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Capítulo 18. ¿Cuáles son tus intenciones?

ASHER

— ¿Se puede saber que estás haciendo?... 

Charlotte me miraba de pie junto a la puerta, sostenía con ambas manos una caja negra. Tenía un semblante serio con el ceño fruncido.

Me quedé mirándola unos segundos pálido. Suspiró de alivio por que sea ella quien me haya descubierto husmeando las cosa de mi abuelo.

— Yo... — murmuró sin saber que decirle. Sigue con esa expresión en su rostro, la cual me pone nervioso.

— ¿Tú qué?

Doy una ojeada rápida al interior del cajón, buscando algo que me ayude a solucionar este tremendo apretón.

— Yo vine por un... bolígrafo — sonrio nervioso, mientras tomo el único que estaba en el fondo del cajón, lleno de polvo — Sí... mhm... Necesitaba uno, perdí mi bolsita de plumones y tengo que hacer una tarea.

— ¿Un bolígrafo? — repitió, y puso una mueca todavía más confusa — pero si tú en la escuela solo utilizas el iPad.

De los nervios, no supe que contestarle. Simplemente me levanté del asiento del escritorio y cerré el pequeño cajón.

Camine hasta ella, jugueteando con el botón del bolígrafo. Al llegar a su posición tuve que bajar un poco la vista para verla a las ojos, era más baja de estatura.

— Me gustan las cosas a la antigua, primita — Le enseño el objeto con una pequeña sonrisa arrogante.

Ella descaradamente pone los ojos en blanco, se da media vuelta y sale de la habitación. Sigo sus pasos cerrando la puerta a mis espaldas.

— Agradece que fui yo quien te descubrió revisando las cosas de Marcos y no él. Que de seguro te hubiera matado al verte — me dice Charlotte, dando una vuelta repentina hacia mí.

Yo choco contra ella, y la caja le pega en el pecho. Noto que la caja está algo pesada y le extiendo los brazos ofreciéndole mi ayuda.

— Gracias, Asher. Pero puedo con esto yo sola — Aleja un poco la caja de mí. Yo confuso, frunzó el ceño.

— ¿Qué es lo que llevas ahí dentro? — inclino un poco la cabeza, con los ojos entrecerrados.

— Son unos bocetos de diseños que no están tan afectados — aclaró, tranquila —. Veré si los puedo volver a hacer.

— ¿Segura que son puros bocetos? Está muy pesada la caja para que sean solo hojas.

— Que sí, niño, entiende.

Me resigné y levanté las manos en señal de rendición.

— ¿Tú no tienes una cita en una hora? — me pregunta, cambiando de tema.

— Sí.

— ¿Y todavía no te arreglas? —exclama, en tono sorprendida.

Niego con la cabeza y parece molestarse.

— En treinta minutos estoy listo — le aseguré.

Me mira y hace una mueca de disgusto.

— Deberías tomarte esto de las citas enserio. Cómo lo hacemos nosotras, que nos tomamos el tiempo para arreglarnos.

— Chelsea no se arregla para mí, si no para ella — ruedo los ojos — pero tienes razón. Debo comprender y saber el esfuerzo que hace. Gracias por el tip.

Le revuelvo el cabello con la mano, y paso por su lado para subir a mi habitación.

— Espera Asher — me llama y me detengo en seco.

Volteo a verla, y parece hacer un gran esfuerzo por cargar esa caja, que sus pasos son algo lentos.

— En el salón principal estan las llaves de mi coche. Tomalas si las necesitas — sopla un mechón de cabello para apartarlo de su cara, pero fue en vano.

Suelto una pequeña risa por los vagos intentos de apartarse el cabello con el aire de su boca.

— Gracias, Charlotte. Pero no necesito el coche — me acerco a ella y le coloco el mechón de cabello detrás de su oreja —. Me llevaré la bicicleta.

— ¿La bicicleta? — repite, desconcertada — ¿Sabes lo que pensara de ti al llegar con una simple bicicleta a la primera cita, sabiendo que eres rico?

— Es exactamente lo que quiero averiguar.

Ella me mira boquiabierta un momento, antes de cerrar los ojos, sacudir la cabeza e intentar comprender mis palabras.

— Eres muy raro Asher. En fin haz lo que quieras.

Pasa por mi lado, para subir las escaleras. Me quedo quieto hasta dejar de escuchar el ruido que hacen sus tacones al dirigirse a su habitación. Escucho como abre y cierra la puerta y suelto un largo suspiro de alivio.

