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Capítulo 9

Alberto abre la puerta para escuchar mejor. Tiene una sonrisa de oreja a oreja mientras lo hace. Enid está en pijama. Era de un rosa que iba a juego con el rosa atardecer que se veía a través de la ventana. Tenía un antifaz muy ridículo de unicornios y unas zapatillas de lobitos rosas, la mar de adorables. Cosa la escucha atentamente. Es cierto, es una situación bastante divertida. Está bastante ridícula. 

-Cosa, es maravilloso. Es gracioso, es dulce, es encantador y no le molesta que sea intensa. Ayax, al final, le abrumada que fuera tan intensa y no hablaba de sus emociones. Él no tiene miedo a mostrarlas, Cosa, es un chico que no tiene miedo a mostrarlas. Ayer estuvimos hablando y era la conversación más interesante que he tenido nunca. Es tan...-suspira Enid-tan...

-Por favor, termina-le interrumpo-nos tienes intrigados

-Sobre todo, si estás hablando de mí-continúa Alberto

Enid se sobresalta al vernos y se vuelve a esconder tras los peluches. Alberto se empieza a reír y se va, despidiéndose con la mano. Entonces, me extraño, no me ha hablado de lo más importante. 

-Alberto, espera, no me has dicho cómo serán los entrenamientos-le llamo

-No puedo, es secreto entre mentor y alumno. Sin embargo, si no te lo hubiera dicho, no hubiéramos estado hablando, ¿verdad?

Es verdad, pero eso no significa que me haga gracia. Le fulmino con la mirada y el ni se inmuta, ayer me tenía más respeto, no me gusta que me dejen de tener respeto. 

-No me gusta que me mientas. Lo pagarás caro.

-Una pena que no te tenga miedo. 

-Deberías

-¿Seguro? Podría matarte en segundos. 

-Ayer te imponía más.

-Ayer me extrañabas más, que es distinto. Hoy ya vengo preparado y hasta me caes bien. 

-Hoy a mí no, no me gustan que me mientan. 

-¿Y tú me estás contando toda la verdad? Algo me dice que me ocultas algo, Miércoles. Llámalo sexto sentido. Si es así, toma esta mentirijilla como un empate. 

Mientras me dice eso, se va aproximando a mí, quedando a pocos centímetros. En su mirada se ve el mismo fervor de su madre mientras luchaba. Tiene razón, le estoy ocultando la existencia de su madre fantasma. Es cierto que lo oculto porque ella me lo ha pedido, pero eso no significa que no lleve razón. Odio cuando la gente tiene razón. Creo que he subestimado a Alberto, al final es más interesante de lo que pensaba. 

-¡Alberto!-grita Enid desde la puerta, cambiada de ropa por algo mucho más apropiado y elegante

-Hola, Enid, ¿no estabas teniendo una gran conversación con Cosa? Parecía muy interesante

-Sí, bueno, le estaba hablando de un personaje de un... de un... de un libro. Sí, muy bueno el libro.

Enid miente muy mal, se nota a la legua que está mintiendo. Yo lo sé y Alberto lo sabe. La miro extrañada. Miente demasiado mal. 

-Ah, ¿un libro?-Alberto ríe-¿de qué va el libro?

-De... de...

-¿Cosas de libros?-termina Alberto

-Sí, cosas de libros

Enid sonríe nerviosa y pone las manos en sus mejillas, para ocultar lo roja que está. Alberto la mira con media sonrisa y se da la vuelta. 

-Adiós, nos vemos-dice mientras mueve la mano indicando una despedida

-A... A... Adiós-tartamudea Enid

Me giro y miro a Enid de arriba abajo. Está nerviosa, le sudan las manos, se ha cambiado en algo presentable a la velocidad de la luz. ¿Qué había pasado mientras acordaba la reunión de hoy? ¿Hice bien en presentarlos? Porque parece que Alberto tiene una parte bastante temible, aunque bueno, Enid es bastante intensa. Podría funcionar, así Alberto tendría un punto débil y Enid estaría entretenida. Dos pájaros de un tiro.

