Capítulo 27
Abro la puerta de habitación, respirando hondo. La habitación está vacía. Bien, necesito soledad. Ha sido un día muy largo. El atardecer entra por la ventana, los últimos rayos de Sol iluminan la habitación, haciendo que los cristales de la vidriera queden reflejados en el suelo. Es una buena estampa para reflexionar, aunque algo más tétrico estaría mejor.
Salgo y veo mi chelo apoyado en la silla. Debería guardarlo, antes de que se estropee. Aunque, he tenido un momento de necesidad y de debilidad por culpa del chelo, a lo mejor debería dejar que se estropee. No debo tener momentos de debilidad, hacia dónde me ha llevado este, no ha sido a buen puerto.
Ahora tengo a mi ex en un sótano y me ha besado uno de los seres más poderosos que conozco, el cual, no me interesa que sea mi ex. Sobre todo, porque, si todos mis exes quieren matarme, esta vez si peligra mi vida. Debería fijarme en personas que puedo matar y no pueden matarme, así me aseguraría de ser yo la poderosa. Me gusta ser la poderosa.
Cosa aparece en mi hombro, interrumpiéndome mientras pienso como vengarme del chelo. Empieza a darme toques en el hombro. Me giro y lo observo. Me está señalando la puerta.
-Hola, Miércoles, ¿podemos hablar?
Marina acaba de entrar. Normalmente, es una mujer segura, pero en este momento, anda de forma dubitativa. No tiene muy claro cuál será su próximo movimiento y su próxima frase. Observa todo y respira hondo, intentando así ubicarse.
-No has llamado a la puerta-respondo
Esta frase quita toda tensión y Marina empieza a reír, recordando el momento en el que nos conocimos. Es cierto que hacía poco de ello, pero parecía ya una eternidad. Es lo que tiene vivir en un internado.
-Gracias, lo necesitaba
-No era una broma-respondo seria
-Venga, Miércoles. No dejo de ser tu profesora, entrar sin llamar es un privilegio de profesor mundialmente reconocido-vacila mientras se acerca a mí-Además, tenemos que hablar.
-No me pillas en un buen momento-respondo y vuelvo a mirar el chelo
-Teniendo en cuenta que tengo a tu ex, el asesino que no puedes olvidar, en un sótano creado con magia en mi despacho; acabas de besar a mi hijo y me han informado de que le han declarado la guerra, justamente, al hijo que acabas de besar... Creo que sí es un buen momento
Me giro completamente a Marina. Tiene los ojos como platos mientras lo comenta. No sé si quiero hablar sobre mis dudas sentimentales con la madre de uno de ellos. La verdad es que no es algo que está dentro de mis planes. Sin embargo, la pregunta es:
-¿Cómo sabes que acabo de...?
-El amor de vida, quién prácticamente ha criado a Marco, es un fantasma. ¿Cómo de secreto crees que iba a ser? Además, habíamos hecho una apuesta, así que estaba bastante atenta.
-¿Cómo que una apuesta?
-Bueno, no vengo a hablar de eso.
Marina agita las manos, intentando así cambiar de tema. Se le nota incómoda, bastante incómoda. Demasiado.
-Te veo distinta - le digo
-No es distinta, es que, estoy a punto de tener una conversación que no quiero tener. Estoy reuniendo fuerzas, no me lo pongas difícil. Aunque tu apatía general, me ayuda bastante.
Pasa las palmas de las manos varias veces por su rostro, buscando así aclararse para hablar. No entiendo que está pasando y parece que Marina tampoco. Aunque lo sepa, no significa que lo entienda. No tiene esa seguridad que la caracteriza ni esa habilidad resolutiva.
-¿Qué pasa?
-Amelia me ha regañado porque dice que me he pasado contigo y que tengo la culpa de que ahora tenga a Tyler en mi despacho. También, me ha obligado a venir a pedirte disculpas. Te aviso, que no se me da bien.
Marina respira aliviada tras decir esto. Se ha quitado un peso de encima.
-¿Te ha obligado? Cada día me cae mejor
-Bueno, ¿aceptas mis disculpas antes de empezar a contarte lo que realmente quiero hablar contigo? Esta situación me incomoda un poco.
-Entonces, no acabemos todavía
Hago una leve mueca, indicando que estoy disfrutando con su sufrimiento. Marina suspira ante este comentario.
-Esto me pasa por trabajar con adolescentes. A ver. ¿Qué nivel de "comentario fuera de lugar" fue para ti el comentario sobre Tyler? Para disculparme mejor y de la forma adecuada.
Me quedo observándola, fijamente. ¿En serio quiere saber el nivel de daño que me ha hecho? ¿Y daño emocional? No voy a permitir que nadie sepa eso. Bastante debilidad he mostrado hoy, no voy a mostrar más.
-No me ha afectado nada
-Entonces, ¿por qué tengo a Tyler en mi despacho?
Le miro fijamente, sin responder nada. Simplemente, la observo. No voy a mostrar debilidad, he dicho. Por lo tanto, no voy a contestar. Sólo mirarla.
