Paréntesis informativo
¡Hola! Bueno... tenía armado todo un discurso para acá, pero se me olvido. Así que me limito a decirles a todos los que me saludaron por mi cumpleaños, muchas gracias por el detalle! Es re loco recibir felicitaciones de tantos lugares distintos. ¡Gracias! Sin más demoras, les dejo el nuevo cap. Ya saben, cinco para el final! xDD Y no se olviden de pasar por la nueva lista, ya está publicado el primer capítulo en mi perfil :D
Capítulo XXV:
Paréntesis informativo
—¿A dónde vas?—pregunté viéndolo colocarse sus bermudas a tirones, casi como si no pudiera esperar para salir de mi vista—. ¿Cameron?
Se volteó dándome una mirada que no supe interpretar, para luego dirigirse a la puerta con paso determinado.
—Sólo necesito un segundo, ¿ok?
—¿Por qué? —Cerré una toalla alrededor de mi cuerpo saliendo detrás de él por el pasillo, yo me sentía incapaz de sólo dejarlo marchar. Entendía que quizá no había sido el mejor modo de preguntarle sobre su… ¿sobrina? ¡Diablos! ¿Cómo se suponía que iba a saberlo de todos modos? ¿Acaso Tino fue padre? ¿En qué momento le preguntaría algo así si él apenas soportaba a su hermano?—. Lamento haber sacado el tema, pero tú estabas hablando con ella y yo…
—¿Y tú qué? —Se detuvo gesticulando con sus manos para invitarme a finalizar mi oración, no pude. Las pocas veces que Cameron sacaba a relucir su mal genio, me paralizaba mentalmente; él era comprensivo por naturaleza… sarcástico sí, pero sabía jugar bien en el lugar del otro—. ¿Tú qué? ¿Pensabas que te estaba engañando con ella? ¿O pensabas que era una antigua amante? ¿Mi hermana perdida? ¿Qué, Marín? ¿Por qué en vez de alimentar todas esas estúpidas teorías en tu cabeza, no me preguntas lo que quieres saber?
—¡Eso fue lo que hice!
—¡Claro que no!—respondió alzando la voz, para luego apuntarme con su índice como diciendo: ni siquiera vayas por ese camino—. Lo que hiciste fue manipular la situación, esperaste a que bajara la guardia para tirarme tu pregunta a quemarropa. Es exactamente lo mismo que hiciste cuando te disfrazaste, ¿por qué no me lo preguntas a mí? No tienes que armar un personaje para hablarme, Blue, háblame a mí.
—No estabas tan molesto cuando me disfracé… —tercié, cruzándome de brazos para sostener la toalla y quizá también, para sostener mi impulso primitivo de defensa. Había una parte de mí que se sentía algo culpable por manipular un poco el escenario, pero con ella convivía mi parte ligeramente afectada por el alcohol que me decía que no había hecho nada malo. Me gustaría congeniar esas dos partes de mi cerebro alguna vez, esas perras me hacían una mierda de persona, lo admito.
—No estoy diciendo que me moleste eso, sólo me jode que me quieras manipular como si no confiaras en que te diría la verdad si tan sólo me lo preguntaras de forma directa. No necesito estar atado para ser honesto contigo y no necesitas acostarte conmigo, para que hablemos como personas normales.
—Ya veo…
—No, no ves nada —me cortó al parecer cogiendo impulso—. No cuando para ti soy tan digno de confianza como una serpiente.
