Veinticuatro.
Los días que pasan parecen de ensueño, quizás lo sean y yo aún tu dueño no sea.
Cada vez que me besas y sonríes,
incluso cuando tu mirada conmigo unes,
la felicidad en mi cuerpo me consume.
Tengo que asegurarme de que tu corazón vayas a brindarme,
por eso cuando te lo pregunto espero que no sea un sueño:
Ay mi preciosa chica
¿Me permites de tu risa ser el dueño?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro