Apocalipsis en la Luna.
Los pasados se rindieron ante ti, y los futuros se alebrestaron ante el caos de tu esencia.
¿Y el presente? El presente, cariño, toma sentido cuando estás aquí. Y se extiende hasta la curva de tu sonrisa, hasta las llamas de tus ojos que parecen brincar a mi piel cada que me ves. Y entonces un apocalipsis suena en mi mente, y no hay cigarros ni sexo que me salve de decirte que te amo, o que me salve siquiera de esa hecatombe que se instala en mi piel cuando con tu voz más honesta me dices "Te amo más". Y entonces los tiempos se remezclan y no hay a dónde escapar que no sea tus brazos. Y no hay a dónde aferrarse que no sea a tus hombros y a esa seguridad que me transmites.
Y el dolor en mis cicatrices se disipa ante las caricias de tus dedos, ante tu risa que suena a las hojas de otoño al crujir, ante esta luz que parte horizontes.
¿Y a dónde puedo huir, cariño, que si huyo al Este te encuentro en el amanecer y si voy al Oeste te miro en el ocaso? Y es que en mi mundo no hay más que mirar hacia el fin de éste y encontrarte rondando en la maraña de pensamientos que se forma al pensarte, o mirar hacia el inicio y verte sonriéndome, sabiendo que no hay escapatoria de ti. ¿Y para qué quisiera escapar de ti si eres aquello que siempre busqué?
No hay forma de huir del Apocalipsis en tu Luna. Ni de ahogarme de ese fin de eras y mundos que me deja extasiada.
Ni siquiera hay forma de querer escapar de ese mismo fin de aquellos tiempos pasados, que caen a tus pies como si fueras el dueño de cada uno. Ni de correr hacia esos futuros que celebran a gritos que al fin son radiantes.
Que al fin saben a quién pertenecen y a quién siempre lo harán.
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