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Capítulo 38

En el castillo las cosas estaban inestables, pues Evan quería confrontar a Charlotte por haber tratado mal a Maya, y Adam trataba de convencerlo de que era mala idea.

—Ella no estaba aquí porque quería, nosotros la metimos en esto y lo menos que podía hacer era respetarla.

—Es la reina, ¿que esperabas?

—Que se comporte a la altura de su título.

Los dos estaban decepcionados, no solo por la forma en la que se había comportado con las chicas, si no por la reciente información que habían recibido. La reina siempre se había encargado de la administración, ellos solo recibían clases y se preparaban para sus futuros papeles con teoría y aparecían sonriendo en los eventos a los que les correspondía ir, jamás imaginaron que su madre le estuviera robando las tierras a su gente y solo por hacer una casa para vacacionar. Eso no salía de su cabeza, pero sirvió para que Adam uniera puntos.

—Cuando tuve el problema con el borracho que me chocó las personas estaban bastante disgustadas conmigo y yo no había hecho nada malo.

—¿Disgustadas?

—Se preguntaban donde estaban mis guardaespaldas si ellos pagan para que nos cuiden.

—Esto es todo Adam, tenemos que hablar con la reina.

—Eso sería lo más estúpido que podríamos hacer.

—¿Por qué?

—¿De verdad quieres meterte en su camino?

Evan se quedó callado un momento.

—Sabes bien que ella destruye a todo el que representa un peligro para sus planes, poco le importará que eres su hijo, no quieres problemas con ella.

—¿Y vamos a quedarnos de brazos cruzados? Ella está desangrando al pueblo y ya nos odian, ¿qué haremos si se levantan contra nosotros?

—Solo nos queda esperar que eso no pase.

—Es lo mismo que hacer nada.

—Yo cumpliré la edad pronto y ella tendrá que darme el trono, lo arreglaremos entonces.

—Lo siento hermano, pero tu plan tiene dos fallas.

—Creo que tiene más, pero quiero escuchas las tuyas.

—Tienes que estar casado para que ella sea obligada a entregarte el poder, y Vanessa no quiere saber sobre eso.

—Intenta ser menos hiriente.

—Y la segunda es, ¿en serio crees que la reina te dará el trono tan fácil?

—¿De qué hablas? Tiene que hacerlo.

—Tiene que hacerlo—. Repitió con burla—. Las reglas nunca han aplicado para ella a menos que le convenga, encontrará la manera de mantenerse en el poder y por tu seguridad será mejor que no te opongas.

—Pareces bastante decidido a hacer algo.

—Tú más que nadie sabes de lo que es capaz, y que merece pagar por muchas cosas que se han mantenido impunes.

—¿Vas a delatarla?

—Si es necesario para proteger a Maya, lo haré.

—No puedes.

La expresión de Adam era todo un show, estaba verdaderamente aterrado.

—Ella obligó a un padre a salir huyendo de su hermana porque pensó que podían hacerle daño, lo obligó a escoger entre las dos y el pobre no se lo podrá perdonar jamás, la reina no merece mi consideración.

—No puedes hacerlo Evan, por favor.

—¿Por qué la defiendes tanto? No se lo merece.

—¡Porque me arrastrará con ella!—. Evan recordó ese detalle, y se sintió culpable por asustar a su hermano al punto de la desesperación—. Tengo las manos manchadas, el día que se sepa estaré acabado.

Evan vio venir la tormenta, el tormento de Adam había regresado a su memoria después de un tiempo de paz. Hubo un tiempo en el que el pobre no podía ni comer, sentía que no merecía todo lo que tenía y se estaba dejando morir lentamente, hasta que Theo y él se acercaron a hablarle y lo convencieron de atender su salud, fue la desesperación y el miedo a perderlo que vio en sus ojos lo que lo impulsó. Pero, en secreto, Adam seguía llorando y hundiéndose cada vez que lo recordaba, solo había aprendido a fingir que todo estaba en orden para no preocupar a los demás.