—¡De acuerdo! —gruñí, comprendiendo vagamente lo que quería decirme. Me sacudí la sensación de derrota de los hombros, al notar que quizá llevaba un poco de razón sobre el tema de la confianza. Luego, finalmente, avancé hasta él para tomarlo de la cintura y dejar caer mi cabeza en su pecho. Él suspiró de forma audible sin hacer amague de responder mi casi abrazo, así que lo apreté más fuerte para que supiera que no iba a dejarlo ir hasta que me dijera que estábamos bien—. Lo siento, a partir de ahora voy a atosigarte con preguntas las veinticuatro horas, no vas a tener tiempo de pensar una respuesta que voy a soltarte otra y otra y otra. Voy a conocer hasta el color de calcetas que te pones cada mañana, Cam… —Alcé el rostro para mirarlo y él me devolvió la cortesía al cabo de un largo segundo—. Dijiste que me amabas, no puedes retirarlo ahora —protesté, dándole mi mejor mirada de congojo.
—No lo estoy retirando.
Sonreí volviendo a hundir mi nariz en su pecho.
—¿Perdón?
—¿Me estás preguntando por perdón?
—Estoy ebria, no deberías tomarme en serio… o esperar mucha coherencia por mi parte. —Él sonrió muy a pesar de su enfado, dejando entrever una brecha en su semblante.
—Dijiste que no estabas ebria.
—Puf… claro que lo estoy, ¿qué ebrio admite a la primera que está ebrio? ¡Ninguno! ¡Por Dios, Cameron, le estaba hablando a la pared!
Eso fue suficiente para lograr que se le escapara una risilla por entre sus dientes y me permití tomar aquello como una tácita aceptación de mi disculpa. Intensifiqué mi abrazo, para sentir en esa ocasión sus brazos cerrándose entorno a mi cuerpo. Justo el lugar donde más habían sido echados de menos, bueno… miento, pero decir la parte de mi cuerpo que realmente lo había estado echando de menos, habría arruinado todo el romanticismo del momento. Así que ustedes finjan estar de acuerdo conmigo.
—¿Cómo te sientes para mostrarme eso que ibas a mostrarme antes?
Me aparté lo suficiente como mirarlo a los ojos con cierto toque de escepticismo.
—Puedes decirme “fóllate mis dedos”, “quiero verte correr en mi boca” y “te pone tenerme atado”, ¿pero no puedes pedirme directamente que me masturbe para ti? —Palmeé su pecho, ganándome una atónita mirada a cambio—. Revisa tus prioridades, Brüner.
—Marín… —Arrastró decididamente la mano que había dejado sobre su pecho hasta su entrepierna, logrando que mis dedos dolieran por la necesidad de arrancarle esa maldita bermuda y realmente tocarlo—. Voy a correrme ahora mismo si sigues hablando así.
—¿Así cómo? —Apreté su erección por sobre la tela de sus pantalones y él murmuró algo muy similar a un gemido animal—. Sólo repito lo que tú dices.
—Camina. —Colocó su enorme palma en mi trasero, dándome un empellón hacia nuestra habitación—. Puesto que me has ofendido gravemente, vas a tener que redimirte.
Me giré al entrar en el cuarto, tratando de adivinar cómo era eso de que debía redimirme. Sonaba como un sacrificio que estaba más que dispuesta a hacer. Pero él no me dio tiempo a formular la pregunta en voz alta, estiró una mano atacando el inocente nudo de mi toalla y en lo que me tomaba jadear por la sorpresa, la toalla abandonó mi cuerpo revelando por completo mi desnudez. ¡Cameron soy rudo Brüner! ¡Sí! ¿No lo estaban echando de menos? Mi zorra interna se frotó las manos como un adicto entusiasta frente a su próxima dosis.
—¿Qué tengo que hacer? —inquirí, bajando la mirada con cierto grado de sumisión; “cierto”, porque nunca le fui completamente fiel a mi papel de chica que sólo se deja hacer.
—Sobre tus rodillas, ahora —indicó sin moverse de su sitio junto a la puerta. ¿Era consciente de que la puerta seguía abierta a sus espaldas? ¿Era consciente de que yo estaba desnuda de cara a la puerta? Cuál era su problema, jodido voyeur.
Sacudí de mi cabeza todas las pegas que tendría la Marín sobria y me puse de rodillas, viéndolo a casi un metro de distancia de mí.