Pienso volver a entrar al despacho de mi abuelo, pero siento una pesada mirada sobre mi nuca, y me pongo nervioso.

Los pasos de mi abuelo se están  aproximándo hacia mí, me giro al sentirlo un poco más cerca. Intento formar una sonrisa amigable, pero por la expresión de desprecio de mi abuelo, no salió como esperaba.

— Eran los de la compañía de internet de la calle — me informa — vinieron a cambiar los cables. No tenías de que preocuparte — dice con la voz ronca y firme.

— Ah — expresé.

Nos quedamos mirando fijamente uno al otro. Jugueteó con mis dedos detrás de mi espalda, para poder aguantarle la mirada.

Me examina de arriba abajo y sin más, sigue su camino hacia su despacho. Agachó la mirada para dirigirme a mi habitación, pero su voz llama mi atención.

— Asher.

— ¿Si?— lo miro por encima del hombro.

— Regresame la bolígrafo que tomaste de la oficina — ordena.

Lo obedezco y le doy el bolígrafo con la mano temblorosa. Lo toma y él en un ágil movimiento me toma de la muñeca con fuerza. Cierro los ojos inconcientemente y doy un respingo al sentir un empaque pequeño y frío en la palma de mi mano.

Abro poco a poco mis ojos, teniendo un nudo en el estómago por lo que fuera a darme, que se divisó el notar lo que era ... Era un preservativo.

Lo miro confundido, él solo ahoga una risa.

— Lo necesitarás para tu cita de esta noche.

Me guiña un ojo. Se dio la vuelta tras mirarme un momento más y se marchó.

No tengo planeado usar esto, tenía una noche planeada con Chelsea, que si sale como yo espero, será la mejor noche de mi vida.

[...]

Pedaleo lo más rápido que puedo para llegar a tiempo al lugar donde cité a Chelsea. Le insiste demasiado para poder pasar por ella, pero se negó cuántas veces pudo. Su hermana se ofreció a llevarla y tenía que obedecerla.

Llevaba puesto unos pants negros que hacen juego con mis zapatillas. Un jersey color gris con un estampado a blanco y negro de la portada de un cómic de Marvel.

Mi mochila, que contenía un carboncillo, un lienzo pequeño, mis audífonos, una botella de agua, mi móvil y un par de cómic's que te obsequiere a Chelsea.

Llegó a mi destino y estacionó la bicicleta en el cicloparquero. Me rígido a la fuente que está fuera de la feria, donde me encontré con ella.

Camino de un lado a otro ansioso por su llegada. Reviso la hora en mi teléfono y no ha llegado, lleva diez minutos de retraso y me estoy empezando a preocupar.

Nunca había estado de está manera por una cita con una chica. La última vez que había tenido algo parecido a una cita fue con el hospital para el exámen de ADN.

Tal vez no tendría nervios tratándose de cualquier chica, y era precisamente eso, que Chalsea no era cualquier chica para mí.

Rosa hablaba maravillas de ella cuando estaba conmigo, de su manera de ser, de vestir, de hablar, actuar. Anécdotas que habían pasado juntas antes de que Rosa se mudará de ciudad. Llegó a contarme demasiado de Chelsea que fue automáticamente que me agrado.

Nunca me mostró una foto de ella, solo me daba su descripción, yo me creaba una imagen de ella y la plasmaba en mi lienzo. Por ese motivo, la primaria vez que la ví más específicamente en la cafetería, me sorprendió haber acertado en su apariencia física con solo unas escasas descripciones.

No sé en que momento me senté en la fuente a esperarla más calmado. Con el sonido del agua cayendo constantemente, eso me relajo un poco. Vuelvo a revisar la hora, ya han pasado otros diez minutos y ella no aparecía.

¿Se ha arrepentido de último momento? ¿No le agrada la idea?

Varias preguntas se comenzaron a instalar en mi cabeza. Pero cuando detecto un olor a vainilla detrás de mío, desaparecen fugazmente. Me doy la vuelta y la encuentro a ella con una sonrisa tímida en su rostro.

— Perdón por la demora. Hannah no llegaba y tuve que esperarla buen rato — me dice, jugueteando con sus dedos.

— Descuida, lo entiendo — le resto importancia — lo importante es que has llegado. ¿Estás lista para... ¿Por qué tienes manchas de tierra en la cara?

