Lo que el hielo ocultó: aturde.
Capítulo 14
Lo que el hielo ocultó: aturde.
Contenía la respiración hasta que mi subconsciente avisó a mis pulmones que necesitaba respirar. Me reí. Él sonrió sin mostrar los dientes al ver mi derrota.
La puerta de su consultorio sonó y me levanté de su regazo, alisé mi uniforme y tomé mi mochila.
—Nos vemos después.
Él estaba sonriendo mientras se pasaba la mano por la barbilla.
—Está bien.
Abrí la puerta y la recepcionista avisó que había llegado la paciente vip que él había estado esperando. Salí mientras la mujer con gafas y apósitos en la nariz entraba al consultorio.
Era una mujer muy mayor, como de cincuenta años, que de lejos se veía era una mujer acomodada por su forma de caminar y su actitud. Me costaba adivinar qué era real en ella y que no.
Él trabajo de Roger era cambiar a las personas, transformarlas en algo que no eran para que fueran felices. Modificar sus cuerpos, sus rostros, las cosas que no le agradaban de ellos. Él era bueno en eso, y tenía su carrera exitosa por delante. Prestigiado. No puedo creer que alguna vez sentí tener suerte por estar con él, por ser su pareja.
Llegué a casa temprano, era lunes y me tocaba cocinar. Cuando entré a la cocina ya había comida hecha encima del desayunador.
—Te traje un poco del pavo que cocinó Herman para mí. Hoy solo tuvimos medio día de trabajo.
Asentí mientras buscaba un cubierto para probar el pavo. Ella estaba detrás de mí.
—Dios mío Lauren, el jueves no dormí hasta las seis de la mañana esperando por ti, ¿por qué me asustas de esa forma?, ¿te molestaba tanto llamarme y decirme que pasarías la noche afuera?
—Lo siento.
Cerró los ojos, y luego los abrió y se acercó a mí para envolverme en sus brazos.
—Lauren las cosas han cambiado tanto. —Acariciaba mi cabello—. Casi no te veo en toda la semana, me estaba preguntado si el cambio te había hecho bien, si extrañas Friburgo.
—No extraño a Friburgo.
Me soltó y me agarró la cara.
—¿Segura?
—Segura.
—¿Ya te acostumbraste a las personas de aquí y todo?
—Sí, me acostumbré a aquí y a las personas de aquí y todo. —Le sonreí.
○
El día en que se cumplía ocho días de haber visto el conejo, volví al lago. Estaba abrigada, pero ligeramente. La noche andaba fresca, con mucho viento y pocas estrellas.
Mientras andaba por el sendero y el sol se ocultaba escuchaba unos golpes con pequeños intervalos de tiempo entre sí. Al llegar al lago una silueta gris se agachaba y se levantaba al compás de los sonidos de un martillo golpeando el hielo. Fruncí el ceño.
—¡Oye, Tania, Vladi!, ya basta, ¿por qué destruyen mi pista de hielo? —Voceé indignada.
La silueta se volteó. Un conejo gris con cara de confundido, diferente al blanco de la otra vez. Soltó el martillo a un lado y caminó hacia mí a paso lento. Yo retrocedí.
—¿Tania? —pregunté en voz baja—, ¿Vladi?
A unos cuantos pasos de mi extendió su mano.
—¿Por qué destruyes mi pista de hielo?
No me respondió pero seguía caminando hacia mí. Saqué mi mano de dentro de mi mochila y clavé mi patín en su hombro izquierdo. El patín atravesó su disfraz de conejo y la persona dentro gritó de dolor.
Era un hombre, por la voz.
No recogí mi patín cuando se lo arrancó del hombro ni le pregunté si se encontraba bien, corrí de allí a casa, en cualquiera de los casos yo era quien estaba en desventaja.
○
El conejo gris tomó el martillo y me golpeó con él. Todo negro después.
Entonces desperté, asustada. Estaba en medio de la oscuridad de mi cuarto que a la vez era el lugar donde estaba a salvo.
Me levanté con mi sabana cubriéndome y caminé a la habitación de mi mamá. Me acurruqué en su cama. Ella estaba despierta haciendo unas cuentas para el trabajo, más no me dijo nada.
Traté de tranquilizarme, todo había sido solo un sueño, una pesadilla por mi sentimiento de culpabilidad al enterrarle el filo del patín en el hombro a ese conejo.
○
Roger tenía las manos realmente calientes y reconfortantes, aunque no podía decidir cuál de las dos sensaciones eran mejores; él de sus manos en mi cara o el de sus labios en los míos, pero me daban cosquillas, o no sé si eran las hormigas en mis rodillas.
—Ya basta. —Lo detuve.
