Inmarcesible.
No me dejes marchitar y
convierteme,
cariño, en inmarcesible
entre tus finos dedos.
Acaricia mis canas
entre las ramas
de tus manos
y después
incendia las cenizas
de mi cama llena de polvos
estelares, de eclipses de labios hambrientos,
de monstruos de sueños olvidados.
No dejes que nuestro amor caduque
y vuelve eterno el instante
que testificas.
Toma el tallo de mi cuerpo,
arranca las espinas,
colorea pétalo por pétalo,
da vida a las hojas sedientas.
Sé inmarcesible conmigo, cielo.
Un atardecer que dure
hasta que amanezca
y un amanecer que perdure
hasta que oscurezca.
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