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Capítulo 43

Marco está nervioso. Da vueltas sobre sí mismo, agobiado, mirando todo sin saber nada. Empieza a hiperventilar. Lo está pasando bastante mal, la preocupación se puede ver en esa cara de gran dragón que le acaba de cambiar. 

Marina respira hondo y se dispone a correr hacia él. Salta y se queda enganchada en su cola. Como puede, va trepando hasta su cabeza. 

-¡Miércoles! Ve a la estantería, tiene que haber ropa de Juan. Al menos, un pantalón o algo así

Me dirijo hacia la habitación, sin evitar mirar hacia ellos mientras lo hago. Marina ha colocado sus manos en la cabeza y está susurrando algo. Eso hace que poco a poco Marco se vaya relajando y respirando mejor, supongo que está haciendo lo mismo que le hizo a aquella niña de la visión. Queda claro una cosa, Marina comprende el cerebro más de lo que creía. 

Me dirijo y empiezo a mirar los cajones de la estantería. Encuentro un pantalón y una camiseta que creo que no le van a caber, pero tengo prisa y no tengo tiempo para mirar. La excelencia para otro momento. Me los llevo y me dirijo a ellos. Marco, poco a poco, está volviendo a su forma original, transmitiendo paz esta vez. Marina poco a poco se va abrazando a la figura humana en la que se está convirtiendo. Le acerco la ropa y se la pone en la espalda como puede, sin antes comentar extrañada:

-Miércoles, esa camiseta es mía. No importa, que vaya sin camiseta. Total, lo ibas a ver igual

Marina vuelve a tener su extraño humor. Eso está bien. Me alegro haber visto esos recuerdos, realmente eran necesarios. 

Poco a poco, Marco se va haciendo una bola en el suelo y Marina acaba abrazándole la espalda. Parece un ser diminuto en comparación a su hijo. Lo curioso, es que ha salido de ella. La pregunta es, ¿cómo? 

Marina le acerca los pantalones y Marco los toma para ponérselos. Está totalmente relajado. Marina salta al suelo y se separa de su hijo, mientras se incorpora para ponerse los pantalones. Tiene un cuerpo musculoso, fibroso, pero no con demasiado volumen, pero sí suficiente para imponer a cualquiera. Tiene pelo en pecho, diseñados de tal manera que te invite ir mirando poco a poco a...

Un látigo de agua me da en la cabeza y me obliga a dejar de mirar. Observo a Marina sorprendida. 

-Deja de mirar, guarra. Córtate delante de su madre. 

¿Qué está pasando? ¿Qué le pasa a mi cuerpo? Me sacudo la cabeza, para concentrarme. Está pasando algo serio y hay que buscar la manera de derrotar quién acaba de firmar la sentencia de ser mi enemigo al atacar a mi hermano. Necesito estar centrada para estudiar como destruirle. Necesito estar...

Levanto la mirada y observo a Marco. Se acerca hacia nosotras sin camiseta. No puedo dejar de mirar su torso. Ya no estoy concentrada. Bajo la mirada al suelo, intentando no mirar directamente, pero no puedo. 

-Voy a por una camiseta que le vaya bien-levanto la mirada y voy a la habitación con la cabeza alta y digna. Soy Miércoles Addams, no me dejo llevar por emociones ni por la pasión. 

Marina se empieza a reír y Marco se queda extrañado sin entender nada. Está como si le hubiesen drogado, realmente relajado. Parece que al final, quién se ha drogado ha sido Marco en vez de Marina. 

Voy a la estantería y escojo la camiseta más grande que veo. Me dirijo de vuelta a ellos mirando al suelo y sólo levantando la mirada cuando sea necesario. Marco se pone la camiseta y al fin, levanto la mirada para actuar con normalidad. En cambio, la camiseta le queda perfectamente, ahora está incluso más guapo que antes. Odio tener las hormonas alteradas. Quiero eliminar a tu madre fantasma, no me distraigas, Marco. 

