20 - 'Juntos'
La brisa soplaba de forma lenta y muy gentil, brindándole aliento mientras él esperaba con impaciencia a que llegara el chico de cabello negro, estaba muy dudoso de si realmente iría a verlo, o si el mensaje era un error, sea como sea, él igual necesitaba verlo, y percatarse de que estuviera bien.
Volteó al oír cómo alguien se acercaba hacía aquel árbol donde él estaba sentado, y al percatarse de que se trataba de cierto chico de mirada tímida y penosa, no dudó dos veces en ponerse de pie para ir corriendo hacía él.
— ¡Haze! — clamó acercándose a él para tomarlo de los hombros y abrazarlo con fuerza — Estaba muy angustiado, ¿cómo estás?
— Jessie — murmuró con la voz algo apagada, apartándose un poco de ese abrazo para mantener la mirada clavada en el suelo — Gracias por venir, no estaba del todo seguro de si realmente lo harías.
— ¿Cómo que no lo haría? Haze sabes de sobra que tú me importas mucho, ¡no sabes las ganas que tenía de golpear a ese maldito anciano degenerado que te ponía las manos encima! no entiendo cómo tu padre permite que te hagan eso — el silencio empezó a reinar entre ambos, cosa que hizo al pelirrojo arquear una ceja y ver al pelinegro con recelo — ¿Haze? ¿pasó algo? ¿porqué no me dices nada?
— ... No te merezco — susurró cerrando los ojos — No merezco que te preocupes por mí.
— Otra vez con eso — dijo rodando los ojos — Ya te dije, daré la cara por ti las veces que sean necesarias, y por supuesto que me preocupo por ti, sabes de sobra lo mucho que me importas.
— No mereces preocuparte por un dañado como yo — murmuró abrazándose a sí mismo, cosa que hizo al pelirrojo fruncir notoriamente el ceño.
— ¿"Dañado"? — preguntó con seriedad — ¿Haze quién se atrevió a decirte de esa forma?
— Yo llegué a esa conclusión por mi cuenta — admitió sin siquiera alzar la mirada — S-Soy una puta, Jessie, m-me usan sin medirse, aún cuando no lo deseo, y-y no quiero que tengas esa imágen de mí, por eso me avergüenza tanto estar aquí frente a ti, después de haber pasado la tarde con él... — la sangre de Jessie se heló como nunca, sus manos empezaron a temblar, y una gran rabia inundo de lleno su pecho.
Tomó con fuerza las mejillas ajenas, haciendo que Haze alzara la mirada y lo observara fijamente a los ojos, su mirada reflejaba dolor, pena, pesar, una mirada que se quedó grabada en la memoria de Jessie, y que aparecía solo para causarle tormento.
— Haze... ¿a-acaso él ya te—
— No — negó con la cabeza mientras sus ojos se cristalizaban — Pero fue lo único que le faltó, porque me... me hizo quitarme la ropa y acostarme con él, a besarnos y dejarlo tocarme — le dolía confesarle todo eso al chico pelirrojo, se sentía asqueado y muy humillado, sobre todo al ver el semblante apagado y serio que Jessie mostró en cuanto escuchó las palabras ajenas.
— Maldito — gruñó soltando al pelinegro para caminar de un lado a otro frente a ese enorme árbol, hasta que en un momento se detuvo frente a este para golpearlo con mucha fuerza, logrando que varias hojas secas cayeran alrededor de ambos — ¡¡¿Cómo permitiste que ese maldito te hiciera todo eso?!!
— ¡¡¿Qué carajo querías que hiciera?!! — gritó entre lágrimas mientras miraba fijamente los ojos verdes de Jessie — ¡Si no lo hacía mi padre—
— ¡¡Al diablo tu maldito padre!! — gritó de forma brusca, haciendo que el pelinegro diera un paso hacía atrás repentinamente — ¡¡No pienso seguir tolerando esta mierda, Haze!! ¡¡apenas y logré controlarme para no golpearlo hoy, pero saber que te hizo todo eso solo me hace querer asesinarlo!!
