Capítulo 42
Entro a la habitación que creó Juan. Cuando entró Mateo, era una habitación recién hecha, con muebles recién fabricados y una sala recién idealizada. Ya no es así. Ahora está llena de recuerdos, vivencias y secretos. Ahora, podía desvelar algo más de ellos. Ahora, podía darme información. Siempre que indago algo, consigo información que me puede servir. Me interesa. A lo mejor consigo enterarme de como destruir a aquella psicópata que se ha creído capaz si quiera de acercarse a mi hermano.
Me fijo en las paredes. Hay colgados dibujos que Alberto y Marco hicieron de pequeños. En las estanterías, hay figuras muy parecidas a las que Marco me ha estado haciendo. Eso sí, menos perfeccionadas. Hay muchos libros de brujería, en muchas lenguas distintas. No sólo hay de brujería, si no de marginados en general. Más que un lugar para tener encuentros fugaces parece el salón de unos padres cultos orgullosos de sus hijos. Esto no es lo que esperaba encontrar.
-¿Guarda todo... esto? ¿Después de tanto tiempo? ¿Era verdad que se lo enseñaba a... mamá?
Me giro y un incrédulo Marco acaba de entrar. Tenía marcas en la ropa de haber sufrido heridas, pero no tenía ninguna. Tenía la mirada llena de emoción y felicidad, aunque también cansada. Mira a las paredes y a las estanterías. Sobre todo, a una de las figuras. En esa figura, aparece un niño en un altar. Marina está debajo de ese altar, en pequeño, aplaudiendo y alabando a ese niño pequeño.
-Eso es lo que me salió en la prueba de los dos años-empezó a reír-No me puedo creer que lo tengan aquí. ¡Maldito Juan! Simboliza que mi poder se basa en enorgullecer a mi madre. ¿A qué es divertido?
-¿Eso simboliza?-le pregunto extrañada
-Sí. ¿Por qué?
Recuerdo el día que Alberto nos hizo la prueba para mostrársela a Plugsey. Nos dijo que era el mismo motivo, pero no era esa la imagen que salía...
-A Alberto le salió Amelia con un traje de combate y dos espadas. ¿Qué significa eso?
Marco borra todo átomo de felicidad de la cara y pone gesto de decepción y tristeza. Me mira, perplejo y dolido por esta información. Traga saliva antes de contestar.
-Que su poder viene de poder enfrentarse a su madre. A la mía también.
Resopla y se majasea los ojos, como si así evitara llorar.
-Yo ya sabía cómo era. Llevo con ella, prácticamente, toda la vida. Amedio también lo comentaba mucho, pero... pero... Es mi madre, al menos la única a la que he tenido acceso durante mucho tiempo. Sí, se le iba la cabeza, a la mínima criticaba todo, era muy exigente y perfeccionista y no podía estar mucho en un sitio porque, si hacía algún amigo humano o algo, ella se encargaba de espantarlo. Es cierto que no es sano estar con ella, pero, es mi madre. He crecido a su lado y... realmente la quiero.
Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
-Creía que podía ayudarla. Creía que podía hacer ver que estaba equivocada, disfrutar de los momentos y olvidarse de tanto odio. Creía que, uniendo la familia, sería feliz e incluso que encontraría así la luz y al fin conseguiría el descanso y paz eternos que realmente quiero que tenga, porque es importante para mí. Sin embargo, Alberto está traumado, me han intentado matar como diez jefes distintos y cómo no quería luchar, sólo me he llevado heridas. Siento que todo son cagadas, Miércoles. No sé qué hacer.
De sus ojos empezaron a brotar lágrimas. Yo no entiendo muy bien por qué llora, por qué todo el mundo está llorando últimamente. Sólo sé que me duele verlo así por alguna razón. Seguramente, por incomodidad. Es un dolor en el pecho que parece que me están agarrando el corazón. No sé identificar las emociones, nunca se me han dado bien y tampoco me importan mucho.
-¿Por qué tienes que hacer algo?-le pregunto-Nos han traído aquí para no hacer nada. No hagas nada y seguro que así, no la cagas.
-No sé no hacer nada-responde Marco frustrado
-Pues, busca algo que hacer, pero no salvar a tu familia. Ya la has cagado bastante en ese sentido.