Su hermano no era tonto, lo conocía, sabía que seguía igual de destrozado aunque ya no estuviera empeñado en hacerse daño ni castigarse, y Adam sabía que no había sido su culpa y todo el tiempo, más que el dolor por lo que había hecho, sentía ira y rencor contra aquella que lo obligó cuando era un inocente que no conocía las consecuencias de sus actos, y tristeza por el que acabó padeciendo en sus manos tanto dolor. Adam estaba consiente de que siempre cargaría con lo que hizo, pero tenía la esperanza de poder hacer una vida tranquila sin tener que preocuparse. No dejaba de sentir que no merecía nada bueno, y siempre venía a su cabeza Vanessa, y el miedo de que se resbalara entre sus dedos para no volver jamás lo atacaba, porque ella merecía a alguien bueno y él estaba podrido por dentro.

Se preguntaba si alguna vez podría decirle a su querida Vanessa lo que hizo, ¿ella lo odiaría? ¿se alejaría para no volver jamás? Ella era la viva imagen de la dulzura y la bondad, estar con alguien que cargaba semejante pecado solo podía ser un castigo para ella, y por más que lo sabía se rehusaba a alejarse, no quería alejarse, quería esforzarse por hacerla feliz y por una vez en su vida ser merecedor de algo bueno por sus méritos y no solo por su cuna. Si la vida le daba la oportunidad, juraba reparar el daño, y si Vanessa aceptaba ser su reina, no habría hombre en la tierra más feliz que él.

—De acuerdo Adam, está bien—. Puso las manos en sus hombros—. Cálmate, no lo haré, no lo haré.

Adam sabía que Evan jamás haría algo para dañarlo, pero el daño ya estaba hecho y ahora estaba recordando uno de los momentos más oscuros de su pasado.

—Yo no quería, no sabía lo que estaba haciendo—. Comenzó a arderle la garganta—. Ella se aseguró de tener algo para controlarme siempre, me convirtió en un monstruo.

Abrazó a su hermano y trató de consolarlo, aunque sabía que era inútil porque no podía evitar llorar siempre que hablaba sobre lo que había hecho.

—No eres un monstruo, eres mi hermano.

Tres toques en la puerta los alertaron, y Adam permaneció de espaldas mientras un guardia entraba para pasar un mensaje.

—Altezas reales, su majestad la reina los espera en sus aposentos.

El hombre se retiró sin obtener una respuesta de ninguno de los dos, y tan pronto la puerta se cerró soltaron un grito de frustración pura.

—Es como si pudiera oler el miedo—. Limpió su cara con ambas manos—. Estamos malditos Evan, ella nos maldijo.

Trataron de ponerse presentables y se apresuraron a acudir a su llamado, no querían más problemas en su lista.

Vanessa y Maya se quedaron toda la noche viendo que podían hacer para solucionar la mayoría de problemas, y acordaron que primero hablarían con los príncipes para comprometerse lo antes posible y después irían al orfanato.

—Estoy nerviosa—. Confesó Maya—. ¿Qué se supone que vamos a hacer? Oigan chicos, no sé si están listos pero casémonos ya para que podamos rescatar la isla y con ello sus cabezas.

—No creo que sea muy difícil conseguirlo, ellos mismos han estado insistiendo con la idea.

—Y les hemos dicho que no tantas veces que hasta miedo les da hablar al respecto.

Vanessa hizo una mueca.

—Hay que probar con indirectas primero, si no entienden les decimos directamente.

Maya vio un pequeño alivio en la posibilidad de escaparse de hablarlo.

—Espero que las indirectas funcionen, no sé si podría decírselo.

—¿Qué sucede, duquesa de BlueWood? Hasta tienes tu relación confirmada públicamente.