— ¡No digas esas cosas, Jessie!
— ¡¡¿Y qué carajo quieres que diga?!! ¡¡¿que aplauda y ría por saber que solo te está preparando para darte el maldito tiro de gracia?!! — clamó mientras apretaba con fuerza sus hinchados puños, todo mientras Haze mantenía la mirada agachada y semblante apagado.
Tomó aire para pasar su mano por su rostro, maldiciendo entre dientes y pensando qué hacer, aunque su mente empezaba a nublarse por la rabia que sentía.
— ... ¿Te doy asco, no es así? — murmuró débilmente el pelinegro, haciendo que Jessie lo mirar con confusión.
— ¿Qué dices?
— Saber lo que me hicieron, te hace sentir asco por mí, te da asco que yo ya esté usado prácticament— no pudo terminar de hablar, dado que Jessie detuvo en seco sus palabras para entonar una oración.
— ¡Nunca vuelvas a insinuar algo así! — dijo con severidad mientras se cruzaba de brazos — Tú no querías esto, Haze, te obligaron; además, ¿cómo podrías darme asco? si tú... — miró a otro lado mientras trataba de poner orden a las palabras que brotaban por su mente — Eres el chico más dulce y encantador que he conocido.
Dichas palabras hicieron que el pecho del pelinegro latiera con mucha fuerza, y que este se acercara cuidadosamente hacía el pelirrojo para tomarlo de la mejilla.
— No quiero que te hagan más daño — murmuró tomando la mano de Haze para besarla suavemente, acción que hizo al pelinegro sonrojarse considerablemente.
— ... Sigamos como estamos — dijo mirando atentamente al pelirrojo — Recolectemos el dinero, y luego nos vamos... juntos.
— ¿Juntos? — murmuró mientras miraba algo asombrado al pelinegro, quien sonrió tímidamente mientras asentía con la cabeza.
— Sí — murmuró abrazando con fuerza a Jessie — Hoy, mientras todo eso me pasaba... solo podía pensar, en lo mucho que quería que tú llegaras a salvarme, así como me salvaste de Edward y de Trevor en la escuela — dicha confesión hizo que el pecho del pelirrojo se agitara considerablemente — Sé que es crédulo decir eso, considerando que no nos conocemos del todo, pero... en el poco tiempo que llevamos juntos, me has hecho sentir muy especial, Jessie, contigo me siento seguro, y-y no quiero perder esto.
Tomó aire mientras un gran rubor llenaba sus mejillas, al mismo tiempo que tomaba los hombros de Haze para apegarlo a su cuerpo y abrazarlo con mucha fuerza.
— No lo perderás, te lo prometo — murmuró mientras besaba suavemente la frente ajena — Novios o no, prometo que cuidaré de ti.
— Gracias — susurró alzando la mirada para sonreírle suavemente al pelirrojo, sonrisa a la que este correspondió sin dudarlo.
— ¿Qué dices si damos una vuelta para que te calmes? — preguntó besando suavemente la frente de Haze.
— ¿Estás seguro?
— ¿Porqué no habría de estarlo? — dijo tomando la mano ajena para caminar con él hacía la salida de ese parque, no obstante, un agudo jadeo de parte de Haze le hizo detenerse en seco.
— ¡Dios santo, Jessie! — clamó al ver la hinchada y maltratada mano de Jessie — ¡¿Qué te pasó en la mano?!
— Ah, esto... no es nada — murmuró ocultando su mano con la manga de su suéter — No te enfoques en eso, no es importante.
— ¡¿No es importante?! ¡Jessie tienes la mano hinchada!
— No es nada, Haze, en serio — insistió con seriedad mientras le miraba con detenimiento — ¿Nos vamos?
— No, primero tenemos que hacer algo con respecto a esto — murmuró tomando la muñeca del pelirrojo para arrastrarlo hacía la salida del parte, haciéndole rodar sus ojos con algo de fastidio, aunque por dentro, un sentimiento cálido le invadía al pensar que finalmente alguien se preocupaba de tal manera por él.
