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29

Hola mis amores! como están? hoy les traigo doble actu !

Humillado.

Nunca antes me había sentido tan humillado, no estaba seguro de si me sentía patético, molesto o inútil. Mis mejillas ardían y me picaba la piel, sentía ese nudo que es como un relampagueo en todo el cuerpo cuando el calor de la vergüenza te golpea.

Yo me sentía un médico terrible, dios, y estaba asustado como la mierda, el peso de las palabras de Dr. Jones se hizo hueco en mi estomago, nada estaba saliendo como se suponía debía salir.

Sentía que los últimos 4 años de mi vida habían sido un desperdicio. Ni siquiera pude defenderme, Jones tenía razón, yo era un médico terrible. Había fracasado en lo más básico que cualquier médico debería saber hacer, yo me sentía malditamente fracasado. Estúpido. Peligroso. Dios, yo era un peligro para los pacientes, tal vez estaba exagerando un poco pero en ese momento yo sentí que no servía para esto, yo no podía. No le encontraba sentido a seguir ahí, es decir, llevaba meses sin haber aprendido nada aparte de lo estúpido que aparentemente había sido toda la vida.

Yo debí quedarme a cultivar maíz en Iowa.

Dr.Jones tenía razón en algo, aun me quedaba una alternativa, él me había dado una opción y en ese momento yo estaba dispuesto a tomarlo.

Llegué hasta la sala de residentes casi sin darme cuenta, me saqué mi bata y la arrojé en mi bolso antes de empezar a vaciar mi cubículo con furia. Mi estetoscopio rebotó en el suelo, lo junté y lo metí a presión en el bolso hasta que estuvo lleno. Lo cargué en mi hombro y subí hasta la dirección del hospital, habían pasado 3 meses de la ultima vez que yo había estado allí firmando mi contrato.

Apreté mis puños. Respiré un par de veces y golpeé la puerta.

Al principio no se escuchó nada hasta que unos momentos después una voz femenina me recibió con un "adelante"

Apoyé mi mano dudando

La Dra. Emilce Roosevelt, la administradora del hospital, estaba sentada detrás de su escritorio, llevaba una pollera tubo oscuro con una blusa lila pastel debajo de la bata donde tenía bordado su nombre en el pecho. La bata por la que yo había luchado los últimos años de mi vida y a la que en ese momento estaba dispuesto a renunciar.

-¿En qué puedo ayudarte?

Dios. por un momento dudé.

-¿Joven?

-Soy Topal, R1 del servicio de medicina interna.-Dije mirando a los grandes ojos de gacela de la mujer mayor que me miraba atenta.-Quiero... -Carraspeé-Vine a presentar mi renuncia. Quiero renunciar.

¿Quería hacerlo?

-oh...-La mujer asintió con ¿Pena? no supe decirlo. la mujer abrió su ordenador para revisar algo.-Dr. Topal.-Murmuró tecleando en su ordenador. Se detuvo a leer algo e hizo una mueca con sus labios.-Jones...mmm....

Alzó de nuevo sus ojos a mi y me regaló una sonrisa cálida-Espera un momento afuera Topal y lo hablaremos en unos minutos.-Dijo invitándome con un gesto a que saliera.

Lo hice, me quedé fuera de las puertas apoyando mi espalda en la pared. Yo estaba pensando en las palabras de Jones, una y otra vez, yo realmente no creía que pudiera seguir aguantando sin hacer una locura, irme era lo mejor, me dije. Moví mis pies nerviosamente mientras esperaba, yo tal vez estaba siendo ligeramente impulsivo, pero aun era demasiado joven. Entonces estaba bien, yo solo quería salir de ese hospital de mierda y empezar en otro lado.

Estaba pensando en eso hasta que un carraspeo me interrumpió de mi diatriba mental.

Me giré. había un hombre de cabello largo y liso, llegando poco más allá de sus hombros, caía como una cortina castaña que parecía lindar entre el rubio y el cobrizo, enmarcando su rostro, cuya barba poblada parecía estar destinada a endurecer ligeramente sus facciones de muñeco ken. Era un tipo clásicamente guapo, difícilmente uno que pasara desapercibido por el aspecto peculiar que le daba su cabello y ahora que lo tenía tan cerca podía apreciar el brillo inteligente de sus ojos verde-miel. Yo lo había visto antes, era el tipo que siempre estaba con Jones, el hombre del equipo de salud mental.

-Soy Eric...-Dijo de manera escueta.

Era un nombre sencillo. Iba bien con su aspecto relajado. El hombre me sonrió.

-Tu debes ser el chico que quiere renunciar. Emilce me llamó.

-tu eres psiquiatra.-Dije sintiéndome de pronto ligeramente a la defensiva -no necesito un psiquiatra, yo solo quiero renunciar.

-oh estoy seguro de que sí, pero no estoy aquí por mis poderes telepáticos para meterme en tu cabeza. Esos los dejo en mi consulta. -Dijo. Me pregunté si se estaba burlando de mi, pero no, él solo estaba bromeando para distender el ambiente y no pude evitar preguntarme a cuantas personas que se pusieran a la defensiva había tenido que aguantar antes. Digo, sí, era una mala costumbre eso de creer que por ser psiquiatra se metería en tu cabeza, o te leería o lo que sea, era un prejuicio un poco tonto. Yo me sentí un poco idiota en ese momento, pero el hombre me guiñó un ojo con complicidad y volvió a sonreír con calma-Así que tranquilo ¿Gabriel Cierto?

Dios, como era posible que este hombre supiera mi nombre y mi jefe aun me llamara feto 2.

Asentí. inconscientemente se ganó un punto en mi apreciación mental de él.

-Soy parte de la junta directiva, Gabriel. -Dijo con su voz suave, tenía un tono ligeramente aterciopelado que era agradable al oído-¿Qué te parece si caminamos un poco y charlamos?-Dijo y con un gesto amable me invitó a caminar delante de él.

Por unos minutos, el hombre no dijo nada, luego comenzó a tararear tranquilo alguna canción que no reconocí mientras andábamos por el pasillo.

-Te gusta la música, Gabriel?-El hombre volvió a sonreírme tranquilo.

-Yo, sí. ¿algo?

-También me gusta algo.-Dijo con un asentimiento como si mi respuesta no hubiera sido vaga y dudosa.

Seguimos caminando hasta el patio, hasta la zona de bancos que estaban allí para descansar un rato cerca de los setos, la nieve ya se había ido para estas épocas, pero aun hacía algo de frio por lo que fue bastante reconfortante cuando se dirigió al pequeño puesto de café para que nos aprovisionemos de dos tazas humeantes antes de sentarnos en una de las mesitas.-Creo que aquí esta bien, ¿tu que crees?

Asentí y tomamos asiento uno frente al otro con nuestras manos envueltas alrededor de la taza.

-Entonces, vayamos al asunto dijo.-Le dio un sorbo a su vaso con una mueca de disgusto antes de verme a la cara, sus ojos clavados en mi.-Jed está a cargo de ti, ¿cierto?

¿Jed? iba a corregirlo pero entonces me di cuenta de que hablaba de doctor Jones. Cierto. Esos hombres eran amigos.

Era tan malditamente raro oír a Dr. Jones siendo llamado de esa forma tan...¿cercana? por un momento no supe que decir, él hombre pareció darse cuenta de mi duda porque me sonrió antes de negar con amabilidad

-Tu puedes hablar tranquilo conmigo, Gabriel. Este es un sitio seguro ¿entiendes? yo no voy a juzgarte. Conozco a Jed, hace años y es un hombre... complicado. No eres el primero y probablemente tampoco vayas a ser él último de sus residentes en intentar renunciar. Ten por seguro que me sorprende que seas el primero de tus compañeros en hacerlo y que hayan pasado tantos meses desde que empezaron, es como un logro personal para él, me da esperanzas, por lo general el primer intento es a la semana, y luego suelen tener dos intentos más a lo largo del año. Al final dos se suelen ir y uno se queda, el que soporta. La cosa es...no te preguntaré que te ha hecho para que sientas que ya no puedes soportarlo. Sino que de todo lo malo que te ha hecho ha sido lo suficientemente malo para llevarte a tomar esta decisión?

-El es horrible.-Le dije y sí yo de pronto me sentía como un un niño acusando a Hitler con el tío, Eric. Dios esto era ridículo yo no podía decirle eso a uno de los miembros de la junta, pero es que era todo lo que podía pensar. Jesus, Acababa de decirle al hombre frente a mi que su amigo era horrible. Solo tu, Topal, me dije queriendo darme un golpe con la mesa. Pero era que este tipo tenia ese no se qué, que te hacía sentir no sé como y te daba esa confianza para hablar.-yo siento que no estoy aprendiendo nada aquí. Yo...-dije sin saber que decir para no sonar como un niño.

Alcé la vista pero el hombre aún lucía amable y en vez de negarlo o decirme que mi jefe no tenía por que ser amable solo asintió. vamos, yo sabía que no tenía que ser amable, pero tampoco tenía por que ser un desgraciado.

-Él lo es- Pestañeé sorprendido por la manera en la que lo había visto mirarlo antes cuando pasaba por Hitler, hubiera jurado que el hombre era incapaz de ver el monstruo que tenia de amigo. Pero no, el lo sabía. Eso era incluso peor. ¿Qué ese hombre era tonto o que? -Pero es un profesional increíble y es la razón por la que la mayoría de los residentes eligen este hospital, Entonces dime, ¿Realmente quieres renunciar a esto después de que el te eligiera entre cientos de postulantes?

-De que...?

¿De qué estaba hablando?

-Jed elige personalmente a sus residentes.-Dijo respondiendo a mi pregunta antes de que la terminara.

-Él no sabe ni mi nombre.

-te equivocas en eso. Él sabe todo de sus residentes, él los estudia. Si te recibió en su servicio es porque vio algo bueno en ti, algo que estuvo sobre los demás.

-¿y por qué no me enseña?-le reclamé molesto al hombre frente a mi como si el fuera el culpable. Diablos.-lo siento

-no lo sé. No tengo idea de porque él es así. -dijo. Aunque parecía más decirlo para si mismo que para mi. Bajó la mirada unos segundos luciendo pensativo y volvió a alzarla- pero sé con certeza algo. Si tu te quedas y soportas lo peor de él, él sacará lo mejor de ti. -Dijo y yo realmente pensé en esas palabras por un buen rato.

Yo no renuncié.

Ese día volví hasta mi cubículo y volví a dejar mis cosas allí con la nueva determinación plantada en cada fibra de mi ser. Porque había algo especial en mi, yo había sido un buen estudiante. Y seria un buen doctor yo podía, yo podía soportarlo.

-veo que te quedaste. -me giré y ahí estaba Hitler de brazos cruzados esperando para firmar la asistencia de Callie y de Wyatt.

Me giré, con mi bolso aun al hombro y la barbilla en alto sin decir una sola palabra.

Jones entonces me lanzo una mirada evaluadora como si quisiera decidir algo, soltó un "Bien" y se largó.

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