70 - 'Sofocante'
— Aquí tiene señor — dijo la mujer de la caja mientras le entregaba una bolsa con preservativos y cigarillos a aquel sujeto que ocultaba su identidad con una capucha de color negro, debía hacer eso siempre que quería escabullirse por la ciudad sin que su "novio" lo supiera.
— Se lo agradezco — dijo para darse vuelta y salir de aquella tienda que quedaba muy lejos del centro de la ciudad, sitio al que ambos fueron en el auto de Jessie (el cual le pertenecía al entrenador, pero se lo prestó para que el chico pudiera trasladarse sin problemas).
— ¿Listo? — preguntó al ver a Haze salir de la tienda con la bolsa de compras, frunciendo el ceño al ver cómo este pasaba junto a él sin dirigirle la mirada ni responder a sus palabras, solo se subió a su auto sin más, cosa que hizo a Jessie suspirar con algo de frustración — Fantástico.
Se subió al auto igualmente para empezar a conducir hacía el sitio en el que se estaba quedando, mirando de reojo cómo Haze sacaba unos cigarrillos de la bolsa y encendía uno sin más, ver esto le hizo fruncir el ceño y mirarlo con absoluta seriedad.
Estiró su mano hacía él para arrancarle el cigarrillo y arrojarlo por la ventana del auto, cosa que hizo a Haze reír incrédulamente mientras arrugaba el entrecejo.
— ¡¿Qué carajo te pasa?!
— ¿Ahora también fumas?
— ¿Sabes? es muy hipócrita que me reproches por fumar, ¡sobre todo considerando que tú eres una maldita chimenea ambulante!
— Dejé de fumar hace dos años — respondió en seco, logrando que Haze le mirara algo asombrado y dudoso.
— ... ¿Enserio?
— Sé que no crees nada de lo que te digo, pero te estoy hablando enserio.
Aquellas palabras le hicieron sentir una rara molestia en el pecho, "eso explica porqué no hueles a nicotina" pensó mientras se mordía el labio inferior y miraba hacía otro lado con seriedad.
— ¿Qué te llevó a dejarlo?
— Si te lo digo no vas a creerme — murmuró mirando atentamente el camino, y luego de unos segundos en silencio, admitió — Fuiste tú.
— Jaj, ¿yo eh? ¿dejaste de fumar por culpa del chico al que abandonaste?
— Haze yo no— trató de hablar, pero la voz ajena le interrumpió en seco.
— Cállate, Dalton — renegó de mala gana para cruzarse de brazos y mirar hacía la ventana del auto con soberbia — Me importa un comino tus razones, es inexcusable lo que me hiciste.
Tragó hondo al escuchar eso, suspirando con pesar mientras apretaba el volante del auto con ambas manos.
— Tienes toda la razón — admitió sin quitar la mirada del camino, mientras Haze le miraba de reojo con curiosidad y algo de recelo, pero luego de un rato volvió a fijar la mirada en el camino, ignorando totalmente al sujeto junto a él, y no volviendo a pronunciar una sola palabra en lo que quedaba de camino.
-
Miraba con detenimiento aquel empaque entre sus dedos, la noche anterior creyó que sería cosa de una sola vez, pero ahora lo estaba repitiendo, ¿qué pretendía con eso? era descuidado de su parte acceder a un intercambio descuidado de esa naturaleza, tenían demasiados problemas encima para jugar a que nada más importaba, aunque tal vez en el fondo, realmente nada les importaba, solo les importaba estar el uno con el otro, a pesar de odiarse indirectamente.
— Lamento la demora, quería lavarme el cabello primero — decía mientras salía del baño totalmente desnudo, usando una toalla para secarse el cabello. Apenas le escuchó, Jessie volteó para ver al recién llegado con curiosidad — ¿Listo?
— Claro — murmuró poniéndose de pie para ir hacía él, mientras Haze dejaba de lado la toalla y jugueteaba un poco con su cabello, cosa que llamó la atención de Jessie — Te lo dejaste crecer.