—Eso no lo hace más fácil, preferiría enterrar mi cabeza en la tierra antes que decirle a Evan que me pida ser su esposa.

—¿Por qué? Parece que tienen mucha confianza.

—No es un problema de confianza, es la timidez y me da vergüenza.

—Pues vas a tener que enfrentarlo si no funciona.

—La fiesta de cumpleaños de Adam sería el momento perfecto para anunciar tu compromiso.

—¿Y el tuyo no?

—No, el mío tiene que ser antes para que se genere una expectativa, entonces tendrás tu noche y las dos brillaremos en nuestro momento.

—Y comprometidas podemos empezar a hacer las obras.

—Y casadas tendremos la autoridad para regresar las tierras robadas.

Un suave toque anunció una entrada y después Theo entró como alma que lleva el diablo.

—Señoritas, saben que las quiero y su plan es muy inteligente y adecuado, pero no les aconsejo discutirlo abiertamente estando aquí.

Se acercó a una de las paredes y comenzó a palpar el tapiz.

—Hace tiempo que no entro, pero sé que está aquí en alguna parte...

Algo hizo clic y después Theo jaló un poco el tapiz para revelar una puerta secreta.

—Los pasadizos entre las habitaciones fueron construidos con la finalidad de que los sirvientes se movieran por el castillo sin que los invitados importantes los vieran y para hacer más eficiente su servicio en las fiestas, pero también pueden ser usados para espiar—. Entró al pequeño pasillo y se mantuvo de pie, demostrando que era lo bastante grande para que alguien tan alto como él estuviera horas parado ahí sin ser descubierto—. Les aconsejo que cuiden lo que dicen y que la mantengan ligeramente abierta—. Salió y la empujo, dejando un pequeño espacio que dejaba ver su interior—. En tiempos como estos debemos cuidarnos las espaldas.

Toda la tranquilidad que habían sentido al elaborar un plan se desvaneció, ahora estaban horrorizadas.

—Por eso no queríamos volver aquí—. Murmuró Maya—. La reina no es lo único malo que se mueve por estos pasillos.

—Señorita Maya, por tu bien, no vuelvas a decir eso.

Maya asintió e hizo ademán de un cierre en su boca, más pálida de lo normal.

—Tenemos que acelerar esto—. Dijo Vanessa—. No podemos seguir viviendo así.

—El cumpleaños de Adam es en dos meses y también creo que es el momento indicado para que anuncie su compromiso, el tiempo que falta utilícenlo para mejorar su imagen pública lo más que puedan, y sepan que los príncipes tienen fondos personales que pueden usar para realizar obras sin necesidad de estar comprometidos ni ligarse a la familia real, para que pongan en marcha su plan cuanto antes—. Se dirigió a la puerta—. Y también puedo ayudarles con su otro problema.

—¿Qué otro problema?

—Conozco a mis amigos y sé lo terribles que son con las indirectas, si quieren llegar a algún lado tendrán que dejarme decirles que hagan una propuesta.

—¿Puedes hacer eso?

Los ojos de Maya se iluminaron, ahí estaba su salvación.

—Claro, pueden ir buscando su vestido de novia.

Llegó a la puerta, pero se detuvo con la mano en la perilla.

—Tienen que salvarlos chicas, por favor.

Las dejó solas, con esa suplica en el aire que solo las convenció más para hacer lo que planeaban.

—¿Estás lista para ser una duquesa?

—¿Y tú una reina?

—Bueno—. Agachó la cabeza con una pequeña sonrisa—. Supongo que puedo hacer el sacrificio.

—Oh su majestad, esto es una gran responsabilidad.

—Estoy de acuerdo su alteza, pero, ¿quién mejor que nosotras para sacar a Isla Azul de las tinieblas?

—Creo que tenemos una importante tarea en la puerta.

—El futuro brilla, y a mí me gusta esa luz.

—Siempre quise hacer algo importante, es mi turno de construir el camino.

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