Capítulo 2
Maya daba vueltas por el pequeño apartamento que compartían mientras Vanessa se comía una manzana.
—Te digo que el príncipe nos subió a un taxi.
Y claro que Vanessa no le creía.
—¿Que haría el príncipe en la calle sin escoltas y bajo la lluvia?
—No tengo idea, pero sé lo que vi.
—Le viste los ojos grises.
—¡Azules grisáceos!
—Ajá, eso—. Le dio una mordida a la manzana y Maya esperó pacientemente a que tragara para seguir hablando—. Muchas personas tienen los ojos de ese color.
—Le dije alteza y no me corrigió, lo aceptó.
—El tipo fue muy amable, seguro le dio pena decirte algo.
—¿Por qué no me crees? De por sí el hombre tenía porte de príncipe, con esa altura, postura y modales.
—No solo los príncipes son educados.
—¿Y el acento?
—Muchas personas imitan el acento marcado de la familia Wilson, no es sorpresa.
—¿Por qué te parece tan difícil de creer?
—Sencillamente porque es difícil creer que un príncipe se acercaría así de la nada y que anda solo en la calle por la noche.
—Tuvo que ser el príncipe Adam—. Llevó la mano a su barbilla, negándose a desistir—. El príncipe Evan nos habría pasado de largo con su auto enfrente del charco.
—Y luego se habría reído al vernos bañadas.
—¿Aceptas que el príncipe Adam nos ayudó?
—Solo estaba planteando un escenario.
—Bien, no me creas—. Tomó su celular y lo guardó en su bolsillo; ya estaba vestida con el uniforme del restaurante donde trabajaba como mesera en el turno nocturno—. Pero ya verás que nos va a reconocer en el recorrido.
—Si es que aparece en el recorrido.
—Me voy, toda tu negatividad me está enfermando.
Caminó hacia la puerta.
—¡Cuídate, te quiero!
—¡Y yo a ti!
El mensaje con su ubicación en tiempo real le cayó poco después que cerró la puerta.
A Vanessa no le gustaba que su mejor amiga trabajara de noche, así que ella le enviaba su ubicación todas las noches para que la viera hasta llegar al restaurante y luego a la salida de las once de la noche; el negocio estaba a unos cinco minutos a pie pero ella igual insistía.
Intentó quedarse quieta viendo la tele y comiendo un poco más de fruta pero fue imposible, Maya ya había conseguido sembrar la espina de la curiosidad.
Tomó su laptop y entró a Google para ver fotos del príncipe Adam; nunca le había importado saber sobre él pero agradeció que tuviera fans obsesionadas que hacían fotos de bastante cerca solo para poder apreciar sus ojos mejor, y sí eran azules grisáceos.
—No—. Negó con la cabeza—. Los príncipes no salen a escondidas para ayudar plebeyos.
Su boca decía una cosa pero se contradecía cuando hacía zoom en los ojos.
—¿Por qué hago esto? Yo ni siquiera lo vi bien como para comprobar que es él, esto tiene que hacerlo Maya—. Cerró la laptop.
Había guardado una foto con zoom de los ojos del príncipe solo porque le habían parecido bonitos.
—¿Los ojos de los dos serán iguales?—. Se preguntó, con la curiosidad creciendo cada vez más—. Genial, ahora quiero verlos en persona para jugar a encontrar las diferencias.
Se metió la manzana a la boca y le puso play a la película.
Cuando Maya regresó encontró a Vanessa dormida con la laptop abierta en la sección de imágenes, había seguido buscando fotos de los ojos del príncipe para que ella pudiera comprobar si de verdad se habían topado con él.
—¿No que no me creías?—. Rió.
Le quitó la laptop de las manos con cuidado de no despertarla y se sentó a un lado de la cama para seguir mirando; al contrario de lo que Vanessa esperaba, Maya solo terminó más convencida de lo que decía. Siguió navegando en varios sitios con noticias sobre la familia real hasta que se topó con una que tenía apenas tres horas de publicada.
¿El príncipe Adam ayuda a dos señoritas a escapar de la lluvia? ¡tenemos todos los detalles del acto de caballerosidad!
Cuando terminó de leer el encabezado soltó un grito de victoria que terminó despertando a Vanessa.
—¡¿Qué pasó?!—. Sacó el bate de abajo de la cama.
Maya puso una sonrisa digna del gato de Cheshire.
—Te lo dije.
Vanessa volvió a poner el bate en su lugar.
—¿Qué?
Maya le pasó la laptop sin borrar la enorme sonrisa que delataba lo mucho que estaba disfrutando de su triunfo. Vanessa comenzó a leer la nota, y cada vez su boca se abría un poco más.
—No puede ser...
—¡Te lo dije!—. Repitió, dejando salir la emoción—. El príncipe Adam nos consiguió un taxi y según lo que averigüé es mentira que estaban dando servicio gratuito.
—¿Él lo pagó por nosotras?
—Es todo un príncipe de cuento de hadas.
Vanessa inspeccionó bien las fotos de la nota, claramente habían sido tomadas por paparazzis a una distancia corta, pero no lo suficiente.
—No se ven nuestras caras.
—Es un alivio, no podríamos quitarnos de encima a su séquito de aspirantes a esposas—. Se dio aire con la mano—. Pero tampoco se ve su rostro, ¿cómo están seguros de que era él?
—Tú también estabas muy segura.
—Sí, pero yo lo vi de cerca.
—Debieron seguirlo desde que salió del palacio, ya sabes que con todo eso de que la familia lo está presionando para conseguir una esposa todos los medios quieren tener la exclusiva de él encontrándose con alguna señorita a escondidas.
