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Conduje hasta D'Angelos porque... de acuerdo no hay una buena excusa para eso, conduje porque era lo que me había pedido que hiciera. Yo solo hacía lo que él me decía. Romeo decía estar preocupado por mi y yo realmente no me sentía seguro estando solo conmigo mismo.
¿De acuerdo?
Si volvía a casa era probable que solo me arrojara a la cama y no quisiera levantarme en días. Yo intentaba fingir que estaba bien, en serio, creía fervientemente que si fingía que todo estaba bien en algún momento se haría real. Pero lo cierto era que me sentía agotado. Romeo había tenido que sacarme a rastras de la cama esa mañana.
Literalmente, me metió en la ducha, luego al coche como una madre autoritaria, me puso la vianda en el asiento del acompañante y me ordenó que fuera a trabajar.
En parte se lo agradecía, yo realmente lo había necesitado. Salir de casa. Digo. No que me zarandee como bolso de mano. Creo que él lo hizo porque en realidad le preocupaban todo los días que llevaba de descuento, mi sueldo cubría la mitad de los gastos de la casa. Muy probablemente yo tuviera que pedir horas extras para compensar pero si algo era cierto, era que yo había necesitado esto. En cuanto llegué al estacionamiento del local le envié un mensaje avisando que había llegado y dejé descansar mi cabeza sobre el volante obligándome a respirar un par de veces. Yo en los momentos a solas empezaba a perder los nervios.
noc, noc.
El ruido de un par de nudillos golpeando el cristal de mi ventanilla me obligó a elevar la vista y... oh no, lo que me faltaba, era este tipo,no recordaba su nombre, pero había dejado que me follara en la parte de los vertederos de la parte posterior del local, mierda. Casi por instino miré en esa dirección, aque la fachada de entrada de D'angelo impedia que viera el callejón posterior yo sabía que allí estaba. el recuerdo me abofeteó recordandome que era una puta facil, con una polla problemática. carajo. si yo supiera como mantenerme dentro de mis propios pantalones yo hubiera tenido un infierno menos de problemas.
El tipo de la follada anonima volvió a golpear y no me quedó más remedio que bajar el cristal.
-¿Qué?
-no pude evitar reconocerte, guapo-Dijo su voz tenía ese acento musical y algo ronco parecido al de Romeo.-Llevas tiempo sin aparecerte.
-Vine a ver a mi esposo-Aclaré abriendo la puerta. Polla anónima, dio un paso atrás para dejarme avanzar, pero cuando estuve fuera del coche me siguió hasta la puerta de entrada lateral. La puerta estaba reservada para el personal.
-¿En serio, ya que quieres?
-Tranquilo, no parecías tan ansioso por deshacerse de mi la otra noche.
La otra noche...
- Estaba borracho.
-Eres un borracho caliente.
sí, en especial después de encontrar a mi esposo jodiendo a otros.
-Oye, Bello-Dijo agarrándome del hombro para hacerme girar apenas entré al pasillo que daba a la oficina de la administración del local.
-Alessio, ve a servir mesas, no es bueno que estés acosando al esposo de tu primo-La voz de Romeo me obligó a alzar la vista hasta mi esposo que acababa de llegar, había un timbre molesto en él y oh carajo. Yo no sabía que eran primos.
Es decir, yo solo sabía que era un tipo italiano que encontró trabajo aquí, porque claramente la Sra. D'Angelo contrataba a todo el mundo. alguien de su propia cultura tendría prioridad. Yo apenas si lo había registrado antes de dejarme seducir por el tipo que se había ofrecido a acompañarme por un taxi después de encontrarme medio borracho en la puerta de atrás. Yo ese día estaba por montarle una jodida escena a Romeo cuando saliera, de hecho había bebido para darme coraje de mandarlo al demonio de una vez por todas, pero me había pasado en algún punto esperándolo y de hecho yo no recordaba el momento en el que nos habíamos desviado al callejón de los contenedores, aunque tenía recuerdos vagos de su polla enterrada en mi después de eso.
Carajo.
Así que el tipo anónimo se llamaba Alessio, vaya nombre, sonaba musical. El punto es que Alessio el primo de mi esposo con el que había follado de parados en un callejón... y eso sonaba tan malditamente mal de cualquier forma que lo diga...Mierda yo quería hundir mi cabeza en la tierra y nunca sacarla de allí, porque solo a mí podían pasarme cosas como estas.
Alessio me lanzó una mirada cargada de deseo antes de obedecer a Romeo, lo que nos dejó a solas como la bonita pareja que éramos, notese el sarcasmo. Romeo me evaluó con sus penetrantes ojos azules por unos buenos momentos al punto de sentirme como un insecto bajo el microscopio.
al final carraspeé incapaz de seguir manteniendo el incómodo silencio.