-Estás ridícula, Enid

-¡Cállate! No me has avisado que venía y he pasado mucha vergüenza

Enid da un gritito adorable y entra a la habitación, la sigo y cierro la puerta. Ella se sienta en la cama al lado de Cosa y pone su rostro encima de la almohada. 

-Miércoles, he perdido todas las opciones que tenía. ¿Cómo voy a volver a conocer a alguien así?

-No creo, Enid, me ha preguntado mostrando antes su gran interés en ti. De hecho, no te ha avisado porque ha insistido en que no lo haga, prefería verte al natural. 

-¿Y tú desde cuando haces lo que los demás te dicen?

-Desde nunca. Su propuesta ha sido más interesante que la tuya.

-¿Y cuál era su propuesta?

-Que así sería más divertido-sonrío-y tenía razón. Ha sido realmente lamentable. Por alguna extraña razón, le gusta que sea tan lamentable.

-¿Eso te ha dicho?-Enid da un salto de la cama emocionada y se lanza hacia mí dispuesta a abrazarme. La esquivo como puedo y acaba abrazándose a sí misma. No me gustan los abrazos, y menos si están acompañados de saltitos como los que está dando Enid.

-Sí, pero para. Por favor. Para.

-Es que es muy mono. Aunque a lo mejor me pasa lo mismo que con Ayax. Debería dejarlo, ¿verdad?

-¿Lo mismo que con Ayax?-pregunto extrañada

-Sí, tía, lo de este verano, me pasé horas contándotelo por teléfono 

¿Yo he escuchado horas y horas de un mal adolescente? No suena a mí. Miro a Cosa y me está indicando que me acuerde cuando en este verano Enid llamó llorando y me obligó a coger el teléfono, indicándome cuando decir frases como "que mal, tía" o "¿cómo ha podido hacerte eso?". Es cierto, se pasó horas contándomelo, lo malo es que yo no escuché. Al menos la hice feliz haciéndola creer que lo hice. Oh no, yo también soy una mentirosa. 

-Es cierto, fue horrible cuando te hizo... eso

-¡Exacto! Después de todo, me deja porque soy muy intensa y pesada. ¿Cómo pudo decirme eso? Sólo siento mucho y quiero mucho, es lo que tiene ser una loba. No es mi problema que tenga el corazón de piedra. 

-Que mal, tía-digo dudando mientras miro a Cosa. Cosa me indica que lo estoy haciendo bien.

-Ya, fatal. ¿Y si me pasa algo parecido con Alberto? Es como, demasiado inalcanzable, desde que ha venido las redes están que arden. Ha salido de la nada, ha hecho algunas demostraciones este verano y ahora, viene a Nevermore y se fija en mí. No tiene sentido, mi madre tiene razón, no soy suficiente. 

-¿Qué? No. No puedes decir eso. ¿Cómo que no eres suficiente y es inalcanzable? Eres más que suficiente, eres una mujer loba que puede transformarse en alguien que puede arrancarle la cabeza. Por lo tanto, es un objetivo alcanzable. Además, si te hace daño, ya me encargaré personalmente de él.

-Gracias, Miércoles, eres muy buena amiga. 

-Lo sé, y quiero que sepas que es una carga de la que creía que iba a librarme. 

Enid encoge los hombros con una sonrisa. Yo hago una mueca que puede parecer una sonrisa. Sé lo que puede animarla y algo me dice que lo necesita, aunque eso va a significar sacrificarme bastante. Al menos, me estaré sacrificando por una buena causa. 

-¿Quieres que tengamos noche de chicas?

Enid empieza a gritar emocionada y a dar saltos. Cosa también empieza a hacerlo. Genial, ya me estoy arrepintiendo. 

-Sí, veremos una película, organizaremos juntas nuestro horario de clases, que este año no hay casi opciones porque no hay casi profesores porque bueno, tienen miedo de venir y morir. Te tengo que contar tantos cotilleos de los que me he enterado este verano... Además, ahora somos nosotras las de mayor curso. Somos la crème de la crème

Enid vuelve a saltar emocionada. Algo me dice que disfrutaría más una tortura china que lo viene a continuación. Si hubiese sabido lo duro que puede llegar a ser tener amigos, no hubiese hecho ninguno. 