Me puse de pie frente a ella, le sacaba unos cuantos centímetros, así que era fácil verla a la cara. Le quite una ramita que tenía el cabello junto con una pequeñas ojos.

El color carmesí se hizo presente en sus mejillas y bajo la mirada avergonzada.

— E-es que... Me caí en los arbustos que están por allá.

Carraspea las palabras con vergüenza señelandome la dirección de dónde venía.

Niego divertido.

— Hannah me dejó a unas calles. Ya era tarde y venía apresurada. No sabía el camino y venía distraída viendo la ubicación en el celular que no me di cuenta que están los arbustos ahí. — se apresura a explicarme.

— Te ves linda aún con tierra en la cara y hojas en el pelo — le sonrió y la miro directo a los ojos — En fin, ¿Estás preparada para aceptar las derrotas que tendrás esta noche en los juego?

Sonrió divertida.

— Claro que lo estoy, te pateare el trasero en la mayoría. Pero primero iré al baño — hace una mueca — tengo que limpiarme la cara.

Y así, nos dirigimos dentro del parque de diversiones.

[...]

— Estoy muy mareada, no creo poder comer esto sin que vomite — dice, haciendo una mueca cuando le ofrezco golosinas.

Chelsea y yo nos subimos a cuantos juegos pudimos. Desde el más inofensivo hasta los más extremos que había. Nos faltaron algunos, pero era momento de tomar un descanso, caminamos bastante y en realidad la entiendo, yo igual me mareé.

— Venga, seguro que con un poco de agua se te pasa — le extiendo la botella y sin dudarlo la toma.

Se la llevó a los labios, y le dio un gran sorbo. En su cara se veía el cansancio que tenía, así que nos sentamos en las bancas más cercanas que encontramos.

— La próxima vez que vengamos, recuérdame no subirme al que te pone de cabeza, es horrible — me señala con un dedo.

— Lo haré con mucho gusto — asentí divertido.

Hubo un momento de silencio, donde ella seguía tomando de su agua.

— ¿Puedo preguntarte algo? — pregunto en voz baja.

— Si te digo que no, ¿Seguirás insistiendo? — enerca una ceja.

— Si.

— Entonces dime.

Repique el dedo en la mesa antes de hacer la pregunta, no se cómo se lo tomara, pero está es la única manera de asegurar mis sospechas.

— Me habías dicho que tu madre salió con un doctor... El doctor Marcelo González, ¿No? — ella asiente— bueno... Tengo que decirte algo — suspiro — ese doctor se suponía que estaba muerto para esas fechas.

Durante un momento pareció sorprendida... O eso me hizo creer por qué cambio su expresión a una sonrisa de lado.

— Eso ya lo sabía.

Durante un momento mi cerebro se detuvo, la verdad no esperaba esa respuesta. Me quedé viéndola, boquiabierto. A ella le daba risa está situación pero tampoco continúo hablando.

Sacudo la cabeza antes de poder volver hablar.

— ¿Eh?

— Eso ya lo sabía, Asher — repitió.

— ¿Como lo...

— No soy tanta — me cortó — cuando ese hombre salía con mi madre nunca me dio buena espina. Era una niña pero sabía identificar comportamientos raros. Así que un día que fuimos a su supuesta casa, encontré una identificación con sus datos. No fue difícil buscarlo por internet.

Bueno lista desde chiquilla, me agrada.

— ¿Entonces por qué te enojaste con Hannah?

Ella suspiro, antes de pasarse las manos por la cara.

— Hannah cuando presiente algo siempre acierta — aseguro ella — sabía que ese hombre ocultaba cosas y para investigarlo uso métodos muy... ¿Inapropiados? Esa no era la manera para hacerlo. Hirió los sentimientos de mi madre solo por su egoísmo.

— Pero el día que te fui a ver al hospital me dijiste que tú no sabías exactamente quién...

— No podía decirte delante de Hannah y mucho menos de Rosa que conocía esa situación. Se supone que todo esto es asunto de Hannah.

— ¿Y sabes que sucedió con él después?

Ella negó, pero claramente se ve cuando se tensa, mejora su postura sin darse cuenta.

— ¿A qué viene todo esté interrogatorio? — preguntó con normalidad, sin mostrar tensión.

Se suponía que está cita era para conocernos mejor, convivir y saber más de nosotros.

