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59 - 'Infierno'

Llegada la hora de irse a casa, él caminó hacía el sitio en el que se iba a ver con su novio, planeaba seguir el consejo de Quincy, hablar con él y arreglar las cosas, debía admitir que estaba nervioso, pero algo en su interior le decía que todo estaría bien, de todos modos, Jessie lo apoyó y cuidó todo este tiempo, era tonto creer que por un mal momento acabaría por odiarlo por completo, sobre todo al pensar que su novio pasó años esperando una señal suya, "todo estará bien" se repetía mentalmente, mientras sus manos temblaban y su respiración se agitaba de golpe.


Se quedó helado al llegar al estacionamiento y ver que el auto de Jessie no estaba en el sitio que habían pactado, y no había una señal suya por ningún lado.


— ¿J-Jessie? — murmuró débilmente, mientras su pecho empezaba a latir con nerviosismo y algo de dolor.


— Se fue sin ti — escuchó una voz detrás suyo, voz que le erizó por completo la piel, la recordaba perfectamente, ya que aún en sus pesadillas, esa voz solía perseguirle, y le atormentaba de manera espantosa.


— D-Dick... — jadeó con horror al voltear y ver de frente a aquel sujeto, su respiración se agitó de golpe y su corazón parecía querer salir corriendo en ese instante — N-No... ¿q-qué haces aquí?


— ¿Pensaste que no lograría dar contigo? mi amor, qué crédulo te has vuelto, sabes que yo iría por ti al fin del mundo — canturreó mientras le tomaba de las mejillas y las acariciaba suavemente, un tacto que le trajo muy malos recuerdos, que provocaron unas lágrimas instantáneas — Estoy muy enojado contigo, Haze; esa manera tuya de huir me dejó muy decepcionado. Lo bueno es que ya no volverás a huir jamás.


— N-No, n-no puedo... ¡n-no quiero! — trató de zafarse de aquel agarre, aunque una voz ajena llegó de repente e interrumpió sus intentos de escapar.


— ¡Deja de actuar como un niño tonto, Sasha! — dijo un hombre de cabello negro que se acercaba al lugar donde estaban ellos. Al verle, Haze jadeó con pesar mientras su cuerpo temblaba como nunca.


— Papá... — murmuró débilmente.


— De verdad estoy muy decepcionado de ti, Sasha — dijo el hombre mientras se paraba frente a él — Mira todo el alboroto que has provocado, ¿y para qué? ¡¿para meterte con un bastardo sin futuro?!


— Shh, tranquilo Freddy, ya podremos hablar tranquilamente con Haze sobre esta situación, mientras tanto, ¿porqué no vamos a tu nueva casa, Haze? me causa curiosidad ver las condiciones en las que te tenía viviendo ese cerdo tonto.


— N-No — trató de quejarse, pero la mirada fija de odio de su padre le hizo agachar la mirada y dejarse llevar por ellos, al mismo tiempo que pensaba con preocupación sobre porqué Jessie se habría ido de esa manera, sin siquiera avisarle, sin siquiera esperarle para irse juntos, o tal vez era eso, él se quería ir, pero no con Haze.


-


Sus lágrimas rodaban por su rostro con amargura absoluta, moría por irse corriendo lejos de ellos, pero ya no podía correr, y aunque lo hiciera, ¿adónde iría? ¿con el sujeto que se marchó y no quiso esperarlo? definitivamente no le quedaba de otra, debía afrontar su cruel y triste destino, más que claro estaba de que por más que tratara de huir, su destino siempre lo estaría esperando.


— Jaj, solo dos prendas, vaya que te tenían viviendo como un vago, no esperaba menos de un pobre diablo como el hijo de Dalton — decía el pelinegro mientras llevaba una maleta de ropa hacía su auto; su hijo le miraba ir al auto mientras se mantenía apoyado de uno de los muros de aquella casa, acariciando el cráneo de aquel animal al que habían amarrado a la puerta para evitar que huyera, corrió con suerte de que no lo amarraran a él también.


— Me duele verte llorando, Haze — canturreó en su oído,logrando que el pelinegro rodara sus ojos con fastidio — Me saca de quicio pensar en lo mal que debió tratarte ese idiota para que estés llorando de esa forma.


Su piel se erizó al sentir aquel tacto desagradable en su espalda baja, un tacto que le asqueaba cuando era virgen, y ahora que conocía el sexo, lo detestaba bastante, principalmente porque no eran las manos de su novio quienes le estaban tocando.


— Dime algo, ¿cometiste la osadía de darle a ese tipo lo que es mío? — preguntó acercando sus labios al cuello ajeno, aunque el ladrido del perro le hizo apartarse de golpe, y mirar al animal con odio absoluto — Maldito perro, es igual de insufrible que su dueño.


