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Capítulo 34

Adam abrió la puerta para dejar salir a los perros y Vanessa se adelantó para hablar con sus padres, que ya la esperaban juntos en la puerta. Al llegar con ellos, lo primero que hizo fue lanzarse a abrazarlos y llorar porque los había extrañado mucho, y aunque el abrazo fue bien recibido, fue notorio que ambos estaban esperando algo más.

—Sabes que nos encanta tenerte aquí—. Dijo Jorge—. Pero tu madre me dijo algo, y quiero que lo confirmes.

—Sí, mi novio viene conmigo.

—¿Y se puede saber donde está?

—Esperando en el auto, tengo que decirles algo primero.

—Ay Dios mío, no—. Ángela comenzó a darse aire con la mano y a alterarse—. ¡Soy demasiado joven para que me llamen abuela!

Vanessa se quedó con la boca abierta, no esperaba esa reacción y creyó que en ningún momento había dado a entender una idea equivocada. Jorge, complementando la exagerada reacción de su esposa, entró a la casa a paso veloz.

—¡¿Dónde está la escopeta?!

—¡No estoy embarazada!

Se detuvieron en seco, y el alivio fue evidente en sus ojos pero su rostro se puro colorado de pura vergüenza. Vanessa se molestó un poco, apenas y se habían besado y ellos ya estaban pensando otras cosas.

—Lo siento, me asusté—. Dijo Ángela—. ¿Entonces que es?

Jorge regresó a su lado, con una apariencia un poco más relajada.

—Es que mi novio es, bueno... digamos que inesperado.

No encontraba ni como decirles que su novio era el príncipe heredero de Isla Azul y que tenía ideas de convertirla a ella en su reina, esa era una sorpresa bastante fuerte. Cuando vio que los dos estaban a punto de tomárselo mal de nuevo, entendió que no había otra manera de decirlo más que ser firme y directa.

—Mamá, papá, estoy saliendo con el príncipe Adam.

La confusión que mostraron le causó un poco de gracia, porque definitivamente esa no era la reacción que esperaba. Aunque no podía decir nada al respecto, no es como exista un manual que diga que hacer cuando tu hija resulte ser la novia de un príncipe de verdad.

—¿Ese no era el novio de Maya?—. Su madre fue la primera en hablar.

Sus padres odiaban todo lo relacionado a redes sociales, así que todo lo que sabían era gracias al noticiero local. Ella sabía que varios medios no se habían molestado en extender el tema y aclarar la relación, porque con lo viral que fue no se consideró necesario, cualquiera que tuviera acceso a un celular lo sabría, claro que los señores Jones eran una rara excepción.

—No, Maya es novia del príncipe Evan, el segundo príncipe.

—¿Adam es el primer príncipe?

—Sí.

Jorge, en medio del shock por la noticia, se acercó un poco más a ella. No le gustaba nada la idea, porque al ser alguien tan importante seguro no podría intimidarlo, ¿qué era un simple dueño de granja junto al miembro más importante de la familia real después de la reina?

—¿Y dónde está?

—Lo llamaré.

Vanessa caminó todo el camino de regreso al auto, donde encontró a Adam abrazando a Coco, que llevaba rato intentando escapar sin éxito.

—Ya se los dije—. Anunció—. Ahora están listos para conocerte.

Liberó a la perrita, y esta salió corriendo como si hubiese estado mil años encarcelada y al fin lograra escapar.

—Por favor dime que no fue a buscar la escopeta que mencionaste.

—Lo intentó, pero no.

Le extendió la mano, y cuando él la tomó se dio cuenta de que estaba muy frío y un poco sudado.

—Tranquilo, mi papá puede oler el miedo.

—Mi reina, eso no me ayuda.

—Lo siento.

Demoraron un poco más de lo normal en llegar a la casa, porque Adam iba intentando reunir valor y Vanessa se esforzaba por llevarlo casi a rastras. Cuando los señores Jones y él estuvieron frente a frente, estos se inclinaron.

—Buenos días alteza.

El saludo le salió a Jorge tan de mala gana, que Ángela se tuvo que aguantar las ganas de soltarle un manotazo.

—Sea bienvenido a nuestro hogar.

Adam estaba rojo de las mejillas, y a pesar de haber recibido millones de reverencias y saludos cordiales a lo largo de su vida, no pudo sentirse peor al verlos a ellos hacerlo. Cada vez comprendía un poco más a Vanessa, porque él no era un muchacho como los demás, él ni siquiera podía visitar a sus suegros con normalidad porque estos se sentían obligados a tratarlo bien por su posición, aunque no les agradara, y eso dolía, ¿realmente era tan querido como afirmaban o solo eran personas que tenían miedo de ser sinceras con él?

—Por favor no hagan eso—. Negó con la cabeza, decaído—. No estoy aquí como príncipe ni vengo buscando un trato especial, por favor traténme solo como el novio de su hija, y evalúenme como tal para saber si soy digno de ella.

Extendió su mano hacia Jorge, que la estrechó un poco sorprendido.

—Un placer conocerlo señor Jones, soy Adam.

Saludó de igual manera a Ángela, y después de eso comenzó a tomar más confianza. Pasaron a la casa y se sentaron en la sala a conversar.

—Dime Adam, ¿qué te gusta hacer?

