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19 - 'Condena Infernal'

— Aquí tiene — murmuró Jessie mientras entregaba el vaso con licor al sujeto castaño, quien dio un trago en seco para después devolvérselo al pelirrojo.


— Gracias, pero de haber sabido que tenían licor de tan mala calidad, prefería no aceptarlo — dijo aquel castaño en el tono más ácido y petulante posible, haciendo al pelirrojo fruncir el ceño con severidad absoluta.


Ambos voltearon al oír la puerta del baño abrirse, y al ver salir a un delgado chico de cabello negro y ojos azules con semblante tímido y apagado, Jessie rápidamente se sonrojó al verlo, pero le dolió el pecho al notar que su rostro estaba sutilmente hinchado, como si hubiera estado llorando.


— ¿Listo, Haze? — preguntó Dick extendiéndole su mano, el pelinegro asintió con la cabeza mientras tomaba la mano ajena y sonreía de forma algo penosa y sutilmente forzada.


— Sí, ya podemos irnos — murmuró apenado mientras miraba de reojo a Jessie con pesar, sintiendo una gran vergüenza dentro de su ser.


— Bien, despídete de tu amigo para irnos — dicho esto, palmeó el hombro ajeno con suavidad, como si le estuviera dando permiso a Haze para acercarse al pelirrojo.


Se aproximó cuidadosamente hacía él, para estrechar su mano y mantener la mirada fija en el suelo, no se sentía con la fuerza suficiente para mirar a los ojos a Jessie en esos momentos tan desagradables.


— S-Si necesitas algo más para el proyecto, por favor no dudes en avisarme.


— De acuerdo — murmuró mirando detenidamente cómo el pelinegro se apartaba rápidamente de él para ir con el sujeto castaño, quien le besó la mejilla y lo jaló del brazo hacía las escaleras del pasillo para marcharse de dicho lugar.


Volteó de reojo para ver apenado a Jessie, quien no podía creer lo que estaba observando, una combinación de rabia y dolor inundó cada fibra de su ser, no sabía cómo sentirse ante la forma en la que el pelinegro se alejó de él, sobre todo porque cuando volteó a verlo, la mirada de Haze solo reflejaba dolor, dolor y mucha vergüenza, como si nadie odiara más estar en dicha situación que él mismo, y es que realmente, era así como él se sentía.


— Gracias por recibirnos, pero ya debemos irnos — dijo el castaño mientras estrechaba la mano del pelirrojo mayor al llegar al pórtico de ese deteriorado hogar, pórtico donde el padre de Haze y el padre de Jessie conversaban animadamente, totalmente ignorantes de que sus hijos solían verse a escondidas de ambos para besarse como un par de amantes enloquecidos, aún cuando ni siquiera se consideraban "pareja" o si quiera consideraban amarse el uno al otro.


— Agradezco mucho que pasaran por mi hogar, señor Jenkins, espero podamos reunirnos pronto nuevamente.


— Lo tendré en cuenta señor Dalton — dijo mientras volteaba a ver al sujeto pelinegro — Nos vamos ya, Freddy.


— Diviértanse mucho — comentó aquel pelinegro mientras palmeaba el hombro de su amigo, y acto seguido, volteaba a ver a su hijo con detenimiento — Pórtate bien ¿de acuerdo, Haze? — dijo con un tono de voz algo serio, que hizo que su hijo asintiera con la cabeza mientras un nudo terrible se formaba en su garganta, ya sabía a lo que su padre se refería al decirle eso.


— Se portará bien, Fredd, no te preocupes, ¿de acuerdo? — dijo el castaño mientras sonreía maliciosamente y jalaba del brazo a Haze para guiarlo hasta su auto.


Todo su cuerpo empezó a temblar como nunca, su respiración se agitó y sus ojos se cristalizaron considerablemente, "no, no quiero" se repetía mentalmente, hacerlo solo hacía que eso le doliera más, saber que no tenía escapatoria hacía que sin duda alguna doliera aún más, pero, recordar la mirada confusa y perturbada de Jessie, hacía que cada fibra de su ser temblara dolorosamente, odiaba tanto que él tuviera que ver cómo se lo llevaban arrastrado hacía un asqueroso destino, pero lo peor de todo, era sentir que Jessie creía que él se iba por voluntad propia, que él se dejaba hacer todo eso por gusto, cuando realmente lo estaban forzando a hacerlo.


-


— Qué día tan hermoso — dijo el castaño mientras bajaba de su auto junto al chico de cabello negro, quien miraba a los lados con recelo, estaban en lo que parecía ser un lago poco concurrido, con algunas cabañas alrededor donde las personas podían hospedarse por una cantidad de tiempo específica, si no es que eran dueños de una de estas.


— ¿Adónde vamos? — preguntó observando cómo el castaño avanzaba sin si quiera molestarse en sacar las cañas o los demás implementos para pescar, solo se dispuso a caminar hacía una de estas cabañas, sonriendo coquetamente mientras lo hacía.


— Seré franco contigo, Haze, a mí pescar me da mucho sueño — admitió alzando los hombros maliciosamente, dichas palabras hicieron que Haze jadeara algo preocupado y mirara a los lados sin saber qué hacer.


— P-Pero mi padre dijo— trató de hablar, pero la voz ajena le interrumpió de golpe.


— Tu padre no está aquí ¿o sí? — preguntó entre incrédulas risas mientras lo tomaba con fuerza del brazo y lo llevaba prácticamente arrastrado hacía una de estas cabañas en cuestión — Vamos tesoro, tu padre te pidió que te portaras bien, ¿en verdad quieres defraudarlo?


— P-Pero... — murmuró con la voz entrecortada mientras miraba cómo lo guiaban hacía la cabaña en cuestión, "aún faltaba una semana" pensó con frustración, mientras un par de lágrimas empezaban a rodar sin más por sus pálidas mejillas.


-


Golpeaba enloquecido aquel saco lleno de chatarra y demás cosas que encontró en su hogar, la radio estaba a un volumen considerablemente alto, sintonizando una emisora de radio que colocaba varios éxitos de rock y grunge, pero ni todo el escándalo que hacía Eddy Vedder con sus desenfrenados gritos en "Once" era suficiente para callar los toscos gruñidos que soltaba el pelirrojo con cada golpe que le daba al saco en cuestión, dejando este mismo manchado con su sangre (dado que sus puños ya estaban hinchados y sangrando de tanto golpearlos bruscamente contra objetos tan duros).


— ¡¡Jessie, con un demonio!! — clamó una voz femenina que caminaba hacía dicho garaje, abriendo la puerta del mismo y viendo con frustración lo que estaba haciendo su hijo — ¡¡¿Cuál es tu maldito problema, mocoso?!!


— ¡¡Déjenme en paz!! — reclamó volteando a ver a su progenitora, quien lo miraba incrédulamente mientras se cruzaba de brazos.


— ¡Tu padre te llama! estúpido bastardo loco — murmuró de mala gana para darse vuelta y alejarse de aquel lugar.


— ¡Maldita sea! — gruñó entre dientes para dar otro golpe al saco y apartarse de este mismo para ir al interior de su hogar, lugar donde estaba su padre fumando y platicando alegremente con el padre de Haze, aún cuando estos ya llevaban un buen rato de haberse ido.


— ¡Jessie! — clamó Monty al ver llegar a su hijo — ¡Ven acá bastardo holgazán!


el chico se acercó al lugar donde ambos adultos estaban hablando tranquilamente, los miraba con seriedad mientras esperaba a que le dijeran lo que querían, ocultando sus manos en los bolsillos de su suéter para evitar que su padre le gritara o le sermoneara al ver lo que su hijo estaba haciendo.


— Ten — le extendió un par de billetes enfrente suyo — Vé a la tienda y compra un pack de cerveza, pero que sea rápido.


Tomó el dinero de mala gana para meterlo en su bolsillo, pero antes de hacerlo, su padre le tomó de forma brusca la muñeca, observando incrédulo y algo asqueado cómo su mano estaba hinchada y llena de sangre, él ya imaginaba el porqué.


— Jaj, ¿y esto qué? ¿volviste a eso de creerte boxeador, princesa? — preguntó incrédulamente, logrando que Jessie se zafara bruscamente del agarre de su padre, pero ni eso logró evitar que este se riera cínicamente en su cara y arqueara receloso una ceja — ¿Ahora qué rabieta tienes? ¿te dejaron en la banca otra vez por faltar a la práctica?


— ¿Juegas futbol? — preguntó el padre de Haze, pero una estruendosa risa de parte de Monty hizo que arqueara confundido una ceja.


— Quisiera este bastardo holgazán jugar fútbol, el entrenador lo tiene en el equipo sólo porque le tiene lástima, pero la única vez que jugó perdieron catorce a seis — exclamó entre cínicas risas, haciendo que Jessie apretara con fuerza sus adoloridos puños, y antes de hacer algo que pudiera arruinar por completo su vida, prefirió darse vuelta y caminar hacía la puerta de su hogar, escuchando de fondo la sarta de insultos que su progenitor arrojaba hacía su persona, provocando que la sangre de Jessie hirviera aún más de lo que ya estaba haciéndolo de por sí.


-


Jadeaba pesadamente mientras miraba a la nada en aquella oscura habitación, su piel ardía al igual que lo hacían sus ojos de tanto sollozar y derramar lágrimas, pero por más que lo hizo, aquel sujeto no se detuvo, de hecho, el que Haze llorara parecía ser más "encantador" para él.


— ¿Lo ves, tesoro? te dije que si te portabas bien yo sería bueno contigo — murmuró rodeando el cuello ajeno con su brazo para pegarlo a su cuerpo, una manta era lo único que cubría el cuerpo del chico pelinegro después de aquel desagradable intercambio que tuvo con el sujeto castaño — Sé que es frustrante que no lleguemos hasta el final aún, pero siento que será mejor hacerlo el día de mi cumpleaños, ya que tendremos un lugar mucho más encantador y lujoso para revolcarnos ¿no crees? — preguntó sonriendo cínicamente, Haze asintió a sus palabras mientras miraba la nada como el propio zombie, tenía unas ganas terribles de vomitar luego de que lo tocaran y besaran de forma tan repugnante.


Cerró los ojos al sentir cómo lo tomaba con fuerza de las mejillas y lo forzaba a besar sus labios, rozando su lengua por los labios de Haze, haciendo que este sintiera un dolor agudo en su pecho, y la frase "Jessie, ayúdame" aparecía inconscientemente en su mente, no comprendía porqué, tal vez era porque, el único que parecía medianamente preocupado por su vida en aquel entonces, era ese chico de cabello rojizo, aunque no estaba del todo seguro si después de esa tarde él seguiría pensando de esa forma, sobre todo cuando viera todo lo que habían hecho con su cuerpo.



-


Agradeció al sujeto de la tienda para tomar las latas de cerveza y salir de la misma, normalmente era contra la ley que vendieran a un menor de edad, y él apenas llegaba a los dieciocho, pero gracias a que el vendedor conocía a su padre, le permitía comprar todo el licor y los cigarrillos que quisiera, ya que estaba convencido de que eran para el padre del pelirrojo, pero en realidad lo único que era para él era la cerveza, porque los cigarrillos siempre eran la cuota que cobraba Jessie por hacer los mandados de su padre.


Caminaba fuera de aquella tienda sujetando las latas de cerveza con una mano, mientras que con la otra sujetaba un cigarrillo que acababa de encender, necesitaba algo que le ayudara a relajarse, y no estaba seguro de si la nicotina haría tal milagro, pero valía la pena intentarlo, además de que ya tenía ansiedad por fumar.


— ¡Jessie! — escuchó repentinamente una voz conocida hablándole, esto se le hizo muy raro, pero al voltear y ver a cierta figura delgada de largo cabello rubio, la extrañeza se convirtió en incomodidad y frustración.


— Ay no — murmuró mientras veía cómo ese chico se acercaba hacía él con esa sonrisa cínica que tanto le caracterizaba.


— Qué sorpresa verte — dijo mientras se acercaba un poco hacía él — Hace mucho que no te veía por aquí.


— Hola Brad, ¿Cómo estás? — preguntó con algo de recelo y seriedad, haciendo al rubio reír por debajo mientras se mordía el labio inferior.


— Veo que no has cambiado nada, Jessie, sigues siendo un perro rabioso — murmuró entre risas, haciendo al pelirrojo rodar sutilmente los ojos — ¿Sigues jugando fútbol?


— Así es, ¿tú igual?


— Sí, de hecho mi equipo y yo jugaremos esta semana contra los cuervos de Westvalley, ¿porqué no vas y ves el juego?


— Me encantaría, pero tengo que terminar algo en el taller con papá, sabes cómo se pone cuando no trabajo con él.


— Sí, lo sé, es una pena, me hubiera gustado verte ahí, como en los viejos tiempos — murmuró sonriéndole pícaramente, observando con detenimiento los ojos verdes de Jessie, mientras este miraba los suyos con algo de incomodidad y molestia.


— Los viejos tiempos ya pasaron, Bradley — murmuró rascándose la nuca — Tú y yo estuvimos de acuerdo con eso, ¿lo olvidas?


— No lo olvido, Jess, pero a veces me entra un poco de nostalgia por recordar viejos tiempos, no lo sé, es... un poco extraño, ¿a ti no te sucede? — preguntó inclinando un poco la cabeza, haciendo al pelirrojo rodar sutilmente sus ojos — Entiendo muy bien que, tal vez no sigamos viéndonos de la misma forma, pero... eso no implica que no debamos conservar lo único que nos unía, ¿no crees? — dichas palabras hicieron que el pelirrojo frunciera notablemente el ceño, expresión que hizo al chico rubio reír de lado con cinismo — Sigues siendo un estirado, sin dudas.


— Fingiré que no dijiste eso y me iré — comentó de mala gana para caminar hacía su auto, pero antes de hacerlo, volteó la mirada hacía el chico rubio para verle con detenimiento — Podemos ser amigos, Bradley, pero no me malinterpretes, no quiero que seamos más que eso, ¿de acuerdo?


— Eso dijiste la última vez, y terminaste durmiendo en mi casa — comentó alzando los hombros cínicamente, haciendo que un nudo se formara en la garganta del pelirrojo, por lo que se dió media vuelta de nuevo y caminó a su auto para subirse en el mismo y encenderlo, recordando esos días agridulces donde el despecho y la frustración lo llevaron a refugiarse en unos brazos que no eran los de la persona que él añoraba, sino los brazos de un chico que conoció entrenando, y que casualmente, tenía gustos muy similares a los de él, para su mala suerte.


El rubio sonrió de lado al ver cómo el pelirrojo se marchaba, no le dió mucha importancia a su actitud, "ya volverás, Jessie, siempre vuelves" pensaba con malicia, y es que, él sabía muy bien la condición emocional en la que estaba el pelirrojo, atado a un amor no correspondido, y eso en vez de causarle dolor o sufrimiento, le divertía, le parecía muy cómico y patético que el pelirrojo se dejara influenciar por lo que dijera su corazón, sobre todo porque, al estar en dicha condición, era más fácil para él seducirlo y convencerlo de pasar la noche juntos, sin romance o sentimientos de por medio, solo un intercambio desvergonzado y ya, tal y como él siempre deseó.


-


Miraba a través de la ventana de ese auto cómo la ciudad empezaba a ser cubierta por un manto naranja que indicaba el fin de un nuevo día, no estaba seguro de si era por el horrible malestar físico y emocional que tenía, pero ese atardecer a él se le hizo de lo más horrible y espantoso de su vida, una tonalidad de colores bermellón que le hacía sentir que estaba entrando a las brasas intensas del infierno, tal vez sí estaba ahí, porque de otra forma no se explicaba el porqué de todo su sufrimiento en vida, solo una condena infernal era la justificación perfecta para todo eso que le pasaba a diario, la cuestión era ¿cuál fue su grave pecado para terminar así?


— Qué tarde tan espectacular — dijo el sujeto castaño al volante, deslizando una de sus manos por la pierna de Haze, haciendo que el pelinegro cerrara con fuerza los ojos tratando de ignorar ese toque indecente en su cuerpo — ¿Quieres ir a comer, Haze?


— Así estoy bien — murmuró con la voz algo apagada, haciendo al contrario reír de forma algo incrédula mientras lo miraba detenidamente.