—Está bien. —Me soltó, volvió a cambiar el canal de televisión—. ¿Ahora sí?
—Sí. —Asentí mientras quitaba su camisa en silencio. Él me volvió a besar, y yo le agarré el rostro esta vez.
—Dime algo, —Solté la respiración—, ¿No puedes tener hijos?
Negó lentamente, mirándome a los ojos.
Sus manos en mi cintura me hicieron cosquillas, y sus labios volvieron a los míos.
—Te dije ya basta. —Pedí en voz ahogada. Volví a respirar profundo—. ¿Por qué?
—Cosas que pasan.
Acaricié su abdomen con ambas manos mientras dejaba besos en su cuello, sus hombros, hasta llegar a su mano y besarla.
—Me encantas. —Dejé un beso ruidoso en su mano derecha y seguí observándola, la tomé y la bajé por mi vientre hasta dentro de mis pantalones. Cerré los ojos ante la sensación.
Un recuerdo, parecido a un relámpago, vino a mí, y dejé de mover mi cuerpo contra la mano de Roger.
—Roger vi un conejo extraño. —Él dejó de besarme el cuello y quitó su mano para ponerla en mi cintura.
—¿Un conejo Lauren?
—Eh sí, en un lago, creo haberlo visto, dos veces, una amiga dice que fue una visión, yo tuve una pesadillas hace unos días también. Es un poco espeluznante.
—¿Y dónde los viste?
—En un lago, Lago Cisne, ¿lo conoces?
—Claro, nací aquí. ¿Qué hacías allá?
—Voy a patinar allá algunas veces. Y me quedé hasta tarde ese día. La segunda vez volví y era uno diferente.
—¿Diferente?
—Sí.
—¿Y qué hiciste?
—Le clavé uno de mis patines. No he vuelto porque tengo miedo.
—¿Un patín?
—El filo del patín, —Toqué con mis dedos su pecho derecho—, aquí. —Su piel allí estaba lisa y sana, sin ninguna contusión o daño. Entonces, la sospecha de que podría haber sido él, la pequeña sospecha, desapareció por completo.
Él acarició mi cabello y después sus manos se quedaron en la parte baja de mi cabeza.
—Tan bonita —respiró profundo mientras agarraba uno de mis labios con su boca, respiré en la de él, perdiendo el aliento. Fue la primera vez que me llamó bonita—, seguro tenías mucha hambre, vamos, tú eres más inteligente que eso, ¿no creerás que fue verdad?
No le respondí.
—¿Lauren?
—¿Sí? —Yo tenía los ojos cerrados—. Dejé mi patín clavado en su hombro... era real.
—¿Puedo? —Ambas manos suyas estaban en mis caderas, tocando el borde de mi pantalón. Abrí los ojos lentamente para asentir.
○
Sí desperté junto a él, pero estaba vestido, alistándose para irse a trabajar. Le silbé para que se diera cuenta de que estaba despierta.
—Buenos días, bonita.
Sonreí pensando que sí, realmente era bonita e inteligente como para creerme que vería un conejo en medio de ese bosque. Y quizás un poco neurótica como para dejar un patín allí, creyendo que se lo había clavado a Tania o a Vladi como venganza por quererme asustar.
—Buenos días Roger.
Se levantó de la cama.
—Prepararé un desayuno, alístate para llevarte a casa.
Era muy temprano en la mañana, como las cinco. Mis parpados pesaban del sueño y realmente no quería levantarme. Me volteé para quedar bocarriba y mirar al techo.
—¿Roger?
—¿Sí?
—¿A qué edad te casaste?
—A los veintitrés.
—¿Y ella tenía tu edad?
—Un año menos, Lauren, ¿por qué te interesa tanto ella?
Me alcé de hombros apartando la mirada del techo, y lo miré.
—Por nada.
Roger se movió y tomó su celular de la mesita de noche.
—Date prisa. —Me pidió.
○
Roger y yo estábamos en un festival de cerveza que duraba toda una semana. En medio de la plaza había unas mujeres voluptuosas bailando encima de un escenario y había varios barriles dando cerveza gratis. Eran las seis de la tarde, y el sol había aparecido aunque aún había nieve.
Rosemary me saludó de la nada. Y después lo hizo Albert, a quien tenía mucho tiempo no veía, y su novia. Vladi no me saludó, pero cuando Vid llegó hacia donde estábamos me tomó la cara y me besó. Y yo me perdí por unos segundos completamente.
De pronto, cuando abrí los ojos, Vid estaba en el suelo con la boca ensangrentada, incluyendo los dientes cubiertos de sangre, luciendo confundido mientras miraba su mano sucia del líquido espeso. Rosemary, Albert, y su novia miraban atónitos a Roger, y Vladi me miró a mí antes de bajarse a ayudar a Vid.
Todo eso paso en cuestión de segundos, porque no pude ni siquiera hablar. Roger agarró mi brazo y me llevaba hacia donde habíamos parqueado su camioneta.
Nos detuvimos en el lado del copiloto. Alcé la vista y entonces Roger empuñó su mano y me golpeó en la nariz con toda la fuerza que tenía, con la misma fuerza que de seguro golpeó a Vid. El golpe me dejó tan aturdida que ni siquiera me dolía en un principio, no caí al suelo porque su brazo me sujetaba y después me empujó hacia dentro de su camioneta. Aun allí subida, y con ella en marcha, no podía pensar con claridad que estaba ocurriendo.
Entonces, poco a poco, mi nariz se empezó a calentar y el dolor a esparcirse. Un dolor tan fuerte y molestoso que los ojos se me aguaron y mi mente por fin se esclareció para darme cuenta que la causa de mi dolor estaba a mi lado conduciendo. Que Roger Bernard me había golpeado y había golpeado a mi amigo. Me quejé al sentir algo correr por mi nariz. Me tragué el dolor y las ganas de llorar, él me había golpeado y yo no quería darle el gusto de llorarle a él.
La camioneta se detuvo, Roger echó mi asiento hacia detrás, y alzó mi quijada. Sacó un pañuelo de una gaveta de la camioneta para limpiarme la sangre. Yo cerré los ojos ante el dolor, y perdí la lucha, una lágrima se me escapó por la esquina del ojo, y empecé a llorar.
○
En la escuela tenía mucho apuro de mirar a Rosemary a la cara. Ni quería aclararle nada de lo que había ocurrido porque aun sabía que era mi culpa. Sin embargo ella no se apartó de mí, a la hora de receso se sentó a mi lado aunque no cruzamos palabras en todo los veinte minutos. De igual forma a la hora de salida caminó a mi lado hasta el portón de la salida, y después de observarme no responderle la mirada, se marchó en el auto de su novio.
Roger me llevo a un bar que se encontraba al otro extremo de la ciudad. El golpe estaba muy reciente, unos días atrás, así que estaba un poco sensible y resentida. Incluso me había dejado el cabello suelto para que sea más difícil fijarse en mi cara, en la escuela y a mi mamá les había dicho que me caí y me había golpeado con una barandilla de metal en la calle.
Ellos me creyeron; al menos nadie indagó demasiado como para que llegara al punto de hacer que me desmoronara a llorar.
Cuando salimos del bar me llevo a caminar por la calle, con mi mano en su mano, mi rostro mirando hacia abajo. De pronto sentí que no podía fingir más que todo estaba bien, que no me había dolido, que todo estaba claro.
Me detuve y la mano de Roger me halaba suavemente para que siguiera caminando, como no lo hacía, él volteó a mirarme, acarició con su palma derecha mi cara.
—Ya pasó.
Asentí.
—Roger, perdón, pero... —Cerré los ojos—, no es lo que pensabas.
El quitó mi cabello de la cara y me observó. Yo estaba esperando sus disculpas por golpearme en la nariz, pero cuando veía sus ojos era como si sintiera que él no recordaba haberme agredido, como si esa situación nunca hubiera pasado. En sus ojos no había culpa como la había en los míos. No había remordimiento o dolor. Era como si me estuviera mirando y estuviera pensando que era una cita normal y que ambos la estábamos pasando bien.
—Ya, ya —susurró.
Yo cerré los ojos y dejé que me abrazara. Más o menos un abrazo, sus manos ambas estaban en mi cintura y su cara descansaba en mi cuello, con su respiración calentando mi cuello y calmando mis nervios porque mi corazón latía rápido. Las personas nos pasaban por el lado pero no se detenían a mirarnos, estábamos allí en medio de una acera, en una noche de invierno, tranquilos, en esa clase de abrazo. Intentando, de alguna forma enferma, empezar de nuevo y olvidar lo que había ocurrido.
Pero me fue imposible. Después de ese día me alejé mucho de Roger. Estaba en una completa desilusión y me sentía muy decaída. Él seguía buscándome, y me enviaba regalos a la casa, pero yo estaba muy ocupada ocultando el moretón en mi nariz como para hacerle caso.
Le odiaba tanto por golpearme. Le odiaba tanto por actuar sin culpabilidad, como si no recordara lo que había ocurrido. Le odiaba tanto, tanto, con todas mis fuerzas. Quería golpearlo también. Quería vengarme.
Pero entonces con el paso de marzo ante nuestros ojos las cosas fueron cambiando drásticamente.