— Ya Boby — murmuró mientras se agachaba para acariciar el cuello del animal, dejando que este le lamiera las manos y las muñecas, las cuales ya tenían moretones causados por la fuerza que ejerció su padre al obligarlo a entrar al auto.


— No oí tu respuesta, Haze — dijo el castaño, el de ojos azules no sabía qué responder, no quería decir que no lo había hecho, pero sabía que decir que sí le traería muchos problemas, por no decir que lo golpearían hasta la muerte por eso.


— No me siento bien para hablar de eso justo ahora — murmuró volteando a ver a Dick, dedicándole una expresión de pena y algo de frialdad — Estoy cansado, quiero darme una ducha.


— Oh, descuida, cuando lleguemos a casa tomaremos una ducha caliente para que te relajes — canturreó tomando la barbilla ajena, aprovechando que Haze estaba de rodillas enfrente suyo, notar lo que el contrario podría estar pensando en ese instante, provocó que Haze se levantara de golpe y sacudiera sus manos, gesto que hizo reír al castaño, le fascinaba las expresiones de miedo y preocupación que mostraba su presa.


— Todo listo — dijo el pelinegro mayor — Ya podemos irnos.


— Perfecto — dijo el castaño mientras tomaba la muñeca de Haze, aunque este se detuvo en seco y los miró a ambos con algo de preocupación.


— ¡N-No voy a dejar a Boby aquí!


— ¡No pienso meter a esa cosa en mi auto! — replicó su padre.


— ¡No me iré sin él! — insistió, ganándose que el castaño le diera una fuerte bofetada que le dejó aturdido por varios minutos.


— Odio que grites, Haze, lo sabes — dijo con frialdad mientras miraba de reojo al animal en cuestión con repulsión absoluta — Bien, pero tú te harás responsable de todo lo que haga esa criatura.


Asintió con la cabeza para caminar hacía el perro y tomar su correa, dejando correr algunas lágrimas amargas a causa del golpe que acababa de recibir, no recordaba que el sujeto castaño fuese tan fuerte, rápidamente volvieron a su mente todos esos recuerdos de cuando era cruelmente golpeado tanto por él como por su padre, y pensar en aquel terrible calvario, le hacía sentir que las palabras de desdén y odio que le dedicaban ancianas homofóbicas, no eran tan crueles como esos golpes sin piedad.


"Fuí un tonto" pensó amargamente mientras sujetaba la correa del animal y caminaba con él hacía el auto de su padre, odiaba darse cuenta de que había cometido un error, pero lo que más odiaba, era haber provocado que su novio se marchara de su vida sin siquiera despedirse, todo por culpa de su debilidad.


-


Miraba a la nada con pesadez y cansancio, aquella había sido la noche más larga de toda su vida, la mitad de ella tuvo que hacer aquello a lo que ya estaba acostumbrado, solo que, no lo disfrutó en absoluto, se sintió totalmente asqueado e incómodo, los recuerdos de sus primeras experiencias sexuales llegaron de golpe a su mente, recordándole porqué tuvo tanto miedo de dar el primer paso con Jessie, y entendía muy bien porqué, la diferencia entre su novio y aquel sujeto castaño era muy amplia, uno le hacía sentir en las nubes, el otro, le causaba un malestar físico atroz.


Su rostro estaba hinchado de tanto llorar, cuando finalmente dejaron de usar su cuerpo, se quedó inerte mirando a la nada y llorando, recordando con dolor el inconveniente que tuvo con Jessie, "esa pelea no fue la gran cosa, ¿porqué tuviste que irte así entonces?" se preguntaba para sus adentros, apretando la manta que cubría su desnudez, le asqueaba haber llegado a ese punto, odiaba haber llegado a eso que tanto trató de evitar, pero lo que más le avergonzaba y le frustraba era la cara que pondría su novio al darse cuenta de lo que le pasó, "me vas a odiar" pensó, aunque rápidamente se cruzó por su mente la frase "si aún le importaras no te habría dejado solo", frase que solo logró reforzar su dolor, y le hizo soltar un pesado jadeo de frustración.


El ruido de la puerta le hizo sentarse con dificultad, el dolor físico le estaba matando, era una sensación muy desagradable.


En cuanto abrieron la puerta, pudo ver a una mujer del servicio entrar con algunas toallas, algo que le pareció curioso, y más curioso le pareció la manera en que la mujer le observó.


— Buen día señorito — dijo aquella mujer mientras se le acercaba — ¿Quiere que le prepare un baño caliente?


— Ah... claro — murmuró pasando su mano por su cuello, mirando las enormes ventanas de la habitación, notando que ya era de día — ¿Qué hora es?


