Capítulo 19. Cambio de planes
CHELSEA
*** Una hora antes de la cita ***
Mantengo el aparato auditivo en mi oído por cualquier tipo de advertencia o señal que me digan. Es difícil hacer un hoyo en menos de quince minutos, y todavía más agregando una bolsa enorme que pesa más que mi cuarto enteró.
Al final lo logró, solo me falta cubrir a la totalidad la bolsa y el trabajo está listo...
-¡CHELSEAAAAAAAAAA! -una voz chillona se escucha en el aparato, lastimando mi tímpano -¡El león va a su presa! ¡Repito! ¡El león va a su presa!
-¿Eh?
-¡Qué te escondas, carajo! -indica otra voz.
Dejo la pala apoyada en el tronco del árbol, y busco con desesperación un escondite. Hay un pequeño tejado en la casa, que conecta el patio trasero con el jardín delantero.
Sin pensarlo mucho y con la adrenalina al máximo, subo el pequeño tejado que tiene la casa. Y por decir «subir» prácticamente escalé, no se cómo, pero pude subir a esto.
Veo toda la escena de mi hermana y el chico ese. No puedo soportar sentirme mal por él, piensa que cumpliremos la parte del trato, que pagaremos la fianza y se irá a vivir libre con su esposa y su futuro hijo.
Pero la realidad es cruel, no podrá decirle por última vez un «te amo» a su mujer. No verá a su hijo crecer, ni tampoco escuchará un «te amo, papá» de parte de esa criatura, que crecerá sin saber quién realmente es su figura paternal.
Y me siento mal por eso, tan culpable como todos los demás, tan sucia que sea cual sea el castigo que me dé la vida, se que lo merecere... Y no me arrepentire de nada de lo que estoy y estaré a punto de hacer.
Al dejar la carta que arranque de aquel cuadernillo negro y viejo, escucho los pasos de mi hermana hacercandose de vuelta a este lugar, al intentar volverme a esconder, resbaló y caigo de culo al suelo, por culpa del barro que está regado por todo el árbol. Maldigo en voz baja por el duro golpe que me acabo de dar. Me pongo de pie lo más rápido como me es posible, y me escondo detrás de los contenedores de basura.
Apesta demasiado y lo más probable sea que el aroma se quede impregnado en mi ropa, que ya está manchada de barro, al igual que mi cara y mis rodillas, mal día para usar falda.
- Chelsea, ¿Todo bien? - una voz se hace presente en mi oído.
- Sí, solo denme un momento - le digo en un murmuro.
Asomo un poco la cabeza para mirar por encima del contenedor, a la vista solo está mi frente y mis ojos. Veo a Hannah recogiendo el pequeño papel y la bolsa negra. No parece percatarse de la marca de caída que deje a unos metros del árbol. Solo se da media vuelta y se va. Espero al escuchar el sonido del motor del carro alajarse de la casa, para salir del patio.
En el camino a la furgoneta que me espera a unos metros de la casa, me quitó los guantes de látex llenos de lodo, al igual que las bolsas de plástico que cubren mis pies. Camino solo con los calcetines puestos.
Iba distraída, tratando de quitarme el lodo de la cara - que es inútil por qué creo que se expande más por mi cara - cuando tiran bruscamente de mi brazo subiendome a la furgoneta.
- ¡Carajo! ¡¿Podrías tener más cuidado?! Mis piernas son mi futuro pedazo de idiota - exclamo mientras sobo la parte de la espinilla, donde me di el golpe.
- Perdona - levanta las manos en señal de rendición - ¿Escuchaste eso? No vendas la camioneta. Tenemos a la futura Messi aquí, esto podría valer millones.
Fulminó con la mirada ante su sonrisa burlona a lo que solo me queda mostrarle el dedo corazón, no tenía más argumentos que decir.
- ¿Pueden dejar de pelear? Tenemos que concentrarnos en el plan - indica y apunta con el dedo la cajuela - ahí hay ropa limpia, toallitas húmedas y perfume. No nos da tiempo de dejarte en casa. Llegarás tarde con Asher.
- Las toallitas húmedas no funcionaran mucho para quitarme toda esta porquería de la cara. Y mucho menos del pelo - digo, incorporándome en la parte trasera del coche.
- ¿Se te ocurre algo mejor? - su voz prepotente me hace no resongar y obedecer a lo que dice.
Cojo la ropa que hay, no es de mi estilo pero tengo que verme aunque sea un poco presentable. No importa cambiarme delante de unos desconocidos, no me presentan atención, están tan metidos en sus cosas que apenas me notan. Además, si me vieran, ¿Qué podría hacer? ¿Denunciarles? Sería absurdo.
Me visto rápido y con algo de dificultad por los movimientos bruscos del auto. Ya vestida, paso a la parte delantera del auto, tomando pequeños mechones de cabello pasando una toallita sobre ellos para quitar el barro.
- Más te vale hacer las cosas bien Chelsea, o esto se irá a la mierda más rápido de lo que parece - sentencia la persona sentada en el asiento del copiloto.
- Esto ya es una mierda - aclara la voz proveniente del asiento del conductor - pero las cosas se pondrían feas si algo sale mal - advierte.
- ¿Qué podría pasarnos? - les pregunto, incrédulamente.
Se detienen en un semáforo en rojo y ambas personas se miran entre ellas para posar su vista a la mía. Sonríen cínicamente, y eso hace que me den escalofríos.
- Morirnos - me dicen en coro, al mismo tiempo, dando así por entendido que es la solución más obvia.
***
Mentiría si les dijera que no extrañaba los entrenamientos. Esa sensación de tus piernas temblando por el agotamiento físico y sobre esfuerzo que pones por mejorar día con día. Cómo tú pecho sube y baja por falta del oxígeno y el esfuerzo que haces por recuperarlo.
Cómo el sonido de los tachones golpeando el balón, se escucha en sincronía por el campo, al igual que los gritos del entrenador y de mis compañeras de equipo para trabajar la comunicación entre nosotras.
Las gotas de sudor cayendo hasta llegar a mi cuello, como los rayos del sol se impregnan en mi piel, al grado de quemar un poco mi piel, y hacer que me dé una abundante sed.
Pero a pesar de todo, esto me encanta. No puedo imaginarme otra manera de como pasar el tiempo si no es de esta forma. Desde que me enamoré de este deporte este tipo de detalles, que para algunos es molesto, a mi realmente no me importa en lo absoluto.
- Me alegra que hallas vuelto.
Gaby no se ha despegado de mi desde el primer momento que volví a poner un pie en los vestidores del estadio. Me actualizo de todo lo que había pasado en mi ausencia. Desde que habían suspendido a dos chicas por pelarse en las duchas, hasta como el entrenador se les unió en unos ejercicios para ejercitarse junto a ellas.
¿Han visto a su profesor de educación física haciendo ejercicio o corriendo con ustedes? No, verdad
Pues eso mismo me sucede a mi con los entrenadores que he tenido. Nunca los he visto, y tuve la maldita oportunidad de hacerlo, pero claro, paso el accidente y no pude presenciar eso.
- ¿Lo dices por qué realmente me extrañaste o por cortesía?
- ¿Quieres oír de mi boca decir que te extrañé? - se burlo ella, haciendo dominadas con el balón - Sigue deseándolo, por qué no lo haré. Mi orgullo no me lo permite.
Río entre dientes tomando un poco de mi agua. Ella se muerde el labio inferior, estando tan concentrada mientras sigue jugando con el balón.
- Pero seré sincera, tu pones el ambiente aquí - continúo - no es lo mismo hacer los ejercicios con alguien que no está cien por ciento segura de lo que hace a alguien que realmente lo esté - explico, dejando el balón en paz - o que realmente sepa jugar su posición, sabiendo leer jugadas, organizar al equipo, dar consejos y ánimos a tus compañeras y todas esas mierdas de estar en un equipo. A ti se te da bien. Creo que es algo natural en ti. ¡Grace!
Se acomoda el balón para disparar directamente a la portería, advirtiéndole a a Grace que lo haría, para retarla a impedir que su disparo caiga en gol.
Grace es muy buena portera, pero todos sabemos que los porteros es muy raro que impidan un gol que va directo a los ángulos superiores de la portería. Y menos si tienen un disparo muy fuerte como el mío o el de Gaby. Que justo dio en uno de esos ángulos, haciendo así un tiro perfecto. Le saca la lengua a la chica de cabello rizado que inmediatamente se pone a recoger el material.
- Veo que tengo competencia en mi posición - bromeó, iniciando la marcha a los vestidores.
- Qué más quisiera yo reina, pero estoy bien siendo defensa - me sigue - al parecer alguien si que quiere hacerte competencia.
Señala con la cabeza a Zoe y su grupo de amigas, que hacen sentadillas como castigo de un juego que perdieron.
Se me olvidaba decirles, a Zoe la habían nombrado como capitana del equipo. Así que si, como es de suponerse, su nivel de superioridad y egocentrismo aumento al cien por ciento. No lo niego, es muy buena jugadora, sus habilidades son increíbles, y ella lo sabe, usa eso para humillar a las personas, su carácter de «soy mejor que ustedes y eso me hace superior» resalta con su simple mirada, gestos y palabras. Hace que todo su talento se desmorone por completo.
- No le tengo miedo a los retos. Se que puedo mantener mi lugar en el equipo. - me encojo de hombros, haciendo como si no me importará.
La sonrisa de Gaby se expande de oreja a oreja, mientras perdemos de vista el campo y nos adentramos al túnel que nos lleva a los vestidores y duchas.
Tomamos nuestras toallas y las maletas las dejamos en nuestros respectivos casilleros, solo tomamos la ropa interior y vamos directo a las duchas.
Las regaderas están completamente solas. Solo estamos ella y yo, vamos a las llaves que están al fondo, Gaby se mete a una y yo a la que está a un lado, solo nos separa una simple pared.
- Me faltó decirte. El equipo entro a un torneo, al parecer de categorías inferiores, ya sabes, equipos como el nuestro donde esperamos a ser asensidas al primer equipo.
- ¿Y con la finalidad de?
- El equipo que gane el torneo, tendrá la oportunidad de debutar en primera división.
La felicidad invade mi cuerpo, es el sueño de todas las que estamos aquí, por el que luchamos. Nos están dando una gran oportunidad de cumplirlo. Solo no tengo que fallar en nada.
- Aunque no todo es color de rosas, Chell - la sonrisa se borra de mi rostro al instante - solo las más destacadas del equipo lo harán. Así que la competencia está a full, no te sorprendas de las cosas que pueden llegar hacer las chicas.
Eso último es una advertencia. Sabemos que en este tipo de situaciones somos capaces de hacer muchas cosas por conseguir el objetivo. La adrenalina y esa sensación de competitividad corriendo por mis venas para obtener un lugar en el equipo es lo mejor que puedo sentir en este momento.
No pasamos mucho tiempo duchandonos, al ir al vestidor obtengo distintas reacciones, unas compañeras me saludan cordialmente, otras con desprecio y otra parte ni siquiera les importaba en lo absoluto mi regreso.
Zoe y sus amigas me miran indiferentes, haciéndome saber que no soy bienvenida aquí. Ignoro sus malas vibras y abro mi casillero para tomar mi ropa.
Pero mi sangre comienza a hervir al notar que mi ropa a sido cortada, los pedazos de tela están esparcidos por doquier de esté. Saco lo que resta de mis pantalonsillos deportivos, extendiensolos para que Gaby los mire.
Ella abre la boca sorprendida y los toma para examinarlos mejor. Las risas del grupito ya conocido aquí se hacen notar. Haciendo que me enoje aún más.
- ¿Se puede saber que te causa gracias? - le espetó, con molestia.
- De ti, ¿Por qué más me reiría? - vacila - tus gustos en moda son algo... Extravagantes.
Y así ella y las demás compañeras se rían en mi cara. Hago un ademán de avanzar hacia ella, pero Gaby me toma del brazo.
- No hagas nada de lo que te puedas arrepentir - me susurra, jalándome hacia ella.
- Oh te juro que no me arrepentiría de golperla y estampala contra la pared.
- Eso es lo que quiere. No caigas en su juego, te está provocando. Recuerda, de ahora en adelante por cualquier cosa te echarán y tus sueños se arruinaran por una estúpida pelea.
Dirijo mi vista hacia ella, y era cierto, no podía arriesgar mi futuro por una persona que lo único que quiere es deshacerse de mi. ¿Quiere lucha? Lucha tendrá y va a ser la más difícil que enfrentará en su vida.
- Tengo ropa extra en la maleta, tómala, te quedará bien.
Saca la ropa y me la ofrece, la tomo sin poner ningún pretexto, su ropa me quedara un poco apretada, pero no tengo otra cosa que ponerme, el uniforme está lleno de tierra y apesta a sudor.
Las oportunidades no se dan de la nada, y cuando se te presentan, siempre habrá alguien queriendo joderte todo a su paso con tal de hacerte el camino difícil.
Mientras más difícil sea, mejor se disfruta la victoria. Y está, la voy saborear con un placer que ni el mismo Christian Grey podría superar.
[...]
El autobús me deja en la puerta de mi casa, bajo con la mirada pegada al teléfono, le envío unos mensajes a Rosa, quedando para salir a algún lado, me detengo para sacar las llaves de mi maleta.
Al lado de la puerta está estacionada una muy familiar bicicleta roja con un asiento de madera. La aprecio con una sonrisa con mi rostro. Así que me apresuro a entrar y encontrarme con él.
No recuerdo haber quedado con Asher para vernos, tal vez le nació hacerlo.
Entro y mi sonrisa desaparece poco a poco al sentir la tensión que hay en el ambiente. Hannah está de pie, apoyada en el estante de la sala, tiene el semblante serio y los brazos cruzados. Asher, por su parte, tiene las cejas undidas y sus codos están apoyadas en sus rodillas.
Ambos se giran hacia mi, él parece ablandar su expresión, pero ella, la aumenta aún más.
- ¿Y esa ropa? - espeto, con cierto enojo.
- E-es de Gaby, mhm... Paso un pequeño accidente con la mía y tuvo que prestarme... - intento explicar, pero la mirada penetrante de mi hermana me domina más de lo que me gustaría.
- ¿Accidente? - su timbre de voz se suaviza, se despega de su apoyo hacercandose a mí - ¿Estás bien?
- S-si lo estoy - tartamudeo al principio - pero eso no importa ahora, ¿Qué hace él aquí?
- Yo también me alegro de verte, Chelsea - sonríe.
- No es eso Asher, siempre me alegraré de verte hasta en las peores situaciones. Sólo que, no recuerdo haber quedado hoy para vernos.
- Es por qué no vino a verte a ti hermanita. Vino a verme a mí.
Lo miro y él se pone de pie.
- Eso es cierto - confiesa con una sonrisa a medias.
Intercalo mi mirada entre ellos dos, sin entender nada de lo que está pasando.
- Quiero demostrarte que no te uso Chelsea, que no eres solo un simple método de cercanía para mí. Realmente me importas y por eso estoy aquí - explica - hablando con Hannah para arreglar esto entre ella y yo. Sin involucrarte a ti.
Siento como mi pulso se detiene ante sus palabras, la sangre sube por mi cuerpo haciéndome entrar en un estado de shock momentáneo. Qué es interrumpido por una risa irónica de mi hermana.
- Vaya que romántico - da dos aplausos - me dará diabetes por tanta dulzura - se burla - ¿Tu ya sabías de las locuras que tú novio quiere hacer?
- No es mi... Si ya lo sabía.
- ¿Y no pensabas comentarme nada?
- No era su responsabilidad Hannah - dice él, a mi lado.
- Por Dios cállate, estoy hablando con ella.
- ¿En qué momento querías que te lo dijera? Nunca nos vemos, solo en las noches. Cuando lo menos que quieres es hablar, solo llegas, comes y te duermes - le informo con impaciencia.
- No es momento de reproches, tenemos que solucionar esto - nos pide Asher.
- Ya te he dicho que no te meterás en esto Asher, y es mi última palabra.
Él ladea su cabeza y ríe.
- Sabes que nos conviene a los dos Hannah, queremos lo mismo y sabes que cualquier cosa que pidas la obtendrás fácil de mí.
- Tampoco quiero que te metas en estos asuntos Asher - le informo - no sabes el riesgo que correrías.
- Tengo diecinueve años, se lo que hago y que no.
- Genial, saliendo con menores. El pretexto perfecto para ponerte tras las rejas y mantenerte alejado de esto - menciona tratando de sonar graciosa.
- En un mes cumplo dieciocho no sea exagerada.
- ¿Podemos centrarnos de una maldita vez? - farfulla él, con la poca paciencia que le queda.
Ambas nos vemos, pero no decimos nada, decidimos tomar esto con la mayor seriedad posible.
- ¿Por qué tanta insistencia en ayudarme, Asher? - se dirige Hannah a él.
- Pasan cosas raras en casa, mi padre y el abuelo ocultan muchas cosas en sus oficinas y al parecer están relacionadas a la muerte de Christopher.
- ¿Sabes que puede pedir una orden de cateo para revisar su casa no? - le pregunto, girando la cara hacia él.
- Créeme Chelsea, tienen muy bien ocultas sus cosas.
- No solo eso, también son buenos sobornando policías. Hemos revisado su casa varias veces y no encontramos nada - ella lo admite, no muy orgullosa.
- Es por qué no buscan bien - murmura con burla - en cambio yo, se lo que hacen, a dónde van, con quién van, a qué van, en donde se encuentran los lugares que visitan - explico, numerando cada cosa con los dedos de su mano - en fin. Se más de lo que tus estúpidos agentes han investigado. Lo que ocurre es que eres una egoísta que no es capaz de aceptar una ayuda que ella misma sabe, que le otorgará muchas evidencias.
- Admito que eres bueno Asher, de eso no me cabe la menor duda. Pero no quiero ponerte en riesgo.
- ¿En riesgo de qué? - bufa.
Ella se acerca a él, con una ceja enarcada. Retándolo con la mirada.
- Están amenazando a toda tu familia, no sabemos de qué son capaces de hacerles y no quiero imaginarme lo que te harían si esa persona se entera que lo estás investigando. Ya corres mucho el riesgo por el simple hecho de ser un integrante de la familia Cruz. Y no solo eso, pueden utilizar a Chelsea para llegar hasta ti, así que por esa simple y sencilla razón no te entrometerás en esto. ¿Queda claro? - le dijo, dándole a entender que su desición no la cambiaría por nada.
Asher tiene la mandíbula apretada al igual que sus puños. No parece estar intimidado por la voz fuerte y segura de mi hermana, solo parece estar enfadado e impotente por no poder hacer que cambie de opinión.
Así que trago saliva con todas mis fuerzas por lo que estoy apunto de decir, se que ninguno de los dos se lo tomara bien, pero si está es la única manera de hacer que esto se calme, lo haré.
- ¿Y si le ayudo? - me escuche decir a mi misma.
Ambos me miran y me siento diminuta ante sus miradas de completa furia. Y más la de Hannah, si sus ojos pudieran gritar lo que transmiten sería algo así como « cierra la puta boca de una maldita vez, antes de que hagas una estupidez. »
- ¿Eh? - mascullan ambos.
- P-puedo ayudar a Asher.
- No ni de broma lo harás - me indico Hannah - este asunto es algo que no te incumbe en lo más mínimo.
- ¿Entonces por qué estoy aquí metida entre ustedes dos?
- Por que esté imbécil te metió sin querer en este asunto con el pretexto de quererte.
- No es ningún pretexto, la quiero enserio - Hannah le da una mirada significativa y el alza las manos rindiéndose.
- Como sea, no lo harás. Es arriesgado.
- Estoy de acuerdo con Hannah. No es bueno involucrarte en ésto Chelsea.
A veces me preguntó si algún día dejaré de abrir la boca y decir tanta estupidez. Esta claro que no quieren meterme en esto, pero de todas maneras, por ambas partes estoy jodida. Una: ser la hermana de la sargento que lleva el caso. Dos: salir con Asher, el integrante de la familia que está siendo amenazada.
Y ambas opciones sin ningún tipo de protección. Creo que el riesgo es de la misma manera, ni más ni menos arriesgado.
- Por favor. Con los dos corro el riesgo de ser atacada. Ya pasó una vez ¿No? ¿Quién garantiza que no volverá a pasar? Este o no trabajando con ustedes.
Hannah cerro los ojos, implorando perseverancia por está situación, sin saber que hacer. Asher no dice nada, solo tiene la mirada en el piso. Me lamí los labios, que es lo que frecuentemente hago cuando estoy nerviosa, el ambiente en la habitación es tensó, parece que cualquier movimiento que haga explotarán contra mí.
- Está bien, trabajaré junto contigo Asher - dijo, con fastidió en su voz.
Él soltó todo el aire en de su pulmones.
Hannah gira su cabeza para verme, y me señala con el dedo.
- Y tú te mantendrás alejada de esto - sentencia - podrás salir con él, pero no quiero enterarme que estás involucrada en algo relacionado a la investigación, ¿Les quedó claro a los dos? - su voz firme y ronca hace notar su autoridad.
Ambos asentimos.
Hannah nos examina por última vez con una mirada de pocos amigos. Camina para dirigirse a la cocina y desaparecer de nuestras vistas.
- Te había dicho que Hannah no iba a querer, ¿Y aún así vendiste para comprobarlo? - le doy un pequeño golpe en el hombro, haciendo que esté sonriera.
- El que no arriesgo no gana querida Chelsea. Y hoy me tocó ganar - sonrió con una sonrisa victoriosa.
Asher camina hasta el sofá donde se encontraba sentado cuando llegue, toma su chaqueta y una caja azul con un moño blanco encima.
- Creo que ya debo irme.
- Te acompaño a la puerta - susurró, adelantando camino hasta la entrada de mi casa.
Siento su vista detrás de mí durante el corto trayecto antes de llegar y abrirle la puerta. Me hago a un lado para que pase. Me cruzo de brazos, apoyando mi hombro en el umbral de la puerta.
- ¿No quieres quedarte a cenar? - le pregunto, con una mueca en mi rostro que parece estar rogando por ello.
- Me encantaría, pero no creo que esté sea el momento correcto para hacerlo, Hannah no va a querer verme ahora.
Tiene razón, en estos momentos Hannah debe de estar echando humo por las orejas de la rabia que tiene al aceptar ducha propuesta, y no la culpo. Lo que ambas compartimos en carácter es el orgullo, ese que por más que tú quieras hacer algo por ti mismo, sabes que necesitas ayuda, pero no la pidas. Y cuando esa ayuda es forzada te cuentes peor, por creer que no eres buena en algo.
Frunzó los labios, haciendo una mueca de disgusto, agachó la cara para que Asher no lo noté, aunque es absurdo, él suspira dejando la bicicleta en su lugar nuevamente y se acerca a mi.
- Venga, ya, no te pongas así - toma mi mentón con sus dedos y levanta mi cara - en otra ocasión será, lo prometo.
- Vale - murmuro un poco triste.
Asher suelta una pequeña risa vacilante, mete un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Su mano se desliza por el contorno de mi mandíbula hasta llegar a mi barbilla, y se queda ahí, acariciando con su pulgar abajo de mi labio inferior, sin llegar a tocarlo.
En otra ocasión me molestaría por esto y lo alejaría de mi con un empujón brusco o, si fuera el caso de que me gustará un completo desconocido, no me andaría con tantos rodeos e iría directamente a besarlo. Esto de las caricias no son lo mío, pero algo tiene Asher que me impide hacerlo, no se exactamente que es, pero me hace sentir bien.
Es imposible para mí alejarlo, su aura me hace sentir segura con su presencia, siento que las acciones pequeñas, para mí son las mejores en todos los sentidos, no hay necesidad de que haga algo muy elaborado para sorprenderme o dejarme sin palabras, él se ha destacado por hacerse notar con detalles y acciones pequeñas, que debo admitir que me encantan.
Por inercia mis ojos se desvían de los suyos, cayendo directamente en sus labios, aprecio su sonrisa, y el hoyuelo que se forma por está.
Miro de reojo que él hace exactamente lo mismo que yo, mis labios están entreabiertos, mi respiración está choca con la suya, es cuestión de cortar unos centímetros para sentir sus labios chocar con los míos. Es una situación tentadora, donde estoy luchando al cien por ciento contra mis impulsos para no hacerlo, no quiero arriesgarme a ser rechazada o que se moleste porque él todavía no esté seguro si realmente lo quiere.
Y la verdad creo, que si seguimos así por unos instantes más, seré yo la que lo besé.
Veo que remoja sus labios y se acerca un poco más a mí. Creo que nota mi reacción ante su acción, porque su pulgar ahora mismo está rosando mi labio inferior, acariciándolo con delicadeza. Su respiración está más cerca de la mía. Puedo oler su aroma, no hay necesidad que use una fragancia, con su simple olor natural basta para volverme loca.
Estoy apunto de acortar los milímetros de distancia que quedan, cuando él se aclara la garganta, rompiendo así el momento. Se aleja de mí, y siento el frío que deja en mi rostro al quitar su mano de el.
- Ya es tarde, debo ir a casa - dice, rascándose la nuca - ¿Te mando mensaje luego?
Tardo en reaccionar, todavía afectada. Pestañeo rápidamente para volverme a la realidad. Asiento torpemente.
Hemos estado muy cerca de besarnos, y el ambiente que hay aquí lo confirma. ¿Desde cuándo hace tanto calor?
- ¡Ah! Y esto es para ti - me tiende la caja azul, son una pequeña sonrisa.
- ¿Más cómic's? - pregunté, arrugando el entrecejo con diversión.
Cojo el regalo con las manos temblorosas, que hacen que casi se me resbale el regalo. ¿Hasta este punto me llega afectar él? Al grado de casi temblar.
Y así te pones con un simple rose, ahora imagínate con un beso.
- Es algo más íntimo que un cómic. Espero te guste.
Se acerca a mi y me da un beso en la mejilla. Veo como se sube a su bicicleta, pedaleando en dirección a su casa y desaparece de mi vista al retornar en la esquina.
Y así se va, sin más. Dejándome como novia de rancho. Vestida y alborotada.
Entro a casa, cierro la puerta y subo a mi habitación para cambiarme. Deja la maleta sobre la cama y voy directo al escritorio para abrir el regalo.
Quitó las tiras de cinta con mucho cuidado de no maltratar la caja. Quitó la tapa y la pongo a un lado.
Una sonrisa enorme se dibuja en mi cara, un retrato mío, es una foto que me tomé antes de venir aquí, donde estoy haciendo trucos con el balón. Esta hecho a mano, con carboncillo, y está enmarcado.
Sobre el cristal tiene una pequeña nota.
« Cuando te busqué por internet no pude evitar merodear en tus fotos. Te vez linda en esta, y fue inevitable no dibujarte. Espero te guste.
Con cariño. Asher»
Aprecio la obra de arte que tengo en mis manos, y lo digo no por el hecho de que sea yo la que esté dibujada en el lienzo, me refiero a los detalles que contiene el dibujo, desde mi simple silueta hasta los pequeños trozos de caucho de la cancha. Todo muy bien hecho.
Mi felicidad es interrumpida por mi celular, que está vibrando dentro de la maleta. Dejo con mucho cuidado el marco en el escritorio para tomar ir a tomar el móvil.
Es un mensaje.
"A": ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estaba él en tu casa?
Cuando dijo que me tendría vigilada, iba muy enserio.
Chelsea: Tengo que decirles algo, y se que no les va a gustar.
Tardo unos segundo en obtener respuesta.
"A": Ya sabes dónde vernos. Te esperamos a las diez en punto allí. Ni un minuto más ni un minuto menos. Tenemos que rehacer el plan.
Y así es como pueden matar mi felicidad en unos segundos.
- Asher, te quiero de verdad, pero ¿Justo ahora tenías que meter la pata? - pensé para mí misma.
Ahora a esperar a que Hannah se duerma, no se lo que me espera, pero no será nada bueno....
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