-Pero... ¡¿Cómo me dice eso?!-Marco para sus lágrimas y me mira con una mirada llena de odio. La rabia le consume y empieza a respirar muy fuerte, recordándome a Marina cuando en aquel establo
-Es verdad-contesto como si nada
-¡¿Es verdad?! ¡¿Esa es tu respuesta de mierda?!
La voz empieza a cambiar de tonalidades muy deprisa, pasa de voz de pito a voz hiper grave muy seguido. Sus ojos empiezan a cambiar de color, poco a poco van cambiando a dorado, el mismo color que vi en la visión.
-Sí, no sé qué quieres. Sólo sé que me duele el pecho al verte así y quiero que pares.
Marco para en seco y abre los ojos de par en par. Respira hondo y pone su mano en el pecho. Respira de nuevo con tranquilidad y sus ojos vuelven al tono normal. De repente, vuelve la sonrisa agradable y la simpatía de Marco.
-¡Miércoles!¡Estás preocupada por mí!-exclama lleno de emoción. Yo me extraño y le miro con repugnancia.
-¿Preocupada? ¿Qué estás...?
Voy a seguir diciendo un discurso sobre que las emociones son ridículas y como se cree capaz de siquiera pensar que puedo tener. Sin embargo, no puedo. Marco se ha lanzado a mí con un beso.
Me quedo rígida, abro los ojos de par en par. No sé qué hacer al respecto. Siento demasiadas cosas ahora mismo, demasiadas cosas. No quiero sentir tantas cosas, no sé. No quiero.
Entonces, Marco me toma de la cintura y me presiona contra él. Vale, son demasiados sentimientos, pero no está mal. Aún algo dentro de mí que no quiere cortar ese momento, quiere seguir explorando, saber que se sigue sintiendo, incluso.
Cierro los ojos y siento, dejándome llevar. Subo mis manos al cuello de Marco, como puedo y me pego aún más a él. Él se estremece. Yo también. Siento un calor dentro de mí que me recorre todo el cuerpo que nunca antes había sentido. Para ser más claros, en la parte posterior de mi vientre.
Marco se separa y me mira con ojos llenos de lujuria. Sonríe de forma vacilona y me levanta como si fuese una pluma. Como acto reflejo, me abrazo a él con mis piernas. Sólo puedo mirarle la boca, como si tuviera un gran magnetismo que, aunque quisiese, no podría mirar a otra parte.
Me besa de nuevo y otra vez el calor viene a mí. No sé me está pasando, pero ya no tengo ningún control sobre mis actos y lo peor, es que me gusta. Me gusta demasiado. ¿Qué es esto que me está gustando demasiado?
No sé qué ha pasado ni me importa, sinceramente, pero Marco me ha apoyado en una banqueta de piedra que antes no existía. Ha agarrado mi cadera y la ha pegado a la suya. Estremezco. Si ahora sentía calor, ahora siento que voy a salir ardiendo en cualquier momento. Lo peor de todo, es que quiero arder.
Agarro su cuello y lo aprieto hacia mi cara. Quiero tenerlo lo más cerca posible de mí. Él empieza a moverse, a balancearse, separando su cadera y juntando aún más. Eso hace, que, si tenía algún control sobre mi cuerpo, ya no tenga ninguno. No sé qué es lo que debo hacer después, es la primera vez que estoy ahí, pero no quiero que acabe nunca. Sólo quiero que continúe, sea lo que sea esto, hasta el final.
Marco se separa su boca de la mía para besarme el cuello. ¿Qué es esto que siento? ¿Podía sentir más calor? ¿Podía estremecerme aún más? ¿Qué es esto que siento en mi vagina? De repente, lo siento distinto, acalorado e incluso, algo mojado. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué no lo puedo controlar y me da tan igual?
Marco desabrocha los botones de mi camisa y empieza a bajar por la clavícula. No sé a dónde baja, pero sólo sé que quiero que siga bajando. Por eso, como acto reflejo, empujo su cabeza hacia abajo. Justamente entonces...
-¡Ah!¡Qué daño, joder!-grita Marina desde la puerta, llevándose las manos a la frente.
Marco se separa de mí rápidamente y acude a ver que ha pasado con su madre. No te vayas. ¿Por qué te vas?