— 07:25 señorito — dijo la mujer mientras dejaba algunas toallas en la orilla de la cama — El señor Jenkins tuvo que salir, dijo que le preparemos algo de comer a usted mientras tanto.


— No tengo hambre, pero gracias — dijo mientras se levantaba de la cama cubriéndose con las sábanas, para caminar hacía el baño de la habitación, el dolor en su cuerpo era sofocante, no entendía porqué le dolía tanto el cuerpo, tal vez era porque no fue su ser amado quien lo tocó, y pensar en ello solo acentuaba aún más el terrible dolor en su pecho.


Al entrar al baño de la habitación, dejó caer la manta para verse al espejo, suspirando con pesar al ver el golpe que tenía en el ojo, las marcas en su cuello que provocaron cuando le apretaron dicha zona como si quisieran matarlo, y el moretón en su labio que se formó luego del golpe que le dió su padre, aunque de todas las cicatrices en su piel, la que más asco le provocaban eran las manchas de lujuria que adornaban su cuello y sus hombros, verlas le hacían sentir sucio, asqueado, usado, tal y como solía ser usado hace algunos meses, "volví a mi infierno" pensó con dolor, jadeando pesadamente y golpeando con fuerza el muro frente a él, aunque el dolor en su puño era nada, comparado con todo el huracán de emociones que tenía atoradas en la garganta.


-


Avanzaba con dificultad por los largos pasillos de la escuela, no entendía porqué su captor le había permitido asistir a clases, era abrumador, pero más abrumador era pensar en encontrarse a Jessie como si nada por los pasillos de la escuela, era agobiante tan solo pensarlo.


— ¡Haze! — escuchó unas voces conocidas ir hacía él, por lo que volteó a verle con curiosidad, logrando que ambos sujetos se detuvieran en seco y lo miraran con preocupación — Haze...


— Hola Quincy — murmuró tranquilamente, aunque le alertó ver el golpe que tenía su amigo gótico en el ojo — ¡Oh por Dios, Shun! ¡¿qué te pasó?!


— Larga historia — dijo cínicamente — ¿Qué te pasó a ti? no luces nada bien.


— ¿Y-Yo? ah... n-nada— murmuró sonriendo con pesar — A-Ayer, amm... p-papá y Dick me... me llevaron a casa.


— ¡¿Qué?! — clamaron de golpe.


— S-Sí, no sé cómo pero, lograron encontrarme y... m-me obligaron a irme con ellos.


— ¿Y-Y Jessie no hizo nada para defenderte? — dijo Quincy, logrando que Haze sonriera con pesar absoluto.


— ¿Jessie? — preguntó con desdén — Ah claro, ustedes no lo saben.


— ¿Saber qué? — preguntó el rubio nuevamente, preocupándose al ver una lágrima rodar por la mejilla del pelinegro.


— Él me... él... — sonrió con dolor mientras trataba de pronunciar aquella frase — Jessie se fue, sin mí... se marchó, sepa Dios adónde.


Ambos se quedaron helados en cuanto Haze les dijo aquello, y por más que parecía que él ya había aceptado su cruel destino, sus apagados zafiros dejaban muy en claro lo dolido que él estaba por lo sucedido.


— Se fue, chicos — repitió con pesar, mientras se abrazaba a sí mismo.


— Haze... cariño lo siento tanto — dijo el rubio, aunque Haze rápidamente clavó su mirada en su amigo gótico, quien extrañamente, no se atrevía a decir ni media palabra.


— ¿No piensas decir nada? — preguntó con algo de seriedad, logrando que Shun le observara curioso — Adelante Shun, ¡dilo! ¡di lo que tanto te mueres por decirme! ¡"te lo dije, te dije que ese imbécil te iba a abandonar"! ¡¡dime de una maldita vez que fuí un idiota por confiar en un sujeto al que ni siquiera conozco y creer que él resolvería mi maldita vida!!


— ¡Haze! — replicaron ambos mientras lo tomaban de los hombros para tratar de calmarlo, aunque este rápidamente se zafó de los agarres ajenos y empezó a caminar hacía la salida del colegio, dejando muy abrumados a sus amigos.


— Debemos ir con él — dijo Quincy.


— Pero— trató de hablar, pero el contrario lo detuvo.


— ¡Shun debemos ir tras él, míralo cómo está, se nota que no está bien! — dicho esto, ambos se fueron casi corriendo detrás de Haze, quien caminaba como alma que llevaba el diablo hacía las afueras de la escuela, ignorándole poco que su captor había dejado a varias personas alrededor de la escuela para mantenerlo vigilado, en caso de que cierto sujeto de cabellera rojiza apareciera de repente.


