Capítulo 22
Vanessa hubiese pasado el resto de su día pensando sobre su gigantesca metida de pata con Adam de no haber sido porque Maya quedó libre antes por haber mostrado un gran desempeño, y se obligo a sí misma a dejar de pensar en ello para que su mejor amiga no la descubriera.
No le fue difícil hacer a un lado el hecho de que prácticamente había aceptado frente a él que sí pensaba besarlo de tener la oportunidad, tenía otras cosas en mente que le resultaban más importantes que su vida amorosa y eso sí era de interés de la que sería duquesa.
—Hay algo que me tiene muy inquieta, creo que tenemos que regresar al apartamento lo más pronto posible.
Maya se quedó con la fresa a medio camino de su boca, incrédula.
—¿Por qué?
—Es que tuve un sueño bastante feo.
—¿El de los zombies comiéndote? Te aseguro que eso no va a suceder, y si pasa estamos más seguras aquí rodeadas de guardias que nos protegen que en el apartamento que no tiene puerta y con un bate de madera como única arma.
—¿De verdad crees que esa fue mi pesadilla? Te mentí porque no era tema para discutir en una noche y tenías que volver a dormir para tus clases.
—Entonces dime cual fue la verdadera pesadilla.
—No creo conveniente hacerlo aquí.
—¿Quieres que regresemos al apartamento para que puedas contarme tu sueño tranquila?
—Es un asunto delicado Maya, si alguien me escuchara diciendo esto podría meterme en problemas.
—No puedes meterte en problemas por un sueño, no es real.
—No estoy segura de hasta donde pueda ser falso, hay varias cosas sobre el que me han tenido pensando.
—¿Ahora ves el futuro?
—Más bien el pasado, parecía más algo que ya ocurrió que algo que pasará.
Maya suspiró y volvió a tomar las fresas.
—De acuerdo, pero no puedo volver ahora, estoy demasiado ocupada con esto.
—Te estás esforzando mucho, ¿de verdad planeas hacerlo?
—¿Hacer qué?
—Casarte con Evan.
Observó la fruta como si esta tuviera las respuestas a las grandes preguntas del universo.
—Creo que a esta altura no tengo opción.
—Si no quieres hacerlo dile que no, nadie puede obligarte a hacer algo y esto involucra el resto de tu vida, piénsalo bien.
—Tiene más ventajas que cosas malas, y no creo que estar casada con Evan vaya a ser un tormento—. Frunció el ceño—. Tenemos más cosas en común de las que solía creer, el hombre que he conocido no tiene nada que ver con lo que dicen de él... hasta siento pena por los que no tienen la oportunidad de ver como es en realidad y van por la vida creyendo que es un cretino.
—La verdad es que eso no suena nada mal, ¿desarrollaste sentimientos por él?
—Me gusta, es guapo y caballeroso conmigo, le gusta leer y me escucha hablar de cada tontería que se me ocurre como si fuera la cosa más interesante e importante del mundo.
—Le dijiste que no estaban en una relación real.
—Claro, aunque parece que ya me destiné a firmar el acta de matrimonio, aún así quiero que me lo pida, nada es fácil en esta vida.
Vanessa sonrió. Había estado aterrorizada de que las clases de etiqueta y comportamiento acabaran por cambiar a su amiga, pero ahí estaba actuando con normalidad, demostrando que era capaz de manejar la dualidad sin mayor dificultad.
Maya siempre había sido una romántica empedernida, de esas que se la pasan viendo películas y dramas asiáticos deseando tener algo así algún día, pero era demasiado tímida como para dar el primer paso con alguien por más que le gustara. A ella misma le parecía extraño la forma en la que era capaz de desenvolverse con Evan sin pensarlo mil veces como solía hacer todo el tiempo, pero atribuía eso a que el príncipe se había acercado a ella poco a poco y en las áreas que la hacían sentir cómoda, cualquiera actúa con seguridad estando en su hábitat natural.
Maya no podía subir sola al autobús porque empezaba a pensar como decirle al conductor cual era su parada desde antes de subirse a la unidad; no hablaba con extraños porque se ponía tan nerviosa que acababa diciendo pura tontería o simplemente se quedaba muda; las personas la tomaban como engreída en el pueblo porque ella no saludaba, prefería ponerse los audífonos y mirar siempre hacia abajo para evitar hacer contacto visual, porque decir un sencillo buenos días le daba tanta vergüenza y que no le respondieran era un miedo latente; no opinaba en clase porque le aterraba equivocarse y que los demás se rieran de ella, una humillación como esa sería insoportable para una persona con timidez y que aparte padecía de ansiedad. Tomó medicamentos pero los dejó después de un tiempo cuando no pudo pagarlos ella sola, y con todo eso ella había entablado una extraña relación con el príncipe sin siquiera darse cuenta que lo estaba haciendo, eso debía tomarse como una señal.
