!— Oyó a lo lejos.
-FIN DEL FLASHBACK-
—¿... Señor se encuentra bien?— Su chef interrumpió su tren del pensamiento.
—¿M... Mh? ¿Qué sucede?— Preguntó volviendo a su personalidad fría y seria.
—Escuché que se quebró algo y vine a ver si no le había pasado nada, pero lo encontré viendo a los pedazos de vidrio. Desde entonces estuve tratando de llamar su atención— explicó.
—Está bien, no sucede nada. Recoge el cristal roto, ya no tengo sed— Gabriel salió de la cocina y fue a buscar a Nathalie.
—¿Necesita algo señor?— Preguntó la secretaria viéndolo entrar al estudio.
—Necesito un favor...
P.O.V. de ______
Al siguiente día...
Finalmente las clases habían terminado, Nath tuvo que irse corriendo del salón por un asunto personal. (Espero que no le haya pasado nada grave) pensé mientras lo miraba alejarse a gran velocidad.
—Hola ma chère— Adrien me saludó con un abrazo.
—¡Aquí no chikistrikis!— Susurré gritándole al empujarlo.
—Ow, ¿así tratas al padre de tus futuros hijos?— Se sobó el estómago.
—Y dale con eso. Si es necesario ¡entonces sí!— Suspiré. —¿Y qué necesitabas?— Alcé una ceja acomodando mi mochila en mi espalda.
—Solo quería acompañarte a tu casa— giró la punta de su pie en círculos en el piso mientras tenía la mirada baja. —No hemos hablado desde Gorizilla. Y por alguna razón siento que me evitas... ¿Fue por lo de Marinette?— Me vio con sus ojos brillantes.
Me dio ternura. —¿Qué? No, para nada ángel. No podría pensar en evitarte. Mira, lo que sucedió con Marinette no fue nada, no estoy molesta ni te estoy evitando. Solo he estado más con Nath y mis amigas. Perdón por no darte atención— miré alrededor para asegurarme de que nadie estuviera viendo, entonces acaricié con una mano la mejilla de Adrien. —Te amo, mon petit chaton— sonreí con tranquilidad.
Él se ruborizó. —Je t'aime— desvió la mirada sonriendo.
—Ya que todo está arreglado— di un paso atrás. —¿Aún quieres acompañarme?
—C-claro, vamos— comenzamos a caminar.
—Por cierto, ¿lograste ver la película de tu mamá?
—S-sí. Fue un poco complicado. Quería ir al cine, pero los paparazzis me persiguieron y terminé yendo disfrazado con Marinette, luego terminé viéndola en mi casa con mi padre— habló mientras miraba al cielo.
—Wow, sí que tuviste tu propia aventura. Me alegro de que tu papá se haya abierto así contigo— le di un leve empujón, mostrándole mi cariño. Ese gesto le provocó una risa.
Antes de poder seguir la conversación, el auto que conduce el guardaespaldas de Adrien se detuvo a nuestro lado.
—¿K?— Vi al vehículo y luego al oji verde, confundida.
—Se supone que no vendría-
—Adrien, sube al auto— nos sorprendió la voz de Nathalie al bajarse del copiloto.
—¿Nathalie? ¿Qué estás haciendo aquí?— Preguntó el rubio muy sorprendido.
—Tu padre me envió, sube por favor.
—¿Qué? No. Le dije a ______ que la acompañaría a su casa— se señaló con una mano mientras sostenía el tirante de su mochila con la otra.
Yo di un paso adelante, apenada por la situación. —No te preocupes por mí, Adrien. No pasa nada-
—El señor Agreste quiere hablar con la señorita ______— me vio fijamente con una expresión neutra. —Suba también por favor.
—¡¿Qué?!— Exclamamos Adrien y yo al unísono.
—¿Por qué Nathalie? ¿Acaso insinúa que ella es mala influencia para mí?— Alzó la voz dando un pisotón.
—Cálmate Adrien, no sé por qué quiere verla. Pero me aseguró que no tardará mucho— no perdió la compostura ante el arrebato tan inusual del rubio.