-


Arrastraba los pies con fatiga a medida que iba caminando por aquel sendero de piedra, había caminado por un buen rato, sus piernas dolían como nunca, pero todo eso le dió muy igual, necesitaba llegar a aquel sitio, cerciorarse de que sus sospechas eran ciertas.


— ¡Haze! — repetía el sujeto rubio que caminaba detrás de él — Se está haciendo tarde, ¿a qué quieres llegar exactamente?


— Él no me abandonó — murmuró con dolor — No lo haría, no se atrevería a hacerme eso.


— Haze — murmuró tomándole del hombro, pero el pelinegro rápidamente quitó la mano ajena para seguir avanzando.


Empezó a correr al estar cerca de una casa muy vieja y deteriorada, casa en la que se iba a quedar con su novio, aunque todo salió mal para ellos en un abrir y cerrar de ojos.


Corrió hacía la casa y entró de golpe, jadeando pesadamente al ver que esta se encontraba vacía, y desde el día anterior (en el que su padre y su captor lo sacaron de ahí) parecía que nadie había habitado dicho espacio, algo que le hizo caer de rodillas al suelo y seguir sollozando con dolor, mientras sus amigos llegaban con él y lo observaban con pesar.


— Él no estuvo aquí — dijo el gótico con pesar, mientras el de ojos azules cerraba los ojos y seguía derramando varias lágrimas de dolor.


— Sí se fue... — susurró pesadamente — Sí me abandonó, sí me dejó a mi suerte.


— Debe haber alguna explicación lógica, Haze — dijo Quincy.


— Dick me violó ayer — admitió con dolor, helando por completo la sangre de ambos — Finalmente me tomó, hizo conmigo lo que quiso.


— Haze... — jadeó horrorizado tratando de ayudarle a levantarse, aunque Haze se levantó sin ayuda para limpiar las lágrimas de su rostro, algo que dejó perplejo a Shun.


— A Jessie no le importó dejarme a mi suerte, le dió totalmente igual — renegó — Se hartó de mí, por eso quiso dejarme solo, dejar que mi infierno me consumiera.


— No digas eso, Haze — dijo Quincy.


— A partir de ahora debo vivir con Dick — explicó entre pesados jadeos de dolor y frustración — Él no volverá a permitir que huya, no me volverá a soltar tan fácilmente.


— S-Si quieres podemos hablar con alguien, c-con la policía o—


— Quincy, ¿se te olvida que mi padre está a punto de ser electo como alcalde? — preguntó con desdén — No hay ley que valga, ni nada que logre salvarme, así fue siempre, pero yo como un idiota creí en la palabra de alguien que solo quería mi cuerpo y ya.


Dicho esto, Haze se dió media vuelta y caminó hacía la salida de aquella casa, siendo seguido por sus amigos, quienes miraban horrorizados el semblante de pena y enojo que se reflejaba en sus ojos azules, los cuales habían perdido su brillo casi por completo, algo que a Quincy le asombraba, pero a Shun, que lo conocía desde hace mucho tiempo, lo dejaba perplejo.


— ¡Haze espera! — dijo Quincy mientras se acercaba a él para intentar frenarlo, aunque los tres se detuvieron en seco al ver un auto negro estacionarse cerca de ellos, del que se bajó cierto sujeto castaño con un semblante furioso que puso nerviosos al rubio y al gótico pelinegro.


— ¡Ahí estás! — clamó mientras se acercaba a Haze para sujetarlo del brazo con fuerza — ¡¿Qué te dije de querer perderte de esta forma?!


— Lo lamento, solo quise salir a caminar — susurró débilmente.


— Al llegar tendremos una conversación muy severa — renegó mientras lo empujaba hacía su auto, ignorando totalmente a los dos chicos que estaban ahí, quienes miraban horrorizados cómo se llevaban a su amigo a la fuerza, aunque este, en vez de oponer resistencia, parecía resignado, totalmente entregado a su cruel destino, era eso lo que más preocupaba a ambos.


— Maldito seas, Jessie Dalton — susurró el chico rubio con desdén, mientras el gótico agachaba la mirada y se mordía el labio sutilmente, una combinación amarga de emociones empezaba a inundarle de lleno el pecho, y él no tenía idea sobre qué hacer al respecto.


— Te prohíbo volver a salir sin avisarme, a partir de ahora tienes que decirme adónde vas, y con quién, estás loco si crees que permitiré que vuelvas a escapar de mí — decía mientras conducía rápidamente, mientras el chico pelinegro miraba fijamente la ventana de aquel auto, derramando una lágrima de dolor al mismo tiempo que pensaba en la mirada color jade del sujeto que le había abandonado, quería odiarlo, pero a una parte de él, le era imposible odiar al chico al que amaba tanto.



Continuará


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