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Capítulo 18

Char

—¿Crees que si pido una copia de la foto me la den?—Jora frunce el ceño, aparta la mirada de su teléfono y se pone a mi lado para ver lo que veo.

—¿Los conoces?—la pelirroja mira la vitrina con trofeos.

Asiento, viendo la hermosa sonrisa de mi hermano. Viendo sus achinados ojos, su camiseta llena de sudor y el gran trofeo que él y Alex sostienen en sus manos.

—No creería que haya ningún problema.—dice mi amiga, sin preguntar la razón de mi interés.—Vamos Char, ya es hora.

Jora toma mi mano, me acomoda el birrete, y me sonríe después de decirme que estoy perfecta.

Salimos a la cancha de futbol, donde todos los estudiantes estaba reunidos, tomándose fotos con sus familiares, acercándose a las sillas asignadas para cada clase de graduados.

El novio de Jora se acerca, me sonríe tímido y yo le devuelvo la sonrisa del mismo modo.

Observo como los familiares empiezan a salir del edificio, despidiendo el colegio con sus hijos.

Han pasado tres meses desde la última vez que vi a Alex.

Tres meses desde que salí corriendo de su casa, solo para volver un par de horas después, dispuesta a contarle todo, solo para enterarme de que se iba a una pasantía al extranjero.

Pasantías que podían durar hasta seis meses.

La devastación que sentí cuando llamé desesperadamente a Mosi esa noche, cuando Alex no volvía a casa, me hizo caer al suelo.

Aparto el recuerdo de mi mente, sonriéndole a Jora mientras me hace tomarle una foto junto a su novio.

La asamblea pasa rápido, las palabras de los profesores, directores y los alumnos seleccionaron sacaron más de una sonrisa y lágrimas.

La ceremonia terminó sin contratiempos, los alumnos se empiezan a despedir los unos a los otros antes de ir con sus familiares a celebrar.

—Char, mis padres me harán un almuerzo, sabes que estás más que invitada, me encantaría que vinieras.—Jora se dirige a mi, su radiante sonrisa me hace querer imitarla.

Agarro su mano y la acerco a mí, dándole un pequeño abrazo que la sorprende tanto como a su novio. Que se quedan en silencio, procesando lo sucedido.

—Muchas gracias Jora, muchas gracias por estos años. Lamento no haber sido una buena amiga.—los ojos de la pelirroja se humedecen.—Almorzaré con mi familia, pero muchas gracias por tu invitación.

Ella asiente, abrazándome una vez más.

—Nos vemos en la graduación entonces.—dice guiñándome el ojo.

Asiento, despidiéndome de ellos.

Empiezo a caminar dentro del colegio, queriendo despedirme de mi hermano una última vez.

Mis tacones son lo único que se escuchan cuando entro por el pasillo, todos están fuera.

Bajo el borde de mi vestido negro, el único que encontré dentro del closet de mi madre, pero que se oculta perfectamente por la toga.

Giro hacia el pasillo principal, para llegar justo a la vitrina de trofeos.

Mis pasos se detienen al ver a un chico en traje, lo único que puedo ver es su espalda, está un poco inclinado viendo la foto en medio de la vitrina.

Mis pasos lo hacen voltearse.

Su sonrisa crece al verme, gira completamente, dejándome verlo con traje, con su negro cabello hacia atrás, tan elegante como solo él puede verse.

Su piel está más bronceada y de algún modo parece más alto.

Se gira completamente hacia mí, dejándome ver un pequeño ramo de rosas blancas.

Las favoritas de su madre.

—Alex.






Alex

Maldigo al ver la pantalla del aeropuerto, todos los vuelos se han retrasado de una hora.

Miro mi reloj y me esperanzo diciendo que aún podré llegar a la última mitad de la ceremonia.

Corro hacia la puerta de mi vuelo, esperando que no haya más retrasos

Cuando aterricé en este nuevo continente para mi pasantía me arrepentí. En ese momento estaba tan enojado que solo busqué el continente más lejos, el país más pequeño y con nombre exótico. Necesitaba huir.

Pero cuando Mosi me dijo que ella estaba buscándome desesperadamente tuve que obligarme a no salir corriendo por ella.

Logré hacer un trato con mi universidad, para que mi pasantía durara el menor tiempo posible tuve que duplicar el trabajo. Así hice. Y aunque llegaba a casa tan cansado que no podía hacer más que dormir, aunque mis extremidades me pedían un descanso o cuando casi me desmayo por la falta de comida. Valió la pena.

Valió la pena verla caminar hacia el escenario, valió la pena verla incómoda, dándole la mano a la gran cantidad de profesores, valió la pena ver como, tímidamente, movía el listón de su birrete de un lado.

Se ha graduado, la pequeña Char se ha graduado.

Cuando la ceremonia terminó vi como se acercaba a sus amigas, así que decidí escabullirme un poco, con el sentimiento de nostalgia a ver el colegio donde había pasado casi 15 años de mi vida.

No pude evitar detenerme al ver la foto en la vitrina.

No recordaba cuando había sido la última vez que había visto una foto de ambos. Por alguna razón no había podido encontrar ninguna entre las cosas de mi madre, y en su momento, me daba mucho miedo preguntarle a Char por una.

Mi sonrisa crece cuando me doy cuenta de que no me he olvidado para nada de su rostro. De su cabello negro, de sus pecas, más notorias que las pocas esparcidas sobre el rostro de su hermana.

No recordaba que el fuera más grande que yo. Sabiendo como es él, de seguro se puso de puntillas a último momento.

El sonido de unos tacones me hace girar.

Me quedo sin aire al verla.

Han pasado tres meses, pero parece otra persona, más segura, más hermosa, más feliz.

Me hubiera gustado ser parte de ese cambio.

Cuando mi nombre sale de sus labios sonrío.

Char se acerca a mí, mira las rosas y levanta una ceja.

—Espero que sean para mí y no para mi hermano.—digo y no puedo evitar soltar una carcajada.

—Claro que si, pero no le digas, sabes como es.—sigo, susurrando la última parte. Char sonríe grande. La sonrisa más hermosa que le he visto jamás. —Felicidades por tu graduación Char, realmente estoy tan orgulloso de ti.—mis palabras la acarician como un abrazo, porque cierra los ojos con alegría.

Char me aparta un poco, viendo la imagen en la vitrina, me pongo a su lado, aun con el ramo de rosas en mi mano.

—¿No es hermosa esa foto?—mis ojos voltean a verla, sus ojos, aun fijos en la foto, brillan con amor y estoy seguro de que los míos también.

—Es hermosa.—susurro.

Los ojos de Char voltean a verme y me sonríe tiernamente.

—Dan se quitó la vida seis meses después de graduarse.—sus palabras me dejan sin aliento.

La muerte de su hermano es algo que suponía, no quería aceptarlo, pero es algo que ya había considerado.

Volteo a ver a la imagen, veo su gran sonrisa, su brazo sobre mi hombro.

—Él estaba mal, lo había estado por un tiempo, cuando papá descubrió la infidelidad de mi madre solo hizo que todo colapsara. Él se despidió de mí.—su voz se corta, la miro, pero ella no dirige su mirada a mí.—No supe en ese momento que era una despedida, pero luego que él... Lo supe, me dio la mejor despedida del mundo.—sonríe con tristeza, recordando ese momento

Char voltea a verme.

Mis húmedos ojos hacen que ella se detenga un segundo, ladea la cabeza, alzando su mano para tocar mi mejilla, tratando de consolarme.

—Solo me hubiera gustado decirle lo mucho que lo amaba.—dice y yo asiento, sin poder formular palabra.—Él te amaba mucho a ti, nunca dejaba de decirlo. Fuiste su mejor amistad. Te agradezco que lo hayas hecho feliz en su momento.

Una sola lágrima se desliza por mi mejilla y Char se ríe tristemente, apartándola con su pulgar.

—Gracias por decirme.—susurro, con un nudo en la garganta que no me deja decir más.

—Lamento que haya tomado tanto tiempo.—niego con la cabeza, poniendo mi mano sobre su mano, aun en mi mejilla.

—Vengo a reclamar mi regalo.—digo, la ceja de Char se levanta, sus ojos me mira con confusión, pero luego, al recordarlo suelta una carcajada.

—Abriste la caja.—dice, más sorprendida de lo que ella quería admitir.

—Claro que lo hice, vine para reclamarlo.

La sonrisa de Char crece, una hermosa sonrisa que llega a sus ojos.

—¿Cómo podría decirle que no al cumpleañero?— mi sonrisa crece.

Mi mano con las rosas van a su cintura, acercándola a mi, su mano se separa de mi mejilla, ahora es la mía la que toca la suya.

—Estoy enamorado de ti, Charlotte.—las palabras salen antes que pueda detenerlas.

Más sinceras, más fuertes y más efusivas de lo que jamás planee decirlas.

Los ojos de Char se humedecen.

—Me alegra escucharlo Alexander, porque yo también estoy enamorada de ti.

Una pequeña carcajada se escapa de mis labios.

Acerco su rostro al mío, uniendo finalmente nuestros labios.




Luego de casi un año, su respuesta de "yo nunca nunca" ya no es la misma.

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