Vanessa la observó atentamente todos los minutos que le tomó acabarse las fresas que le llevaron como merienda, tan pensativa que por un momento hasta deseó poder estar en su cabeza, porque se notaba por el brillo en su mirada que eran pensamientos felices o al menos tranquilos. Se sintió como un monstruo cuando tuvo que romper esa atmósfera tan bonita, porque tenía algo que decirle que no podía esperar hasta la próxima oportunidad.
—Maya, debo decirte algo.
Sacudió la cabeza como si con esa acción dejara de lado todo lo que la distraía, y se dispuso a prestarle atención.
—¿Qué sucede? ¿Por qué pones esa cara?
—Es la única que tengo.
Su intento de chiste no sirvió para aligerar el ambiente, solo lo puso más tenso porque Maya ya sabía que algo malo ocurría solo con ver su expresión de indecisión.
—Bueno, con el escándalo que se armó y que se confirmó tu relación con Evan, era inevitable que tu sabes quienes se dieran cuenta y vinieran a verte.
—¿Voldemort está aquí?
Vanessa la miró con su famosa mirada asesina, esa que te pone la piel chinita y te eriza los cabellos.
—No, tus padres.
Esperó que se pusiera de pie para dar vueltas en la habitación o hasta que se enojara y la destrozara, pero su reacción fue tan serena que la hizo sentir que todo estaba patas arriba aunque el agua se viera tranquila.
—Siempre supe que sucedería, aunque creí que sería cuando me graduara y alcanzara el éxito con mi carrera, supongo que la cosa solo se adelantó.
—¿No estás molesta?
—Claro que estoy molesta, mis padres me han demostrado una vez más que solo valgo algo para ellos cuando me sucede algo a lo que pueden sacarle provecho, desde luego que convertirme en duquesa los atraería como la sangre a los tiburones. El hecho de conocerlos me hizo prepararme, no voy a hacer de esto un problema mayor porque yo seré la única afectada después; acabo de salir de una etapa en la que un perro me ladraba y eso era suficiente para causarme un ataque de pánico en medio de la calle, no volveré a eso.
Vanessa sabía muy bien que Maya no estaba exagerando, literalmente había tenido un ataque de pánico porque un chihuahua que iba paseando con sus dueños le había ladrado a media calle, las miradas de las personas bastaron para hacerla sentir humillada sin que tuvieran que reírse, y después de que su respiración se aceleró no supo más hasta que logró controlarse sentada en una banca del parque. Ese día estaba sola y tuvo que lidiar con ello, por eso admiraba mucho lo mucho que había avanzado y también que se cuidara al punto de no dar cabida a sus propios padres.
—No tienes que recibirlos, hay que avisar para que regresen a su casa.
—No, debo cuidar mi imagen, no puedo permitir que se diga que la futura duquesa es una ingrata que no valora a sus padres.
—No tienes que soportar esto.
—Sí, tengo que, porque las personas no conocen lo que ellos me han hecho y me juzgarán a mí como la peor villana, no quiero caerme y que alguien me agarre a patadas cuando debería ayudarme a levantarme. Haré esto en una zona común, tal vez en el jardín con el té y con un montón de guardias alrededor, además estoy segura de que ahora cuidarán como me hablan porque les conviene, y tú estarás conmigo.
Vanessa suspiró y asintió, nada más podía hacer si Maya ya había tomado una decisión.
—También Harry está aquí, llegó el mismo día que ellos como tu refuerzo.
—¡¿Harry está aquí?!
Eso sí causó una reacción y bastante positiva, tanto que le respondió sonriendo con varios asentimientos.
Maya corrió a la puerta y salió de la habitación.
—¡¿Dónde está mi hermano?!
La habitación asignada a Harry se encontraba en el mismo pasillo, así que él mismo salió a su encuentro después de escuchar como lo buscaba a gritos. Se miraron durante un segundo, y a Maya se le llenaron los ojos de lagrimas mientras corría a abrazarlo.
—Te extrañé.
—Y yo a ti hermanita, y yo a ti.
