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Yo me quedé observando, la escena.
-...el chico de las galletas.-Había dicho Jones antes de salir huyendo por esa puerta. Dios, ¿que demonios tenían que ver las galletas? había pasado tanto tiempo. y si, yo había sido un poco brusco, pero demonios. no me esperaba que él se apareciera en mi puerta como si nada. El hombre me había despedido y borrado de su vida como si yo fuera un condón usado. Yo después del incidente, no había podido pelear en los guantes de oro por la lesión de mi brazo, en realidad yo había esperado que él al menos llamara, sabía que eso me importaba, pero él no llamó él dejó claro que yo no le importaba ni como amigo.
Entonces sí, yo pude o no estar bastante enojado con él todo este tiempo. En realidad yo no había sido del todo consciente de eso ¿sí? Al menos no había sido del todo consciente de eso hasta verlo de nuevo de pie en la entrada de mi hogar.
Diane me observó con la pequeña Leonor en sus brazos.
Diane y Leonor habían sido mis compañeras de piso durante el último año. Diane necesitaba un cuarto barato donde pudiera tener a su hija y yo tenía un cuarto barato para alquilar y los niños no me molestaban, había sido un trato sencillo, además se encargaba de mi ropa y la comida. Me había acostumbrado pronto a ellas.
Leonor no era una mala niña, en realidad lloraba poco, salvo por el último tiempo donde habían comenzado a salirle los dientes. Le agarraban unas pataletas que hacían imposible calmarlas.
Diane me observó por un rato esperando a que le diera una explicación. Como no lo hice esperó a que la niña se callara y entonces se acercó hasta a mi.
-¿quién era ese hombre?
-Trabajaba para él, salimos un tiempo, luego me echó. El tipo estaba casado.-resumí. No le mentí, en realidad no tenía ganas de hacerlo. no es como que yo hubiera hablado mucho de mi vida antes de conocernos, pero lucía como si acabara de decirle que yo era Clark Kent.
-¿y solo se presentó aquí sin más?
Me encogí de hombros, eso parecía.
-llevo años sin verlo.
-oh, Gabe ¿él te lastimó?
-no terminamos bien. Eso es seguro. Yo lo quería, él no. Fin de la historia.
-aun lo quieres. -Los labios apretados de Diane pasaron de una mueca de indignación a la sorpresa. Yo era fácil de leer.
Me encogí de hombros de nuevo. No había pensado en eso en un buen tiempo. había seguido adelante, eso creí, pero mi corazón desbocado en ese momento, sugería lo contrario. No había pensado en Jones, no como una posibilidad real al menos. Había salido con algunas chicas en este tiempo pero no con otros hombres. No voy a negar que me encontré a mi mismo comprobando a otros hombres rubios por la calle, solo que Jones era al único al que yo quería.
-¿y si es una señal?
-¿que? ¿Como en cuentos de navidad en pleno verano?
-Exactamente eso ¿por que no? Dijiste que firmaste contrato en Towson.
-lo hice.
-¿y si es una señal?
¿de que? Quise preguntarle pero en realidad yo creía saber a qué se refería.
-Por dios, te vas y el viene, es como en cuentos de navidad.
-No todos son cuentos de navidad, Diane, estamos en verano.
-Es absurdo que creas que la magia depende del clima.
-Es más absurdo que creas que la magia existe, no entiendo por que estamos teniendo esta conversación.-Dije yendo a la cocina solo para alejarme de mi compañera.
-Es obvio, por que quieres correr detrás de él desde que cerramos la puerta.
-Ves demasiadas películas. -porque lo hacía, Diane se pasaba horas frente al televisor ahogándose con historias románticas. Les gustaban especialmente aquellas con títulos como "un príncipe de navidad" y esa clase. Para Diane navidad era 365 días al año, de hecho la había llevado un par de veces a Disneylandia solo para ver la Villa navidad.
Era una buena chica. Trabajaba en una guardería por la mañana, lo que era realmente conveniente considerando que podía llevar a Leonor con ella y por la tarde se sentaban en el sillón a ver al sr. Darcy. Yo a veces me sentaba con ellas. Yo en realidad pasaba mucho tiempo con ellas. Me agradaban. Solo que ahora mismo no quería escucharla.
-El vino hasta aquí.
-Lo sé. Diane.-Ella rodó los ojos.
-Es romántico.
-él no es romántico. Probablemente solo se siente solo.
-¿y qué hay de ti?no te sientes solo?
-Las tengo a ustedes.
-¿Pero cuando te vayas? no podremos ir contigo.
-¿Y él si?
-¿por qué no? viene hasta aqui solo a decir hola después de tanto tiempo. quiere algo más que un hola.
-¿una taza de chocolate?-si yo me estaba burlando de ella.
-tal vez, o tal vez te quiere a ti.Pasa en las películas. ¿por qué no?
-Porque esto, no es una película, Diane.-Dije, me acerqué a ella y le di un beso en la coronilla, lo cierto es que era como una hermana pequeña para mi, me preocupaba que pasaría de ellas cuando me fuera, pero no podía hacer nada con ello.
