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8

Cuando volvimos al comedor Eric se había ido.

Algo de una emergencia, en el fondo creo que se sintió fuera de lugar en esa mesa.

Romeo se alegró con la noticia,  luego le dijo algo a sus padres y por lo que entendí con ayuda de sus tíos intentaron explicarle la situación con Eric. Me sentí mal por él, no por Romeo, por Eric, digo no me parecía bien que se hubiera ido. No me importó si me besó frente a mis suegros.  Él tenía un lugar en esa mesa, siempre iba a tener un lugar en mi mesa.

Romeo no se había equivocado cuando dijo que Eric era mi persona. Eric lo era y que huyera de esa forma me había sentado mal.

Creo que a todos los de mi familia en esa mesa lo hizo. Intenté llamarlo un par de veces pero me envió al buzón. Fue por eso que decidí aparecerme en su consulta a mitad de mi turno al día siguiente.

Había arreglado las cosas con Romeo,  había llevado bastante vino y caricias de por medio pero habíamos llegado a una tregua.

Era hora de arreglarlas con Eric.

—¿Qué hace un internista en mi consulta? —Fue el saludo que me dio apenas verme, tenía esa sonrisa de costado en los labios.

Esa tan suya que le marcaba el hoyuelo izquierdo.

Lo repasé con la mirada, seguía teniendo  profundas ojeras  marcándole el rostro y parecía triste constantemente.  Sabía  que aún estaba haciendo el duelo por el accidente de su abuelo, pero me preocupaba.

Como que de verdad me preocupaba que algo anduviera realmente mal con él. Solo que no sabía decirlo. ¿Saben? Así que solo entré y me tumbé boca arriba en su escritorio. Una de mis piernas sobre mi otra rodillas flexionada y las manos detrás de la nuca. Ya saben,  la pose multinacionalmente conocida de chulo idiota. 

Miré el techo y luego giré mi rostro para ver a Eric.

—Son los fetos. Sabes como me ponen los primeros meses. —Me quejé. Vamos,  quejarme era lo que mejor sabía hacer y los fetos en verdad estaban haciendo desastre en la sala de guardia.

—Oh Jed, tu me dijiste que te cuidabas— La mano de Eric se apoyó en mi vientre—Soy muy joven para ser papá. ¿Qué haremos ahora?

—Ja ja ja. Muy gracioso Eric. —Rodé los ojos pero en el fondo estaba sonriendo ¿ Saben? que Eric bromeara era una buena señal, tenía que serlo. —Además no te hagas el bebé, el único bebé aquí soy yo. —Lo pinché, si Eric era 6 meses mayor que Edd y yo.

Eric era el mayor de nosotros. El abuelo de la familia.

—Nunca pondría eso en duda Jedy—Eric me lanzó una mirada divertida y rodé los ojos. 

Sí,  Eric era bueno usando todo en tu contra.

Volví a mirarlo, sus agatunados ojos seguían puestos en mi. Seguía pensando en las palabras de Romeo, no dejaba de pensar en ello.

"Estas  enamorado de Eric?"

Recorrí las facciones de Eric, la vida había sido bondadosa con él, objetivamente hablando, vamos, era guapo. ¿Me gustaba Eric? Lo hacía,  pero lo normal ¿no? Era mi mejor amigo.

Lo normal era que me gustara. Romeo estaba viendo cualquier cosa...

"no sé si te mientes a ti o a mi" Volvió a susurrarme la voz de Romeo. Yo no me mentía,  yo estaba ciego, ¿saben? como un topo. 

—¿Entonces qué pasa? Llevas menos de 5 minutos aquí y tres suspiros.

Pestañeé, Eric seguía atento a mi.

—Deja de observar tanto a las personas. Es creepy hombre— Le advertí.

¿Había suspirado tanto?

—Observar es parte de mi trabajo,  Jed—Dijo sin quitar su mano de mi vientre.

Estaba ahí , cálida, calentándome a través de la ropa en un gesto tan casual que me apostaba a que ni Eric era consciente de lo que hacía.

Y yo...

Yo como que no sabía qué hacer con eso, saben.  ¿Dónde es normal que tu mejor amigo te acaricie la barriga y donde deja de serlo? Yo no tenía esa respuesta, vamos. Así que fingía que no notaba el calor de su mano subiendo por mi  cuerpo.

Todo normal.

Solo dos amigos normales, donde uno estaba acostado en la consulta del otro mientras se dejaba acariciar la barriguita como un cachorro.

Okey. Normal.

Solo era normal en el mundo de Eric. Pero había vivido el tiempo suficiente en su mundo para que me contagiara con su anormalidad. Vamos. No era del todo mi culpa.

—Jed—Eric me estaba viendo fijo a los ojos con el ceño ligeramente fruncido. Creo que me dijo algo pero para ser honesto no podía dejar de pensar en la mano de Eric sobre mi.