Pero lo cierto es que toda esta situación me calcome más de lo que quisiera. Me beneficia que trabajar junto con Hannah, los documentos que ella necesita están al alcance de mis manos. Registros médicos, fotos, cartas, archivos, toda la evidencia posible está en casa. En cierto punto nos beneficiamos ambas partes.

Pero es difícil acercarme a ella, no quiero usar a Chelsea para esto, no me lo había planteado cuando la conocí. Pero este es el único modo de hacerlo.

Pero también quiero conocerla, saber que le gusta y que no. Sus sueños y miedos. Sus virtudes y defectos. Sus alegrías, tristezas y enojos. Sus altas y bajas. Quiero compartir segundos, momentos, experiencias y detalles que pueda con ella.

No estoy seguro si está es la manera para lograrlo, formar parte de ayuda para su hermana me ayudaría acercarme más a ella. Es arriesgado pero lo intentaré.

— ¿Mm? — musitó esperando una respuesta.

— Mira, se que este no es el mejor momento pero... Tengo sospechas que mi familia sabe algo de la muerte de mi hermano, algo más profundo de lo que sabe....

— Y quieres que Hannah te escuché para que trabajen juntos. — deducio.

Abro los labios pero los cierro enseguida sin saber que decir. Aparto la mirada a otra parte, avergonzado.

Solo asiento con la cabeza.

— Así que solo me estás usando para llegar a ella — me dice en un susurró.

Antes de poder responder, se levanta golpeando la mesa con sus manos. Toma su celular y comienza a caminar a toda velocidad.

No pierdo el tiempo y me apresuro a seguirla, no me costó mucho trabajo alcanzarla, podemos tener casi la misma altura pero no utiliza mucho sus zancadas, al menos, no para caminar.

— Espera, no es lo que crees — la tomo con ligereza de la muñeca.

Se zafa de mi agarre con facilidad, girando hacia a mí.

— ¿Entonces que es lo que se supone tengo que creer? — me dice, irritada, colocando sus manos como garra en la cintura.

Suspiró suplicando paciencia.

Bien hecho, tenías que cagarla como siempre. ¿De verdad te creíste que se lo tomaría bien?

— Sólo quiero ayudarla, Chelsea. Y ayudar a mi familia a obtener justicia. Ayudarle a él — digo con calma y suavidad en mi voz.

Se rasca la nuca, sin saber que hacer o decir. Así se toma unos minutos, hasta que suspira rindiéndose.

— Hannah no querrá involucrarte en ésto... Y yo tampoco — Chelsea enfatizó lo último.

Hago un ademán de tomarle la mano, pero ella se aparta enseguida.

— Tengo que irme.

— ¿Puedo llevarte a tu casa? — susurré.

— Si quieres — dijo, sin mirarme, neutral, mirando a cualquier cosa que no fuera yo.

Voy de vuelta a recoger nuestras cosas. Tomó mi mochila y la de ella a la vez, la observo detalladamente. Es una mochila pequeña, pero de tamaño adecuado para guardar cómic's.

Los sacó de mi mochila y abro la de ella para meterlos con suma delicadeza. La mochila estaba un poco abultada, al abrirla veo el motivo, en una bolsa de plástico transparente se encontraban unos guantes llenos de lodo, al igual que la ropa que llevaba en su interior.

¿Enserio la creías que es tan estúpida para caerse en unos arbustos Asher?

Mucho ojo chico, no te vayas a llevar una sorpresa en un futuro.

Cállate conciencia estúpida.

Meto mis cómic's a su mochila y me encamino con ella hacia el lugar donde estacione mi bicicleta. Nos mantenemos en silencio en ese trayecto.

— Espero que te gusten los paseos en bici. — expresé

Se detiene un momento, observándola sin mostrar ninguna expresión en su rostro. Solo notaba cada detalle de ella. Sonrió un poco al notar el pequeño asiento de madera que está detrás del asiento principal.

— ¿Un asiento para un niño pequeño? — me mira con una ceja arqueada — ¿Enserio Asher?

— Está era la bicicleta que usaba Christopher para pasear conmigo — explique — además, yo no tengo coche.

— ¿Rico y sin coche? —. bufó, divertida — Vaya cada día me sorprendes más.

— Venga solo súbete y ya. — me coloco en mi lugar, poniendo las mochilas una en cada agarradera de la bicicleta.

Chelsea sigue estando de pie a unos metros de distancia. Tenía los brazos cruzados y las cejas undidas.

— ¿No vas a subir? — le preguntó.

— ¿Te crees que voy a caber en ese asiento?

Lo miro y me encojo de hombros.

— ¿Tal vez? — digo dudoso. Ladeando la cabeza — venga ya, tampoco es que llenes todo el asiento.

Chelsea abre la boca, y se lleva la mano al pecho indignada.

— ¿Qué me estás queriendo decir? ¿Qué estoy plana?

¿Otra vez Asher? Deberías aprender a pensar antes de hablar.

— N-no eso no quise decir... O sea si tienes buen cuerpo... La verdad bien distribui... Esta bien, está bien, ya, olvídalo.

Me encojo cuando veo que se aproxima hacia mí, todavía indignada. Suelto una leve risa cuando vuelve a ver el asiento detrás mío con una expresión de desaprobación en su rostro.

— Ya verás que mi tuuuurbo culote no cabra ahí y romperé el asiento — masculló de mala gana.

Me reí a carcajadas, negando con la cabeza. Ella se subía en la parte de atrás. Iba a comenzar a pedalear, cuando siento un jalón de pelo que me dolió hasta el alma.

— ¡Aahh! ¡¿Por qué hiciste eso?!

— Me has dicho plana, ¿Eso no te parece suficiente?

— Yo no te he dicho plana.

— ¡Claro que sí!

— ¡Qué no!

— ¡Qué sí!

— ¡Solo he dicho que el asiento es perfecto para ti! ¡¿Oh a caso quieres saber lo que realmente pienso?!

La miro por encima del hombro, y veo a Chelsea se le iluminan los ojos con un destello juguetón y curioso.

— Dime lo que piensas superhéroe pervertido. — me susurra con una sonrisa pícara en su rostro.

Enseguida siento mis mejillas arder a más no poder. Me giro para empezar a andar, y Chelsea al ver está situación, se echó a reír. 

¿Y yo? Bueno, iba con la cara colorada de vergüenza durante todo el viaje, incluso me ponía más rojo cuando ella me abrazaba con fuerza por la cintura para evitar caerse al pasar un bache. Aunque creo que más rojo no podía estar.

Efectivamente, casi todo el trayecto Chelsea, iba quedándose de que el asiento le apretaba los múslos, en ciertos puntos nos parábamos en ciertas distancias para que ella tomara el asiento delantero y yo el trasero.

— Llevamos — anuncié, frenando en la puerta de su casa.

— Gracias por traerme — me dice, poniéndose de pie a mi lado.

— Descuida, no hay de que.

Le extiendo su mochila, y ella la toma. Nos inunda un silencio donde ninguno de nosotros sabes cómo actuar o que decir. Me sonríe amigablemente cuando nuestras vistas chocan y decido yo romper el silencio.

— Chelsea... Realmente quiero intentar algo contigo. Se que lo que te dije en el parque te hizo pensar que no... Pero enserio, créeme, no estoy jugando contigo.

— ¿Cómo quieres que te crea eso Asher? — Chelsea ladeó la cabeza, neutral — Piensas que por unas simples salidas te creeré.

— No por unas salidas, pero si demostrando te que me interesas.

Se pasa las manos por la cara, pensativa.

— Está bien — masculló Chelsea — Pero una cosa si te digo Asher, no quiero que te involucres en nada de la investigación de Hannah, no sabes el peligro que corres si lo haces — me advierte, sonando preocupada.

— No me pasará nada Chel... — quise decirle algo, pero una voz amenazante a unos metros.

— ¡¿Se puede saber por qué llegas a esta hora, Chelsea?! — miro por encima de su hombro a Hannah, parada en el umbral de la puerta cruzada de brazos y molesta.

Chelsea cierra los ojos con fuerza. Y se gira para ver a su hermana.

— Lo siento, mi móvil se quedó sin batería y no pude avisarte — dijo nada afectada por el tono de amenazador de su hermana.

— Primero tienes el descaro de irte sin esperarme. Y luego llegas tarde y sin volverme avisar Chelsea, ¿Quién te crees que eres pasa hacer eso?

Esperen... Si Hannah no la llevo al parque, ¿Qué estuvo haciendo Chelsea para que se retrasará tanto?

Chelsea apretaba los labios con fuerza, no se movía de su lugar, solo miraba a su hermana fijamente enfadada.

— Bueno, tampoco es taaaan tarde, solo se nos fue...

— Este asunto es algo que no te importa Asher — la mirada que me lanzó pudo haber congelado el mismísimo infierno.

— No le hables así — zanjó Chelsea, molesta.

Hannah vuelve la vista a su hermana, enarcando una ceja.

— ¿Qué no le hable así? — Resopló. Y habla con suma seriedad y dureza — Entra a la casa. Mañana tienes clases y entrenamiento. Tienes un minuto para despedirte, sino, te quedas a dormir fuera de la casa y sabes que hablo enserio.

Sin más, dio media vuelta y se fue, cerrando con fuerza la puerta.

Me acerco a ella, al ponerle una mano en el hombro puedo sentir como sus músculos se relajan por completo.

— Creo que ya debería irme. No quiero causarte problemas — murmuro a su lado.

— Lo siento, Hannah a veces puede ser un poco pesada, seguro no quiso ser grosera contigo — aclara, pero ambos sabemos que realmente lo quiso.

Ella suspiro frustrada, pero no dijo nada más, se despidió dándome un abrazo y un beso en la mejilla. Cómo lo hacemos cada vez que nos vemos. Se dirige a la puerta y mantengo mi vista al frente para asegurarme de que entre a su casa.

Tomó mi mochila para colgarmela en la espalda, el camino a mi casa no es tan largo, pero ya es muy noche y bueno, vivo en el tercer mundo, cualquier cosa puede pasar.

Antes de levantar la pierna para subirme a la bicicleta, noto que alguien se aproxima corriendo hacia mí, me giro y unos brazos me rodean el cuello, el dulce aroma natural de Chelsea inunda mis fosas nasales, mientras ella se acerca al oído y me susurra:

— Aún tengo la duda de saber lo que pensabas sobre mi cuerpo.

Mi cuerpo ante su cálido aliento se estremece por completo y eso parece notarlo ella, que se aleja con una sonrisa pervertida en su rostro antes de darme la espalda y salir corriendo a su casa.

Me quedo como imbécil todo tieso, sin poder reaccionar ante eso, ya habían pasado unos buenos segundos y no me podía ni siguiera quitar de mi mente aquellas palabras.

Sacudo la cabeza, y subo a mi bicicleta para irme a casa.

Al llegar a la puerta, mi celular vibra indicando que tengo un mensaje. Lo sacó de mi mochila y lo abro.

Chelsea: « Gracias por los cómic's, pero sigo insistiendo, DC es mejor que Marvel. Me encantó salir contigo. Y... Piensa bien respecto a eso, no quiero que te pase nada malo»

Sonrió torpemente a la pantalla de mi celular, estoy a punto de contestar cuando un ruido a mi espalda hace que de un respingo.

En medio de la carretera, bajo los faroles que iluminan la calle ante la imponente noche, una luz tan tenue, dando aires de película de terror, se encuentra una caja que a sus costados lleva escrito mi nombre.

No muy seguro me acerco a esta, dejando de lado la bici. Algo tembloroso tomo el pequeño papel que tiene pegado en la tapa.

« Tómalo como un pequeño obsequio. Se que te va a encantar o a disgustar, dependiendo de cómo lo quieras tomar.
Atte. A. »

Inspecciono por todas partes asegurándome de que nadie más me está viendo abrirla.

Con todo el cuidado del mundo lo hago, como si de un objeto valioso se tratase. Las manos me tiemblan por la espectativas de lo que puedo encontrar.

Un olor repugnante sale de está, haciendo que arrugue la nariz. En su interior hay dos bolsas de  ropa... Ropa vieja.

Tomó una de estas con delicadeza, y a primera vista se distingue que es de mujer. Un vestido color azul- verdoso, lleno en casi su totalidad de sangre seca.

En el interior hay otras tres bolsas, no me interesa por el momento abrirlas, meto la que tengo en la mano y cierro la caja.

Levanto la caja para meterla a escondidas a la casa. Pero debajo de ella hay una foto o bueno... Lo que parece la mitad de una.

En ella está plasmada una chica, con lo que parece tener el mismo vestido que tengo aquí dentro, sostiene un arma apuntando a alguien o algo, parece derramar rabia pura ya que su ceño está fruncido.

Entrecierro los ojos para observar mejor quien podría ser... Pero esos ojos los podría reconocer en cualquier lugar.

Era ella.

Era Hannah...

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