Al parecer, él no pensaba moverse. Nathalie lo supuso también porque suspiró. Quise facilitar las cosas, así que puse una mano en el hombro de Adrien. Este me volteó a ver inmediatamente.
—Vamos, tengo curiosidad— sonreí un poco para animarlo.
Se relajó considerablemente y tomó mi mano con firmeza pero sin lastimarme. Luego subimos en los asientos traseros del auto. Nathalie se subió en el asiento del copiloto y el vehículo arrancó.
—¿De qué se tratará esto?— Le susurré al oji verde sin apartar la mirada del frente.
—No lo sé, solo espero que no trate de alejarte de mí— me vio preocupado y ligeramente asustado.
—Calma ángel, no dejaré que suceda aunque me amenace— le guiñé el ojo para reconfortarlo.
Me sonrió débilmente y entrelazamos nuestros dedos de las manos hasta que llegamos a la mansión.
Adrien bajó primero y tuvo la intención de ayudarme a bajar, pero cuando se dio cuenta, yo ya estaba afuera, viéndolo e intentando suprimir una risa burlona. Él negó divertido y caminó a la par mía cuando entramos.
Como lo imaginaba, el señor Agreste estaba arriba de las escaleras, esperando pacientemente nuestra llegada, mi llegada.
—Buenas tardes, señorita ______, Adrien— vio a su hijo. —Tu clase de chino iniciará pronto, mejor sube a practicar. En cuanto a usted— me miró. —Acompáñeme por favor— caminó hacia lo que creía era su estudio.
Tragué en seco y traté de seguirlo; sin embargo, antes de dar el primer paso, Adrien habló.
—¿Qué? ¿Así no más? Padre, espero no te ofendas pero quisiera estar presente durante su... "charla"— hizo comillas.
—No, tú tienes clase de chino y debes prepararte.
—Papá-
—Sé con seguridad que la señorita aquí presente puede cuidarse y responder a mis preguntas sola— resaltó la última frase en un tono elevado. —Si nos disculpan— lo perdí de vista.
Nathalie puso ambas manos en los hombros de Adrien, conduciéndolo a las escaleras. Yo lo acompañé a la mitad del trayecto. Luego él se fue hacia la derecha y yo a la izquierda.
Me lanzó una mirada con preocupación, lo vi de reojo y continué por donde había ido el señor Agreste. Entré a la habitación, lo primero que llamó mi atención fue el cuadro de Emilie.
—Tome asiento por favor— el señaló a un sofá frente a él. Me pareció extraño ya que en la serie no muestran a esta sala con sillones, pero decidí ignorarlo. Hice lo que me pidió y entrelacé los dedos de mis manos, colocándolas sobre mis piernas. —Debes preguntarte por qué quiero hablar contigo.
—Sí señor, disculpe ¿hice algo malo?— Lo vi con curiosidad.
—Para nada, solo he notado la... Conexión entre tú y mi hijo. Parecen cercanos.
—Ah, em sí señor. Nos consideramos mejores amigos y nos preocupamos mucho por el otro— respondí tratando de mantener la calma.
—Hmm...— Se levantó y caminó hacia el cuadro de su esposa, observando cada detalle.
Por reflejo, fui a su lado, admirando la pintura de cerca. (Wow, es hermosísima) pensé anonadada.
—En personalidad te pareces mucho a ella— habló sin verme, pero yo sí a él.
—¿A su esposa?— Pregunté sorprendida. Asintió.
—Tu relación con mi hijo me recuerda a mi relación con ella cuando recién empezamos a salir— noté una diminuta sonrisa por el recuerdo.
Abrí los ojos como platos y bajé la mirada inmediatamente pero la subí al cuadro. (¡Sonrió!) Exclamó mi mente.
—Adrien no se da cuenta de lo parecida que eres con su madre como yo lo hago. Después de todo, nuestra forma de pensar no es igual— caminó de regreso al sillón que estaba ocupando.
Lo seguí. —No comprendo, ¿quiere que me aleje de Adrien?— Lo miré dolida.
—Al contrario. Contigo se le ve muy feliz— bajó la mirada. —Su sonrisa ha vuelto— susurró lo último más para sí.