— Y tú te lo cortaste — dijo con algo de desdén, logrando que Jessie riera por debajo mientras alzaba uno de sus mechones rojizos.
— Me molestaban mucho en el trabajo por él.
— ¿Trabajabas? — preguntó, se arrepintió al segundo de haberlo hecho, no quería saber nada de la vida de Jessie mientras estuvieron separados, no quería parecer interesado, y por sobre todo, no quería indagar en algo que le causó tanto sufrimiento por años.
— Así es — admitió acariciando el cuello ajeno con sutileza — Era vendedor en un supermercado, muy aburrido y demandante, pero era mejor que oler grasa de auto y levantar sacos de cemento.
— Sí... imagino que fue mucho mejor que tu miserable vida aquí — renegó mirando a otro lado con seriedad, aunque le tomó por sorpresa sentir unos besos en su mejilla.
— Malinterpretas mis palabras — susurró pasando sus manos lentamente por los glúteos ajenos, cosa que hizo a Haze jadear sutilmente, sorprendiendo a Jessie — Hey, aún no te hago nada, ¿porqué pareces tan nervioso?
— Cierra la boca — reclamó con molestia — S-Solo empieza ya y cállate.
— Bien — murmuró empujándole lentamente en la cama para ponerse sobre él — Solo trata de no hacer ruido, el entrenador Peters me regañó esta mañana por tus quejidos.
— Te dije que fuéramos a un hotel.
— ¿Llevar al hijo del alcalde a un hotel de mala muerte? ni loco — murmuró mientras empezaba a besar el pecho ajeno lentamente, sacándole sutiles jadeos de placer y desesperación a Haze, quien miraba fijamente al techo tratando de poner su mente en blanco, aunque lo menos que podía era estar tranquilo y concentrarse al 100% en lo que estaba haciendo, todo por culpa de lo ansioso y nervioso que le hacían sentir los mil y un pensamientos sobre la vida de Jessie en esos últimos años, y sobre su propia vida, junto a ese hombre al que odiaba, pero del que no podía desligarse.
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— ¡¿Haze?! ¡¿Shun?! — clamaba mirando los alrededores del campo con preocupación, hasta que llegó a las escaleras y miró dudoso cómo estaba Shun sentado en estas mismas, con cara de afligido y el rostro algo húmedo — ¡Shun, ahí estás!
— ¿Cómo te fue, Quincy? — preguntó con la voz algo apagada, mientras su amigo se acercaba a él para sentarse frente a él y mirarle con preocupación.
— ¿Shun qué te sucedió? ¿d-dónde está Haze?
— No tengo idea — admitió alzando los hombros y mirando a Quincy con cinismo penoso — Solo sé que me odia.
— ¿Te odia? ¿porqué?
— Fui muy duro con él, Quin; todo por culpa de Jessie Dalton.
— ¿Él se les acercó?
— No, pero le recalqué a Haze que aún sentía cosas por él, le dí en la llaga, Quincy, ¿qué amigo te hace algo así?
— Oh Shun.
— Lo peor de todo es que... él... g-gran parte de su sufrimiento se debe a mí, Quincy.
— ¿A ti? ¿de qué estás hablando? — el gótico estuvo a punto de hablar, pero oír cómo resonaba de repente su celular, le hizo jadear con preocupación, y mirar con horror el identificador de llamada, al leer quién era la persona que le estaba contactando.
— Es Dick — dijo con pavor — ¡¿Q-Qué le decimos?!
— ¡¿D-Dónde está Haze?!
— ¡N-No lo sé! — jadeó cubriendo el objeto en su pecho mientras pensaba qué hacer — D-Digamos que estamos en tu casa.
— ¡¿Otra vez?!
— ¡¿Tienes otra idea?! — clamó bruscamente para hacerle un gesto de silencio, y acto seguido, contestó el teléfono tratando de sonar sereno y confiado — ¡Hola Dick! ¿Qué tal todo?