Después de un rato así, Marina parpadea varias veces, esperando una respuesta. Puede parpadear lo que quiera, no voy a responder. No voy a mostrar debilidad.
-¿Te da igual Tyler? Entonces... ¿puedo matarlo? Porque está siendo un grano en el culo tenerlo ahí. Además, ¿qué se supone que debo decir si me preguntan?
-Ni se te ocurra hacerlo-contesto inmediatamente, sin ningún tiempo para razonar
-Ajá, pillada
Marina sonríe de oreja a oreja mientras dice esto. Yo la fulmino con la mirada. No me gusta hacia donde se dirige esto.
-¿Cómo que pillada?
-No te da igual Tyler. Por lo tanto, te he ofendido.
Vuelvo a mirarla fijamente.
-No te hagas la dura y díselo todo a la psicóloga Marina.
Marina extiende su brazo derecho y con el izquierdo me indica que vaya hacia su brazo extendido. Tiene una sonrisa vacilona mientras hace esto. No sé si quiere ayudar o no, pero la sensación que tengo es que quiere reírse de mí y de mis emociones. Es por esto, que no me gusta tener emociones.
-Mis psicólogos suelen morir, ¿estás segura de que quieres ser mi psicóloga?
-Yo soy tu psicóloga, y tú mi vidente. Yo lo veo bien. Así estamos en paz. Aunque bueno, ya soy tu profesora. Seguro que así doy mejor las clases, conociendo a fondo mis alumnos.
Marina ha dejado de tener un brazo extendido para tener ambos. No me gusta esta Marina, demasiado emocional. No sé quién le ha enseñado a pedir disculpas, pero realmente, se le da horrible.
-¿Sólo has venido aquí para esto o vienes a contarme algo que realmente me interese?
Marina parpadea varias veces y baja los brazos. Resopla y mira a su alrededor, buscando así una respuesta, o alguna forma de responder a la pregunta. Mira al exterior, ya es prácticamente de noche. Resopla y se gira a mí, con mirada firme y sin ningún espacio para el error. Por fin la Marina que me gusta.
-Vengo a disculparme porque voy a volver a separarlo de ti. En mi despacho no es bueno para nadie. Ni para ti ni para él. Me siento responsable de lo que ha pasado y de lo que va a pasar después.
-¿Cómo que después? ¿Qué vas a hacerle?
-Voy a llevarle a las islas de los Hyde. Necesita ayuda de verdad, Miércoles, ayuda que sólo le pueden dar los suyos. Uno de los poblados de agua vive cerca de las islas y tienen varias alianzas. Tienen todo lo necesario para curarlo. Hasta que no esté curado, sólo querrá matarte. Es un peligro tenerlo aquí.
-¿Qué? ¿Va a desaparecer... otra vez?
Un dolor en el pecho aparece. Trago saliva, intentando que no se note. Marina suspira antes de seguir contestando.
-Miércoles... Siento decirte esto, pero él no te quiere. Le metieron en la cabeza utilizarte para conseguir un objetivo. Es cierto que te pilló algo de cariño, pero... no te quiere. Amedio se ha metido en su cabeza para saber cómo de grave era y... eso era lo que había en su cabeza. Necesita ayuda, Miércoles... y esa ayuda, no eres tú. Si realmente te importa, debes dejarlo ir. Es lo que realmente conseguirá que sea feliz.
Una oleada de emociones corre mi cuerpo y mis manos empiezan a temblar. Noto como me duele la garganta. Me tiemblan las piernas, ¿por qué me tiemblan las piernas? ¿Qué está pasando? Tengo ganas de vomitar cuando yo nunca tengo ganas de vomitar. Me pesan los ojos demasiado. No me gusta esta sensación. No me gusta.
-Mierda, he vuelto a ser muy dura. Miércoles, lo siento.
Empieza a decir algo, pero no la escucho. No escucho nada. Sólo estoy atrapada en mis pensamientos que dicen una y otra vez: "No te quiere". Quiero caerme al suelo y no volver a levantarme. Ridícula. Eso es lo que soy. Altamente ridícula. ¿Todo eso y no siente nada? ¿Cómo puede no sentir nada?
Salgo de ese bucle al notar un abrazo. Marina me está abrazando. No me gustan los abrazos, pero ese, por algún extraño motivo, lo estoy apreciando. Me gusta, me ayuda a no caerme y simplemente llorar. Odio llorar en público, pero me está sentando bien. Abrazo más a Marina y lloro más aún. No sé qué me entristece más, no sé ya por qué lloro. Sólo sé que llevo un mal día, que tengo muchas cosas en la cabeza y que sólo sé que no me quiere. Sólo quiso asesinarme cuando yo quería lo mejor para él. Sólo quiso asesinar a mi mejor amiga cuando yo quiero lo mejor para él. Dios, Enid. ¿Cómo le va a sentar que haya traído a Tyler?
-¿Enid lo sabe?-pregunto
-No, sólo mis amigos, Marco y tú. Todavía no se lo he dicho a Alberto.
-Llévatelo antes de que se enteren.
-¿Estás segura?
-O te lo llevas, o lo mato. Elige.
-Esa es mi Miércoles
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