—Aún así es abusivo que lo molesten tanto, no tiene vida privada.
—Su vida está destinada a ser pública desde que nació—. Hizo una mueca—. Aquí es donde agradezco ser una don nadie.
—Tú no eres una don nadie, en un par de años serás una gran ingeniera.
—Y tú una gran abogada—. Guiñó el ojo.
Maya bostezó.
—Será mejor que duermas ya, mañana tenemos clases—. Recordó.
—Y el sábado la visita al gran castillo de Wilson.
—Estoy demasiado emocionada.
—Deja el sarcasmo.
Vanessa rió.
—Vamos, a dormir.
Si había una cosa que Vanessa detestaba de ir a clases era cuando tenía que separarse de su mejor amiga, osea todo el tiempo; el día anterior habían reunido al grupo de seleccionados en el auditorio y por eso habían podido estar juntas una hora entera, pero ahora debían volver a la normalidad.
Iba caminando por el pasillo principal del edificio de ingeniería y arquitectura para ir a su última clase cuando escuchó a un grupo de chicas que estaban en la materia con ella platicando de lo más normal.
—Dicen que es la novia y la amiga de la novia.
—Eso no puede ser, el príncipe Adam dijo que cuando tuviera novia la presentaría y no la escondería.
—¿Y si ella no quiere ser presentada? Vamos, que no es normal que un príncipe aparezca de la nada con su sombrilla para subirte a un taxi.
Ahí estaba una que pensaba como ella.
—Y creo que lo más lógico sería que las llevara en su auto.
—La nota dice que fue a pie todo su paseo y así regresó al palacio; además tal vez se dio cuenta de los paparazzis y no quiso comprometerlas.
—¿Y si solo fue un caballero?
La tercera se metió a la conversación después de estar todo el rato callada.
—El príncipe Adam es educado y caballeroso, no le busquen tres pies al gato ó puede que nunca tengan la buena suerte de toparse con él y su paraguas en una tarde lluviosa.
Vanessa sonrió y siguió su camino; la verdad es que cada vez le parecía un poco más tierna la situación con el príncipe.
Al entrar al salón no le sorprendió ver a varios grupos reunidos hablando sobre el tema, que era el boom del momento, intentando descubrir la identidad de las dos chicas.
—Creo que ella tiene el cabello rubio—. Señaló una chica—. Lo puedo ver un poco bajo el gorro.
La del gorro era Maya y no le estaban atinando al color, era castaño cobrizo teñido porque naturalmente era negro.
—No es rubia, es pelirroja—. Dijo otra, lo que le hizo entrar en pánico porque parecía tener buen ojo—. La que tiene puesta la capucha de la sudadera sí es rubia.
Llevó la mano a su cabello e intentó cubrirlo un poco bajo la sudadera, que por suerte no era la misma que llevaba el día anterior; su cabello era castaño oscuro pero lo había teñido de rubio el mismo día que Maya porque la estilista le dijo que se vería mejor con sus ojos miel y mejillas rosadas, aunque la verdadera razón había sido el querer acompañar a Maya en esa nueva ocurrencia.
<<Esta chica sabe demasiado>>
Puso toda su atención en el libro de texto para hacer un buen trabajo fingiendo leer, pero en el fondo estaba pendiente de lo que sus compañeros decían.
—Una pelirroja y una rubia que son amigas, hay que poner atención a eso.
—Como si el príncipe fuera a fijarse en una chica de universidad pública—. Dijo otra, claramente cansada de escuchar tanto sobre lo mismo—. Tiene que ser una noble de otro país y les puedo apostar que es la rubia.
—Se ve más apegado con la pelirroja.
—¿Cómo puedes saber a quién está más apegado con solo ver fotografías en un sitio web?
—La nota dice que se detuvieron a hablar un rato en la parada antes de subir al taxi y que al parecer se dieron un beso.
—¿Hay fotos del beso?
—No...
—Entonces es solo una mentira para hacer la nota más interesante y que la gente no deje de hablar, esos periodistas son expertos en exagerar las cosas para atraer audiencia.
—Tú eres experta en hacer que la gente se aburra, ¿acaso tú estabas ahí?
—¿Tú lo estabas?
Vanessa sonrió por lo bajo.
—¿Se van a pelear por eso? Es claro que esas dos ya tienen la vida resuelta y nosotros aquí hablando como si nos fueran a dar algo ó a invitarnos a la boda siquiera, mejor pónganse a estudiar que eso sí nos va a dar de comer después.
Vanessa no pudo evitar rodar los ojos por ese último comentario, ¿tener la vida resuelta? Las dos habían tenido que dejar a sus familias en el campo para ir solas a la ciudad y su amiga se iba a trabajar todas las noches para poder pasar el mes porque sus padres no la apoyaban, a diferencia de ella que sí tenía su aprobación y ayuda; las dos vivían en un pequeño apartamento y compartían la cama porque no tenían ni espacio ni dinero para comprar otra, decir que tenían la vida resuelta solo por una foto con un príncipe que ni siquiera les había revelado su identidad oficialmente era una verdadera ridiculez.
La docente entró y mandó a todos a sus asientos y a callarse para poder dar su clase, pero Vanessa mentalmente estaba bastante lejos de ese salón; estaba deseando que nunca sospecharan de las amigas pelirroja y rubia que se paseaban tranquilamente por la universidad, porque se iban a decepcionar bastante cuando se dieran cuenta que ese realmente había sido un acto de caballerosidad aislado y que ninguna de ellas era su novia ni una noble extranjera, mucho menos que Maya lo había besado.
<<Las personas pueden armar buenas películas cuando están aburridas y sin nada que hacer, una tontería>>
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