— No sé si has visto la hora, Shun, pero hace horas que terminó el horario escolar, y Haze aún no está en casa conmigo.
— S-Sí ehhh... m-mañana tenemos parcial, y-y estamos estudiando en casa de Quincy.
— ¿Parcial? — preguntó con recelo, logrando que Shun tragar en seco ocn preocupación — Él no me dijo nada de eso.
— E-Es que... y-ya sabes cómo es Haze de distraído, estos estudiantes de arte son muy atolondrados — trató de sonar confiado y de desviar la atención ajena, pero con ver la cara abrumada de Quincy, le quedaba claro que no estaba haciendo las cosas bien.
— Mh, pásame a Haze, Shun — dichas palabras le hicieron tragar en seco con preocupación.
— S-Sasha no puede contestar ahora, e-está en el baño.
— Que deje de hacer lo que está haciendo y me conteste el celular.
— ¡P-Perdone señor Jenkins! — clamó Quincy para tomar el celular y hablar él, ya que al ver la cara abrumada de Shun, sintió que debía interceder para aligerar la situación — ¡Haze comió mucha pizza, y-y francamente ninguno quiere entrar al baño mientras él está ahí, se nota que el olor será espantoso!
El sujeto castaño gruñó con molestia al oír tales palabras.
— Como sea, díganle que me llame apenas tenga tiempo, que no se olvide que tiene responsabilidades y deberes que atender.
— ¡D-Desde luego, le damos el mensaje! — en cuanto dijo esto, colgó de golpe el teléfono para devolvérselo a Shun y verle con preocupación — Haze está en problemas...
— ¡Agh, maldita seaa! — gruñó mientras cubría su rostro con su mano — ¡Ese maldito estúpido! ¡quién sabe dónde mierda se metió por todo lo que le dije!
— Shun, ¿porqué dices que es tu culpa lo que le pasa a Haze? — preguntó con algo de seriedad, logrando que su amigo chasqueara la lengua y le mirara a los ojos con pesar.
— Dick... Y-Yo... D-Dick— trató de hablar con franqueza, pero sabía que lo odiarían por eso, así que prefirió decir una verdad a medias, que al menos le bastaría para tener un día más de vida con sus amigos — D-Dick me exige que le diga siempre dónde está Haze, con quién está, y qué está haciendo; Haze se siente asfixiado y vigilado por mi culpa.
— Ay Shun — jadeó algo apenado — P-Pero pudiste ser franco con Haze, sabes que él no te odiaría por algo así.
— Pero él añora tanto ser libre, Quincy, y por mi culpa no lo es, ¿quién aceptaría algo así?
— Haze es nuestro amigo, Shun; nos perdonaría ante cualquier cosa — insistió mientras tomaba los hombros ajenos y le sonreía de lado con tranquilidad, sonrisa a la que Shun correspondió, pero en su interior crecía una ansiedad y una preocupación aterradora, tan solo de pensar en lo que podría hacer ese sujeto canoso cuando tuviera a Haze frente a él al día siguiente.
-
— ¡¡Ahh, a-ahh, m-más rápido!! — gritaba enloquecido ante las bruscas embestidas que daban contra su cuerpo, mirando fijamente el techo de aquella habitación, mientras Jessie se movía de una manera bestial encima suyo — ¡¡Agh, ah, a-ahí!!
— Ch-Cherry — gimió por debajo mientras hundía su cara en una almohada para evitar morder con fuerza el cuello ajeno, al principio creyó que le sería fácil tener sexo sin morderlo, pero a mitad de la sesión le invadieron unas granas atroces de morder cada rincón de la fina piel de su "novio".
— ¡¡Agh, m-más, d-dame más!!
— Si te sigo-mgh — gruñó mordiendo la almohada, mientras Haze hundía su cara en el hombro ajeno — S-Si te doy más rápido te haré sangrar.