Me miro y tengo la camisa desabrochada. Estoy en sujetador delante de todo el mundo. ¿Por qué estoy en sujetador delante de todo el mundo? Una compostura. Me lo abro rápido y salgo de aquella banqueta alta que Marco había creado.
-¡Aléjate de mí!-dice Marina cuando se da cuenta que su hijo va a ver que ha pasado-¡He intentado irme sin hacer ruido y he fracaso!¡Me he dado con la puta pared!¿Algún problema?
-Ninguno, mamá, pero... ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?-Marco está preocupado, parece que se ha olvidado de lo que estaba pasando hace un momento
-¡Más me duele verte empinado! Ahh, mi bebé... Odio a Mateo, ¿por qué tiene razón en todo?
Marina ya se ha quitado la mano de la cara y mira al techo, buscando ahí un paisaje que pueda ver. Entonces, baja la vista y me mira, de arriba abajo. Me mira la camisa y resopla, mirando a la estantería directamente.
-Por favor, Miércoles, te la has abrochado mal. Dios mío, necesito un porro. Espero que quede para hacer uno.
Me miro la camisa. Está en lo cierto, mierda. Tantas emociones me habían nublado la vista.
-¿Cómo que un porro?-exclama Marco preocupado-Mamá, déjate de tonterías y no te drogues
-Me drogo si quiero-Marina empezó a gritar, después de haber golpeado la pared con toda la rabia que contenía- Llevo un día de mierda y vengo de arreglar muchas cosas y de haber revivido momentos con mi mejor amigo muerto. El cual murió por protegerme. El cual murió por quién creía que me quería lo más mínimo y decidí formar una puta familia. Una puta familia, Marco. Además, he descubierto que fue la que mandó que te matasen cuando eras pequeño por tu gran conexión con Juan y sospecho bastante, que ahora tiene que investigar Miércoles en mi cabeza, cosa que no me apetece, que provocó que nacieras antes pues, a saber qué mierda se le pasó por esa cabeza de zumbada. Así que sí, necesito un maldito porro y no me vas a quitar de ese privilegio.
Marco le corta el paso con una mirada llena de odio. Empieza a hiperventilar y sus ojos empiezan a cambiar a dorado. Empieza a echar humo por la nariz y empieza a volverse rojo. Además, por algunas partes le empiezan a salir escamas doradas.
-¡¿Cómo que mandó que me mataran?!¡¿Entonces nunca me salvó?!¡¿Fue la culpable de no haber estado contigo hasta ahora?!-empieza a gritar. Su tono de voz va cambiando con gran velocidad, habiendo pasado de grave a agudo y viceversa numerosas veces.
A Marina se le pasa el cabreo y mira fijamente a su hijo. Empieza a susurrar: "Las leyendas son ciertas". Agarra la cabeza de Marco y empieza a hablar en un idioma que desconozco. Sus ojos cambian a azul, igual que Mateo en el establo. Marco empieza a gritar mientras tanto y en su cuerpo aparecen aún más escamas. No sé que está pasando, pero no quiero que sufra, pero sé que no puedo hacer otra cosa que mirar.
Los ojos de Marina vuelven a su normalidad y se separa de él. Lo agarra en volandas como puede y lo lleva a la orilla del agua. Marco se hace una bola dorada en la orilla mientras vuelve a gritar de dolor. Marina me mira y me indica que me aleje, mientras ella lo está haciendo.
-Miércoles, se está transformando, aléjate. Lo he desbloqueado por qué si no, iba a morir explotado. Aléjate.
-¿Desbloqueado?-pregunto extrañada
En ese momento, Marco se alza y se convierte en un dragón dorado de 5 metros de alto al menos, el cuál echa humo negro desde la boca. Escupe un líquido oscuro a la orilla, algo enfadado. Es ácido, acaba de escupir ácido.
-Hay brujos muy poderosos de tierra, agua y viento que se pueden transformar también en dragones. Pasa una vez cada trescientos años. Marco es uno de ellos por lo que se ve. Eso explica porque se forzaba tanto a estar de buen humor. Pobre, Marco. Lo que tiene que haber sufrido todo este tiempo...
Yo me quedo observando al ser majestuoso en el que Marco se ha transformado. Un ser temerario, poderoso y que nadie puede parar los pies. ¿Por qué me noto aún más mojada que antes?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro