32
Me desperté con un par de besos en el hueso de mi cadera. Aun adormilado pestañeé abriendo uno solo de mis ojos en un intento por aclararme. Yo tenía la férrea convicción de que si abría ambos, luego me costaba el doble volver a dormirme ¿qué hora era?
Afuera comenzaba a amanecer si podía decirlo por la tenue claridad que entraba por las persianas. Yo tenía el sábado libre hasta la noche, podía darme el lujo de ser remolón esa mañana y luego había quedado con los chicos a beber algo. Eric parecía tener problemas en su matrimonio según nos comentó en el grupo que compartimos.
Yo no debí sentirme aliviado por eso, pero saber que no era el único con problemas en su matrimonio me daba esperanzas, Eric y yo nos habíamos casado prácticamente al mismo tiempo.
Eso me recordaba justo al hombre que en esos momentos estaba desatando el nudo de mis pantalones de pijamas para quitarmelos, clavé los talones en la cama y elevé mis caderas para ayudarlo a que me los quitara. Esto definitivamente era un buen cambio de planes, había esperado que peleáramos considerando los acontecimientos de la noche anterior.
Cerré los ojos y dejé que él se hiciera cargo, me gustaba ser follado en ese estado de somnolencia en el que te encuentras cuando recién te despiertas y apenas eres consciente de lo que hay a tu alrededor. Yo para ese momento ya estaba medio duro por lo que no pude evitar el jadeo vergonzoso que escapó de mi boca en cuanto su boca cálida rodeó mi pene.
Encogí un poco las piernas con mis talones clavados al colchón mientras dejaba que Romeo se acomodara entre ellas. Él se había desnudado por completo antes de meterse en la cama por lo que en ese momentos nos encontrábamos en igual situación. Oí el ruido de su mano deslizándose sobre su pene, él se estaba masturbando, podía jurarlo por las sombras en el cuarto.
Sentí succión en la cabeza de mi polla y sus dedos comenzaron a acariciar un poco torpemente mi entrada. Estiré mi mano al mueble detrás de nuestra cama que hacía de respaldo y agarré el bote de lubricante para pasarselo.
Separé un poco más mis rodillas y alce mi pelvis notando su ansiedad. Su boca me tragó con más ganas, cerré los ojos disfrutando de la sensación, sentí el ruido del clic del bote destapándose, liquido corrió entre mis glúteos antes de que metiera sus dedos en mi interior, ardió a pesar del lubricante. Estaba siendo bruto y mi cuerpo lo rechazó de inmediato a pesar de mis intentos de relajarme
-Despacio.-siseé tirando de su cabello en advertencia.-ah. Romeo. Despacio.
No estábamos jugando una maldita carrera. Intenté ayudarlo empujándome sobre su mano, buscando un ritmo más suave, uno que lo ayudara a llegar a mi próstata, yo necesitaba relajarme para que él entrara y su ansiedad no estaba ayudando. Nosotros llevábamos un par de semanas sin hacerlo como era debido, lo máximo que habíamos tenido había sido una jodida de parados en la ducha a principio de la semana anterior. Apenas había habido unos besos rápidos de por medio y al asunto. Cada cual a lo suyo. Llevábamos tiempo sin tomarnos el tiempo de consentirnos uno al otro, también estaba un poco ansioso pero esto estaba siendo demasiado áspero, si era una nueva fantasía de él yo no estaba en ello.
-Romeo.- agarré su muñeca con una mano y lo aparté.-lubricante. Más lubricante.-jadeé.
Tomé el frasco por mi cuenta y empapé mis dedos para ayudarlo a prepararme. Romeo dejó mi pene y fue por mis bolas bajando por la piel sensible de mi periné hasta mi entrada para jugar con su lengua. Me estremecí y tuve que apretar la base de mi pene.
Jesus, eso si era bueno. Ese era el Romeo que me gustaba, sus manos grandes y calientes fueron a mi cadera sujetándome mientras su calor se mezclaba con el mío. Apretando como si poniendo las suficientes ganas en ello pudiera sujetar lo que quedaba de nosotros.
Nosotros, esto éramos nosotros.
Me incorporé en mis codos para verlo, su cabello parado en todas direcciones en ese momento, tiré una de mis manos a su cabello y lo acaricié, extrañaba la suavidad fresca de sus mechones oscuros entre mis dedos. Yo extrañaba hacer el amor con mi esposo. Quería disfrutarlo, tomarnos nuestro tiempo. Cerré los ojos y eché mi cabeza hacia atrás en cuanto sentí que sus dedos entraban de nuevo en mi para encontrarse con mi próstata.
Grité y empecé a masturbarme mientras veía como él hacía lo mismo con el suyo propio.
-Romeo.-lo llamé y tiré de su cabello para acercarlo a mi boca. Quería un beso, quería que me besara como antes. Como cuando nos amábamos, pero entonces su aliento a alcohol golpeó mis fosas nasales. Al igual que la realidad. Yo era el único queriendo hacer el amor en ese cuarto, me di cuenta y eso dolió ¿saben? Se sintió como si acabaran de meterme un trozo de hielo en el pecho.
Observé a Romeo y fruncí el ceño al darme cuenta de que estaba malditamente borracho. Su aliento etílico me asqueó.
Yo odiaba el olor del alcohol y a los borrachos.
Era una de las cosas que más reprobada de mis dos mejores amigos. Tanto Will como Eric tenían esa jodida manía de beber hasta potarlo todo por el suelo
-¿dios, estás borracho?!-le dije indignado intentando quitarlo de encima de mi.
-Shh-me dijo apretando una de sus manos en mi bíceps para mantenerme en la cama con una ligera sacudida.
-Hules a mierda salte de encima, Romeo. Vete a bañar.
intenté empujarlo con mi mano libre por el pecho , la que se sujetaba a mi bíceps se apretó dolorosamente. Eso me dejaría una marca para el otro día.
-Todavía no terminamos aquí amore...-insistió . Intentó besarme pero le corrí el rostro por lo que su boca terminó sobre la piel de mi garganta.
Yo para ese momento estaba tenso como una roca, cada músculo de mi cuerpo a la defensiva.
-Terminamos aquí, ya no quiero. Romeo, basta. Sal de encima mio. -me quejé.
-lo que tu quieres, solo piensas en lo que tu quieres todo el maldito tiempo, Jed.-me dijo ahora molesto sus ojos se clavaron en mi -¿quieres saber donde demonios estuve anoche anoche?
-quiero que te apartes. Romeo. Basta. Estas muy borracho. suéltame
- estuve en un bar.-me respondió frotando su erección en mi trasero. Yo intenté apartarme pero sus caderas en ese momento hacían imposible que yo cerrara mis piernas. Yo no podía quitármelo de encima si el no cooperaba, nunca había podido, él me ganaba en fuerza, era una de las cosas que siempre me habían gustado de Romeo, sentirme protegido por él, porque confiaba en que nunca usara su ventaja en mi contra, pero en esos momentos yo estaba sintiendo todo lo contrario. Yo nunca había esperado sentir ese tipo de miedo cerca de mi esposo, yo confiaba en Romeo, pero no en el borracho que tenía encima.
Me asusté, ¿el no sería capaz de forzarme, no? yo había quedado completamente indefenso y no me había dado cuenta de en qué momento había dejado que pasara.
Pensándolo bien aquello era casi metafórico.
-Romeo...-Dije con mi voz una octava más insegura de lo que me hubiera gustado.
Él negó pasando su nariz por mi mejilla aspirando mi olor como solía hacerlo, corrí la cara concentrándome en la ventana. Romeo se apartó pero no me volví a verlo.
-Te esperé, Jed, te esperé por horas, íbamos a cenar y luego pensaba llevarte a bailar asi que dije, si el hijo de puta de mi esposo está tan ocupado para no cumplir con un maldito día a la semana ¿por que yo si tenía que cumplir con nuestro matrimonio?-Preguntó con su acento marcado mientras mordía las palabras- Así que me fui al bar al que pensaba llevarte, me enredé con un par de tipos y me follé a uno en el baño ¿sabes?
Sentí la rabia crecer en mi interior olvidándome por un momento de que me estaba asustando, me volteé y esta vez fui yo el que lo abofeteé.