-Marco, ¿desde cuándo tienes esos arrebatos? ¿Desde cuándo, te alteras así? Juan no me contó nada-comenta Marina

-Fue después de huir. Hay veces que cuando me altero mucho, empiezo a comportarme así. Normalmente, siempre iba con Amedio y él me ayudaba. Se lo ocultamos a Amelia lo máximo posible, a Amedio no le daba confianza que se lo contáramos. Amedio no tenía ni idea de qué significaba y yo, menos, así que huimos de ello. Hicimos algunos ejercicios de relajación e intentaba tomármelo todo con humor, aunque a veces era difícil. No sabía que podía convertirme en eso, lo siento si os ha asustado. 

-No, me ha asombrado-respondo-Es mejor que no lo sepa, así tenemos un arma secreta a nuestro favor

Miro a Marina con firmeza, lista para idear un plan de ataque. Sin embargo, Marina está llorando, está llorando mucho, demasiado. Se lanza y abraza a su hijo, el cual no se entera de mucho. Me mira sorprendido e intenta abrazar a su madre como puede. Más bien, pone una mano en su cabeza y se la masajea. En este momento, parece que él es el padre y ella es la hija. 

-Has pasado por todo esto sin mi ayuda. Tenía que haber estado allí para desbloquearte, si no, hubieses estallado y hubieses muerto. Mi pequeño hubiese muerto. 

-Bueno, mamá-Marco pestañea varias veces, pensando en cómo actuar ante aquel momento-No he muerto y has estado aquí. Ya está. Me ha afectado mucho lo que has dicho, descubrir que ella ha sido la culpable de que no pudiese seguir viviendo en el poblado y seguir disfrutando de Juan y los demás, me ha alterado. 

-¡Es verdad! ¡Juan! Pobre Juan. ¿Sabes lo que sufrió? Una parte de él murió ese día. Soñábamos tanto con hacer los planes los cuatro y disfrutar de vosotros. Juan te quiere muchísimo, Marco.

-¿Planes los cuatro?-pregunta Marco extrañado, intentando ubicarse en la conversación

Marina para de llorar un momento. Abre los ojos de par en par y se separa, mirando a su hijo mientras intenta encontrar una forma de explicar a qué venía eso. Parpadea varias veces y se seca las lágrimas como puede. Marco me mira extrañado a mí, como si yo tuviese la respuesta y luego vuelve a mirar a su madre, intentando ubicarse. 

-Hijo, tenemos que hablar... Una conversación, madre e hijo. 

Marina se separa y le indica la habitación que había creado Juan hace mucho tiempo. Marco levanta las cejas y me mira extrañado. Yo sé por dónde van los tiros, pero no me toca a mí decírselo, aunque sea tentador. Le indico que siga a Marina. Marco lo hace, sin saber muy bien qué está pasando. 

Suben la habitación y Marina pasa la cortina azul, como si eso hiciese que no se escuchase la conversación desde la cala. Obviamente lo hacía, pero no quería cortarles el rollo. Así acabaría hablando algo que se supone que no debería saber. Mejor, mucho mejor. 

Me siento en la orilla y me quedo mirando el paisaje. La conversación de Marco y de Marina quedan en segundo plano, no presto atención a ella. Es demasiado sentimental para mi gusto. Respiro hondo. Huele a mar. No sé dónde estamos, exactamente, sólo sé que es precioso. Aquí ya es el atardecer, aunque en Nevermore quedan varias horas para aquel momento. Los últimos rayos de sol entran por las cavidades. Son reflejados en el agua y hace que todo el lugar se llene de una magia especial. No sé qué tiene, pero es algo increíble. Demasiado luminoso para mi gusto, pero increíble. Inspira paz y tranquilidad, eliminando todo pesar que uno puede tener. Respiro hondo y me dejo atrapar por ese paisaje. Todo es armonía hasta que...