Yo había elegido irme. Había terminado mi residencia el año anterior, me quedaban solo un par de días en chicago, de hecho mis cosas ya se encontraban envueltas en cajas y papel cartón para que el camión de la mudanza los recogiera. Yo iba a empezar de cero, ya tenia pagado el adelanto de un piso allí, entraría la semana siguiente solo faltaba que terminara de firmar el contrato por dos años cuando estuviera en Towson.
Sí, yo me iba y yo no creía en los milagros de navidad en pleno verano. Yo no creía en las señales.
Y a pesar de eso yo me encontré a mi mismo horas mas tarde revolviendo entre una de las tantas cajas de mudanza en busca de mi antiguo teléfono. Como si mi vida dependiera de ello revolví hasta dar con el viejo cargador, lo enchufé y esperé hasta que el mensaje de bienvenida apareció en la pantalla, yo tenía agendado su contacto allí y sin darme tiempo a arrepentirme le envié la fecha y horario en la que mi autobús salía.
"que es esto?" Respondió él pocos minutos después y me sentí como un idiota por emocionarme al darme cuenta de que él aún me tenía agendado.
"ven conmigo"
El dudo un momento antes de responder.
"no puedo"
por qué, quería preguntarle por qué, por que me había buscado, por qué lo había elegido a él, por qué aun no había conseguido olvidarlo, pero no lo hice en cambio decidí dejarlo en sus manos y como en las estúpidas películas que Diane le gustaba insistí una vez más.
"Te estaré esperando" y solo para aclarar lo obvio añadí "es la ultima vez que lo hago"
"te estaré esperando, es la última vez que lo hago"
yo le había dado vueltas toda la semana al mensaje de Gabriel, había leído tantas veces esas líneas que me las sabía de memoria, así como la fecha y la hora exacta en la que su autobús saldría.
Yo ya había echado todo por la borda antes, ¿de acuerdo? no voy a negar que lo pensé, mucho, solo tomar mis cosas y largarme. Yo no tenía mucho que me atara a chicago en realidad, estaba Eric y sus bebés, Edd me había permitido acercarme a Ains, si, bueno tenía algo tal vez, Eddy había pasado a mejor vida, había sido un golpe duro, mierda el animal me había acompañado gran parte de mi vida ¿si? de hecho aún conservaba su ropita en los cajones de mi cómoda, mi esposo... Lo más importante aquí era mi trabajo, y hacia dónde se iba Gabriel ¿si iba con él? ¿a dónde iba?
Yo dudé, en serio, dudé muchísimo, ese tipo de decisiones no son tan fácil de tomar, si, es subirse a un autobús, pero no es tan fácil como solo hacerlo ¿lo entienden? no cuando te has caído mil veces del autobús metafórico de la vida y este te ha pasado por encima varias veces.
Cuando el día llegó, volví a casa sintiéndome un idiota, había gemidos viniendo del cuarto principal que lo confirmaban. Mi vida era una maldita tragedia. Y yo solo me senté en nuestra sala, miré a nuestro alrededor y esperé hasta que un pequeño hombre pelirrojo salió de mi cuarto arreglándose la ropa, sus ojos aguamarina se clavaron en mí con sorpresa y horror, y el reconocimiento fue mutuo.
En realidad yo quería reírme, dios, yo hacía poco menos de una semana había salvado a su hijo de una sobredosis, era difícil olvidar a los padres del chico tatuado, En especial luego de que fuera Eric quien lo trajera a mi sala, había personalmente llamado a la familia del chico, había retrasado el momento por pedido de Eric, no tenía idea de que se traía entre manos mi mejor amigo, últimamente yo no tenía idea de nada de lo que él hacia. Pero una cosa era segura, yo había visto a ese hombre antes, lo había visto llorar junto a su marido, y pensé que en realidad no se merecían que su hijo les hiciera eso. Ahora que veía al hombre escapando a hurtadillas de mi cuarto, ni siquiera estaba molesto ¿saben? sentía lastima por él, en realidad yo podía ver el arrepentimiento en el rostro del hombre, parecía a punto de llorar.
-yo...-Tartamudeó.-Lo siento, no quise, no se lo digas a mi esposo.-Me rogó.
Yo quise decirle que no era como si fuera publicando la lista de los tipos con los que mi esposo me engañaba pero decidí dejarlo correr sin ser borde, por una vez, en realidad sentía pena por él y lo que sea que le hubiera dicho mi esposo para enredarlo.
-Vete.-Le dije indicando la puerta con calma.
-Por favor, no...-El dio un paso en mi dirección antes de arrepentirse y mirarme con sus ojos de cervatillo asustado.
-no me incumbe lo que hagas con tu matrimonio, soy doctor de urgencias, no asesor matrimonial.-Le aclaré.
-lo siento, yo no sabía.-Miró en dirección a la puerta cerrada que acababa de dejar tras él como si allí hubiera una serpiente peligrosa, tal vez lo había, yo había vivido con ella enredada en mi cuello los últimos 4 años ahogándome y por primera vez me di cuenta que ya no lo soportaba.
Volví a indicarle la puerta. Él caminó hasta la entrada como un condenado a muerte, se giró y me observó una vez más.
-Yo no sabía que estaba casado.
-¿que hay de ti?¿olvidaste a tu esposo?-Pregunté y si, no me incumbía en realidad, solo estaba molesto con todos, no con ese hombre, no lo conocía, ni él a mi, pero el que intentara justificarse con eso me pareció absurdo. yo era naturalmente cínico, no pude evitarlo.
-mi matrimonio está pasando un momento complicado.-Me dijo el hombre y yo le sonreí. Dios me sentía tan generoso con mis sonrisas en ese momento.
-El mio también.-Le dije.
Y no, no era su culpa. En retrospectiva, mi matrimonio siempre estuvo en un momento complicado.
Al final, el hombre pelirrojo se fue, y yo seguí esperando a que mi esposo se dignara a salir.
cuando no lo hizo decidí entrar yo, el estaba durmiendo en las sabanas con olor a sexo, el condón lleno aún, había caido a un lado de la papelera. Saqué un bolso del placar y comencé a llenarlo, fui un poco más ruidoso de lo que era necesario, en realidad yo quería que él se despertara, no me pregunten por qué, tal vez esperaba que él intentara pelear por mi. él peleó no por mí, sino conmigo.
-¿Amore, qué haces?-Me dijo adormilado.
-me voy.-Le dije, Yo quería respirar, de nuevo. llevaba demasiado tiempo sin hacerlo libremente, en realidad yo llevaba el último tiempo haciendo todo lo que Romeo quería, sin importar que fuera, incluso así no había evitado del todo las peleas entre nosotros. Tal vez no fuera con Gabriel, por muy tentador que fuera, eso sonaba como una estupidez que ya había hecho antes. Pero necesitaba alejarme de aquí, sabía que podía quedarme una temporada con Eric, en realidad yo lo ayudaba a menudo con sus hijos desde que los pequeños habían nacido.
Dios, habían resultado unas cositas tan bellas que hasta había pensado en dejarme convencer con Romeo para que tengamos nuestros propios bebés. Yo había estado a nada de ceder, claro que no se contuvo lo suficiente para que yo le creyera que iba a cambiar. En realidad eso fue una suerte, o hubiera seguido más tiempo atado a este cabrón.
-¿que?¿de qué hablas?-Romeo volvió a hablar y concentré mi vista de nuevo a tarea de llenar mi bolso.
-Jed-El se levantó y me detuvo por el puño obligándome a que lo mirara.
-¿De qué hablo? hablo de esto.-Dije indicando el condón usado.- De esto.-Añadí alzando el puño de mi camisa mostrándole las últimas marcas que me había regalado. Romeo cerró los ojos y se apartó, él nunca hablaba de eso, nunca admitía lo que me hacía.
-Callate.-Me advirtió, ese era un tema del que nunca hablábamos, Romeo no lo aceptaba, ni yo, en realidad yo nunca se lo dije a mi terapeuta, había muchas cosas que no le decía, creo que ella lo sabía. De alguna manera creo que ella sabía que mi matrimonio era una mierda con una bonita portada, a veces sentía que ella podía ver a través de lo que no le decía, creo que era la razón por la que no me había mandado a volar aun a pesar de que no hacía caso ni a la mitad de lo que me decía, yo la frustraba.
-Estoy agotado,.-Dije indicando la puerta.-Ni siquiera me importa eso.
-Amore, yo no...
-no lo volverás a hacer.-asentí y no lo dejaría que lo hiciera, no de nuevo. Volví a mi bolso y seguí llenándolo.
-Basta, ¡Para! ¡Jed, para!-Me gritó arrancándome el bolso de la mano. La ropa se desparramó en el suelo.-no puedes irte ¡Eres mi esposo!
-¡YA NO!
-¿que?-Romeo se detuvo observándome.
-¡Ya no puedo, ya no quiero, Romeo, se acabó, ya no somos esposos.
-¿Qué demonios estás diciendo? ¡¿que demonios estás diciendo?! ¡juraste que me amabas! ¡Yo te amo!
-¡Yo no!-Le solté dejando ir el aire que había contenido.-ya no te amo, ya no puedo amarte.
-no.-Romeo negó.-no.
Yo aproveché su confusión para salir de la casa, necesitaba salir de ahi, en el coche tenía los documentos, la tarjeta y la licencia, podía arreglármelas con eso. En realidad yo creí que eso había terminado, ahi. Pero no, en cuanto llegué al estacionamiento por las escaleras, él me estaba esperando.
-No te vas.-Me dijo parándose en frente de la puerta del conductor.
-Muévete. -Le pedí. No había nadie más en el estacionamiento. intenté mirar a los lados pero en realidad no me atreví a apartar los ojos de él.
-vuelve a subir.-Me dijo con los dientes apretados, miré de él a la puertas del Mercedes, las puertas a mi libertad, yo tenía la llaves apretadas en mi puño, alcé de nuevo la vista a los oscuros ojos azules de mi esposo y por primera vez en mucho tiempo sentí que yo era yo de nuevo antes de soltarle un:
-no.
Hola mis amores, como están? admito que escribir estos caps me están costando lo suyo, los amodoro, diganme que les parecen
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