Romeo pestañeó pareciendo sorprendido y entonces me lo devolvió el gesto con el doble de fuerza.
solté un jadeo con mi cara adormecida, mi vista ahora clavada en la puerta de nuestro cuarto sin volver mi rostro. El silencio se cernió sobre nosotros. Su respiración desigual aun podía sentirla sobre mi pulso. El olor a alcohol impregnando mi sistema.
-¿esa es tu venganza?-Pregunté con la garganta cerrada.-te planto y tu te vas con otro. ¿obtuviste lo que querías? ¿Eres feliz?
-¿Contigo?-Romeo agarró mi mandíbula y me obligó a verlo. -Nunca, nadie puede ser feliz al lado tuyo. -su mano se apretó dolorosamente en mi mentón. La agarré con mi mano libre y clavé mis uñas en ella-Tu haces que me sienta solo y miserable todo el maldito tiempo. ¿Sabes lo que es vivir al lado del hombre que amas y sentirte así? Sentirse tan malditamente solo, incluso cuando estoy contigo Jed. Cuando estoy en la misma habitación, cuando estoy sobre ti. Tu ni soquiera me miras!
Oh lo miré y entonces le hice la pregunta que tal vez debí haberme hecho yo primero:
-Déjame. ¿Por qué demonios no me dejas?
Romeo me observó casi con asco antes de soltarme y tumbarse en la cama a mi lado. Me dio la espalda. Yo suspiré con mis ojos clavados en el techo luego de apresurarme a cubrir mi cuerpo con las mantas en un absurdo intento por poner distancia entre mi esposo y yo. Entonces en un tono casi inaudible lo oí susurrar un:
-Porque no puedo.
Luego fue como si entráramos en un círculo vicioso, de pelear, follar, arreglarnos, volver a la parte de luna de miel y de nuevo el ciclo.
Yo no supe en que momento pasó, pero fue como una sutil caída en picada en la que las peleas eran cada vez mas fuertes. los moretones en mi cuerpo se hicieron cada vez más frecuentes. En algún momento los gritos se transformaron en cosas rompiéndose a nuestro alrededor. Teníamos todo un presupuesto asignado para vajilla, como si fuera lo más normal del mundo destrozarla los viernes para amorosamente elegir nueva el domingo a la hora de las compras.
Cielos, nosotros ni siquiera éramos conscientes de lo mal que estábamos.
Yo no lo era, al menos. ni siquiera cuando un día me estampó el rostro en la bandeja del pastel de carne que había traído de D'Angelos para la cena. No recuerdo de qué iba la discusión, no del todo, él había gastado dinero sin consultarme de nuestra cuenta. Yo no era tan malditamente estúpido para no darme cuenta. Entonces él me reclamó por el dinero que le daba a mi padre.
Sí, yo nunca lo había consultado con él. Pero era algo que había hecho desde antes de que Romeo reapareciera. Yo no iba a dejar a mi padre tirado. Y de los dos, yo era el que más aportaba a la casa.
Yo no debí haberle dicho eso. Creo. Todo se descontroló después de eso. No es que yo me quedara de brazos cruzados. Pero fue la primera vez que terminamos literalmente a las manos. Ambos dimos y recibimos puñetazos en igual medida, yo terminé con el labio partido y él con una ceja rota.
Eso fue un alto al fuego.
-¿Qué demonios, Jed?-Dijo él. Habíamos terminado en el suelo golpeándonos como salvajes.
Yo no tenía esa respuesta. No tenía idea de que demonio nos pasaba. Nuestra relación se estaba volviendo un infierno. Él se sentó sobre sus talones dejándome ir y yo lo lo imité no muy seguro de que venía a continuación.
Habíamos traspasado un límite, ambos lo sabíamos. Romeo se llevó las manos al rostro ocultándolo entre ellas y sus hombros comenzaron a sacudirse. Yo no me movi de donde estaba.
Romeo no intentó atacarme de nuevo ese día. Pero para ese momento estaba claro que ambos habíamos perdido por completo el respeto por el otro.
No sé cómo o cuando pasó, no tenía idea.
Después de unos momentos Romeo se levantó y se fue.
Esa noche no volvió a casa y yo no lo esperé despierto.
Yo ni siquiera lo esperé en casa.
Fin de las actualizaciones por hoy. los amodoro 💞
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