-Pero...¡Tú eres tonta!-grita Marco frustrado-¡¿Cómo nos iba a hacer más feliz que estuvieras con Amelia cuando realmente querías estar con Juan?! ¡¿Pero estás bien de la cabeza, mamá?! ¡Sí, agradezco lo que hizo por mí, pero no por ello mi felicidad se basaba en que estuvierais juntas, imbécil!

-¡No insultes a tu madre de esa manera!¡Intentaba hacer lo mejor para todos!

-¡Te dejaré de insultar cuando dejes de hacer cosas insultantes! ¡¿Por qué te impides ser feliz en nombre de los demás?! ¡Sólo queremos que seas feliz, mamá! Bueno, y Amelia también, aunque... ahora ya no mucho

-Entonces-se escucha a Marina empezando a llorar-¿Te parece bien que esté con Juan?

-Claro, mamá. Obviamente me parece bien. Juan es genial

Marina empieza a llorar muchísimo y se puede escuchar como Marco resopla intentando buscar una forma de hacer frente a la situación. Finalmente, aunque sea un ser tan agradable, ha heredado la mala uva de su madre. 

Se escucha una risa de fondo. Me giro, buscando a su dueño. Observo a Mateo al lado mía. Está vestido con la ropa ancha y de tonos verdes que le vi en las visiones. Mira hacia el paisaje también, mientras se ríe a carcajadas. Yo parpadeo varias veces mientras lo miro. Después de un rato así, se gira y se da cuenta que me está observando. Pone la sonrisa dulce que le caracteriza a él y a su padre. No está sorprendido porque le haya visto. Sin embargo, no hay nada que me identifique con él o su vida, ¿por qué lo veo?

-¿Qué haces aquí?-le pregunto directamente

-Soy el que descubrió este lugar y puso el hechizo de protección. Sólo Marina, yo e invitados podemos entrar.

-No, pero... En espíritu

-No entiendo, Miércoles. Fuiste tú quién interrumpiste mi descanso eterno y me hizo ver lo que me necesitabais. ¿Quieres preguntar por qué me ves?

-Sí-respondo-No soy pacifista ni creo en tus principios mediocres. No sigo tu modo de vida ni comparto principios contigo. 

Mateo empieza a reír al escuchar mi confesión. 

-Es la hora dorada, Miércoles. La hora mágica que une el mundo de los vivos y de los muertos. Los videntes podéis ver a todos los espíritus a esta hora. Si no has visto a ninguno a esta hora es porque no querían que los vieses. 

-Pero...a Amelia la veía a todas horas. Aunque también, es una adicta al poder. Tiene sentido que la viese...

Mateo me mira con cara sorprendido tras decir eso. Parpadea varias veces y me observa de arriba abajo. 

-No me puedo creer que Marina le haya puesto un hechizo de protección a alguien adicto al poder, ni que un adicto al poder haya hecho tanto por ella-dice mientras sonríe mirando el paisaje

-¿Hechizo de protección?-le pregunto curiosa

-Sí. Hechizo de protección. ¿Te has hecho alguna herida recientemente que se ha curado con agua que venía de la nada?

Intento hacer memoria. Entonces, recuerdo cuando estaba en el cementerio y mis manos se curaron tras tantos golpes. Recuerdo la ropa de Marco ensangrentada, sin ninguna herida. 

-¿También se lo ha hecho a Marco?-pregunto

-Seguramente. Lo hace a todo aquel que le importa, por eso sabía que ese día no iban a matarme. Después de la muerte de Amelia, se obsesionó con el tema e investigó en profundidad hasta que consiguió un hechizo que hacía que los daños se curasen, aunque ella no estuviera cerca. Sin embargo, no pueden curar un golpe mortal directo, pero lo demás, sí. No te lo habrá comentado ni a ti ni a nadie porque así es ella, demuestra lo que le importa alguien con hechos, no con palabras. Hay que saber leer entre líneas para entenderla y ella, Miércoles, te tiene una gran estima. 

