Capítulo 23. Cruda realidad.
HANNAH
Preparo el desayuno en lo que Chelsea termina de arreglarse para ir al colegio. Tuve la necesidad de hacerle algo delicioso, compensando lo que paso ayer.
Cuando Asher me llamo contándome lo que paso sentía que me moría, no podía imaginarme la idea de perder a mi hermana y mucho menos en una circunstancia como esa. Había tenido elementos que trabajaban conmigo que murieron de esa forma y cada que veía a uno de sus familiares en esa posición, se me hacía pequeño el corazón.
Chelsea casi moría ayer, todo por mi culpa. Talvez todos tenían razón y tuve que dejar este caso hace mucho.
—Huele delicioso —proclama Chell, sonriendo —¿festejamos algo y lo olvide?
Niego divertida, apagando el fogón de la estufa.
—Nada en especial, solo... me alegra que estes bien.
Sonríe a medias, extendiendo sus brazos para abrazarme. No me niego ante eso, y le doy un fuerte apretón antes de separarnos para poner la mesa y comer.
Hice unos chilaquiles verdes con muchísimo queso, como le encantan a ella. Que se sirvió casi todo lo que había preparado en el sartén.
—Ya casi se acerca tu cumpleaños.
—Mhm
—Me preguntaba, ¿si querías hacer algo aquí en la casa?
—Mhm
—¿Eso es un sí o me estas dando el avión? —ladeo la cabeza, viendo como tiene la boca llena de comida — Necesito que verbalices tus respuestas, hermana.
Pone los ojos en blanco, masticando con rapidez.
—Tengo pensado hacer una pequeña reunión —balbucea, con un poco de crema en la comisura de sus labios.
—Perfecto, eso es genial. Preparare algo especial ese día.
Asiente, tomando agua. Como con tranquilidad cuando topo con su mirada ávida en mí.
—¿Algo más que quieras?
—Quiero...—carraspea— quiero ver a papá.
Asiento sin preocupación.
—Okey no hay problema, solo es cuestión de convencerlo ya sabes que...
—Y quiero que venga mamá —dice velozmente, apretando los ojos.
Dejo de masticar mi comida al tomarme por sorpresa. Aquella posibilidad no había cruzado por mi mente en ningún momento. Seguía con los ojos cerrados, esperando mi respuesta.
—Chell, hermanita, sabes cómo están las cosas entre nosotras.
Deja caer sus hombros de un suspiro.
—Es un día especial para mi —rezonga.
—Lo sé, pero...
—Las buenas hermanas hacen lo que sea ese día
—Si, pero...
—¿Acaso no quieres verme feliz?
—Chell me dejas...
—¡Quiero a mi mamá aquí!
—¡Esta bien! — suelto el cubierto, perdiendo la paciencia —solo por ser tu cumpleaños.
—Yei— da unas pequeñas palmaditas, para salir corriendo hacia mi —eres la mejor hermana del mundo mundial— dice dándome un beso en la mejilla.
—No hagas que me arrepienta —la amenazo.
Levanta sus manos en señal de rendición, riéndose.
—Vale, yo ya me voy a escuela, se me hace tarde, guapa.
Le mando al aire un beso a manera de despedida, ella me saca el dedo corazón como respuesta.
Sonríe.
Verla feliz lo es todo para mí. A veces hay que hacer sacrificios para ver a la persona que amas sonreí así sea algo que a ti no te agrada, su sonrisa lo repara.
***
—¿Ya pensaste en que le dirás cuando la veas? Sería algo así como "Cuanto tiempo sin vernos, ¿recuerdas cuando te baje al marido?
—Que graciosa Katia — soltó una risita.
—Ansió ver su reencuentro —la fulmino con la mirada, haciendo que su sonrisa se ensanche más.
Caminamos por el pasillo de la correccional para la sala de visitas, donde mi padre nos está esperando. El guardia de seguridad nos saluda con un "buenos días" y una sonrisa forzada por hacer esto cada mañana.
La apunto con el dedo acusador
—No le vayas a decir nada a mi padre sobre lo que pidió Chell, ¿entendido? —sentencio amenazante. Katia cierra su boca, fingiendo cerrar un zipper en ella y arrojando la llave imaginaria.
El guardia nos abre la puerta para la sala de visitas, diviso a mi padre en una de las mesas que están en medio. Levanta la cabeza cuando escucha la puerta cerrarse.
Me sonríe con anhelo en su rostro.
—Hija mía, que alegría es poder volver a verte —se levanta de su asiento para abrazarme.
—El gusto es mío padre —correspondo.
—Katia, ¿Qué tal? — le extiendo el brazo a manera de saludo.
—Muy bien señor, gracias por preguntar.
Katia y yo nos sentamos frente a él, quien tardo unos segundos en poder hacerlo, hacia muecas de dolor al intentar sentarse.
—Padre, ¿estas bien?
—Si pequeña, no te preocupes —se deja caer en el asiento, apretando los dientes —¿a que se debe tu visita?
Como siempre, trata de evitar el tema.
¿Pues de quien crees que lo heredaste?
—Para empezar, de una vez te digo que no tiene nada que ver con el caso. Estoy aquí por que....
Exhalo
—Chelsea quiere venir a verte.
Humedece sus labios moviendo ligeramente la cabeza en afirmación.
—Hannah, sabes que no quiero que me vea de esta manera.
—Ya lo sé, pero es por su cumpleaños papá. A demás, ella te extraña, ¿verdad Katia?
Giro a verla, se encuentra distraía en un juego de su móvil.
Le doy un codazo.
—Ah si si, lo que ella dijo —hace un mohín de dolor, sobando la zona afectada.
—¿Lo ves papá?
Se que él quiere estar con ella. Cuando Chelsea nos dijo que vendría, papá fue el primero en preparar todo, acomodar y pintar su recamara, remodelar, estaba muy feliz. Fue un cambio abrupto para él dejarla, de nueva cuenta.
Tiene en mente que ella tiene una percepción de cómo es, y no quiere que cambie al verlo así, tras las rejas, con traje naranja, bajo peso y apariencia nada agradable.
Siento su pierna moverse de arriba abajo, desesperado. Frotando con su mano su cien.
—Está bien, pero será rápida la visita —sonrió agradecida, sé que esto es difícil para él, pero me alegra que aun siga haciendo las cosas por sus hijas.
—Gracias por hacer el esfuerzo —tomo sus manos por encima de la mesa, acariciando sus nudillos.
Note marcas rojas en ellos, como si hubiese golpeado a alguien.
Le doy un patadon a Katia, mira por encima de su teléfono la dirección que le indico con un ligero movimiento de cabeza.
—Señor, si tiene problemas con alguno de sus compañeros, sabe que puede pedir protección. ¿pasa algo? —Katia, deja el teléfono sobre la mesa, con aburrimiento.
—¿Por qué insinúas eso, señorita?
—Se asoma una venda en su brazo, por debajo del uniforme. Y sus nudillos están rojos.
De manera inconsciente se baja la manga, tensando su expresión.
—No pasa nada que no pueda controlar. Todo está bien, no tienen por qué preocuparse.
Abrí la boca sin emitir sonido alguno, el guardia ya había llamado a mi padre, la hora de visita ya ha terminado.
—A Chelsea le pondrá muy feliz verte, papá —me pongo de pie, abrazándolo como despedida.
—Lo sé, querida. Dile que aquí la veo con mucho gusto.
El abrazo duro unos escasos segundos, hasta que el guarda jalaba del brazo a mi padre para separarlo de mí. Veo como desaparece por la puerta, esto aún resulta un poco surreal, ¿Quién iba a pensar que uno de los mejores médicos de la ciudad terminaría aquí, en la cárcel?
Tengo un mal presentimiento cuando Katia, colocada a mi lado, suelta un suspiro, tomando mi hombro.
—Falsificaremos la firma de tu padre —me susurra al oído, cuando vamos dirigidas a la salida.
—¿Para qué?
No menciona nada, solo seguimos el camino. Nos despedimos de unas cuantas personas conocidas que trabajan aquí. Katia finge sonrisas cordiales a todo el mundo, no le gusta las personas.
Subimos a mi auto, y una vez dentro, suelta todo.
—Es claro que a tu padre lo acosan en la cárcel. La venda en su brazo, las marcas en sus nudillos y no se si te diste cuenta, pero en su cara tenía varios moretones.
Ahora que lo recuerdo, ciertas zonas de su cara se veían verdosas, era un tono muy ligero, no se distinguían mucho de su color de piel.
—Si alguien quisiera hacerle algo, ya lo hubiera hecho, Katia. ¿Por qué dejar pasar mucho tiempo?
Suelta una risa irónica.
—¿Enserio te crees que sería capaz de jugar en mi celular mientras estoy en horario laboral?
La mira con cara de pocos amigos.
—Bueno si —admite—pero, esta ocasión no lo hice. Veía unos videos que un conocido me paso del pateo de actividades. Te los enviare por correo.
—Quiero verlos ahora — aprieto el volante con fuerza.
—No, las veras cuando estes sola, son algo fuertes —niega con la cabeza, con la mirada endurecida —sea quien sea "A" está llegando muy lejos y, bueno yo te quiero demasiado, pero...
La veo por el rabillo del ojo cuando se queda callada, traga saliva observándome con cierto temor.
—Dilo Katia, no debe ser tan malo.
Tarda unos segundos, mordiéndose el labio, nerviosa.
—Creo que Chelsea tiene algo que ver con todo esto.
***
CHELSEA
Hoy Hannah no comió conmigo en casa, me dijo que tenía mucho trabajo, pero me pidió algo por Rappi. Rosa acepto quedarse a comer conmigo (realmente Hannah se lo pidió) últimamente mi amiga ha estado muy distante con todo el mundo, lo poco que me ha dicho es por problemas que tiene con Macky y la presión de no poder salir del closet como ella quiere.
—¿Entonces te gustan también los hombres? —le pregunto, dándole un mordisco a la pieza de pollo.
—Si.
—Yo creí que eras lesbiana.
—También yo lo creía, pero conforme fui creciendo me di cuenta de que es lo que me gusta y no sé, ¿crees que es más fácil para un bisexual salir del closet?
Me encojo de hombros.
—¿Sabes tan siquiera el termino bisexual? —enarco una ceja, divertida.
Asiente con la cabeza, aunque, por su expresión, sé que no sabe mucho del tema.
Ruedo los ojos, al escuchar la típica respuesta.
—No solo te pueden gustar dos géneros, puedes sentirte atraída por cualquier sexo o identidad, claro, ya depende de ti si solo te gustan hombres y mujeres o más personas. Debes saber sobre estas cosas por si tu mamá llega a tener dudas.
Rosa gruño, dejando caer su cabeza en el respaldo de la silla.
—¿Hay una manera más fácil de decirle? —pregunta, frustrada.
Suelto una risita.
—Puedes decirle que tienes novia, que se aman demasiado y eres muy feliz con ella. Y esperas que ella también está contenta porque tú lo estas —sugerí, insegura.
Cierra los ojos, exhausta. Lleva años buscando la forma en como contarle a su madre sobre su sexualidad, siempre a sido una señora muy anticuada, para ella todo es pecado. Intento educar con esa mentalidad a Rosa, claramente no funciono y ahora está envuelta en una confusión muy grande.
—Esto es muy difícil...—carraspea —hablando de amor y cosas difíciles, ¿Cómo vas con Asher?
Sonreí de manera inconsciente al escuchar su nombre.
—Me lo preguntas como si fuera mi novio —ruedo los ojos.
—Chell, no soy tonta, se nota que te interesa.
Pues así que digamos me interesa, interesa... pues no mucho.
Cállate, estás loca por él.
—Hemos salido un par de ocasiones, ha venido a mi casa — Rosa abre la boca de felicidad, pero calmo sus impulsos de soltar un chillido de emoción —las veces que ha estado aquí son porque trabaja junta con Hannah, no exactamente por mí.
—Da igual por lo que venga, al final siempre pasa a verte, ¿no?
Asentí.
—Es lindo cuando hace eso, me gusta estar con él, no lo veo como a los otros chicos con los que he estado, cuando estoy con a su lado me siento, yo misma, sin necesidad de fingir ser alguien más, ¿significa algo?
—¡Te gusta! —salta en su asiento de la emoción, dando pequeños aplausos, sin embargo, se detuvo con brusquedad, mirándome intrigada —¿ya le contaste el porque te acercaste a él en un principio?
La comisura de mis labios se cae con lentitud, trato de hablar, aunque el único sonido que sale de mi boca son balbuceos. Rosa se rasca la nuca con desencanto.
—Prometiste que le dirías antes de que todo se te saliera de control.
—Lo sé —me levante de la silla, dirigiéndome a mi habitación — pero cuando quería decírselo una u otra cosa se interfería entre nosotros, quitándome la oportunidad.
Tomo el uniforme de entrenamiento que me toca el día de hoy, mientras tanto, Rosa me ayuda a preparar la maleta.
—¿Cómo crees que reaccione el día que se entere?
Rosa voltea a verme, con cara de obviedad y de brazos cruzados.
—Chell, lo decepcionaras mucho, no va a querer volver a verte, aunque le duele, solo te dejará y hará lo posible por que tú ya no sepas nada de él. Serás una completa desconocida.
—Puedo explicarle mis razones, tal vez así no sea tan malo.
Mi amiga sonríe a medias, acariciándome el hombro.
—Así tengas mil y un motivos que contarle, no querrá saberlo, en el momento que pase, solo serás una extraña para él.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, Rosa me jala hacia ella para abrazarme.
Está claro que lo perderé, no importa que llore, grite, le ruegue o le implore, se ira de mi vida, con la versión más asquerosa y frívola de mí.
Querida, desde un principio tú y yo sabíamos que nunca lo tendrías.
✨✨✨✨
Espero que este capítulo haya sido de su agrado.
¡Ya casi llegamos a los 1k! ¡que emoción!
Les mando un besito en su nalga derecha 😘❤
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