Después de un rato de conversación y de que Enid me contara todos los cotilleos de Nevermore, nos vamos a dormir. Las luces están apagadas, pero la luz del exterior entra por la ventana. Me quedo mirando el techo, recordando la cita que tuve con Tyler. A veces Enid me recuerda a la protagonista de aquella película, pero en el buen sentido. Recuerdo a Tyler riendo y sonriendo mientras observaba como reaccionaba a la película. Recuerdo el temor que me daba aquella película y lo reconfortante que era verle así. Recuerdo cuando, en el mismo sitio, me tenía encadenada, no en el buen sentido. Me duele su traición, pero muchas veces, me duele más no saber nada de él. A lo mejor debería hablarlo con Enid, ella habla de sus sentimientos todo el tiempo y parece que está feliz con ello. En cambio, estoy decepcionada de mí misma. Soy Miércoles Addams, Miércoles Addams no es traicionada. Miércoles Addams no llora. No llora. Esa lágrima que está bajando por mi mejilla no debería estar ahí. No quiero sentirme así. No quiero sentir, eso te hace débil. Lo que más odio de Tyler no es que me traicionara, si no que me haga débil. No me gusta sentirme débil. 

Hablando de débiles, mi hermano está en Nevermore y va a empezar un entrenamiento con alguien que es realmente poderoso, del que todavía no termino de fiarme. ¿Estará preparado? Debería hacerle una de mis visitas en medio de la noche. 

Me dispongo a ponerme mi ropa de espionaje, me pongo la mochila llena de artilugios de tortura y salgo por la ventana. Le invito a Cosa a acompañarme, pero se niega. Se esconde en la cama. Siempre ha sido un blando. 

Consigo colarme con facilidad por los conductos de ventilación de la residencia de chicos. Las habitaciones de los últimos cursos son los primeros. Mientras voy de camino, escucho a Xavier y a Alberto hablando en su habitación. 

-Xavier, sé que te acabo de conocer, pero pareces una gran persona. Por eso, creo que deberías de hacer lo que puedas por superar a Miércoles. Está claro que ella te tiene mucho aprecio, pero sólo como amigo. 

-Pero, puede que en un futuro...

-Xavier-Alberto le interrumpo-me ha dicho que sabes que está superando a alguien. Respeta su decisión y pasa página. Si no lo haces, no sólo acabarás haciéndole daño a ella, sino también a ti mismo, y el daño que uno se hace a si mismo es el peor de superar, porque no tienes a nadie que culpar que no seas tú. 

Es sorprendente, al final Alberto dice cosas con sentido, para revolucionar tantas adolescentes, tiene cerebro. Espero que Xavier le escuche. La verdad es que todo me sería más fácil si lo escuchara. 

-Ya, tienes razón, pero...

-Espera-le corta Alberto

¿Por qué paran? La conversación estaba interesante. Es el tipo de información que me gusta tener, nunca sabes cuando vas a necesitarla. 

De repente, noto que los conductos están... ¿mojados? Una gran humedad me rodea, cuando quiero darme cuenta, se ha creado un hueco en el techo y caigo de lleno en la habitación de Alberto y Xavier. Antes de poder levantar la mirada, noto como... ¿hilos de agua? Sí, hilos de agua, me ataban los pies y las manos. Si intento soltarme, aprietan más, imposibilitando poder liberarse. Así es como esperaba que me ataran cuando me secuestraron el año pasado. Levanto la mirada y veo a Alberto con los ojos llenos de poder, rodeado de más látigos de agua a su alrededor. Xavier está mirándome asombrado, mientras observa el hueco en el techo. Alberto se acerca sigilosamente a mí, quedándose centímetros de mí. La verdad es que esos ojos azules están empezando a dar miedo. 

-Ya te he dicho que no te tengo miedo, creía que había dejado claro con eso que quién debe tenerme miedo, eres tú. 



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