— Mierda — chilló apartando a Jessie de él para verle a los ojos con deseo absoluto, mirada que hizo a Jessie jadear sutilmente, y acto seguido, tomó las piernas ajenas para separarlas de golpe y empezar con un vaivén mucho más tosco, que hizo a Haze gritar bruscamente.
— ¡¡Ahh, a-ahh, J-Jessie!!
— Ven acá — gruñó para jalarle de los brazos y cargarlo con fuerza, prosiguiendo con aquel vaivén brusco que le hacía ambos gemir por igual.
— ¡Ah! — gimieron al unísono mientras se miraban a los ojos con una intensidad única, una intensidad digna de dos almas que fueron hechas para estar juntas, a pesar de que la vida se había dedicado a separarlos y les había obligado a odiarse como si de dos enemigos naturales se tratasen.
Cada uno volteó la mirada en direcciones opuestas luego de aquel momentáneo cruce de miradas, que fue lo suficientemente intenso para tocar fibras que seguían doliendo a ambos por igual.
— ¡Ah, a-ahh! — chilló arañando la espalda ajena sin vergüenza alguna, al principio lo hizo de manera inconsciente, aunque luego de un rato lo hizo de manera más brusca e intensional, haciendo a Jessie gruñir de placer.
— ¡Agh mierda! — clamó echando la cabeza hacía atrás, jadeando al sentir cómo le besaban y mordían el cuello sin pudor alguno — ¡Ah! ¿y-y tu maldita regla de no dejar marcas?
— Solo marco territorio — murmuró hincándole los dientes al pelirrojo, cosa que le hizo jadeando con desespero y aumentar la velocidad de sus movimientos, logrando que tanto él como Haze llegaran de golpe al clímax, y que gritaran bruscamente mientras el orgasmo les afectaba por igual.
— Ay Haze — susurró sintiendo los últimos ápices del orgasmo recorrer su cuerpo — Carajo.
— J-Jessie — chilló aferrándose al cuerpo ajeno mientras gemía sobre el hombro de Jessie, sonriendo embobado por el intenso éxtasis que acababa de sentir — Dios santo, esto me fascina.
— Mierda — gruñó al sentir el ardor en su espalda — Más cicatrices, fantástico.
— ¿Te molesta? — preguntó con falsa inocencia, mientras Jessie seguía sujetándole en el aire.
— Me abruma tu doble moral — dijo mirándole con fastidio — Te molestas si yo hago algo, pero si tú lo haces está bien.
— ¿Tanto te molesta que Brad vea que dormiste con alguien más?
— Vaya que estás obsesionado con Brad — renegó de mala gana, logrando que Haze lo mirara con desdén para apartarse de él y recostarse con cuidado en la cama, acción que Jessie replicó, usando sus manos como almohada y viendo fijamente el techo de la alcoba, mientras Haze le daba la espalda.
Hubo silencio un buen rato entre ambos, hasta que de repente, la voz de Haze, con un tono débil y penoso, fue lo que logró quebrar de golpe el ensordecedor silencio.
— ... Nadie me ha tocado en años — admitió con pena — Bueno... c-casi nadie.
— ... ¿Aparte de él, quién más te—
— Nadie — dijo sutilmente, mientras empezaba a temblar un poco.
— ¿Y porqué me hiciste creer que sí?
— Porque estoy enojado contigo — dijo sin pelos en la lengua, cosa que hizo a Jessie suspirar pesadamente y cubrir sus ojos con uno de sus brazos — Odio pensar en cuántas personas debieron dormir contigo en todo este tiempo.
— Nadie — recalcó — No he dormido con nadie en años... el último fuiste tú, Sasha, te lo juro.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Haze al escuchar tales palabras, su corazón sentía que Jessie le decía la verdad, pero no quería hacerse ilusiones, nada justificaba haberse ido sin avisar, ni siquiera cuando él, en su penosa imaginación, sentía que había tenido la culpa de todo.