(Su sonrisa volvió ¿gracias a mí?) Me ruboricé y bajé la cabeza avergonzada, con una sonrisa tonta en mi rostro.
—Me encuentro en medio de un dilema— continuó. —Como diseñador de modas y principal responsable por todas las actividades que realiza Adrien, pienso que tu relación con él afectará su imagen tarde o temprano, y eso es negativo-
Traté de excusarme. —¡No-!
—Sin embargo— alzó una mano deteniendo mi argumento. —Como padre, me preocupo por mi hijo y quiero que tú lo acompañes y lo cuides. Tal como Emilie lo hizo conmigo— miró el retrato de su esposa.
—¿Nos está shipeando a Adrien y a mí?— Solté sin pensar y rápidamente me tapé la boca con una mano alarmada.
—¿Disculpa?— Alzó una ceja.
—N-nada, me refiero a que ¿puedo seguir siendo amiga de Adrien?— Él asintió como respuesta. Yo sonreí al tener su confirmación. —Considérelo hecho— (es como el trato que Lila y Gabriel hicieron en la temporada 3, solo que al revés. Algo bueno saldrá de esto... O al menos eso espero)...
—Te lo agradezco mucho. Puedes retirarte— señaló la puerta con la mano.
—Bien. Que tenga una buena tarde, gracias por la charla. Y dígale a Adrien que lo veré mañana en la escuela, no quiero interrumpir su clase de chino— lo despedí con un movimiento de mano.
—Gracias por venir— se despidió con un movimiento de cabeza.
Salí dando saltitos como niña pequeña. (Mi suegro me quiere, mi suegro me quiere~) canté en mi cabeza. (¡En tu cara Zorraila!) [Zorra + Lila].
Bajé las gradas tarareando mi melodía feliz, llamando la atención de Nathalie.
—¿Señorita?
—Oh, buenas tardes Nathalie. Ya terminé de hablar con el señor Agreste ¿me abre la puerta exterior?— Le pedí amablemente.
—S-sí, claro— presionó un botón.
—Gracias— salí de la mansión y me fui directito a mi casa, aún dando saltitos.
Al atardecer, me puse a ver Little Viejo en Youtube, me fui a una esquina de mi cuarto y puse todas mis sábanas y almohadas para acomodarme con mi laptop.
Justo cuando iba a ver mi quinto video, las puertas de mi balcón se abrieron bruscamente y Chat entró al instante.
—¡Vine tan rápido como pude! ¿Estás bien? ¿Qué te dijo? ¡No dejaré que te aparte a mí!— Me abrazó rápidamente con fuerza.
Le regresé el abrazo y recosté mi cabeza en su hombro. —Básicamente, tu papá nos shipea— le sonreí tratando de soltarlo pero él me siguió apachurrando, así que lo abracé con más fuerza.
—Que alivio, pero no es propio de mi padre el comportarse así y... ¿Ya quieres que te suelte?— Sentí que movió su cabeza, seguro para tratar de mirarme.
—Nunca me sueltes papi chulo— me aferré más a él si es posible.
—Claro que no, mi princesa— imitó mi acto.
Pasamos unos segundos más así. —Okey, ya suéltame, que me quedo sin aire y tengo mucho calor— me abaniqué con mi mano.
—Perdón— acarició mi mejilla. —Pero nunca te voy a soltar.
—Menos yo. Fuiste mi husbando desde que te vi en el capítulo 1. Así que— me aferré a su brazo. —No me culpes si me convierto en tu nuevo brazo— acosté mi cabeza en su hombro nuevamente.
—No me molesta, eso significa que puedo hacer esto— sujetó mi hombro con su mano libre, me atrajo hacia él y me besó en los labios, durante un largo tiempo.
—¡Aprovechado!— Exhalé e inhalé con fuerza cuando me separé de él.
—Me da curiosidad. ¿Quieres intentar el beso francés?— Me miró con picardía.
—¡Ah!— Pegué un grito mientras me alejaba bruscamente del rubio y pateaba mis sábanas y mi computador en el proceso. Solo escuchaba que estalló en risas mientras miraba mi reacción.
Continuará...
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