-¿te acostaste con él?-Directo. sentí su cuerpo moverse detrás del mio. mi cuerpo se agitó mitad pánico, mitad cosquilleando por la costumbre de su cercanía. sus manos se apoyaron en mi cadera y tomé su mano para contener su toque. -Te veía como si te hubiera follado, tenía la mirada frustrada de quien te ha probado y no ha conseguido nada igual de bueno después de ti. conozco esa mirada, es la misma que veo cada día en el espejo, amore. no me enojaré si me dices la verdad.-Entonces Romeo alzó nuestras manos en puños entrelazados y besó mis nudillos dandome animos a que confiar en él.
Yo hubiera deseado que fuera realmente tan fácil borrar todos los bordes afilados de nuestra relación, su voz suave me llenó de calor, eso había sido halagador, incluso a pesar del cariz amargo del fondo, una parte de él parecía odiarme por lo mucho que lo provocaba y a una parte enferma de mi, eso le parecía bien.
-no fue precisamente acostados-Observé el pasillo. No estaba seguro de si estaba enojado o no, pero había una vibra en él que hacía que no quisiera verlo a la cara. -no sabía que era tu primo.
Romeo se tensó antes de obligarse a relajarse.
-Alessio y yo nunca nos llevamos bien, él era homofóbico.
-¿qué?-Eso sí consiguió que me girara a verlo.
-Qué parece que has corrompido a un hetero.
oh, tal vez yo había corrompido a más de uno pero no se lo dije.
-Ven, quedate en la oficina, te llevaré cena, allí nadie te molestará, pasaré por ti en cuanto termine en la cocina-Dijo. Me dio un beso en la cien y entonces me escoltó hasta dicho sitio como un perro que custodia su hueso.
Romeo cumplió con su palabra, me trajo la cena y luego regresó como unas tres horas después yo me había dormido sentado en el pequeño sillón de pana marrón grisáceo que había pertenecido a Antonio, era cómodo y olía un poco a viejo, como colonia y veneno para polillas, como a abuelo. Era acogedor.
Cuando desperté Romeo estaba revisando la contabilidad del día, parecía concentrado con un par de gruesos lentes sobre su nariz, se veía sexy. no pude evitar pensar que mi esposo era un maduro atractivo, en serio. Romeo cuando no estaba siendo el tipo que provocaba mis ataques de pánico era casi perfecto. En momentos como esos, de calma, me recordaba al hombre del que me enamoré. yo a veces ya no podía reconocer a ese hombre en mi esposo. No pude evitar preguntarme como el tipo que yo amaba se había transformado en el mismo que hacía que me cagara de miedo sin mover un solo músculo. Es decir, jesus... ultimamente había sido malditamente amable conmigo y eso contrariamente hacía que yo me sintiera más propenso a saltar a la defensiva con cada movimiento que él hacía. había estado esperando una reacción desde que me atrapó con Gabriel, es decir, en vez de discutir esa noche me había follado y marcado todo el cuerpo, yo me había mantenido callado dejando que lo hiciera porque realmente temía por una reacción mucho más violenta de su parte, pero el solo lo había dejado pasar y yo estaba enloqueciendo con eso. Esperando y esperando, tal vez yo estaba siendo un poco paranoico, ¿sí?
Había esperado que se pusiera violento con lo de Alessio y tampoco había hecho nada.
Yo sentía que había hecho algo mal, esperaba que me patee, pero el parecía querer torturarme con la espera, porque no lo había soltado, lo conocía para saber que no lo dejó correr, solo que no parecía decidirse a cómo reaccionar, aún.
Como si pudiera sentir mis ojos en él, Romeo desvió su vista hasta mi y me regaló una sonrisa un poco cansada antes de darme un apretón cariñoso en la rodilla y yo solo quise preguntarle por qué no podía ser así todo el tiempo. Porque yo sentía que él me odiaba y tenía todos los motivos para hacerlo, porque yo lo había arrastrado a eso de alguna forma que aún no lograba explicarme a mi mismo. Yo realmente había intentado al principio que nuestro matrimonio funsionara, pero de alguna forma lo había arruinado, vamos, él normalmente era este tipo perfecto, un marido jodidamente atento y abnegado pero yo hacía algo mal que terminaba provocando para que todo se arruinara. Solo que realmente no sabía que era y en ese momento viendo el perfil perfecto de Romeo no podía dejar de hacerme la misma pregunta:
-¿Qué estoy haciendo mal?
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