—Cam…
—Señor Brüner —me cortó a modo de corrección, observándome con satisfacción desde su altura. «Señor Brüner, tu culo»
—Señor Brüner —hice marcado énfasis en el “señor”, para que supiera que luego iba a haber consecuencias por eso—. La puerta sigue abierta.
Él se giró lo suficiente como para echar un vistazo a la susodicha y luego se encogió de hombros sin más.
—Hoy quiero que corra un poco de aire. —Se aclaró la garganta—. Separa las piernas.
Ok, esto comenzaba a oscilar sobre la línea de lo extraño y lo excitante. Separé las piernas tanto como mi postura me lo permitió, tampoco soy una Nadia Comăneci. Ya saben, esa gran gimnasta rumana de los años setenta, ella sí que podía abrirse de piernas y saquen toda la implicación sexual de allí.
Cameron llevó sus manos por detrás de su cabeza, como si estuviese estirando sus deltoides. Enarqué una ceja sin moverme de mi sitio, pero esperando atentamente a la siguiente instrucción. Entonces sacudió sus manos a sus costados, avanzó el metro que nos separaba y me levantó del suelo con un movimiento un tanto brusco, pero totalmente caliente.
—A la mierda, no puedo hacerlo ahora. —Su boca cayó sobre la mía demandante, empujando su camino hacia mi interior con una lengua ávida e impaciente—. Voy a llevarte a la cama en este instante, luego podremos jugar al amo y la sumisa.
Solté una carcajada, a tiempo que me dejaba empujar por él hacia la cama y me embebía en otras de sus particulares características de bombero merecedoras de un desmayo.
—¡Oh, señor Brüner!
Y, sí, no seríamos nosotros si hubiésemos cerrado la puerta para esto. ¡Qué va! Dejen los prejuicios a un lado, como si no llevaran en este negocio un tiempo ya.
***
No soy muy amante de las despedidas, así que voy a hacer esto rápido como cuando quitas una bandita de una herida. Dejamos a Claudia en Cartagena al día siguiente de su fiesta, mientras nos prometíamos mensajes, cartas y emails que ninguno pensaba enviar luego. Honestidad ante todo. Acompañamos a Mic y a Oli hasta Montería, un lugar donde tomarían un bus que los llevaría a otro bus hasta Turbo, harían un viaje en lancha hasta Capurganá, otro viaje en lancha hasta Sapzurro y con suerte (y si todas las corrientes marítimas estaban con ellos), otro viaje en lancha hasta Puerto Obaldía, una base militar en territorio panameño.
Por muy tentadora que se viera la invitación a realizar esa travesía por el mar Caribe, hice todo lo posible por trasmitirle mentalmente a Cam mi aversión a subirme a tantos trasportes acuáticos. Podía soportar un ferri o dos, pero ¿lanchas para cuatro personas atravesando verdaderas mareas oceánicas? No, gracias, prefiero quedarme con mi estómago en tierra.
Afortunadamente para mí, estaba mejorando en eso de la comunicación mental porque Cam declinó la invitación con amabilidad, diciéndole a los chicos que su permiso del escuadrón de bomberos se estaba acabando y necesitaba acotar su itinerario mucho más de lo que le gustaría. Algo que era completamente cierto, dicho sea de paso.
Así que ese fue el final de Mic y Oli, la mañana siguiente de dejarlos en Montería, escuchamos en las noticias locales de un accidente de tráfico donde dos canadienses perdieron la vida.
¡Es broma! Ellos estaban bien, cuando nosotros estábamos entrando en Ecuador, recibimos un mensaje con foto incluida de sus pies tocando por primera vez tierra panameña. Fue gracioso y muy intimidante también, pues por primera vez en meses, Cam y yo estaríamos realmente solos. Pero antes de entrar en los detalles de nuestra estadía en solitario, hagamos un breve paréntesis. Es como una de esas capsulas informativas en los noticieros, cuando menos lo esperan ¡bum!, golpean tu cara con algo que no pediste. Así que aquí voy:
*Capsula informativa-Ecuador/Colombia.*
Corresponsal Marín Lance, siempre llevando la información desde el lugar de acción a su mesa.
En las noticias más relevantes de la semana, una mamá tortuga aterrorizó la costa de Ecuador en busca de su tortuguita extraviada, los locales afirman que la pequeña habría desaparecido de la isla de Galápagos justo después de la media noche. A la espera de más novedades sobre el tema, los mantendremos informados. Pasando ahora al ámbito profesional, un reciente descubrimiento científico nos habla de la muerte prematura de las neuronas por leer párrafos como éste. Y por seguir leyendo después de ser consciente de ello. La corresponsal no se hace cargo de las consecuencias que dicha acción puede tener a futuro en su capacidad para escoger buena literatura.
Vaya, lo siento, eso ni siquiera fue gracioso pero ya no puedo borrarlo. Últimamente tengo arranques de estupidez cada vez más delirantes, pero no crean que lo de la tortuga fue completamente una broma. Verán, lo primero que me encontré al abrir los ojos en Ecuador fue un enorme peluche de tortuga, lo cual derivó en una conversación sobre esos animales. Mientras le intentaba explicar correctamente a Cam la diferencia entre la Chelonoidis nigra (la especie que había sido apeluchada para le venta) y las tortugas corrientes, le inventé una noticia mitad cuento infantil, sobre una mamá tortuga gigante buscando a su “pequeña” gigante.
En fin, eso no es tan relevante después de todo, sigamos.
De regreso a Colombia (no literalmente hablando, volvamos allí de forma abstracta) Cam y yo nos encontrábamos recostados luego de aquel vago despliegue de autoridad por su parte. Aunque no me iban a escuchar quejarme porque decidiera cortar los preliminares e ir directo al asunto, a mí también me gustaba la cosa rápida y desordenada de vez en cuando. Y les aseguro que no habría forma física de que este hombre me calentara más de lo que ya lograba con su presencia.
—¿Vas a cerrar la puerta ahora o todavía quieres que el aire sople tu trasero? —pregunté, dándole un apreciativo apretón al susodicho. Cameron gruñó contra mi cuello, sin quitarse de encima de mi cuerpo e incluso apretándose más.
—Vamos a dormir.
—Cierra la puerta, Cameron. Me siento expuesta así.
Él finalmente emergió del hueco de mi cuello, para darme una somnolienta mirada de ojos azules post orgasmo. Ya les digo que el Cameron post orgasmo, tenía todo el potencial para convertirme en una Marín multiorgásmica.
—Eres una mujercita mandona y molesta, ¿lo sabías?
No me dejé inmutar por su reclamo, limitándome a clavar una seria e implacable mirada en su rostro. Cameron soltó un bufido, bajándose de la cama para luego intentar darle un azote a la puerta que terminó él mismo por detener antes de que se estrellase. Cam no tenía espíritu para entrar demasiado en el papel del malo, sus modales hasta le impedían azotar la puerta como Dios manda al estar ofendido. Era tan patéticamente adorable.
—Ven aquí hombre rudo, te voy a dejar darme un azote en el trasero para que descargues toda esa ira acumulada.
—No sé cómo te las ingenias para hacer que una oferta de azote, suene como una orden que voy a tener que cumplir.
—Una orden que cumplirás gustoso —remarqué, a tiempo que me colocaba de lado para verlo entrar en la cama.
—Cuando menos te lo esperes… —musitó, encarando mi mirada y posando su mano en mi cintura para jalarme sobre él—. Mi mano quedará marcada una semana en tu trasero, sólo porque aún tienes el descaro de burlarte de mí.
—Eres un encanto, Cam, tú jamás me golpearías tan duro. —Me incliné desde mi nueva ventajosa postura sobre sus caderas y le planté un leve beso en la boca.
