Capítulo 10
Entré corriendo al instituto, aún había personas recorriendo los pasillos o caminando tan lentamente a sus salones que contagiaban todo su desánimo. Faltaban dos timbrazos para que el portón se cierre así que iba relativamente bien de tiempo. Cuando entré al salón una chica se acercó a hablarme, sé que es mi compañera ya que es de las que más responde en clase, una sabelotodo, por ponerle una etiqueta, aunque yo odie las etiquetas.
—Hola Anahí —dijo sentándose a mi lado.
—Hola —saludé también con una sonrisa.
—Discúlpame que te pregunte esto —espero que no sea lo que estoy pensando—. ¿Qué eres de los Carreira? —claro que era lo que estaba pensando—. Primero pensamos que eras una de las chicas del programa en el que están metidos, ya sabes, de chicos problema, pero no eres para nada como los anteriores y tampoco creo que seas un familiar.
—¿Por qué no podría ser un familiar?
—Por los apellidos —claro, que lógico—. Y porque te vi hace un momento casi besándote con Oliver.
¡Madre mía! Aquello me sorprendió, tanto que llevé mi cuerpo hacia atrás hasta recostarlo por el respaldo del pupitre. Debió ver mal, por favor, que ridículo. Tan solo pensarlo me revolvía el estómago. Sentí que me estaba poniendo blanca y roja al mismo tiempo ¿cómo era posible eso?
—Te estás equivocando —dije riendo—. Viste muy mal.
—Se estaban abrazando muy cariñosamente, pensé que él seguía con Dulce.
—No por mucho —murmuré lo más bajo que pude—. Lo que quiero decir es que Oliver y yo solo somos amigos, y sí, soy una de las chicas del programa que ellos aceptan en su casa, simplemente soy rebelde a mi manera.
La muchacha asintió con la cabeza y me sonrió de nuevo, volvió a su lugar porque el profesor de inglés había entrado. La clase empezó y lo que dijo esta chica que ni siquiera recuerdo su nombre no salía de mi cabeza. ¿Besarme con Oliver? Por favor, eso suena aún más ridículo que el "Le gustas a Tony" de Oliver hace un par de días. ¿Por qué será que se empeñan en emparejarme aquí? Si no es Tony, es Oliver. Algo no va bien, estoy pensando mucho en Oliver, de hecho creo que el nombre "Oliver" lo he repetido más veces en mi cabeza que cualquier otro pensamiento en menos de dos minutos. Oliver.
La clase de geografía a mí parecer duró cinco minutos. El timbre del recreo sonó, yo necesitaba mojarme la cara al menos para intentar despejar mi mente, creo que los dos minutos pensando en Oliver, en realidad fueron mis dos primeras clases, maldita sea, cuando empezaba a irme bien. Fui al baño y me miré al espejo, me veía bien, el cabello estaba en su lugar, así que solo me mojé los ojos y parpadeé varias veces, aún me queda, informática, química y ¿literatura? ¿o es historia? Tengo que pedir en la dirección un horario de clases. De camino a la dirección choqué con un muchacho y vamos a ver, no es que choqué en plan «¡Oh, vaya, disculpa no te vi». El muchacho se me atravesó justo en frente, con toda la intención del mundo.
—Oh, perdona —dijo el descarado—. Me llamo Rubén ¿y tú?
—¿Qué te importa? —dije haciéndolo a un lado, pero volvió a ponerse frente a mí.
—Es un nombre muy extraño para una muchacha tan linda, no te favorece —negó con la cabeza—. Te ves más como una Anahí Abellán.
No me importa cómo sabe mi nombre. Es decir, soy la nueva, la muchacha que se queda en casa de los Carreira y se incorpora a clases a mitad de año, no espero ser un fantasma. Intenté ignorarlo de nuevo, pero como si fuera simpático, se volvió a colocar frente a mí. Si hubiera sido mi colegio anterior, lo hubiera empujado y hasta le hubiera gritado, pero no era mi colegio anterior y me estaba yendo muy bien como para arruinarlo por un don nadie.
—¿Qué quieres? —pregunté aún con los brazos cruzados.
—Oye ¿por qué tan seria? —sonrió—. Solo quería hablar contigo, noté que sueles estar sola en los recreos.
—Estoy mejor sola.
Me hizo un gesto para que me sentara, fue un gesto amable. Cerré los ojos e intenté tranquilizarme, estaba siendo pesado, es verdad, pero no creo que lo haga con mala intención, así que me senté, él se sentó a mi lado y como si yo se lo hubiera preguntado, me empezó a hablar de música y sus pasatiempos, le seguí la corriente, es cierto que podía levantarme e irme, pero no se veía mal chico, además, puedo jurar que era más joven que yo. Cuando el recreo estaba por terminar, empecé a tener la sensación que hoy todos me estaban mirando más de la cuenta y yo que pensaba que eso era imposible. ¿Qué pasa con éste colegio y sus estudiantes? Sonó el timbre, fue como si la directora supiera que me estaba agobiando. Me despedí apenas y volví a mi salón sin un horario de clases. Ésta vez sí presté más atención.
Sonó el timbre de salida y lo primero que pensé fue que Oliver ya me estaría esperando, así que tiré mis cosas dentro de mi mochila y salté de mi pupitre, creí oír que alguien me llamaba pero ni siquiera voltee a mirar. Cuando salí del edificio vi a Oliver, estaba en el mismo lugar de ayer, de nuevo traía ese lente de sol tan bonito. Me acerqué, le di un beso en la mejilla, le saqué el lente y me lo puse.
—Me gusta —dije—. ¿Cómo me queda?
—Es tuyo —sonrió—. Te queda mucho mejor a ti.
—¿De verdad? —me lo quité para mirarlo—. Gracias.
Le di un abrazo rápido y él me abrió la puerta del acompañante. No es por nada pero, ahora cualquier motivo me era válido para abrazarlo o darle un beso, se siente bien tener a alguien para abrazar sólo porque se te antoja. En mi defensa es solo agradecimiento, claro, yo sé que es solo eso. Iba a entrar cuando Rubén corrió hasta mí gritando mi nombre.
—¡Anahí! —oh, claro, fue él el que me llamó en los pasillos—. Vaya, pensé que no iba a alcanzarte.
Oliver se cruzó de brazos y lo miró, me sorprendió que no haya saludado, él le saludo hasta a los pájaros por educación.
—Quería preguntarte si quieres ir a una fiesta conmigo, es éste sábado, es una fiesta de universitarios, siempre la organizan cuando terminan los exámenes, mi primo irá y me invitó, pero no quiero ir solo, seguro consigues permiso.
—Pues ve con Marcelo, Anahí irá conmigo.
¿Es la fiesta de la que tanto habla?
—Oh, vaya, lo siento, pensé que irías con Dulce, después de todo es tu novia.
¿Todo el pueblo conoce a Oliver y sabe que está de novio con Dulce? Ahora entiendo porque dice que «todo el pueblo sabe que son novios», no es una simple expresión, ni siquiera me imaginé que Rubén podía conocer a Oliver, es decir, bueno, tal vez lo relaciona con el programa o qué se yo. Mientras yo me hacía unas bolas en la cabeza Oliver y Rubén seguían hablando:
—¿No deberías buscar a alguien de tu edad? —preguntó Rubén.
Oliver no pudo evitar reír.
—¿Estás de broma? Me hablas de edad cuando ella es mayor que tú y ni creas que voy a permitir que ella te acompañe a una fiesta Rubén.
—Bueno chicos —dije metiéndome en medio, no me hacía gracia por donde estaba yendo esto—. Lo siento Rubén, pero iré con Oliver, será en otro momento.
—Claro, lo entiendo.
Se despidió con la mano y se fue caminando, ahora sí pudimos entrar al auto, nos pusimos el cinturón y Oliver arrancó, su expresión era diferente a la que tenía cuando llegó, pensé que tal vez era mejor que se calmara solo, tenía miedo de hablar y embarrarlo aún más. De la nada hizo el auto a un lado de la ruta y lo paró.
—No sabía que Rubén Gutiérrez te conocía.
—La verdad yo tampoco lo sabía —dije riéndome, pero él no se rió—. ¿Qué pasa?
—No quiero que te acerques a ese tipo ni a ningún Gutiérrez de ese colegio.
¿Estaba de broma? No entiendo que le pasa de pronto. Me crucé de brazos y no respondí, por lo visto mi silencio no era lo que quería a modo de respuesta. Hubo una ligera guerra de miradas. No puede prohibirme eso, el chico se portó bien conmigo, pesado, es verdad ¿pero qué chico de instituto no lo es? Siguió sin decir nada así que decidí hacerlo hablar:
—¿Por qué? Él se portó bien conmigo hoy.
—Tienen una reputación horrenda en el colegio, no quiero que te envuelvan en sus disparates.
—¿Cómo?
—Que te baste con saber que son uno imbéciles, no quiero que se acerquen a ti.
—¿Acabas de decir la palabra imbéciles? —dije riendo.
Aguantó unos segundos pero luego empezó a reír conmigo. Negó con la cabeza y la lanzó hacia atrás soltando un largo suspiro, me mordí los labios para controlar más la risa. Aunque el Oliver con cara seria resultaba atractivo, el Oliver con una sonrisa era aún más cautivador.
—Creo que si soy una mala influencia, tal vez del que debería alejarme es de ti.
Me miró y la risa desapareció, me atrajo hasta él con un abrazo y negó con la cabeza.
—No lo hagas —pidió—. Pero hablo en serio en cuanto a los Gutiérrez.
—¿Puedo saber que hicieron?
Me apartó y apoyando sus manos en el volante torció los labios.
—Todos los Gutiérrez, incluido mi compañero Marcelo tienen un video porno con tres chicas, fue una orgía el año pasado en una fiesta.
—¡Caramba! —dije riendo—. ¿De verdad?
—Por favor, aléjate de ellos, ni siquiera quiero que te relacionen con ellos, ni que te vean con ellos ni nada que tenga que ver con ellos.
—¿Tienes miedo que yo sea el segundo video? —bromee cruzándome de brazos.
—No harías eso jamás y no lo digo solo porque confío en ti, lo digo porque para nada eres así.
En eso tenía razón. Podían tacharme de lo que sea, holgazana, respondona, temperamental, problemática, pero una fama de esas, nunca. Jamás estuve con nadie, tal vez porque nunca he querido a nadie tanto como para hacerlo o simplemente porque nunca he estado lo suficientemente borracha, el punto es que la idea de enredarme con cualquiera me da asco.
—Tomaré eso como un halago —sonreí—. De acuerdo, no voy a relacionarme con ellos.
—¿Lo prometes? —preguntó.
—Lo prometo —respondí.
Retomamos el camino a la casa, su mamá había preparado unos fideos que tenían una pinta deliciosa, tuvimos que almorzar solos, ya que Richard tenía clases de natación y ya había comido antes. No suelo prestarle mucha atención a los hermano de Oliver, pero hoy particularmente el hermano mayor parecía molesto con su hermano menor, pasaba algo, creo que Oliver ni siquiera saludó a Richard.
—Ana —la voz de Richard me hizo ir hasta la sala, Oliver fue a darle de comer a sus mascotas—. Supongo que Oliver ya te lo dijo, pero por las dudas, cuando él dice que te alejes de los Gutiérrez no está bromeando, yo debí decírtelo antes, no debí permitir que Oliver te viera con Rubén.
—¿Es por eso que Oliver ha estado así contigo?
—Si, está enojado porque no hice nada para alejarte de Rubén, no pensé que ibas a aceptar salir en el recreo con él.
—Vaya, lo siento.
—No te preocupes, ya se le pasará—parecía despreocupado—. Tengo que irme, nos vemos.
Me despedí agitando la mano, salió de la casa con una mochila y parecía llevar mucha prisa. Me pregunto si Oliver no lo lleva porque ahora está enojado o porque Richard quiere ir solo. Volví al comedor justo a tiempo, él traía los platos casi rebosando, se me hizo agua la boca, tenía mucha hambre.
—¿Qué tanto hablabas con Richard? —preguntó.
—No es nada, me contaba un chiste —por supuesto que no me creyó, pero agradezco que no haya insistido, supongo que ya se lo imaginaba.
El almuerzo fue divertido, Oliver recuperó su buen humor y yo estaba satisfecha, ambos estábamos felices. Me dijo que la directora le envió una lista a su correo con todos los materiales necesarios para el resto de año y afortunadamente adjuntó un horario de clases. Me cambié el uniforme por una playera y unos jeans, él se quedó justo igual. Pensé en la lista de tareas y que retrasarla no iba a hacer que desapareciera, al contrario, se volvería más extensa, pero tenía fe en que no íbamos a tardar. El centro no estaba tan lejos como yo creía, ¿o es que los viajes en auto con Oliver ya no eran tan extenuantes? No nos entreteníamos mucho en las tiendas, entrabamos a buscar lo necesario y si no lo tenían salíamos e íbamos a otra. Oliver se encargaba de puntear cada vez que conseguíamos algo. Sólo faltaba unas hojas sueltas para hacer ensayos y un par de marcadores, que no estaban en la lista, pero yo los uso para subrayar mis apuntes cuando estudio, si estudio.
—¿Si digo algo te vas a molestar? Es relacionado a tu hermano —torcí los labios y creí saber lo que iba a decir, pero decidí darle la oportunidad—. Ha sido muy bueno de su parte mandarte el dinero para comparte los materiales ¿no crees?
—Aunque me rompa el orgullo debo reconocer que sí —pero lo volví a pensar—. Oye, él me mando aquí ¿no crees que es lo mínimo que puede hacer?
No respondió y yo lo agradezco en mi interior, apenas habíamos mencionado a Edmundo y ya no quería hablar de él. Luego de conseguir las dos últimas cosas de la lista, guardamos todo en el maletero, estaba exhausta, pero recordé la gran lista de tareas, eso me hizo desear nunca volver a esa casa.
—Creo que debemos irnos.
Rodeó el auto para entrar del lado del conductor y yo abrí la puerta del acompañante, había sido una buena tarde, Oliver y yo la pasamos bien, aunque solo hayamos recorrido librerías.
—¡Oliver! —solo escuché esa voz una vez en mi vida, pero es imposible olvidarla.
El chico y yo miramos en la misma dirección, al mismo tiempo. Dulce cruzada de brazos a un par de pasos, sus bucles dorados caían sobre sus hombros hasta sobrepasar sus operados senos. Sus labios tenían un color rosa intenso, como si acabara de retocarse el maquillaje, Su rostro era poema para mí, uno muy divertido, verla tan enfadada era todo un deleite.
—¿Así que me dijiste que no podías salir hoy conmigo porque tenías cosas que hacer? Creo que olvidaste mencionarla.
—Si, tenía cosas que hacer, buscar los materiales de estudio con Anahí, te lo dije.
—¡No mientas! No me dijiste que ibas a salir con ella.
—¡Sí te lo dije! Y tú me respondiste que no había problema, que conseguirías algo que hacer.
—Te dije que quería salir contigo, que te extrañaba.
—Dulce, hablaremos hoy en la noche ¿de acuerdo? Tengo que llevar a Anahí a casa.
—Aquí estoy, dime lo que tienes que decirme.
—No es ni el momento, ni el lugar Dulce, por favor.
—¿Por qué no quieres hablar frente a ella?
—Dulce... te amo cariño —le dio un beso en los labios que puedo jurar que no disfrutó—. Nos vemos ésta noche ¿sí?
Me removí incómoda, estaba mirando la escena cuando de mi boca salieron palabras que yo no quería que salieran:
—Eres patético.
Lo acepto, no pude contenerme. Me lancé dentro del auto y medio segundo después Oliver hizo lo mismo, por el espejo miré a Dulce, sonreía y hacía gestos con la mano burlándose de mí, me puse el cinturón y si podía le daba la espalda a Oliver. Cuando arrancó me llamó varias veces, pero no le hice caso. Me retracto, no era que el centro no estuviera lejos de la casa de Oliver, es que nos íbamos hablando, ahora me daba la impresión que el centro del pueblo y la casa de Oliver no estaban en el mismo continente siquiera. Me estaba quedando dormida, pero de pronto ya no escuchaba el ruido de las ruedas sobre el asfalto.
—No puedo terminar con ella.
No le respondí.
—Me odiaría el resto de su vida.
Tampoco le respondí.
—Anahí, créeme, no es fácil, puede ser que no la ame, pero no puedo dejarla así nada más.
Y yo seguía sin responder. Se quitó el cinturón y bajó del auto. ¿Y ahora qué piensa hacer? Se sentó bajo la sombra de un árbol y permaneció ahí unos minutos, yo no iba a bajarme del auto para consolarlo. Los minutos siguieron pasando y él permanecía en la misma posición.
Vale.
—Sigo pensando que eres patético —le dije sentándome a su lado.
—Lo sé, yo mismo me sorprendo.
—¿Cómo puedes siquiera tocarla cuando no la amas?
—Se volvió una costumbre supongo.
Lo que hizo fue extraño y me hizo sentir muy incómoda, apoyó su cabeza por mis piernas y eso era algo completamente nuevo para mí. Jamás nadie ha hecho eso. Nos miramos pero ninguno dijo nada. ¿Qué es lo que pasa conmigo? No lo miré ni una sola vez, era capaz de contar las hojas del árbol de enfrente con tal de no mirarlo desparramado sobre mis muslos. Por su parte él si me observaba, no paraba de hacerlo.
¿Por qué tenía que parecerme estúpidamente guapo?
—No quiero estar con ella.
—No tienes por qué estar con ella.
Negó con la cabeza, parecía confundido.
—Pero tampoco sé que hacer.
—Acabar con la relación.
Se sentó nuevamente y me miró a los ojos, yo desvié la mirada, por alguna extraña razón no podía sostenerla si me estaba mirando de esa manera. Creo que es la primera vez que no me animo a seguirle el juego, creo que sabía que iba a perder.
—Pareces la más interesada en que mi relación termine.
—No alucines, lo que pasa es que no creo que exista algo más horrendo que vivir con alguien que no amas por el resto de tu vida.
—¿Esa es tu única razón?
—¿Debe haber alguna más?
—No lo sé, dime tú.
Ésta vez sí le sostuve la mirada. Me niego a perder dos veces en menos de un minuto. ¡Oh, vamos no puede estar pasando! Sentí como mis mejillas empezaban a arder, sentía como una fiebre bajita, algo que se estaba convirtiendo en nervios. ¿Eran nervios? No solía ponerme nerviosa con los chicos, normalmente era capaz de lidiar con éstas situaciones, pero Oliver era intimidante. Tenía una mirada intensa.
—No estarás celosa ¿Verdad? —murmuró.
Me puse de pie a toda prisa y él hizo lo mismo, me reí, aunque la risa no me llegó a los ojos. No estaba celosa, ya le dije mis motivos, que él no crea en ellos es muy diferente.
—Solo celaría por Tony —bromeé, pero a él no le causó gracia.
—Pensé que no te gustaba —dijo caminando al auto nuevamente.
¡Felicidades Anahí! En el mundo no puede existir alguien más estúpida que tú. ¡Lo tenía en frente, en frente! Era solo para mí y yo salto con la tontería más grande de todo el universo. ¿Por qué justo ahora? ¿Por qué simplemente no dije "tal vez"? ¡Eso iba a ser mejor!
—No me gusta —me apresuré a corregir—. Pero tampoco estoy celosa.
En ese momento sonó el celular de Oliver, miró quien era y contestó sin hacer ninguna mueca. Pensé que era Dulce de nuevo pero no, era nada más y nada menos que Tony. En el momento más oportuno de todos, justo como mi comentario.
—No, ahora mismo no estoy ocupado —silencio—. Perfecto, ve a casa y... —me miró, pero sus ojos no me decían nada—. Ahora que recuerdo quedé con Dulce para esta tarde-noche, pero Anahí está libre ¿por qué no la sacas a ver una película o algo?
¡Que mierda está haciendo! Le hice mil señas con las manos, la cara, incluso los pies pero al parecer me estaba ignorando. Incluso me dio la espalda.
—No, ella no tiene ningún problema, justo hoy me preguntó cuando íbamos a volver a salir, pero como Jeff está con planes, Lucca anda de exámenes y yo tengo mi salida con Dulce los únicos que quedan libres son ustedes, yo se lo digo, ya me la imagino saltando de la emoción.
Y efectivamente yo estaba saltando en ese momento, pero no de emoción. ¡De rabia! Oliver terminó con la llamada y los dos entramos al auto, arranco sin agregar una sola palabra y yo prefería callarme porque si abría la boca de seguro solo iba a terminar diciendo algo de lo que me iba a arrepentir. Llegamos a la casa y cuando bajé del auto decidió hablarme:
—Tienes dos horas —dijo mirando su reloj.
—Eres un idiota.
—¿Por qué? Te conseguí una cita con Tony, deberías estar agradeciéndome.
—¡No, no te agradezco nada! —le grité molesta y lo estaba—. En verdad eres patético.
A él pareció darle igual todo lo que le estaba diciendo, incluso le daba igual que mi tono de voz fuera de enojo. En ese momento recordé la lista de tareas, maldita sea, no sabía de qué tenía menos ganas, si de las estúpidas tareas o de la cita organizada por Oliver.
—Ve a ponerte más guapa —y él volvió a salir de la casa, quería saber a dónde iba, pero no se lo iba a preguntar.
Corrí a la heladera a ver qué era lo que tenía para hacer. Efectivamente mi lista de ayer tenía una lista nueva añadida con cinta adhesiva. Lancé la cabeza hacia atrás, jamás había lavado tan rápido los platos, me apresuré a programar el lavarropas, separé mi ropa por color, porque supongo que lo hacen así también. Regué unas plantas del jardín, junté los juguetes de los perros y noté que el césped estaba podado, creo que esa era tarea de Richard y me pareció que las ventanas estaban más limpias que ayer, Miranda. Piqué verduras y carne, que también era parte de mi lista y hasta me aseguré de que Manchas tomara su leche, esa era la última tarea. Me quedaban quince minutos, como mucho. La mamá había llegado, hizo unas preguntas sobre las tareas, terminé justo a tiempo, ella parecía conforme con el resultado, así que decidí contarle de la fabulosa idea de su hijo.
—Um... —sujeté una manzana entre las manos para hacerla rodar, era por ansiedad—. Oliver... es decir Tony... bueno Oliver le dijo a Tony —corregí, la mamá me miraba con una ceja levantada y una taza de café entre sus dedos—. Que pasara por mí para ir a ver una película, si le parece bien —murmuré, me sentía avergonzada, jamás le había pedido permiso a un adulto para salir con un chico, jamás.
—¿Y tú quieres ir? —preguntó bebiendo su café, pero sin dejar de mirarme, tenía unos ojos muy bonitos.
—Pues... si, me gustaría ir al cine.
Los minutos pasaban y yo aún olía a detergente. Guardó silencio unos segundos que para mí fueron horas. Pero al final asintió con la cabeza, mi cuerpo se relajó como si todo ese tiempo me hubiera olvidado cómo se respiraba.
—Tony se sabe las reglas, así que no necesito repetírtelas —sonrió—. Que te diviertas cariño —pasó su mano por mi barbilla a modo de caricia y desapareció de la cocina con su taza de café.
Corrí escaleras arriba y me encerré en mi habitación. ¡Qué porquería, me quedaban como cinco minutos! Me miré al espejo y estaba irreconocible, podía escuchar los latidos de mi corazón y me picaba el cuello. ¿Qué me pasa? Me entré a bañar y me vestí lo más rápido que pude, salir con Tony sin duda iba a ser una pasada, nos íbamos a divertir un montón pero algo me dice que Oliver iba a estar en medio ocupando más de la mitad de mi cabeza, como lleva haciendo últimamente.
Tocaron la puerta de mi habitación, era Oliver, estaba sudado y tenía puesta ropa deportiva. Me dijo que Tony ya estaba esperándome. Lo estiré de la muñeca metiéndolo a mi cuarto, sigo molesta, pero ya no tan molesta, así que era capaz de hablarle sin querer arrancarle la lengua.
—Uno: No vuelvas a planearme salidas sin preguntarme. Dos: Yo no quería esta salida, tenía cosas que leer. Tres: Te odio por esto. Cuatro: Eres un tonto.
—Pues de nada —dijo riéndose, aunque sin muchas ganas.
Ambos bajamos las escaleras y entonces vi a Tony sentado en el sofá hablando con Miranda. Volteó a verme y una sonrisa se dibujó en su rostro, sentí que me sonrojaba, pero actué como si nada. Me saludó con dos besos y colocó su mano sobre mi espalda baja, respetuoso, pero inesperado. Oliver lo miró con los ojos entrecerrados por unos segundos, pero en seguida cambió a su mirada habitual.
—Te ves preciosa —sonrió.
—Tú igual, Tony.
Nos despedimos de Oliver y Miranda, ella parecía emocionada, no sé porqué. Oliver en cambio, parecía ligeramente arrepentido, después de todo había sido su idea. Me abrió la puerta del auto y yo entré, las manos me sudaban y aunque trataba de relajarme a mí misma pensando que sólo era Tony y que nada podía salir mal, no me sentía más relajada.
Lo miré unos segundos de perfil. Era tan guapo, su barba le quedaba tan bien con su corte de cabello y sus ojos y esa sonrisa despreocupada, es que su rostro combinaba. No había nada fuera de lugar, no tardé en oler su perfume, tiene un aroma completamente distinto al de Oliver, no podría decir cuál me gustaba más, así que decidí no pensar en ello, después de todo Oliver no estaba aquí, él no tenía que formar parte de mis pensamientos, no en éste momento.
—En verdad te ves muy bien —sonrió poniendo en auto en marcha—. ¿Lista?
Asentí con la cabeza poniéndome el cinturón de seguridad. ¿Estaba lista? Por el espejo vi como la casa de Oliver se hacía cada vez más pequeña, cerré los ojos un segundo y cuando los abrí, ahí seguía él. Tony, conduciendo, llevándome a una cita... ¿una cita?
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Próximo capítulo:
Viernes 15 dic. 17
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