-Yo también a ella, sorprendentemente-confieso mirando el paisaje

-Pero más a su hijo, ¿no?-Mateo empieza a reír y yo lo fulmino con la mirada-Sólo te digo que es momento de una gran batalla y que no es momento para distraerse. 

-¿Una gran batalla?-pregunto interesada

-Sí, por eso Marina está tan sensible. Al parecer, los hombres que mi padre mandó a torturar contaron todos los secretos de las organizaciones. Que las dos eran parte de la misma, que estaban gobernadas por una fantasma bruja del agua y que mandaron matar a muchos por no cumplir sus ideales, incluidos Marco, la jefa de los maestros de agua y su mano derecha. Han investigado donde está sede y qué hacían con los marginados en el laboratorio. Al parecer, estudiaban como conseguir su potencial para destruir a los humanos. Mi padre ha conseguido calmar a los brujos de tierra que estaban yendo a por Marco y ha agrupado a algunos para encontrar la sede y atacarla. Dentro de una hora hay una reunión con los grandes maestros de todos los elementos, planeando como acabar con esto. Marina debe ir a esa reunión. Siempre le pasa lo mismo antes de un gran enfrentamiento. 

-¿Van a luchar?

-Vamos a luchar-responde respirando hondo-por eso quería hablar directamente contigo. Miércoles. La lucha será al atardecer... necesito poseer tu cuerpo para poder luchar. Es la única forma de tener todo mi poder para la lucha. Debo acabar lo que no me atreví hace tiempo. 

-Sí es para eliminar a Amelia. Por supuesto. 

Miro a Mateo, decidida. Él me mira con media sonrisa, al fin veo una mirada perversa en Mateo. Somos muy distintos, pero tenemos una cosa en común que nos une mucho: destruir al fin a Amelia. No hay nada que una más que tener el mismo enemigo. 

Marina y Marco salen de la habitación. Marina se queda observándome, curiosa. Su mirada se llena de luz por un momento, y mira alrededor de la cala. 

-Sí estás hablando con alguien y no lo vemos... debe ser... ¿Mateo?

Mateo se levanta y con una sonrisa rodea su figura de agua. Marina sonríe emocionada y corre hacía él. Mateo se preparada para su llegada y se abrazan muy fuerte. Se echaban de menos, después de todo, es la familia con la que se han criado. Ellos dos por encima de todo. Marina pone su cabeza en la frente de Mateo y ambos se quedan así. Después se separan y se miran firmemente. 

-Viene tal batalla que has dejado tu descanso para participar, ¿verdad?-pregunta Marina y Mateo asiente con la cabeza

Marina respira hondo y mira a su amigo buscando ahí respuestas a sus preguntas. 

-Tenía que haber imaginado los intereses de Amelia, tenía que haber hecho algo, tenía que...

Mateo empieza a negar con la cabeza y la mira con media sonrisa. Marina para y respira hondo. Entiende a que se refiere su amigo, no necesita palabras para entenderlo. 

-Gracias, Mateo. Lo siento que murieras para protegerme, aunque sé que me vas a decir que yo hubiese hecho lo mismo, lo cual es cierto. 

Mateo sonríe y asiente con la cabeza. Ambos se abrazan, encontrando consuelo el uno en el otro. Al fin, Marina está tranquila. Marco pone su mano en mi cabeza y sonríe de forma vacilona. Me giro y le miro extrañada, pero no puedo decir que no estoy disfrutándolo. 

-Tanto tiempo intentando consolarla y un fantasma sin decir nada lo ha conseguido-suspira

-Él y ella son hermanos, son uno. No hay nada que pueda superar eso. Menos aun cuando viene una gran batalla, así que espero que estés preparado para luchar. Todos tendremos que hacerlo. 

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