— ¿En verdad? no has comido nada desde esta mañana, no quiero que adelgaces y enfermes, Haze, necesitas estar sano para que volvamos a divertirnos.


— No tengo apetito — murmuró con algo de pesar, aunque le tomó por sorpresa sentir cómo lo jalaban del brazo y le forzaban a ver al sujeto castaño a los ojos con detenimiento.


— Mira mocoso malcriado, ¿crees que me tendrás rogándote que comas? a mí me da igual que comas o no comas, mientras tengas fuerzas para darme mamadas y dejarme tocarte a mí me da igual lo que te pase, pero ya que falta poco para que seas totalmente mío, es tiempo de que te dé cierta "educación" ¿de acuerdo? — comentó sonriendo de forma maliciosa, haciendo que Haze lo mirara con terror absoluto.


— ¡S-Suélteme por favor! — murmuró tratando de zafarse del agarre ajeno.


— Debes aprender a que cuando yo te dé una orden, tú debes acatarla, mi querido Haze, si yo te digo "come algo" tú solo asientes con la cabeza y lo haces, ¿he hablado claro, cariño?


El pelinegro miraba aterrado la expresión cínica y algo desquiciada del castaño, "si no hago lo que me pide, solo me espera sufrimiento, aunque estar con él hace que ya mi vida se base en constante sufrimiento" pensó, tomando aire mientras pensaba qué decir, y dado que quería salir de esa situación lo más pronto posible, solo optó por mirar hacía otro lado y asentir con la cabeza, sintiendo su sangre helarse al notar una mano posarse sobre uno de sus pectorales y apretarlo con fuerza, sacándole un agudo jadeo de incomodidad.


— Eso es, buen chico, mi hermoso Haze — murmuró aquel sujeto con malicia, para volver a mirar el camino mientras comenzaba a tararear una vieja canción — Deberíamos ir a comer algo, todo lo que hicimos hoy me dejó hambriento — dichas palabras hicieron que el pecho de Haze doliera considerablemente, odiaba ese asqueroso sentimiento de que había cruzado la línea entre ser puro, y ser usado con alevosía, sentía que ya no había escape para él de ese horrible trauma que le perseguiría el resto de su vida, ya estaba hecho, aún cuando todavía era "virgen", él ya se sentía totalmente usado, totalmente roto.


-


— Ten — dijo mientras colocaba las cervezas en una mesa de centro frente a su padre, y acto seguido, empezó a caminar hacía las escaleras que daban con su habitación, ignorando por completos los balbuceos que daba su padre.


— ¡Maldito mocoso holgazán! ¡¿porqué carajo tardaste tanto?! — clamó mientras el chico pelirrojo subía las escaleras y llegaba a su habitación para cerrar abruptamente la puerta y entrar a esta misma, mirando su pequeña y solitaria recámara con detenimiento y algo de frustración.


Miró de reojo algo que estaba tirado sobre su cama, algo que él solo arrojó sin si quiera echarle un vistazo, todo por culpa de la rabia que sentía, "tal vez deba revisarlo" pensó mientras caminaba hacía su cama para tomar aquel objeto en cuestión y empezar a ojearlo.


Se quedó helado al ver la última página, donde había escritas algunas palabras con la que parecía ser la letra de Haze, "veámonos en el parque a las 06:30 por favor, necesito verte cuando llegue del lago". Dicha frase hizo que el pecho de Jessie empezara a latir con mucha fuerza, ¿cómo pudo ser tan tonto para no notar eso antes? evidentemente no se trataba de tarea, Haze fue hasta su casa solo porque realmente quería verlo, y necesitaba alguna manera de decirselo.


— ¡Eres un imbécil, Dalton! — gruñó mientras dejaba de lado dicha libreta y se iba corriendo al baño para arreglarse, su pecho empezó a latir con mucha alegría y emoción, pero aún seguía latente el incómodo sentimiento de dolor y molestia que le generó ver al chico de ojos azules en brazos de aquel hombre tan odioso, por lo que necesitaba ir corriendo hasta allá y percatarse de que Haze estuviera bien, aunque presentía que nada bueno tuvo que haberle sucedido al estar a solas con ese hombre tan desagradable.


Continuará


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