-
Llegaron hasta un pequeño hospital que quedaba en una parte algo solitaria de la ciudad, estaba relativamente solo, muy pocos eran los pacientes que estaban ahí a esas horas de la tarde, en su mayoría eran personas de edad y mujeres con niños pequeños, casos rutinarios y no tan graves como para ser tratados de emergencia.
— Buenas noches — murmuró el de cabello negro mientras llegaba junto al pelirrojo y caminaban hacía el mostrador donde una enfermera anotaba a los pacientes que entraban y salían — Hola, ¿está la doctora Maya libre?
— Está terminando con un paciente, por favor espérenla aquí afuera — dijo la enfermera.— Claro — murmuró tomando el brazo de Jessie para ir a sentarse con él en la sala de espera, mientras el pelirrojo miraba todo alrededor con semblante incrédulo.
— Esto no era necesario, Haze — dijo ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón.
— Claro que lo es, no puedes ir por ahí con esas manos ta hinchadas — murmuró mirándolo con detenimiento, logrando que Jessie notara una pequeña ruptura en su labio inferior, cosa que le hizo arquear una ceja y llevar su mano lentamente hacía dicho sitio para acariciarlo suavemente, sacándole un suave jadeo de dolor al pelinegro.
— ¿Qué te pasó ahí?
— No es nada — murmuró con vergüenza mientras retiraba la mano ajena — Dick.
— Oh — murmuró con algo de frustración y molestia, mientras miraba a otro lado y escuchaba el tenue llanto de un niño pequeño, cuya madre trataba de calmar para que no hiciera tanto ruido.
— ¿Y las tuyas? — preguntó el de cabello negro.
— No son importantes, de hecho no tienen una historia muy interesante de fondo — admitió alzando los hombros.
— ¿Igual puedo saberlo? — preguntó inclinando un poco la cabeza.
— ¿Porqué tanto interés? — dijo con algo de seriedad.
— Porque me preocupa qué tuviste que hacer para que tus manos terminaran así — dicha frase hizo que las mejillas del pelirrojo enrojecieran sutilmente, y sin poder evitarlo, tuvo que ceder a la petición ajena.
— ... Es tonto — murmuró mirando a otro lado — ... Yo las hice.
— ¡¿Qué?! ¡¿cómo?!
— Suelo golpear cosas cuando estoy estresado o enojado, y eso en ocasiones hace que mi cuerpo sufra daños significativos — comentó mostrando su mano hinchada, riendo por debajo mientras el pelinegro lo miraba con preocupación — Es terapéutico, deberías probarlo algún día.— ¿Terapéutico? ¡Jessie mira tu mano!
— No es para tanto, mi padre me ha hecho cosas peores — admitió alzando los hombros con desinterés, dichas palabras hicieron que el de ojos azules lo mirara con preocupación.
— ¿Enserio? — murmuró con pesar.
— Así es — asintió rascándose la nuca — Él siempre ha sido una persona muy... apacible y poco violenta — dijo de forma incrédula mientras rodaba sus ojos — A mi hermana y a mí nos daba unas palizas de muerte cuando éramos niños, y cuando crecimos fue aún peor.
— ... Lamento mucho escuchar eso.
— Descuida, no pasa nada — dijo sonriendo de forma cínica — Lo único bueno de sus palizas, fue que logró que la idiota de mi hermana se fuera de casa.
— ¿Enserio?
— Así es, se fue a los... diecisiete si mal no recuerdo — dijo haciendo cuentas con sus dedos — Yo tenía quince cuando se fue, ella y yo no nos tolerábamos, aún hoy en día no podemos estar cerca sin discutir, por ello creo que lo mejor es que se haya ido de casa, de haberse quedado nos habríamos matado hace mucho tiempo.
— Vaya, qué complejo — murmuró mirando atentamente al pelirrojo — Se veía tierna cuando la conocí hoy.
— No la conociste, Haze, solo por eso dices que era tierna — comentó de forma incrédula mientras alzaba la mirada hacía la puerta de uno de los consultorios, del cual salió un sujeto de cabello negro y sonrisa cínica, sujeto al que el pelirrojo logró reconocer al instante.
— ¡Miren nada más! pero si es Jessie Dalton — dijo aquel sujeto mientras se acercaba a ambos, para agacharse frente a Haze y verlo detenidamente con diversión — Y su perrita Sasha Johnson, ¿cómo están, muchachos? ¿van a coger frente a la doctora?
— Piérdete, Trevor — dijo Jessie mientras se levantaba de su asiento y se paraba frente a él para verlo con seriedad; el sujeto de ojos oscuros rió cínicamente para ponerse de pie igualmente y mirar frente a frente las piedras verdes de Jessie, las que reflejaban frialdad y absoluta severidad.
— ¿Te molesta que esté cerca de tu perrita?
— Me molesta que estés cerca de mí — dijo entre pesados gruñidos, haciendo a Trevor reír incrédulamente.
— Un consejo, Sasha — dijo volteando a verlo — Deberías conseguir huesos y algunos juguetes, porque este tipo siempre actúa como si fuera un perro o algo así.
Jessie estuvo a punto de empujar a Trevor con fuerza, pero se detuvo al ver cómo una mujer rubia salía del consultorio para verlos a ambos con total seriedad.
— ¡Trevor! — clamó ella mientras se acercaba a ambos — ¡Te dije que te fueras a casa!— Ya voy — dijo con fastidio mientras pasaba junto a Jessie para chocar hombros con él de forma brusca, haciendo al pelirrojo gruñir de mala gana.
— Lamento eso, Maya — murmuró Haze mientras se colocaba de pie y la miraba atentamente.— No te preocupes, Haze, Trevor puede ser muy... — suspiró pasando su mano por su rostro, para después mirar al pelirrojo con recelo y luego ver a Haze — ¿Viene contigo?
El de ojos azules asintió con la cabeza mientras tomaba la mano de Jessie y la alzaba un poco, permitiendo que la doctora mirara las hinchadas y maltratadas manos del pelirrojo.
— Mh, vengan — dijo mientras se daba media vuelta y caminaba hacía su consultorio con ambos chicos, aunque el pelirrojo detuvo un momento al de ojos azules para preguntarle algo.
— ¿Conoces a esta mujer?
— No del todo, solo me hice amigo suyo después de venir tantas veces al hospital por el asma — admitió alzando sutilmente los hombros, haciendo que el pelirrojo le mirara con algo de asombro y extrañeza — Vamos, necesitamos curarte estas heridas — dijo jalándolo del brazo para llevarlo al consultorio donde les esperaba la doctora para atender las heridas de Jessie.
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— Vaya que estás lastimado — dijo la doctora mientras revisaba las manos de Jessie, haciendo que este frunciera de vez en cuando el ceño del dolor, pero sin soltar un solo quejido de dolor, cosa que asombraba mucho a Haze — ¿Cómo te hiciste esto?
— Boxeando, solo que olvidé que debía usar guantes — dijo de forma algo burlona mientras rodaba los ojos, Haze le miró con algo de seriedad cuando le escuchó decir eso.
— No te burles, Jessie, en verdad te ves herido — dijo el de ojos azules mientras observaba cómo la doctora tomaba una bolsa con hielo y la colocaba sobre las manos ajenas.
— Mgh, está frío — murmuró Jessie entre risas y algunos gruñidos.
— Debe estarlo, ayudará a que te bajes la hinchazón — dijo ella mientras miraba la hora en el reloj de su muñeca — Iré por vendajes, déjate el hielo hasta que vuelva, ¿de acuerdo?
— De acuerdo — asintió Haze mientras miraba cómo la doctora caminaba hacía la puerta y se marchaba del lugar, dejándolos solos a ambos.
