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Capítulo 38

Mateo se acerca al grupo donde Marina se haya y pone su mano encima del hombro de su amiga. Esta le mira y le sonríe. Sin embargo, en cuanto le mira bien, le cambia la cara. Marina sabe que a Mateo le pasa algo. Mateo se ha dado cuenta de esto, ahora, él sabe que ella sabe que le pasa algo. Se conocían bien, después de todo. Mateo respira hondo y le habla a la niña con una sonrisa dulce, como si nada pasara. Marina le imita y sonríe también. 

-¿Estás ya mejor? Marina es muy buena

-Sí-responde la niña-¡Muchas gracias! A veces es difícil controlarlo. 

-No pasa nada, pequeña-responde Marina con una mirada dulce-Siempre que pueda ayudar, avísame.

Los adultos y la niña se van felices, realmente satisfechos. Marina los mira con una sonrisa y después vuelve a Mateo. Cambia su cara por completo. Está preocupada. Horrorizada incluso. 

-Mateo... ¿Qué ha...?

-Amelia me ha dicho que te has inseminado-suelta Mateo, sin más

Marina abre los ojos de par en par y se mira al vientre. Suspira y vuelve a mirar a su amigo. 

-A lo mejor ni se crea el embrión, Mateo. 

-Ya lo ha hecho. ¿Por qué crees que te he puesto la mano en el hombro?

Marina parpadea varias veces y se mira el vientre. Su mirada no es emoción por ser madre. Está horrorizada. Tiene mucho miedo. 

-¿Qué?-le tiembla la voz-¿Voy a ser... madre? 

-¿Qué esperabas que pasase, Marina?-le reprocha Mateo, bastante extrañado

-No lo sé, no estaba muy convencida cuando lo hice. ¿Voy a formar una familia?-empieza a sonreír mientras dice eso-Voy a formar una familia. ¡Vas a ser tito!

Mateo tiene una cara de pocos amigos. Marina señala su vientre y sonríe, haciendo muecas como si fuera algo bueno. Mateo resopla. 

-Marina... ¿Qué hay de ir por el mundo? Ya no podemos hacerlo...

-Podemos. Con el bebé. 

-¿Y Amelia?

-Es verdad... voy a formar una familia con Amelia-abre los ojos de par en par- Podemos hablar con ella, seguro que conseguimos la manera de que...

-No va a salir, Marina. Ya he hablado con ella. 

-¿Qué? Pero, puedo hablar yo con ella. Seguro que encontramos la manera de formar una familia y cumplir nuestro sueño. Dame tiempo, seguro que se me ocurre...

Mateo abraza a Marina con fuerza. Sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Sabe que Amelia tiene razón y que no puede hacer nada por evitarlo. Miro al fantasma. Está llorando de nuevo. Esto es demasiado para mí. 

-Siempre has querido formar una familia. Tu propia familia. Yo no soy quién para quitarte eso. 

-Pero... tú también eres mi familia-los ojos de Marina empiezan a llenarse de lágrimas también-¿Por qué dices que vas a quitarme eso?

Mateo se separa y pone sus manos en las mejillas de Marina, con mucho cariño. Pone media sonrisa y apoya su frente en la frente de Marina. 

-Porque es el momento de que parta y que lo haga solo

-¿Qué?-Marina se separa de su frente. Una lágrima empieza a caer por su mejilla.-No te vayas. Dame tiempo. Seguro que se me ocurre una manera. Sé que Amelia no es partidaria, pero...

-Debo hacerlo solo, Marina. Tú debes quedarte aquí, cumplir tu ilusión de formar una familia. A los nueve meses es tiempo de agua. Tendréis unos hijos preciosos que criarás y educarás bien. Tu lugar es aquí, para mejorar las cosas desde dentro. Mi lugar es allí, para mejorar las cosas desde fuera. En el fondo siempre lo hemos sabido, querida hermana. Este es el momento que siempre hemos sabido que llegaría. 

-Pero... no quiero perderte-Marina empieza a llorar y Mateo la abraza con todas sus fuerzas

-Nunca vas a perderme

-Si te vas sí

Mateo se separa de Marina y respira hondo. Buscando una solución a lo que está diciendo su amiga. Le mira la muñeca y se mira su muñeca. Ambos tienen una pulsera igual. No me había fijado antes en ella, pero juraría que Marina la sigue llevando en la actualidad. 

Mateo toma una lágrima de Marina y la pone en su pulsera. Toma una lágrima suya y la pone en la de Marina. Empieza a susurrar mientras hace esto y las pulseras empiezan a disponer un brillo azul, que se apaga unos minutos después. 

-¿Qué acabas de hacer?

-El otro día investigando, encontré una cala. Es bonita y está alejada de todo. Luego iré y haré un conjuro, uno que prohíba el paso y que sólo puedan entrar los que tengan estas pulseras. Ese será nuestro lugar secreto. Cada vez que me necesites. Agarra la pulsera con fuerza y desea verme. Eso te teletransportará a la cala, estés donde estés. Mi pulsera se iluminará y me dará unos minutos para ir a por ti. Yo haré lo mismo si te necesito. Seguiremos en contacto, pero debe ser nuestro secreto. Una vez me vaya, es delito y puede ser peligroso para ambos. 

-Será nuestro secreto

Marina se seca sus lágrimas y sonríe de forma triste a su amigo, mientras le agarra de las mejillas. Mateo posa su frente en la de Marina y cierra los ojos. Marina también lo hace. Respiran hondo y al unísono varias veces y separan sus cabezas. Se miran fijamente a los ojos y ambos asienten con la cabeza, sabiendo que es el momento en el que se separen sus caminos. 