—La verdad es que no tengo demasiado tiempo para hacer actividades recreativas, pero cuando tengo un momento me gusta ir al jardín y sentarme ahí. Antes iba solo, pero ahora no es lindo estar ahí así, me gusta cuando Vanessa me acompaña, de hecho la conocí ahí.

Vanessa se aguantó una risita, porque seguro luego le preguntarían que diablos hacía ahí. También notó que él evitaba mencionar el castillo o su título cada vez que le preguntaban algo, hacía parecer que hablaba de un trabajo normal que le exigía mucho y no de un reino entero a su cargo, y eso volvió el ambiente más agradable.

—Eso explica porque la señora Domínguez estaba tan alterada cuando dijo que alguien vino por los perros para llevárselos a Vanessa.

El día que Adam fue por ellos los señores Jones no estaban en casa y la vecina se ofreció a entregárselos, pero fue lindo darse cuenta que la señora realmente había cumplido con su palabra de mantener su identidad en secreto, porque ni siquiera a ellos les dijo de quien se trataba.

—Se estaba mordiendo la lengua y yo no sabía porque—. Rió Jorge—. Ahora todo tiene sentido.

Siguieron hablando de varios temas triviales para conocerse, hasta que Adam encontró el momento para volver las cosas un poco más serias.

—Señor y señora Jones, debo decirles que me encuentro perdidamente enamorado de su preciosa hija, y me gustaría pedirles formalmente su permiso para poder salir con ella.

—¿Cómo piensan llevar su relación?

—Por el momento es secreta, ya que Vane no se siente lista para revelarlo y yo respeto eso.

—¿Hasta dónde llegarás con esto?

—Hasta el altar si ella lo desea también.

Todos se quedaron en silencio, procesando lo que estaba pasando. Jorge no sabía que pensar, sentía que realmente no tenían opción, y se preguntaba si su hija la tenía.

—¿Planeas convertir a mi hija en reina de Isla Azul?

—Si ella acepta, sí.

Vanessa no supo que decir, y optó por quedarse callada a pesar de que sus padres esperaban que dijera algo, que estaba de acuerdo o que no. Todavía tenía muchas cosas que pensar, mucho por hacer, y aún no acababa de decidir si estaba dispuesta a tomar la enorme responsabilidad que implicaba convertirse en reina. En sus pensamientos también estaba Charlotte, que aunque se había comportado bien con ella, no dejaba de sentir que escondía algo y los sueños se lo reforzaban, además de que prácticamente había obligado a Maya a salir huyendo del castillo.

—¿Vanessa?

No se dio cuenta de que se había quedado ida hasta que el mismo Adam pasó su mano frente a su cara.

—¿Estás bien?

—Es que me duele un poco la cabeza—. Mintió.

—Vanessa—. Jorge demandó su atención—. Quiero que me digas si debo dar mi bendición para esta relación, y quiero que seas sincera.

—Adam sabe que no estoy lista para decir si quiero ser reina o no, es una decisión muy difícil y es una responsabilidad enorme que no debe ser tomada a la ligera. Ahora estamos saliendo, ya el destino dirá que es lo que debe ser, por el momento si me preguntas si debes aprobar este noviazgo, la respuesta es sí, si quiero ser la novia de Adam.

La respuesta los dejó satisfechos, porque era justo lo que diría su hija, y eso indicaba que salía con él voluntariamente y no porque fuera obligada. Adam sonrió por lo bajo, porque sabía que diría eso, y estaba de acuerdo en todo y dispuesto a esperar a que ella se sintiera lista, o a dejarla ir en caso de que decidiera que esa vida no era para ella.

Lo último era un temor constante, pero así como decía ella, el presente les pertenecía y no iba a dejar que esas cosas opacaran la felicidad que ahora sentía, porque podía llamarla su novia y eso ya era mucho más de lo que esperaba conseguir. Vanessa era para él lo que era la corona para su madre, le importaba demasiado pero la reina tarde o temprano tendría que entregársela a él, así era como él imaginaba que sería si Vanessa no aceptaba ser su reina, se iba una corona que jamás recuperaría pero que lo había hecho feliz mientras la tuvo, y nunca dejaría de brillar o perdería su valor sin importar el camino que tomara, como la corona no perdería su majestuosidad sin importar quien la llevara en la cabeza.

—Entonces espero que los dos nos visiten más seguido—. Ángela sonrió—. Pero avisen con tiempo, para cocinar algo.

Estuvieron ahí un rato más, riéndose de los chistes malos que contaban y hasta armando rompecabezas, hasta que Vanessa recibió un mensaje que le puso los pelos de punta y arruinó su buen humor.

—Adam, tenemos que volver.

—¿Por qué?

Los señores Jones notaron el cambio de ánimo de su hija y se preocuparon.

—Vane, ¿sucede algo?

—Es que no recordaba que tengo que hacer un trabajo en grupo, y si no voy a la reunión no pondrán mi nombre.

Guardó el celular en su bolsillo y se despidió de sus padres con un beso en la mejilla, después sacó a Adam casi corriendo y este apenas alcanzó a despedirse de Jorge y Ángela con la mano. Ya en el auto, Vanessa le contó al príncipe lo que estaba pasando.

—Alguien se metió al apartamento, Fausto y Richard están heridos.

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