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Capítulo 3

Char

—Iremos a ver una película esta noche ¿vienes?—la mano de Jora toma mi codo, dándome la vuelta mientras trataba de meter mis libros en mi casillero.

—¿Hoy?—pregunto distraída.

—¿Tienes planes?—la pelirroja me mira con el ceño fruncido, tratando de detectar cualquier mentira como acostumbra hacer desde que la conozco.

Le sonrío, apartando con cuidado su mano de mi codo para poder meter mis cuadernos en el casillero.

—Papá quiere que lo ayude en casa...—digo, sabiendo que la mención de mis padres harán que se aparte lo suficiente como no preguntar nada más.

Jora asiente, molesta por mis constantes excusas pero sin el valor suficiente como para poder insistirme.

—Disfruten la película ¿si? Espero poder la próxima vez.—le digo cerrando mi casillero.

Jora asiente mientras me alejo, escuchando como los otros chicos se acercan a ella, preguntándole si yo, finalmente, acepté a ir con ellos.




Llego a casa, me quedo frente a la puerta antes de meter la llave, tratando de escuchar cualquier ruido proveniente de adentro.

Abro la puerta tras no detectar nada, camino lo más rápido posible a mi cuarto y cierro la puerta con llave suspirando con alivio.

Enciendo la luz, liberando de la oscuridad, abro las cortinas esperando que la poca luz del día aun pueda entrar.

Abro mi computadora y la enciendo, metiéndome al baño a ducharme esperando que cuando termine, la maldita cosa ya este encendida.

El agua caliente ayuda a despejarme, miro mis delegados dedos concentrándome en mi respiración, esperando que cualquier pensamiento desaparezca.

Me cambio entrando nuevamente a mi cuarto, con el cepillo de dientes entre mis dientes, veo como mi computadora ya esta empezando a revivir.

Suspiro aliviada, viendo el reloj de mi mesa de noche, contando las horas faltantes para enviar ese trabajo que he estado ignorando todo el mes.

Mi celular suena y lo busco con la mirada.

Lo encuentro aún en mi bolso, justo en el fondo.

Me sorprendo al ver un mensaje de Instagram. Es un mensaje restringido que no me deja visualizar desde la pantalla principal.

Frunzo el ceño, dudando si abrirlo, pensando en las posibilidades de que sea un mensaje de spam, una persona queriendo burlarse o simplemente una cuenta falsa queriendo dinero.

Suspiro luego de un rato, al ver que mi computadora ha vuelto trabarse.

Abro el mensaje y me sorprendo al ver el nombre de la persona.

Me meto a su perfil, y como se esperaba, no lo tiene privado, muchas fotos de él, de sus amigos, en la playa, restaurantes y universidad aparecen. El número de persona que lo siguen y sigue son más de los que yo podría haber conocido en toda mi vida.

Vuelvo al mensaje y leo lo que dice.

"No saldremos hoy, todos vendrán a mi casa. Aunque no tengo idea de como, sabes adonde queda. No tienes que traer nada aquí habra todo. Si necesitas que pase por ti lo haré sin problema, porque aún no entiendo como es que vienes. "

Pongo mi mano sobre mis labios, reprimiendo una pequeña sonrisa.

Escribo rápido una respuesta, luego de darle al botón de seguir y sentarme frente a mi computadora, para terminar el trabajo, pensando realmente, en que me pondré más tarde.






Alex

"Ahí estaré"

Miro su respuesta de hace un par de horas y sonrío nuevamente. La he seguido de regreso en el momento en que ella me ha pedido solicitud. He podido ver que tenía algunas historias destacadas, la mayoría eran del cielo, algunas con unos amigos. Pero no hay señal de su hermano.

Con lo unidos que eran.

—¿...sacar?—una pregunta resuena en la cocina. Me volteo ver a Mosi que rueda los ojos al ver que no le estoy pensando atención.— ¿Estás bien? Has estado distraído.

—Estoy bien, solo estaba viendo una correo de la universidad.—miento, y él lo sabe bien.

Su irritante sonrisa se hace presente, le aparto su rostro con mi mano, guardando mi celular en mi bolsillo.—¿Qué quieres?

—La hielera.—dice y los dos vamos a la cocina.




La casa poco a poco se llena, hay más gente de la que acostumbramos a frecuentar debido a que los primeros exámenes han oficialmente terminado. Algunos chicos de otras facultades han venido, la casa ya no parece tan espaciosa como antes.

Miro mi teléfono y noto que no hay ningún mensaje. Dudo si escribirle, ya pasó la hora habitual en la que ella se presenta, así que decido esperar.

Dijo que vendría. Es suficiente.

—¡Alex! Ven aquí, acompáñanos.—Emi me grita, esta sentada con unas chicas y chicos en el salón. Levanto mi mano para que vea que si la he visto.

Voltea a ver la puerta principal antes de acercarme a ellos.




La bebida ha empezado a nublarme la vista, la música esta más fuerte y el sol ha desaparecido por completo. Las tenues luces de la casa dan más ambiente de fiesta, la gente la está pasando bien.

Veo que son pasadas las diez de la noche cuando noto que la puerta principal se abre.

La imagen de la pelinegra me hace levantarme, apartando con poco cuidado las piernas de una chica que ahora mismo no reconocería.

Char entra un poco incómoda, como si hubiera estado tocando el timbre un buen rato, y haya decidido entrar sin más luego de que nadie atendiera.

Ni siquiera se escucharía el timbre de todos modos.

Me acerco ella, cuando sus ojos notan los míos sonríe.

—Lamento llegar tan tarde, tenía que enviar mi carta para las universidades antes de media noche.

Como que si fuera un balde de agua fría, esas palabras me hacen detenerme. Por mi mente pasan imágenes del pasado, de la chica delante de mí pero unos años más joven. Y ahí recuerdo lo que había olvidado por alguna razón. La diferencia de edades, Char esta por terminar el colegio, cuando yo estoy a mitad de mi carrera universitaria.

Volteo a ver a mi alrededor y me pregunto si este ambiente es bueno para ella.

Claro que no, lo sé desde el primer día, pero sé que, por alguna razón, ella necesita esto para poder huir. Tal vez, podría acercarme más, saber que sucede y ayudarle de una diferente manera que darle a probar diferentes bebidas cada semana.

—¿Quieres...beber algo?—mierda.

Sus ojos me miran un poco confundidos, como si hubiera entendido el cambio de ambiente entre ellos. Su ceño se frunce ligeramente.

Su dedo apunta a la cocina.

—Me serviré yo misma, no te preocupes, eres el anfitrión, no quiero retenerte.

Antes que pueda detenerla, la chica empieza a caminar.

La voz de Emi y las otras chicas me hacen apartar la vista, me acerco a ellas a regañadientes.




No sé cuanto tiempo pasó hasta que volví a pararme, con la excusa no tan excusa que necesito usar el baño.

Tanta bebida que necesita salir.

Subo las gradas, quedando quieto unos segundos, viendo al rededor, esperando encontrar a la pelinegra. No tengo suerte, así que corro rápido al baño de mi habitación.

Bajo lo más rápido posible, tratando de sumergirme en el mar de la gente para evitar ser notado por Emi y las chicas, tratando de encontrar a Mosi que me ha abandonado toda la noche.

Salgo al jardín y veo a los chicos jugando beer pong, la música esta fuerte y la gente baila mientras juega

—¡Alex! Al fin apareces.—dice Mosi, antes de empinarse la bebida luego de perder una ronda.

—Podría decir lo mismo.—reniego saludando a algunos chicos que no había saludado.

—¿Quieres jugar?—pregunta, mientras saluda a lo lejos a una chica que acaba de salir al jardín con un grupo de chicas.

—Estoy bien, ¿has visto a Char?—pregunto, buscando con la mirada.

Mori se ríe a mi lado, casi escupiendo su bebida.

—¿La pequeña Char? Claro que sí.—su sonrisa hace la mía desaparezca por completo.—Jugó con nosotros un rato, un chico de merca fue su pareja, cuando ganaron fueron celebrar dentro. ¿No la viste? Ha de estar en un rincón.

Mi mandíbula se tensa.

—¿Lo conocía?—mi amigo frunce el ceño confundido.— Char, ¿conocía al chico?

—No estoy seguro, creería que no.

Suspiro y asiento, me despido de mi amigo y empiezo a caminar dentro de la casa.

Mi mirada pasando sutilmente por todas las chicas y chicos que han tomado su espacio.

Entro a la cocina sin resultados y me pregunto si Char fue lo suficientemente estúpida como para irse a casa con él.

Abro la refrigeradora para servirme agua cuando veo un destello dentro de la puerta del de la lavadora.

Vuelvo a dejar la botella y sin pensármela dos veces entro.

Los dos chicos dentro se separan. Pero no lo suficientemente rápido como para que yo no haya podido notar que estaban a nada de besarse.

—Amigo, estamos un poco ocupados.—dice el chico sonriendo socarronamente, señalando a Char con su cabeza.

La chica ha bajado la mirada, tratando de evitar mis ojos que buscan cualquier indicio de que no quiere estar aquí.

—¿Char?—mi pregunta es como una bala al chico. Su piel se pone pálida, y sé por su rostro que está pensando que de alguna manera la chica a su lado podría estar siendo infiel y que lo han encontrado en el acto.

El chico se separa de ella como si ella estuviera infectada de algo. Levanta sus manos y la señala.

—No hemos hecho nada lo juro ¿ella es tu novia?—pregunta nervioso.

Como si no fuera la primera vez que le pasa y teme que lo golpeen o algo.

—¿Char?—vuelvo a preguntar y esta vez sus ojos si se posan en los míos

Casi me sale un suspiro al verla, sus ojos parecen tan apagados. Como si no hubiera vida dentro.

—Yo... Los dejaré solos.—el chico no espera respuesta y sale del cuarto cerrando la puerta detrás de sí.

Char aparta la mirada, mira la bata blanca colgada frente a la lavadora, como si fuera la cosa más emocionante del mundo.

Suspiro acercándome a ella, poniéndome enfrente de ella, quitándole la vista a la impresionante bata.

—¿Char?—pregunto nuevamente, sin saber que es lo que pregunto, que es lo que necesito que responda.

—¿Por qué sigues diciendo mi nombre?

—¿Tal vez estoy esperando que respondas?

—¿Qué quieres que te responda exactamente?—pregunta furiosa, mirándome a los ojos, sin apartarlos para nada esta vez.

—¿Lo besaste?—pregunto y mis ojos se cierran en el momento en que las palabras las dicen, y no me sorprendo al ver la cara de indignación en su rostro. — Lo siento... Yo...

—¿Por qué eso tiene que ver contigo?—sus palabras son secas, hirientes, como si no fuera nada para ella.

Tal vez no lo sea. De hecho no lo soy. Soy el viejo amigo de su hermano.

¿Pero entonces porque siento que necesito protegerla? ¿Es porque no me ha dicho la razón por la cual necesita esto?

—No lo decía de esa manera.—suspiro.—Puedes hacer lo que quieras Char, solo estaba preocupado de que él quisiera hacer cosas de las cuales tú no te sintieras lista, es todo.—digo, y soy sincero. Espero que ella pueda verlo en mis ojos

Y así es, su mirada se suaviza.

—No lo besé. ¿Viste su cara?—una genuina carcajada sale de mi boca, lo que hace que una gran sonrisa aparezca en su pequeño rostro.

—Esperaba que dijeras eso, iba a burlarme tanto si él hubiera sido tu primer beso.—digo, recibiendo un golpe en mi hombro.

—No planeo besar a nadie pronto.—dice y mis ojos se oscurecen ante el pensamiento.

—¿Lo prometes?—sus ojos brillan, entre sorpresa y confusión, pero no me retracto esta vez. Espero su respuesta, una respuesta que puede ser más crucial de lo que yo esperaba que fuera. Pero no fue su mirada ni la pequeña sonrisa que aparece en sus labios lo que casi me hace suspirar. Fueron sus palabras.

—Lo prometo.

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