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Capítulo 4

Maya escuchaba atentamente cada detalle de lo que Vanessa le estaba contando.

—... Y entonces me pidió que fuera al baile en honor a la reina para encontrarnos de nuevo.

—¿De verdad crees que será capaz de encontrarte? El castillo estará lleno porque es de entrada libre y ni siquiera lo conoces.

—Cuando lo dices de esa forma suena poco alentador.

—Es poco alentador; no entiendo cual es tu obsesión por confiar en los desconocidos de esa forma, solo te faltó darle nuestra dirección.

—Tampoco exageres.

—Como sea, no tenemos ropa adecuada ni dinero para comprar, no podemos ir al baile usando pantalón y tenis.

—Podemos usar los vestidos de hoy.

—Ya te vio con ese vestido.

—¿Y? No es pasarela, al que no le guste verme con la misma ropa ropa que me compre nueva.

Maya soltó una risa.

—Esto es increíble.

—¿Qué cosa?

—No querías ir al recorrido de hoy que es un honor concedido a pocos y ahora resulta que hasta ganas de ir al baile tienes.

—Es que me ofrecieron algo emocionante—. Defendió—. En ese recorrido no había nada interesante.

—¿Estás bromeando? El castillo en sí es algo emocionante, su interior y todo el glamour y cosas llenas de historia son un bono.

—No entiendo porque no estudiaste arquitectura.

—Porque me gusta ver las cosas ya hechas, no hacerlas.

—Buena respuesta.

—Volviendo al punto... me parece que te estás metiendo en una especie de cliché súper gastado en las películas románticas para adolescentes.

—Como si no te gustaran los clichés.

—Pues sí, pero de nuevo solo verlo no hacerlo.

—Lo vas a ver en mí.

—Vanessa...

—Vamos, ve conmigo al baile—. Le dio un almohadaso—. Solo esta vez.

—¿Qué se supone que voy a hacer mientras te vas a encontrarte con tu enamorado secreto?—. Le devolvió el golpe.

—No es mi enamorado secreto, simplemente un desconocido que me parece interesante—. Le quitó la almohada—. Además estás olvidando un detalle bastante importante.

—¿Qué cosa?

Maya parecía estar a punto de quedarse dormida por el cansancio; Vanessa adoptó un aire de misterio.

—Los príncipes van a estar en el baile.

—¿Y?

—¿Cómo que y?—. Rodó los ojos—. Puedes buscar al príncipe Adam y ver si te reconoce.

Se le fue el sueño.

—¿Puedo hacer eso?

—Tienes toda la noche y él no se pierde entre la gente, solo tienes que acercarte lo suficiente para que te vea.

Los ojos de Maya brillaron de emoción.

—Nos estaría delatando ante la gente.

—¿Y cuándo te ha importado lo que dicen los demás?

Sonrió.

—Está bien, vamos a ir a ese baile.

El siguiente día la universidad estaba llena de quejas y preguntas, todos querían saber como le había ido al grupo en el castillo y se decepcionaron cuando les confirmaron que una vez más los príncipes se habían ausentado en el recorrido.

—Y el guía fue un grosero de lo peor—. Agregó la chica estrella—. Cuando sea la reina me encargaré de que sea despedido y nunca nadie vuelva a contratarlo.

—No creo que logres ser reina, pero cuando hablas así lo que haces es recalcar que no sirves para el puesto y hacer que deseemos que el príncipe encuentre a alguien pronto.

—Me encontrará en el baile en honor a mi futura suegra, puedes contar con ello—. Lanzó una mirada despectiva—. Yo que tú mejor me aseguro de caerme bien.

—Ya basta, esta broma está llegando demasiado lejos Alexa.

—¿Y quién está bromeando?

Vanessa le dio una mordida a su paleta de chocolate; estaban sentadas en una banca un poco cerca y sin querer terminaron escuchando la conversación.

—Ella realmente quiere ser reina.

—Creo que ya está rozando lo enfermo, ya se cree que va a pasar.

—La pobre no sabe que la reina vas a ser tú.

Vanessa rió.

—Será mejor que no digas eso en voz alta, no quiero que la reina loca se enoje conmigo.

—Es verdad, nos conviene caerle bien.

Rieron.

—Acabo de recordar que el otro día encontré una tienda de ropa de segunda mano—. Comentó—. Hay vestidos bonitos y baratos, deberíamos ir a comprar unos para el gran baile.

—No estabas ni un poco emocionada por ir y ahora quieres ir por vestidos.

—Tenemos que estar presentables, sobretodo tú que vas a ver a tu enamorado secreto—. Recibió un golpecito—. Y no se sabe si el príncipe Adam vaya a verme también.

—¿Acaso tú también quieres ser reina?

Maya le sacó la lengua.

—Ese día me porté muy mal con él cuando solo quería ayudar, sé reconocer mis errores y le debo una disculpa y un agradecimiento.

—¿Crees que puedas disculparte? Habrá mucha gente.

Detectó una pizca de venganza.

—No lo sé, voy a intentarlo.

Siguieron comiendo sus paletas hasta que llegó la hora en que Maya tenía clases y tuvo que irse. Vanessa se quedó sola escuchando música y esperando su clase.

<<¿Estoy haciendo lo correcto al reunirme con él?>>

Estaba bastante nerviosa e impaciente, quería que el día llegara pronto pero al mismo tiempo que no llegara nunca; el chico no le había dado una mala impresión, era bastante educado y el aire de misterio que había agregado estaba tan bien incorporado que ella no podía dejar de intentar descubrir su identidad.

Después de repasar varias veces la conversación que habían tenido se dio cuenta de que habían varios datos que podían ser usados aunque no supiera su nombre ó hubiera visto su rostro; además sabía que tenía el cabello negro y que era muy alto y delgado.

Ahora solo tenía que descubrir cual era entre el montón de hombres con las mismas características.

<<Estaba en una relación por conveniencia y dijo que tiene muchas responsabilidades>>

En Isla Azul no era muy común que las personas arreglaran matrimonios a menos que fueran parte de la nobleza, ni siquiera las familias adineradas lo hacían. Pensaba que él no podía ser parte de la nobleza porque jamás le habría perdonado el trato informal ni mucho menos la hubiera dejado quedarse libremente en el jardín.

<<Tiene que ser un jefe de guardias reales>>

Era la única explicación que encontraba a las responsabilidades y podía darse la posibilidad de su madre quisiera una esposa con ciertas cualidades para que él pudiera mantener la simpatía de la reina y los príncipes.

Sonrió y se recostó en la banca, sintiendo que ahora iba un paso adelante del señor misterio.

Las dos salieron de una tienda con bolsas llenas de ropa por segunda vez en el mes, pero el día estaba soleado y caluroso.

—Siempre que vamos de compras el clima se pone loco—. Maya se dio aire con la mano libre.

—Creo que es una señal de que debemos dejar de gastar el dinero que no tenemos.

—Estoy de acuerdo con eso.

No se tardaron mucho tiempo en encontrar un taxi e ir a casa sin príncipes ni hombres misteriosos involucrados.

—¿Irás al trabajo hoy?

—El restaurante está cerrado porque el dueño va a proponerle matrimonio a su novia y le agarraron los nervios—. Rió—. No tiene cabeza para ir a mandarnos y prefirió tomarse la semana, mejor para mí porque tendré vacaciones pagadas.

—Al menos no vas a salir de casa en la noche.

—Pero siempre te envío mi ubicación...

—Eso no es suficiente.

Maya suspiró.

—Envíamela igual cuando te encuentres con el raro en el baile, nunca se sabe.

—Iba a hacerlo aunque no me lo pidieras.

—Bien.

Le pagaron al taxista y entraron al edificio.

—Espero que ese baile no esté aburrido, tú tienes a tu rarito pero yo no tengo garantía de que el príncipe Adam vaya a verme—. Entraron al elevador—. Y aún si lo hiciera no creo que vaya a hablarme.

—Creí que ibas a disculparte.

—Lo he pensado mejor y creo que es ridículo pensar que algo así va a pasar, ¿tienes idea de lo que me haría su futura esposa si me ve con él?

—Te arrastraría por todo el jardín y yo te vería de lejos con mi acompañante secreto.

—Y cuando sea reina arruinaría por completo cualquier oportunidad laboral que tenga.

Vanessa hizo una mueca; el elevador se abrió y salieron al pasillo.

—Es gracioso bromear al respecto, pero se pone feo cuando piensas que cualquier cosa puede pasar y sería terrible que alguien así terminara siendo la reina de Isla Azul.

—Esa tal Alexa podría convertirse de verdad en reina, ¿por qué no? Es bonita e inteligente.

—Espero que no, no tiene una pizca de amor por la gente.

—Y por eso es que tú serías la reina perfecta, ¿por qué no conquistas al príncipe Adam? A todos nos conviene.

—Deberías convertirte en comediante.

—Vane hablo en serio, Isla Azul estaría mejor con alguien como tú en el poder junto al príncipe Adam.

—Con alguien como yo, pero no yo.

—¿Y por qué no tú?

—Porque no quiero.

—Buena respuesta.

Maya abrió la puerta del apartamento y entraron.

—¿Sabes qué sería gracioso?

—¿Qué?

—Que tu enamorado secreto fuera en realidad el príncipe Adam que te reconoció—. Sonrió—. Entonces estarías en una comedia.

—No creo que eso sea posible.

—¿Por qué no?

—Porque el príncipe parecía más interesado en ti que en mí, se quedaron platicando en la parada y tú lo abrazaste bastante.

—Estaba intentando cubrirme de la lluvia—. Se excusó, con las mejillas teñidas de rojo—. No le busques tres pies al gato.

—¿Y por qué en el artículo dijeron que se besaron?

—Porque le tiré los lentes y al recogerlos nos golpeamos la cabeza, el ángulo debió hacer parecer que sí pero nadie tomó fotos porque saben que eso no pasó de verdad.

—Como sea, hasta los paparazzis notaron que el interés fue hacia ti.

—Como te gusta inventar cosas Vanessa Jones.

—Como te gusta negar las cosas Maya Thomas.

Maya rodó los ojos, ya le estaba ardiendo toda la cara.

—Mejor voy a buscar de cenar, me voy a morir de hambre si me quedo esperando a que aceptes que el príncipe Adam es tu enamorado secreto.

—¡No es él y tampoco es mi enamorado!

—¡Ajá!

Fue a la cocina, decidida a ignorar las quejas de su mejor amiga.

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