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Capitulo 3. Comienzo

CHELSEA

¿Quién demonios se despierta tan temprano un sábado? Escuché la alarma que había programado Rosa en su móvil, que estaba en el buró de lado izquierdo de la cama.

Entreabro los ojos para tomar el teléfono y apagar esa fastidiosa melodía. Volví a poner el objetivo en su lugar, tomé una bocada de aire y me levanté de la cama. Estiré mis brazos hacia arriba y de mi boca salió un gran bostezo.

Volteé mi vista a la chica morena que, al parecer, estaba en un sueño profundo. Salgo de la cama con mucho cuidado, tratando de no despertarla, hasta donde recuerdo, sé que Rosa se pone de mal genio si la despiertan de sus sueños, y más cuando sueña que se casa con algún famoso. No quería arriesgarme a despertarla, pero extraño sus gritos y enojos.

Hazlo, se que quieres molestarla.

Bueno, de algo me tengo que morir.

— ¡ROSA DESPIERTA! — grito a todo pulmón lanzándome encima de ella

— ¡AAAAHHHH! — ella abre los ojos de golpe, estrujándome para quitarme de encima — ¡Chelsea esto no es divertido, quítate! — me da pequeños golpes en los hombros.

— Vale — me recuesto a su lado — no aguantas nada.

— Estaba en un lindo sueño y te atreves a interrumpirlo.

— ¿Ahora con quien te casabas? ¿Con Camila Cabello? — giro mi cabeza para verla.

— No — me mira— Con mi novia verdadera. Ya quiero que la conozcas, es tan linda, tenemos gustos similares, es como yo— me dice con cierto brillo en sus ojos.

— Prefiero a Camila Cabello— sonríe ampliamente.

Ella se cruza de brazos y se da vuelta para darme la espalda. Me levanto divertida, dirigiéndome hacia el clóset, el club había organizado un tour para las chicas que estarían entrenando un tiempo, pero no estaba completamente segura que tipo de ropa debería de usar, si deportiva o algo casual.

Curveando los labios medito unos segundos, al final optó por la primera opción. Tomo la ropa y giro para colocarla en la cama.

— ¿Se ve lindo? — pregunte a Rosa que solo se limito a ojearlo un segundo y encogerse de hombros — venga ya no estés molesta, fue una broma y un comentario inofensivos.

— No es agradable que te despierten de golpe un sábado a las ocho de la mañana — mira la hora en su teléfono — pero me gustaría mas si la blusa fuera blanca. Aquí hace un calor espantoso para que uses negro — cambia de conversación.

—¿Por qué no quisiste quedarte en el cuarto de invitados? — tomo la ropa para levantarla de la cama.

—No lo sé— dice incorporándose— hace mucho que no teníamos una pijamada.

Asentí y sobró una mirada para entendernos: habían pasado varios años sin estar juntas—físicamente— sabíamos lo que nos pasaba una de la otra, pero no era lo mismo decir un "todo va a estar bien" a estar ahí con esa persona y demostrarle que realmente lo estaría. Teniéndote de apoyo, un hombro donde llorar, un abrazo cálido —de esos que todos necesitamos para alegrarnos—hablar sin miedo a que te juzguen, alguien que te escuché, que te orienté en lo que estás mal.

—¿Sabes que algún día tendremos que hablar de lo que te paso no? — alza una ceja.

— Lo sé, pero no hoy. Bueno, no por ahora — me encogí de hombros.

— No te presionaré, cuando estés lista lo hablamos — lleva una mano a mi hombro para acariciarlo mirándome con cautela — bueno, me voy a salir para que puedas cambiarte, no quiero que llegues tarde — me pongo de pie para que pueda quitarse las sábanas de encima.

Al ponerse de pie toma su teléfono para ver la hora: 8:30am.

Tenía exactamente una hora para arreglarme.

Camina directo a la puerta, pero antes de abrirla, me mira sobre su hombro.

— ¿También hablaremos de por qué ahora tu y Hannah se llevan así de mal? — pregunto con un tono suave, pero con firmeza.

Pensé un poco a qué responder, tenía derecho a saberlo, pero no quería hundirla conmigo, no a ella.

Mientras menos personas están involucradas, menos mierda me sentiré conmigo misma.

— Talvez...

[...]

Han sido tres semanas muy intensas, no he tenido tiempo para nada, absolutamente nada.

Y no lo tendrás querida

El día del tour nos dieron una hoja con los horarios y preparaciones para estos meses de visorias.Los entrenamientos eran todos los días durante las tardes —menos los sábados que son en las mañanas y los domingos es día de descanso—Mis clases no parecen pesadas —hasta ahora— pero tenía que ajustar las horas de hacer tarea con los horarios del club.

Básicamente mi rutina estás dos semanas ha sido: Escuela en la mañana, llego a casa, como lo que sea que haya hecho papá, voy a mis entrenamientos. Llego en la noche a casa, hago mis deberes, lavo mis cosas. La hora de la cena la paso encerrada en mi habitación mientras hablo con mamá de como estuvo mi día. Y por último un baño y dormir.

Lo que le tengo que agradecer a este horario es que no me permite ver a Hannah, sale muy temprano al trabajo y regresa muy tarde. Así que no he cruzado palabra con ella en este tiempo.

Lo malo, no paso mucho tiempo con mi papá y con Rosa, ella ha venido unas veces a quedarse a dormir aquí —afortunadamente no me ha vuelto a preguntar nada de aquella noche— vamos a la misma escuela, pero tenemos diferentes clases.

—¿Tienes algo que hacer hoy en la noche? — dice Rosa antes de darle un mordisco a su sándwich.

— No, nada interesante que este fuera de mi rutina — juego con la ensalada dándole pequeños toques con el tenedor— ¿Por qué?

— Por qué es viernes, día de salir sin preocupaciones.

— Rosa, no todos tenemos una vida social tan activa— volteo a verla con media sonrisa.

— No te estoy diciendo que salgas con otras personas—pone los ojos en blanco— quiero que salgas conmigo y con mi novia, para que conozcas más la ciudad y no las mismas rutas—exclamo dándole un sorbo a su jugo.

— Tengo curiosidad de saber quién es la afortunada, pero ¿Lourdes sabe? — veo que su sonrisa se esfuma.

— No le he dicho aún — el tono de tristeza en su voz hace que mi corazón se encoja— le dije que saldría contigo y con un amigo....

— ¿Un amigo? — repito lo último dicho por ella, y por su tono de voz, se que esto no va agradarme.

— Mis padres piensan que salgo con él, me ayudaba cuando empezaba a salir con Maky y todavía lo sigue haciendo — se dejó caer en el respaldo que la silla— así que pensé que sería bueno invitarte para que no esté solo y bueno, para que hagas más amigos.

— No lo sé Rosa... —arrugo la nariz.

— Por favor— extiende su mano sobre la masa hasta tomar la mía. Arrastra las palabras en forma de súplica.

Finalmente, no pude resistir a sus súplicas, apreté mis labios y cerré los ojos para finalmente soltar un suspiro.

— Está bien, saldré con ustedes — afirmo.

— Perfecto, pasamos por ti a las ocho, ponte algo bonito y no se te vaya olvidar avisarle a tu papá que vamos a salir— se pone de pie colgándose la mochila en su hombro— tengo que irme, mi clase empieza en cinco minutos, te veo en la noche— me guiña un ojo y me lanza un beso.

Termino mi almuerzo, y tome mis cosas para dirigirme al aula correspondiente a mi siguiente clase.

Mi celular sonó, era raro que alguien me llamara en horas se clase. Fruncí el ceño extrañada de quién podría ser, saco mi celular de la mochila.

Número desconocido: ¿Lista para esto?

Decidí tomarlo por alto. Y así pase todas las horas de clases sin contestar aquel mensaje. Llegué a casa y papá ya estaba poniendo la mesa para comer los dos juntos, subí a mi habitación y me quité el uniforme del colegio para vestirme con el uniforme del equipo.

Vaya, te la pasas todo el día en uniforme, que ironía.

Nos sentamos a comer, papá era muy buen cocinero, jamás pensé que diría eso.

— Papá, después del entrenamiento saldré con Rosa, ¿Te parece bien? — dije sin quitar mi vista de la comida.

— ¡Claro! Me preocupaba que te quedarás sola hoy en la noche, estaría bien una pequeña distracción— comió un bocado de su comida — solo una condición— demando apuntándome con el dedo— No quiero que llegues tarde a casa, mañana tienes entrenamiento y no quiero que te llamen la atención por una "distracción", ¿Entendido?

Despegué mi vista del plato — Entendido— alcé mi mano como forma de promesa.

Ambos reímos ante aquella acción, nos quedamos en silencio degustando cada pizca. Al final tomé mis cosas de entrenamiento y salí para esperar el transporte fuera de la casa.

Tome mi celular para mandarle un mensaje a mamá.

Chelsea: Mamá, lo siento, pero hoy en la noche no podré hablar contigo, tengo un compromiso con Rosa. ¿Quedamos mañana? Te amo.

Apagué el aparato y antes de guardarlo en mi mochila, me llega otro mensaje, lo prendí para ver la pantalla y percibir quien era, creía que era mamá, pero no.

Número desconocido: Te aconsejo que no me dejes esperando por tu mensaje.

Chelsea: En la noche es el comienzo. Que empiecen los juegos del hambre.

Número desconocido: Espero tu mensaje esta noche. Ándate con cuidado.

Ándate con cuidado...¿A qué se refería con eso? 

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