— Tengo dueño, Jessie — dijo con dolor, su garganta dolió tan solo de pronunciar tales palabras — Sabes de sobra que yo no controlo mi vida.
— Lo sé, me enteré apenas llegué... y no sabes cómo siento que—
— Cállate — renegó mientras se abrazaba a sí mismo — Por favor, cállate.
— Pero Cherry—
— Sabías lo que iba a pasarme si te ibas... y eso no te detuvo en absoluto — dijo con la voz apagada, mientras una lágrima rodaba por su mejilla — Sé que te harté, Jessie; que mi actitud ante los problemas nunca fue la mejor... sé que te traje más sinsabores que alegrías, pero no tenías que irte de esa forma, pudiste solo decirme cuál era el problema, y si el problema era yo... pudiste ser franco y decir que ya no me querías, cualquier cosa pudo haber sido mejor que esto.
— Haze no digas esas cosas — dijo mientras se sentaba junto a él para tomarle del brazo, tratando de hacer que volteara la mirada — Haze te juro que nada de eso fue así, ¡d-de verdad!
— No quiero oír tus excusas, Jessie; ellas no harán que deje de dolerme todo lo que él me ha hecho estos años que te largaste a hacer tu vida sin mí.
Tales palabras lograron incrustarse en el pecho de Jessie con una crudeza que le hizo jadear de dolor, mientras una lágrima rodaba por su mejilla y en su rostro se dibujaba una sonrisa penosa, se quedó totalmente estático, sin palabras, ninguna tenía la fuerza suficiente para justificarse ante eso.
— ... Lo lamento tanto — dijo con la voz quebradiza, logrando que Haze apretara los dientes y mirara a la nada con pesar, era la primera vez que escuchaba a Jessie tan dolido, pero ni ello lograba que quisiera voltearse a verlo — Tienes toda la razón. Te fallé, te defraudé, te abandoné y te dejé en manos de un degenerado... nadie con sentido común sería capaz de perdonar algo así, estás en todo tu derecho de odiarme... y de usarme como te plazca.
Dicho esto, se levantó de la cama para caminar rumbo al baño de la habitación, y apenas se marchó, Haze se recostó boca arriba en la cama para sollozar en voz baja, luchando con todas sus fuerzas por no llorar de manera desgarradora, pero por más que trataba de controlarse, más tensa se tornaba su respiración (en gran parte debido a su estado de salud) dando como resultado una combinación penosa de llanto y tos demasiado sofocante, pero no más sofocante que el intenso dolor que taladraba su pecho sin más.
-
Abrió los ojos con cuidado de repente, mirando abrumado que ya la luz del sol empezaba a inundar aquella habitación poco a poco, pero lo que más extraño le pareció, fue la falta de cierto "calor" junto a él, cosa que le hizo voltear la mirada con recelo, notando extrañado que su acompañante pelirrojo no estaba en la cama con él.
Se levantó de la cama para ponerse la ropa y caminar con dificultad hacía la puerta de la habitación, el silencio alrededor era abrumador, pero más abrumador era recordar cómo se quedó dormido entre lágrimas la noche anterior, tan solo imaginar que le había permitido a Jessie ver su lado más vulnerable, le hacía castañear de la rabia, no obstante, al recordar lo quebradiza que sonaba la voz de su ex pareja, un dolor agudo se situaba en su pecho, y se negaba a marcharse.
Bajó las escaleras hasta que llegó a una cocina algo grande, donde estaba un hombre mayor al que conocía de sobra bebiendo café y leyendo un periódico, cosa que le hizo sonreír de lado mientras se acercaba apenado hacía él.
— Buenos días... — murmuró con la voz algo ronca y tensa, y al hacerlo, logró captar la atención del entrenador Peters, quien le miró con asombro y algo de emoción, una expresión que le pareció curiosa, pero le agradó sentir que aquel hombre se alegraba de verle a pesar de los años lejos de él.
— ¡Haze! — clamó mientras se levantaba para ir con él y abrazarlo con fuerza — Oh muchacho, ¡tanto tiempo sin verte! ¡no sabes el gusto que me dá saber de ti!
— G-Gracias entrenador, a-aunque las circunstancias son... particulares — murmuró agachando con pena y frustración la mirada, cosa que hizo al entrenador reír por debajo y tomarle de los hombros para guiarlo hacía la mesa de la cocina.
— ¿Quieres un poco de café?
— Con leche, por favor — dijo mientras se sentaba y miraba receloso los alrededores, no quería preguntar por él, pero le parecía demasiado extraño que no estuviera cerca de él.
— ¿Buscas a Jessie? — preguntó el entrenador, logrando que Hace volteara a verle con pena y algo de incomodidad, expresión que hizo al entrenador reír mientras le acercaba la taza del café — Ahh, amor jóven, confuso y muy complicado.
Dió un sorbo a su café mientras escuchaba las palabras ajenas, sintiendo un nudo terrible formándose en su garganta.
— Se fue temprano, no te despertó para no molestarte. Dijo que tenía que ir a entrenar.
— Entiendo — dijo con algo de seriedad, pero un ligero suspiro logró que el mayor le observara curioso.
— ¿Cómo has estado, hijo? — dicha pregunta hizo que los ojos de Haze se cristalizaran en seco, mientras miraba con vergüenza absoluta al entrenador.
— Yo... — murmuró con la voz entrecortada, aunque un agarre en su hombro le ayudó a mantenerse sereno — Solo... t-trato de sobrellevarlo, supongo.
— Sabes que siempre que necesites un lugar adonde ir, puedes venir aquí, no tendré problema alguno en ayudarte.
— Nadie me puede ayudar, entrenador, pero le agradezco mucho que me quiera ayudar de esta forma.
— Oye, hace años que no soy su entrenador, puedes decirme "Ford" sin problemas, o señor Peters si quieres seguir teniéndome respeto.
— Claro, lo tendré en cuenta — murmuró agachando la mirada mientras apretaba sus propias rodillas — Y amm... ¿c-cómo está... c-cómo está él?
— Mgh, agobiado — admitió con pesar — No sabes cómo ha estado desde que regresó, parece muerto en vida, la culpa no lo deja vivir.
Dichas palabras le hicieron arquear la ceja con seriedad, mientras una combinación agridulce de pensamientos y emociones se adueñaban de él, "¿porqué me abandonó en primer lugar?" era el pensamiento predominante, era penoso ver y oír a Jessie actuar de esa manera, pero de todas formas no quería darle el beneficio de la duda al pelirrojo, sentía que no se lo merecía.
— Entre... emh, s-señor Peters — corrigió mientras le miraba algo dudoso — ¿Cree que pueda... llevarme a la universidad?
— Claro, aunque creí que querrías esperar a que Jessie llegue.
— No, prefiero irme ya, se me hace tarde para mis clases — mintió, realmente le daba igual llegar temprano o tarde a clases, era al chico pelirrojo a quien realmente quería evitar a toda costa.
— Mh, de acuerdo — dicho esto, se levantó de la mesa para ir a tomar las llaves de su auto y caminar a la puerta de su hogar, mirando curioso cómo el chico pelinegro miraba los alrededores con pesar y algo de duda, lo notaba indeciso, ya imaginaba perfectamente el porqué — ¿Seguro que quieres irte? te noto exhausto.
— Sí, no importa — insistió, cosa que hizo al entrenador suspirar sutilmente y caminar a la puerta junto a él, sabía muy bien que la situación entre ambos era complicada, pero también sabía que hacía mal al involucrarse, dado que, ellos dos eran los únicos que tenían el derecho y el deber de resolver sus diferencias, nadie más podía controlar lo que sentían el uno por el otro, y nadie podía hacerles entrar en razón y recordarse lo mucho que se amaban, solo ellos dos podían (y debían) hacerlo.
Continuará
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- Gema
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