-Ve preparando el camino, luego iré yo y cumpliremos nuestro sueño-le susurra Marina

-No dudo de ello-susurra Mateo

Ambos se aguantan las ganas de llorar y se separan. Mateo se dispone a andar al bosque para no volver atrás. Marina se queda viendo como su amigo se marcha, lejos de su lado, con su mano en su vientre. Ahora ya no es ella, ahora, son ella y el ser que está creando. Ambos, diciéndole adiós a Mateo. 

-¿Te fuiste así, sin más y no volviste?-dije firme, recordando la información que ya tenía

-No podía ver como Marina formaba una familia con Amelia, como la controlaba... y sabía que no podía hacer nada por evitarlo. Era mejor que pensara que había desaparecido de sus vidas, y apoyar a Marina en la sombra. Ayudarla donde Amelia no podía interferir... Había estado a punto de matarla. ¿Qué era lo siguiente que podía hacer? Aunque fuera un ser horrible, Marina la quería. No podía hacerle eso. Aunque cuando nació Marco, deseé haberlo hecho. 

-¿Por qué dices eso?-contesto

-Atenta. Es la escena que viene ahora. 

Le escena cambia por completo. Aparecemos en una furgoneta grande, llena de gente desnuda fumando porros. Entre ellos, Marco. Completamente desnudo y con un porro en la mano. Miro hacia el techo, eso es bastante incómodo. 

-¿Por qué me enseñas esto?-le pregunto 

-Oh, venga, Miércoles, como si no hubieses visto una polla...-empieza a vacilar. Al ver el horro en mi rostro, abre los ojos de par en par-¿Nunca has visto una polla?

Niego con la cabeza mientras sigo mirando el techo. Él empieza a reír. 

-Bueno, la mía es una gran polla para empezar

Empieza a reír aún más. No me puedo creer que esté pasando esto. ¿Es necesario para lo que me va a contar?

-Miércoles, ahora viene, mira, aunque te tapes la polla con la mano

Intento bajar la mirada e interrumpir el paisaje con mi mano. Mateo del pasado se mira la muñeca como puede. Esta se está iluminando. A toda prisa, se levanta, se viste (gracias a dios) y sale de la caravana. Al estar fuera, coloca su mano en la pulsera y respira hondo. Se convierte en agua que cae al suelo y desaparece. Después de eso, aparecemos en una cala pequeña y cerrada, que parece más una cueva que una cala. Marina está sentada en la arena, llorando de forma desconsolada mientras tiene la mano en su vientre. 

-No está, Mateo. No está. No está. 

Mateo corre hacia su amiga y la incorpora como puede. No entiende nada y encima está algo fumado. La mira fijamente. 

-¿Qué no está?

-Marco. No está. Ya no está. 

-¿Cómo? ¿Qué ha pasado?-contesta desconcertado

-Ha nacido, Mateo

-Bueno, pero... eso es bueno... ¿no?

-Mateo-empieza a llorar a pleno pulmón-¿qué día es hoy?

Mateo se levanta y abre los ojos de par en par. Se queda pálido y paralizado mientras ve como el agua llega y se va de la cala. Se gira y mira a su compañera, amiga y hermana. Sus ojos empiezan a ponerse vidriosos. 

-Hoy es día de tierra, no de agua

-He perdido a mi hijo. Lo he perdido para siempre. 

-No, no. No es para siempre. Marina, vas a conseguir estar con tu hijo.

Mateo se abalanza a su amiga e intenta incorporarla. Marina sólo puede llorar, no puede hacer otra cosa. No tiene fuerzas para hacer otra cosa. 

-Marina, ¿ha nacido sano?

-Sí

-Pues ya está. Tienes poder suficiente para ser un alto cargo. Puedes volver a verlo. Podrás volver a verlo, estarás con él, te contará problema de chicas e incluso lo pillarás pillándose un calentón con alguna chica. Bueno, eso si le van las chicas, que elija luego él. Lo importante es que podrás ser su madre, ya verás. 

-¿Cómo lo sabes?-le grita, casi no se entiende entre tanto llanto

-Lo sé. Algo me lo dice. Ya sabes que mi intuición es muy buena, como sabía que nacería en agua... ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha nacido hoy?

-Me dolía un poco cuando me he levantado. Lo normal. Iba a avisarte para que comprobaras que todo iba bien, pero me ha pillado Amelia mal, así que he dicho. Mejor me espero, pero no se iba de mi lado. Después, me he tomado una infusión para tranquilizarme y pum, han empezado las contracciones y no paraban. No paraban, no paraban y el niño venía y no podía evitarlo. He visto cómo me lo han quitado de mis manos, Mateo. 

-¿Qué infusión te ha dado?-pregunta Mateo con cara de pocos amigos

-Ahora no es el momento para que empieces a acusar a Amelia. Sé que van por ahí los tiros. 

-Hay infusiones que provocan partos, Marina...

-¡Mateo!¡¿Puedes abrazarme y dejarme llorar en paz?!

Mateo hizo lo que Marina le pidió. Lloró desconsoladamente entre sus brazos. Mateo tiene una gran cara de enfado. Algo no le cuadra. Algo no le parece que esté bien. Al fantasma de Mateo tampoco. 

-¿Sigues creyendo que le provocó el parto?-le miro, curiosa

-Obviamente. Marina estaba muy motivada con su embarazo y con su futuro hijo. Si nacía, tendría algo propio, aunque lo criasen juntas. Es lo suficiente perversa para hacerlo. Juan la hacía mucho más feliz... 

-¿Qué tiene todo el mundo con Juan? ¿A qué te refieres?

-A la escena que viene a continuación. Debes verla. Es la diferencia entre un amor sano para Marina y uno que no lo es. 

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