No es que fuera la primera vez que lo hacía o algo. Pero no lo había  visto como algo malo hasta que Romeo me  señaló que no le gustaba que nos "besáramos"  y no podía dejar de pensar en que si me veía en esta situación con Eric me llevaría una buena bronca y toda la paz que habíamos alcanzado se iría a la mierda.

No entendía sus celos por mi mejor amigo. Vamos, que si hubiera querido salir con Eric lo hubiera hecho antes. No era como que tuviera que apartarlo solo porque a Romeo no le gustara.

¿No?

No estaba siendo mal novio, digo, no lo creo... y si era honesto conmigo mismo no me nacía el tener que apartarme de Eric. 

Vamos, era Eric.

—Ya dime que te preocupa mi rubio tonto—Me dijo tranquilo—Sabes que estoy para escucharte.

MI, Romeo definitivamente bufaría, digo,  no es que sea especial el que me llamara suyo. Para Eric TODO era suyo. Supongo que es la cosa mala de ser un niño rico. 

—Jed...

—¿No se supone que me cobres por eso?

—Hoy me siento caritativo.

Caritativo, Eric siempre era caritativo.

Suspiré de nuevo.

Parte de mi quería  decirle un montón de cosas,   como que me preocupaba mi relación con Romeo que  no estaba siendo lo que esperaba, como que lo extrañaba,  que mi novio me había  acusado de ser una persona horrible y egoísta. Y tal  vez lo era, vamos, que solo pensar en decírselo a Eric para que dijera cosas bonitas de mi era bastante egoísta.

Vamos, Eric  siempre me decía cosas bonitas, salvo por lo de rubio tonto, pero era con cariño ya saben. Era SU rubio tonto.

Que hasta llamándote tonto te hacía sentir especial. Como que no había otro rubio tonto para él,  incluso Edd siendo igual a mi, no era SU rubio tonto.  Tener a un amigo como Eric diciéndote todo el tiempo que tu estas entre sus prioridades es una de las mejores cosas que te podrían pasar. Eric te hacía sentir seguro.

Algo como "Di lo que quieras, esta es zona segura"  Supongo que debía agradecer un poco a su mierda de loquero. Pero incluso antes, con todos sus mantras astrales Eric tenía  ese no sé qué que a uno le entraba confianza.

Y yo Como que quería escupirle la sopa para que me levantara el animo. Ya saben, pero uno, hablarle de Romeo se me  hacía  como que estaba mal, digo sí, él  se ofreció a organizar la boda y eso ¿pero no estaba enamorado de mi? ¿No que a las personas  enamoradas le molesta que su enamorado se vaya con otro?

No entendía mucho a Eric en ese sentido.

Y en segundo lugar,   como acusara a Romeo con Eric, mi amigo se pondría  en contra de él, vamos conocía a Eric, podía ser extremadamente parcial cuando se trataba de mis relaciones, por un lado eso era bueno, yo sabía que era su persona en el mundo.

Vamos,  él era la mía. Egoísta o no,  Eric era mi Meredith  Gray,  ya saben. De hecho habíamos bromeado un millón de veces sobre eso.

Meredith y Cristina se amaban pero no de esa forma. Yo lo amaba pero no estaba enamorado de él.

Yo no le estaba mintiendo a nadie, ¿saben? Yo en serio no creía estar enamorado de Eric. Eric era otra cosa.

Y si de pronto me sentía bien y cálido a su lado,  lo atribuía a la confianza, a la amistad y a los 37 grados naturales de su cuerpo que se transmitían a mi bajo vientre. Física y naturaleza,  nada de otro mundo, solo dos amigos charlando.

Sí.

—Son los fetos—Volví a quejarme—Ni siquiera  entiendo cómo llegaron a doctores. Hoy le pedí a uno que calculara los fluidos para uno de los pacientes. Tuvo que sacar  su jodido celular para hacer la cuenta frente a un quemado que estaba gritando por que le administren un calmante. Quiero suicidarme Eric. Juro que quiero suicidarme cada vez que los veo.

—¿Necesitas que te organice un programa de  citas?

—¿Contigo? Tu puedes engañar a tus pacientes Eric, pero yo sé que estás peor que ellos. Tu cerebro probablemente esté fritado. Paso.

—En eso tienes un punto. Pero solo para que lo sepas Freud era cocainómano.

—¿Quieres decir que son las drogas lo que te lleva a ser loquero?

La repuesta de Eric quedó interrumpida por la puerta abriéndose.

—Dr. Jones—Me llamaron.

Feto 1 y 3 estaban en la puerta.

—Te lo dije,  fetos—Gruñí poniéndome de pie.

Otra vez tenía que ir a ser niñera.

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