— No está tan mal — dijo Jessie mientras miraba la bolsa de hielo sobre sus manos.
— Lo esté o no, igual debes dejarla ahí unos minutos — dijo el pelinegro mientras tomaba los brazos ajenos para mantenerlo quietos, Jessie no pudo evitar sonreír de lado al ver lo que hacía el pelinegro.
— Qué lindo enfermero me tocó — murmuró acercándose un poco al rostro ajeno, haciendo que el de ojos azules se sonrojara sutilmente.
— D-Deja de decir esas cosas — dijo agachando la mirada con vergüenza — S-Solo me preocupa que te dañes las manos.
— Qué lindo, te preocupas por mí — comentó alzando un poco las cejas.
— Tú te preocupas por mí, es obvio que yo también debo preocuparme por ti — susurró mirando atentamente los ojos verdes del pelirrojo, quien le sonrió cálidamente mientras inclinaba un poco la cabeza.
— Ya sé, pero igual me sorprende que te preocupe cuidar las manos con las que te empujaba no hace mucho.
— Eso es pasado, Jessie — dijo mientras frotaba los brazos ajenos con sus manos, acción que le hizo sonrojarse un poco, pero que le fue imposible dejar de hacerlo — A-Además, estas son las manos con las que me defendiste varias veces en la escuela.
— Y lo volveré a hacer, no dudes eso ni por un segundo — afirmó mientras acercaba un poco su rostro hacía el del chico de ojos azules, haciendo que este jadeara un poco — Haré lo que sea por el chico que me gusta.
— ... Yo también quiero hacer lo que pueda, por el chico que me gusta — murmuró tímidamente mientras tomaba la mejilla ajena para besar los labios de Jessie con ternura, besos a los que el de ojos verdes no dudó dos veces en corresponder.
— Con que admitas que yo te gusto, y que me beses, es suficiente para mí — susurró Jessie entre besos mientras disfrutaba de las suaves caricias que Haze propiciaba en sus mejillas y su cuello.
Sonrió entre besos al notar un suave y cálido cosquilleo, uno que era muy particular, lo había sentido muy pocas veces, y todas fueron cuando Jessie lo besó, en cambio, cada que el sujeto castaño lo forzaba a besarlo, no sentía nada, ni el cosquilleo ni la cálida sensación en su pecho, darse cuenta de eso no le dolió, en su lugar, le brindó mucha alegría y emoción, y fue una clara señal de que la persona a la que amaba besar, era, y siempre sería Jessie, empezaba a darse cuenta de eso, y esa revelación solo llenó de paz y de mucha alegría su frágil corazón.
— Tengo una idea — dijo el pelirrojo mientras se apartaba de dichos besos — Sé de un lugar al que podemos ir cuando salgamos de aquí.
— ¿Enserio? — preguntó con entusiasmo.
— Si, sé que te va a encantar — afirmó sonriendo pícaramente, para volver a besar los labios de Haze, besos a los que este correspondió sin dudarlo dos veces.
En cuanto escucharon la puerta de aquel consultorio abrirse, ambos dieron un ligero brinco y se apartaron de esos besos, Jessie mirando a un lado y Haze mirando a otro, todo mientras la mujer recién llegada los miraba con curiosidad y recelo.
— ¿Ocurre algo? — preguntó ella mientras llegaba con los vendajes entre sus manos.
— No — negó el pelinegro mientras volteaba a verla y sonreía suavemente — Todo está bien.
Ella miró con algo de seriedad a Haze, mientras este solo sonreía de forma inocente, tratando de ocultar el nerviosismo que atacaba en su pecho por la expresión de molestia que tenía la doctora, él presentía que era porque lo vió besarse con Jessie, pero de cierta forma, una parte de su interior, se sentía tranquila y a gusto, como si dijera "al demonio, ella no tiene porqué regañarte, que te deje en paz" pensamiento que le sorprendía, pero que, le hacía sentir tranquilo y seguro.
Continuará
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- Gema
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