Súbitamente en la casa había una mudanza, poco a poco mi mamá llevaba su ropa a la casa de Herman y vendía los trastes que teníamos. Observé como mi segundo hogar en toda mi vida se quedaba sin vida y solo quedaba la nevera, la estufa, el sofá, y nuestras camas.
Mi mamá me había contado a mitad de marzo que nos iríamos a vivir con Herman. Él tenía un hijo de siete años de edad que lo visitaba los fines de semana y que podía usar la habitación de él y, compartirla cuando él volviera, en lo que Herman acondicionaba mi habitación en su casa. Yo aun así no quería mudarme lejos de Roger.
Rosemary visitaba mi casa vacía, junto a Tania. Pero los chicos no.
—Quiero que termine con él. —Rosemary me pedía.
—No Rosemary, yo me lo busqué, sabía que pasaría. Yo no podía engañarlo en su cara. Y él no me ha hecho daño, parece como si eso nunca hubiese ocurrido.
—¿Acaso lo amas? —Me preguntaba Tania.
Pero yo no amaba a Roger Bernard todavía.
—Lo quiero tanto.
—¿Ha seguido viéndolo?
Entonces yo asentía un poco avergonzada.
Porque lo seguí viendo después de dos semanas de evitarlo. Yo lo perdoné. Lo perdoné y me sentía libre de no mantenerle rencor. Y él me encantaba, y solía amanecer en su pent-house varias noches porque me negaba a ir a la casa Herman.
El golpe parecía haberse enterrado en el pasado, pero nada se entierra sino se descubre por completo. Debí haberlo sabido.
Una tarde cuando compraba galletas en el mercado que se encontraba en el centro de la ciudad con Tania, Vladi y Vid aparecieron.
Vid se puso nervioso, y Vladi me ignoró de la manera más cruel.
Nunca le pedí disculpas por que mi pareja le había golpeado, aunque sabía que era lo debido. Rosemary tampoco me comunicó si había tenido recaída o algo, porque me dijo cordialmente que no era mi asunto.
Rosemary nunca cambió su actitud conmigo. Aunque debió de hacerlo, sí al menos hubiese cambiado su actitud yo lo hubiese notado; que todo andaba mal y que debía cambiar yo también.
Mamá dejó de preocuparse por hacia donde me dirigía cada vez que salía, porque estaba muy ocupada con asentarse a la nueva casa, que no era totalmente oficial porque mi habitación seguía en la vieja casa. Ella estaba estable, pero su hija, yo, no lo estaba.
Vladi me aborrecía más, cada vez que me veía con Rosemary o que la recogía en la escuela podía percibirlo. Yo no paraba de preguntarme si me aborrecía porque Vid había sido golpeado por mi culpa o porque le había clavado mi patín en el hombro mientras trataba de asustarme vestido de conejo. Yo quería comprobar la herida en su hombro, pero francamente, ¿Cómo le hacía para pedirle, hey, quiero ver tu torso desnudo? Sería, en todos los sentidos, inapropiado.
De igual forma no era ya tan importante, olvidé a Lago Cisne por todo ese tiempo. Me hice la idea de que, si era falso o no el conejo, no importaba, no valía la pena arriesgar la vida por patinar en hielo. Desde que a mi casa llegó la carta de expulsión de la academia de patinaje debí haberme rendido, desde que mi foto y mi lugar de honor junto al de Kristal fueron quitados de la página oficial de la academia debí saber que nunca más podría patinar como un sueño. Que mi futuro se había perdido por completo, y que después de que terminara la escuela, ¿Qué me quedaba?
Yo dejé de patinar en el Lago Cisne, no solo por el conejo, sino por el cambio de estación que poco a poco venia, el arroyo debajo del puente que estaba cerca de la cafetería a la que Roger me llevaba los sábados en la mañana se estaba descongelado poco a poco.
El invierno terminaba, y mi pesadilla empezaba.
No sé en qué momento me enamoré de verdad, en que momento el sentimiento creció así. Que lo sentía dentro de mí, en mi corazón. ¿Cómo confundí el sentimiento de enamorarse con el sentimiento del miedo? La verdad es que los dos se sentían tan iguales.
*-*-*-*-*-*-*-*-*
Gracias por leer.
No se olviden de votar y dejar su opinión debajo.
Como pueden ver, aquí es donde esta historia cambia su rumbo. Y bueno, me gusta la forma en que está construido lo que viene y todo lo demás. Creo que los sentimientos de Lauren no pudieron ser mejores expresados, y los que leen esta historia por primera vez no puedo esperar a que continúen leyendo.
Gracias de nuevo, y besos.♥
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