Permanecieron un buen rato abrazados, hasta que la pequeña Mónica comenzó a llorar porque no sentía a su padre durmiendo a un lado.
—Será mejor que vuelva o no me dejara pegar el ojo el resto de la noche.
—¿Puedo verla?
—Claro, seguro tú podrás calmarla más rápido que yo.
Los dos fueron a la habitación y Vanessa la escuchó decir una última cosa antes de que Harry cerrara la puerta.
—Mónica no llores, ¡aquí está la tía Maya!
Al despertar Maya ya no estaba en la cama, había llegado al punto en el que ella ni se daba cuenta cuando se levantaba para ir a sus clases, y ya se imaginaba que regresaría adolorida porque le tocaba postura y le habían adelantado que tendría que caminar con un montón de libros en la cabeza hasta que cada uno de sus pasos fuera aceptable.
Vanessa se vistió con su característica ropa negra y salió a ver que descubría, intentando una vez más dar con el pasillo de su sueño para ver si podía encontrar algo más. Si tendría que esperar hasta que Maya acabara con sus clases y la dejaran ir para estar a solas con ella por lo menos vería que más podía averiguar para contarle, y es que ella tenía razón y un sueño no bastaba para sospechar de alguien.
Varios empleados pasaron a su lado y le preguntaron si necesitaba algo, pero ella no se atrevía a preguntarles nada y solo agradecía por la atención. Lo último que quería era que la descubrieran investigando, si el sueño era real algo malo había pasado y tenía que cuidar lo que hacía, sobretodo porque la reina podía estar involucrada.
Después de una media hora avanzando, caminando en círculos y con el sentimiento de estar totalmente perdida, finalmente alcanzó a ver a lo lejos lo que parecía ser una pared cubierta por el tapiz azul con decorado de flores que tanto buscaba.
—¿Quién eres?
Dio un respingo y se dio la vuelta para encarar a la persona que la había asustado: una chica rubia bien vestida y varios centímetros más alta que ella.
—Soy Vanessa Jones.
—¿Eres nueva?
—¿Nueva?
—¿Puedes llevar mi bolso? Estoy cansada del viaje—. Se lo extendió—. Y avisen a su alteza que he venido a verlo.
Vanessa no tomó el bolso.
—Lo siento, no puedo ayudarla porque yo no trabajo aquí.
La chica regresó el bolso a su brazo sin ofenderse ni darle mayor importancia.
—Entonces, ¿qué haces aquí?
—Estaba caminando, quiero conocer el castillo para no perderme.
Su rapidez para inventar excusas era algo que siempre la sacaba de apuros.
—Aún no entiendo que haces aquí si no eres empleada, no hay entrada libre para los plebeyos y por lo que dices pareciera que vives aquí.
—Algo parecido, me estoy quedando aquí.
—Oh, una disculpa su alteza, me confundí porque en esta área solo caminan los empleados.
Se habría extrañado por la forma en la que se refirió a ella sino hubiera sabido de antemano que en el castillo solo podían quedarse como invitados nobles, aristócratas o personalidades importantes que la reina quisiera tener ahí.
—Tampoco soy de la realeza, estoy con mi mejor amiga.
—¿Tu mejor amiga?
—Maya Thomas—. Asintió.
—La chica que ha estado dando de que hablar con los príncipes últimamente.
—La futura duquesa de Isla Azul—. Corrigió.
—¿Evan? Eso es un alivio, creí que sería competencia.
—Disculpe, no nos hemos presentado formalmente—. Extendió la mano.
—Kiera West—. Aceptó el apretón—. Prometida del príncipe Adam.
Un frío recorrió todo su cuerpo y cuando sus manos se soltaron se sintió como si hubiese estado sosteniendo un fierro ardiente. Esa mujer tan hermosa y elegante era quien había rechazado la propuesta de Adam, la misma que había sido escogida por la reina, y ahora estaba de vuelta para reclamar lo que era suyo.
Un nudo se formó en su estómago; quiso gritarle que no tenía nada que hacer ahí y sacarla a patadas aprovechando que estaban solas, con suerte nadie se enteraría jamás que estuvo ahí y podría continuar con su vida normal. Pero, en cambio, levantó la cara y mantuvo la expresión neutra.
<<Si tú no quieres ser reina no puedes tener un futuro con Adam, hazte a un lado y deja que haga su vida como siempre lo planeó>>
—Debe estar en el jardín, puedo acompañarla si lo desea.
Kiera le sonrió, hasta su sonrisa era perfecta.
—Gracias, eres muy amable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro