Capítulo 17
Los pasillos del gran palacio estaban bien iluminados con cientos de lámparas y candelabros elegantes en los techos altos, pero mientras Vanessa y Maya caminaban por ellos siguiendo a Augusto no eran capaces de ver esa luz y el merviosismo se transformaba en miedo.
La reina Charlotte no hacía muchas apariciones en público desde que su esposo había fallecido cuando los príncipes eran solo unos niños. La reina era una mujer que solo tenía que mover un dedo para cambiar su vida para bien o para mal, y se sabía que era bastante imponente y poco paciente, su carácter era más fuerte por el cargo que le había quedado y estaba más que claro que el mismo era el responsable de no haber sido removida al quedarse viuda para dar espacio a un sucesor.
Vanessa y Maya la admiraban mucho porque la consideraban un mujer muy fuerte e inteligente, pero tampoco esperaban tener que toparse de frente con ella nunca y menos porque le habían estado causando problemas.
—Esto es todo, la reina va a pedir mi cabeza en un plato.
—No seas exagerada Maya, solo vamos a hablar.
Vanessa no sabía con que cara le estaba diciendo eso porque ella estaba todavía más asustada.
Augusto se detuvo frente a dos puertas blancas con detalles dorados, después de andar por casi diez minutos por un laberinto de pasillos que seguro no serían capaces de cruzar solas sin perderse. Tocó suavemente tres veces y esperó que le concedieran permiso, cuando sucedió abrió una puerta para ellas y las animó a pasar.
—Dios mío Vanessa.
—Dios mío Maya.
El primer paso que dieron al interior fue con el pie derecho y perfectamente coordinadas. La reina estaba sentada en un sofá con su ropa de dormir y el cabello recogido, lo que hizo que no se sintieran tan mal por ir en pijama.
—Buenas noches su majestad—. Dijeron al unísono mientras realizaban una delicada reverencia.
Charlotte dejó a un lado el celular que tenía en la mano y las observó.
—Tomen asiento señoritas.
Ni lentas ni perezosas la obedecieron.
—¿Quién de ustedes es Maya Thomas?
A la pobre le temblaba todo el cuerpo y la impresión fue grande a pesar de saber con anticipación que el problema era con ella.
—Y-yo, su majestad.
La reina le echó una mirada a través de sus lentes y asintió.
—Gozabas de una gran popularidad como candidata a reina, no creí que fueras a sabotearte tan pronto aunque comprendo que se debe a que no tienes el conocimiento de modales requerido para el puesto que pesa sobre tus hombros. Te ves como una joven inteligente que seguro sabe la oportunidad que la vida le está dando, pero ahora debes decidir que es lo que harás.
—¿Decidir que haré?
—Adam necesita una reina con la que el pueblo se identifique y que la amen, creo que aún puedes reparar tu imagen pero para que tomemos cartas en el asunto debes tomar una decisión, porque no voy a desperdiciar mis recursos con alguien que no sabe lo que quiere.
Y era verdad, la reina tenía un carácter fuerte y eso no era lo que Maya necesitaba, pero también estaba claro que la monarca no estaba ahí para ser su amiga.
—¿Está preguntándome si me casaré con el príncipe Adam?
—Es una ventaja que no tardes demasiado para comprender las cosas.
Maya guardó silencio y buscó la mano de Vanessa para apoyarse.
—He investigado tu vida Maya, y sé muy bien que no tienes la mejor relación con tu familia porque no te apoyaron para que vinieras a estudiar, lo cual me parece ridículo si se me permite opinar—. Vanessa le dio un apretón de manos—. Y también sé que tu situación económica no es la mejor, pero todos esos problemas se resolverían si te convirtieras en reina.
Maya flaqueó, todo eso sonaba tan bien y era justo lo que necesitaba, la idea de una vida acomodada no desagradaba a nadie. Vanessa entendió que la propuesta de la reina era demasiado buena, ya que para ella no era nada del otro mundo ofrecerle a una chica una vida mejor y claramente sabía mover las cartas para poner el juego a su favor.
—Lo lamento mucho su majestad, pero no puedo aceptar.
La expresión neutra de la reina se desfiguró y dio lugar a la sorpresa.
—Me pregunto que razones puede tener una joven para rechazar una oportunidad como esta.
—Es que no puedo casarme con el príncipe Adam porque no creo poder sentir nada romántico por él nunca, y para mí eso es igual a estar atada de manos, lo cual no vale la pena.
Por un momento Vanessa se asustó porque pensó que su mejor amiga terminaría revelando sin querer que los sentimientos del príncipe heredero en realidad apuntaban hacia ella.
—Una decisión tomada con el corazón y no con la razón a veces no es la mejor, puedes arrepentirte después.
—Hay otra razón que tiene más peso, su majestad.
—Entonces dila, adelante.
—Me gusta el príncipe Evan.
El despacho se quedó en silencio y Vanessa retuvo el grito que amenazaba con escaparse con todas sus fuerzas.
—Así que tienes sentimientos por mi hijo, el que le tiene miedo al compromiso y disfruta de ilusionar a las jovencitas cuando está aburrido.
Maya recordó que Evan le había contado que su madre gozaba inventando rumores sobre él y que por eso la casa real nunca se había tomado la molestia de desmentir ni uno de sus romances aunque el escándalo fuera grande y falso, pero le costaba mucho trabajo creer que su propia madre fuera capaz de decir tales cosas y directamente a ella sin nada de tacto, algo había entre todo eso que le causaba incomodidad y no era la atenta mirada de la reina.
Ella sabía lo que era meter la pata con malos entendidos más que nadie, por culpa de algo como eso ahora era la más odiada de Isla Azul, y sabía que al ser Evan un príncipe nadie dudaría en aprovecharse de una palabra mal dicha para hacer un océano en un vaso de agua, sobretodo porque no era el favorito de sus súbditos.
<<Evan confía en mí, me creería lo que sea solo por ser yo, no puedo dudar de él cuando ha demostrado ser un buen chico con tanto esfuerzo>>
—No soy una jovencita fácil de ilusionar su majestad, el príncipe Evan nunca me ha hecho una promesa por la que deba hacerlo. Sin embargo, me ha demostrado con acciones que su verdadero yo no tiene nada que ver con los rumores que circulan sobre él y es ese Evan el que me gusta.
Maya no olvidaba como le había pedido en el teatro que hablaran cuando creyó que ella se iba porque había hecho algo malo, era algo que nunca le había pasado por más pequeño que se viera y era un detalle que no podía ignorar.
—Mi hijo es completamente encantador y sabe lo que hace, espero que después no se lamente.
—No podría casarme con el príncipe Adam cuando siento cosas por su hermano, sería muy descarado de mi parte y como ya lo dije, no lo vale.
Dio inicio una lucha de miradas entre la reina y Maya, y Vanessa sentía que con cada segundo que pasaba ella sobraba un poco más en esa habitación.
—De acuerdo, entonces será mejor que emita un comunicado sobre esto—. Se puso de pie—. Espero que puedas acompañar a Evan al próximo evento oficial y que comiences a tomar clases de etiqueta a partir de mañana, no queremos que se de otro accidente como el de hoy y que sea más difícil de controlar que una muchacha obsesionada.
La reina hizo su camino a la puerta sin decir una palabra más y se retiró del despacho, dejando a las dos con la boca abierta.
—¿Acaso ella... ?
—¿... acaba de aprobar que salgas con Evan?
—Yo... creo que sí...
Se escuchó un golpe en una de las paredes y las dos se abrazaron de un salto.
—Maya, ¿qué fue eso?
—El fantasma del castillo, ¡es real!
Hubo otro golpe y acompañándolo una carcajada.
—¡Hay que llamar a un sacerdote!
Una puerta secreta se abrió en una de las paredes, estaba cubierta de tapiz y fácilmente se ignoraba cuando no se le ponía atención. Los dos príncipes salieron de ahí riendo y Robert con ellos, pero Evan estaba tan sonrojado que ni la risa le ayudaba a disimular.
—El fantasma del castillo—. Adam soltó una risita.
—Robert, llama a un sacerdote.
Volvieron a estallar en carcajadas.
—Ya me estoy arrepintiendo de la decisión que tomé, debí haberle dicho que no quería a ninguno.
—Estoy de acuerdo con eso.
Se cruzaron de brazos. Los príncipes se enderezaron y aclararon la garganta para adoptar la pose más seria que podían.
—Disculpen señoritas, no queríamos asustarlas.
—Creo que ellos también debería tomar las clases de etiqueta conmigo, escuchando atrás de las paredes la conversación que la reina estaba teniendo con las dos chicas que metieron en este lío.
—Realmente decepcionante.
El rostro de Adam se puso pálido y Evan se puso aún más rojo de lo que ya estaba.
—Somos novios.
Maya se puso de pie y negó con la cabeza.
—No lo haz pedido, no lo tomo como oficial—. Evan abrió la boca pero ella no lo dejó decir nada—. Además tenía que zafarme de ese compromiso para que Vanessa y Adam se casen.
El golpe que Vanessa le dio por decir eso valió totalmente la pena.
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