—No la verdad es que no. —Descansó su palma en mi mejilla, deteniéndome inclinada a escasos centímetros de su pecho. Sus ojos abandonaron los míos un instante, mientras disfrutaba de la vista de mis senos rozándolo tras cada exhalación—. Se me ocurren ciento de cosas para hacerte, pero ninguna implicaría lastimarte… soy un adorador de tu cuerpo, Blue.
—Adulador.
—Sabes que sí y me haré una camiseta que lo diga, incluso iniciaré mi propia religión, nuestra palabra clave será: guacamayo azul.
—Esas son dos palabras.
—¡Es mi religión! Nosotros contaremos de a pares.
Sacudí la cabeza, recostándome sobre su pecho y haciéndome de un lugarcito debajo de su barbilla.
—Ni siquiera sé por qué entro en esta discusión. —Él palmeó mi trasero, sonriendo contra la parte superior de mi cabeza y por unos entrañables largos minutos, permanecimos abrazados el uno al otro en completo silencio. Fue entonces cuando parte de mi cerebro que hasta ese momento estaba en pausa, se activó trayendo a mí la razón inicial del desacuerdo previo. A veces sueno tan técnica al hablar (escribir) que me sorprendo a mí misma con mis capacidades discursivas, en serio… ¡soy lo máximo! Pero regresando a lo importante—. ¿Tino se casó?
—No que yo sepa —respondió él en medio de un bostezo—. ¿Por qué, planeas pedir su mano?
—¡Oh, sí!—exclamé con innecesario entusiasmo—. ¿Me enseñarías las señas para poder pedírselo? Me hace mucha ilusión sorprenderlo.
En esa ocasión su mano cayó mucho más pesadamente, sobre aquella parte de mi anatomía que segundos antes sería la sede de reuniones de su religión. Hombre blasfemo. Cameron levantó una de sus manos a la altura de mi rostro, ejecutando una serie de señas que totalmente no tenían nada que ver con lo que le había pedido.
Bufé.
—Eres un grosero, nunca le diría eso a tu hermano… —Su risa retumbó contra mi oído y tuve que descargarle un golpe en el brazo para callarlo—. Al menos no lo haría a la cara.
—¿Por qué estás interesada en el estado civil de Tino?
En vez de responder a su pregunta, me puse a trazar líneas en su pecho con mis dedos, siguiendo el patrón que marcaban sus músculos con sumo interés. Quería preguntarle sobre la supuesta sobrina, pero no estaba segura cómo encarar el tema. Simplemente Marín en el rol de Marín, no cumplía del todo con las expectativas conversacionales de la raza humana en general.
—¿Cuántos años tiene?
—¿Constantino? —preguntó con un toque de incredulidad en su tono. Rodé los ojos.
—No, no Tino… la niña —musité agradecida de no tener que mirarlo a la cara para esto, todavía me sentía un poco mal por el modo en que se habían dado las cosas luego de la primera pregunta que le formulé sobre ella—. ¿Kitty?
—Oh… Kit está por cumplir ocho años.
Ocho, vaya, eso era un poco más de lo que había esperado. No sé por qué pero me imaginaba un bebé pequeño, una niña dando sus primeros pasos o tal. Algo que es verdaderamente estúpido, porque un bebé jamás llamaría a Cameron por teléfono para pedirle instrucciones sobre cómo hacer funcionar su computador.
—¿Y cuándo la conociste?
—¿Cuándo? —Otra vez ese toque de incredulidad hizo su aparición en escena. Fruncí el ceño, ¿acaso mi pregunta era tan extraña?—. La conocí cuando nació, Mar.
—¿O sea que hace ocho años que sabes de ella y no se te ocurrió mencionarla ni una sola vez?
Cameron tomó mi hombro para empujarme sutilmente hacia mi lado de la cama y luego jaló de mi barbilla hacia arriba, obligándome a mantener la charla como las personas normales. Ya saben, cara a cara.
—Primero que nada, no he tratado contigo más que unos cuantos meses de esos ocho años. Segundo, la he mencionado varias veces pero tú no me pediste que te dijera nada sobre ella. Y tercero, ¿por qué siento que tengo que defenderme de algo?
—Porque eres un jodido paranoico —respondí a su última duda, aparatando mi rostro de su tacto. Pues, veamos, si bien era cierto que él mencionaba a Kitty, nunca tuvimos conversaciones reales sobre ella. Claro, él no ocultaba el hecho de que iría a llamarla o que le enviaría tal o cual foto, pero eso difícilmente podría definirse como una discusión sobre el tema. La verdad es que sólo me parecía algo extraño que una sobrina que al parecer conocía tan bien, no fuese un tema tocado con más recurrencia. Imagino que de haber tenido sobrinos, hablaría de ellos en algún momento a la largo de los meses. Creo—. No te estoy acusando de nada, sólo tengo curiosidad.
—¿Y qué quieres saber?
—¿Quién es su madre? ¿La conoces? —Sus ojos se apretaron tenuemente ante la mención de la madre y por un segundo, pensé que había formulado la pregunta más relevante de toda la conversación. Cameron soltó un pequeño suspiro por entre sus labios, deslizando su mano a lo largo de mi espalda como absorto en algo fuera de esa habitación.
—Creo que te estás confundiendo, Mar.
—¿Qué? —lo interrumpí, plantando una mano en su pecho para incorporarme y mirarlo en realidad.
—Katherine no es hija de Tino, es hija de Grace.
Y fue como si repentinamente la primera bitácora destellara en mi mente y con ella las últimas páginas donde Cam había volcado tantas confesiones; confesiones que en ese momento no habían tenido el sentido que cobraban ahora. Pestañeé tratando de enfocar mis pensamientos, pero no importaba cuán fuerte lo intentaba, seguía viendo a la pequeña Grace acercándose a mí durante mi ritual de purificación. Aquella niña que ya era madre.
—No fue sólo porque tu madre perdiese el empleo, Grace estaba embarazada entonces, ¿no? —Si las cuentas mentales no me fallaban, cosa que nunca me fallaba dicho sea de paso, cuando Cameron regresó de la universidad para auxiliar a su familia Grace ya tendría que haber concebido.
—Sí —respondió escuetamente. «Dios»
—Cameron, ¿por qué no me lo dijiste? —protesté, jalando la sabana contra mi pecho para poder tomar una posición cada vez más erguida y más apartada de su cuerpo. Él me imitó, enfrentando mis ojos con firmeza.
—Pensé que Grace te lo había dicho.
—¿En qué momento? —repliqué, sintiéndome ofendida por una omisión como tal. Estamos hablando de Grace, por Dios del cielo, ella fue mi primera amiga al llegar a Milaca. Tal vez habíamos perdido el contacto, pero dados los recientes acontecimientos, bien podrían haberme puesto al corriente del pequeño retoño que había estado criando desde hacía ocho años.
—Hablaste con ella por teléfono varias veces, supuse que te lo diría cuando sintiera que era necesario.
—Pues supusiste mal. —Intenté salir de la cama, pero él me arrastró de regreso con un firme apretón entorno a mi muñeca—. Suéltame, quiero ir al baño.
—Blue, ¿por qué te enfadas conmigo? No es mi hija, no tengo derecho a decir nada sobre ella si Grace no lo quiere.
—De todos modos… eres su tío y yo soy tu novia.
Cameron estuvo a punto de responder con el mismo ímpetu que ambos estábamos usando, pero se detuvo con la boca a medio abrir y me observó con los ojos entornados.
—¿Eres mi novia?
«Oh, mierda» ¿Acababa de adjudicarme un título? ¿Acababa de ponerle una etiqueta a nuestra enfermiza relación?
—Bueno… —Sacudí una mano en el aire para restarle importancia, pero él no dio indicios de haber captado la indirecta—. Estamos juntos, ¿no? —¿Por qué infiernos se lo decía como retándolo a negarlo? ¿Qué estaba mal conmigo? ¡Jesús!
Cameron sonrió, colocando la cabeza de lado en un gesto de profundo análisis. Él estaba disfrutando esto, podía verlo en el brillo que encendía su mirada.
—Al parecer lo estamos —aceptó de un modo solemne. Me sacudí de su amarre, empujándome fuera de la cama y en esa ocasión logrando mi cometido.
—Eres un idiota, ni creas que me he olvidado que me ocultaste esto.
—Blue… hermosa novia mía. —Puse los ojos en blanco, a lo cual él rió sutilmente antes de ponerse serio—. Intenta ponerte en su lugar, Grace no planeó ser madre a los diecisiete años, no tuvo ninguna clase de ayuda del idiota del padre, y todavía cree que es su culpa que yo haya regresado al pueblo.
—Pero…
—No fue su culpa —me interrumpió, al parecer atrapando mi duda en pleno vuelo—. No fue culpa de nadie, sólo era lo que tenía que pasar ¿si? Tal vez no te lo contó porque simplemente no quiere decepcionarte. —Hice amago de responder, pero él pidió la palabra alzando su índice—. Ella te admiraba mucho, lo sigue haciendo. Piensa que me ha decepcionado a mí, a mamá y a Tino, pero está equivocada. No es que se arrepienta de tener a Kitty, te aseguro que si la conocieras al segundo te volverías loca por ella. —Sonrió de un modo fugaz ante la mención de la niña—. Pero de todos modos, Grace cree que cometió un error y fue por eso que me pidió sacarla de Milaca antes de que Kitty naciera. No quería que nadie supiera, no quería que los Brüner estuvieran en boca de todos nuevamente.
—Yo no la juzgaría, lo sabes.
—Lo sé —asintió, estirando su mano para llamarme de regreso a mi lugar. Tras pensármelo un segundo, coloqué mis dedos en su palma y me dejé llevar al refugio entre sus brazos—. Pero Gracie tiene tu opinión en muy alta estima…
—Vete a saber por qué —bromeé, logrando que medio bufara y medio riera.
—Y estoy seguro que ella no querría dejar de impresionar a mi novia.
Le clavé un dedo en las costillas a modo de reprimenda, sin poder negar lo bien que se sentía saber que estábamos en la misma página. Éramos novios, tan simple y complicado como eso pueda sonar.
Pues eso es todo de momento, informó hasta aquí Marín Lance, desde la cama con su novio Cameron Brüner. Volvemos a estudios.
__________________________________
Cam: Finalmente ha iniciado la historia de Neil y pude correr a todos esos intrusos de aquí. Así que primero que nada les voy a decir a todas: gracias por meterme en tremendos predicamentos. Tammy dice que faltan cinco capítulos para terminar y me caen diez pedidos. ¡Son estupendas! Pero bueno, deben saber que no voy a llegar a cumplir con todas, lo que no quita que no quiera hacerlo. Espero sepan comprender y no se enfaden conmigo. Voy a intentar intimidar a Neil para que me deje pasar por su Lista, tal vez pueda intercambiar un lugar por cigarrillos.
En fin, al trabajo. Hoy le voy a dedicar este capítulo a una lectora que ha pedido específicamente esto. Así que... ¿cariño?
Marín: Es la primera vez que alguien pide por las mujeres y me siento importante por representar a las demás. Gracias, MeliMoreno por tenernos en cuenta y no limitarte a babear sobre nuestros hombres jeje Espero hayas disfrutado del capítulo, ahora te dejo con mi bombero.
Cam: Meli sé que has hecho una maratónica lectura para ponerte al corriente con esta historia, se agradece enormemente el esfuerzo y este cap es para ti, por ser una lectora como pocas. Besos grandes :D
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro