25
Empezar de nuevo con Hitler fue como intentar acostumbrarse a un dolor de muelas recurrente. Estaba más irritable que nunca, de hecho nos mordió toda la semana al punto en el que Callie terminó llorando en el baño y no era que pudiera juzgarla, hasta yo sentí ganas de llorar en algún punto.
El único que parecía impasible al malhumor de nuestro jefe era Wyatt.
No sé cómo lo hacía. De hecho vi como Hitler le tiraba una riñonera en la cara mientras limpiaba la herida de un tipo que se había cortado toda la tercer falange derecha, y lo hizo solo porque Wyatt se había equivocado al pasarle la pinza. Yo probablemente lo hubiera mandado al demonio por eso, vamos, Hitler ni siquiera le había dicho en voz alta que quería, solo había tirado su mano en dirección a Wyatt asumiendo que el chico supiera. Wyatt se había ganado un buen par de gritos pero solo buscó otra riñonera para descartar las gasas y con esa mirada plana que siempre ponía lo siguió asistiendo como si nada hubiera pasado.
Wyatt era un maldito robot y eso pareció gustarle a Hitler porque entonces luego de que su arranque de ira pasara lo escuché decirle:
-Siempre hay que tener cuidado con el hueso. Es lo primero en infectarse-Su voz era forzosamente tranquila, supongo que dándose cuenta de que se había extralimitado y vaya si no fue grande mi sorpresa cuando le ofreció la pinza para que amputara la falange del pobre hombre. Yo quería hacer eso, cielos, pero a mi seguía tratándome como escoria en un plato así que la iea estaba descartada de plano.
Luego de eso empezó a llamar a Wyatt para todo.
Hitler nos ignoraba a Callie y a mi salvo para gritarnos que desapareciéramos. Pero era bueno con Wyatt, Bueno, todo lo bueno que podía ser Hitler, supongo, hasta se molestaba en enseñarle cosas que solo la experiencia podían enseñarte. Cosas que no estaban en los libros. Callie y yo andábamos como mendigos a su alrededor intentando absorber algo de conocimiento pero el maldito de Justin Wyatt se había transformado en su lame botas personal.
Cielos.
Comenzaba a odiar a Wyatt.
De hecho, nuestro compañero había tomado por costumbre correr detrás de él con un vaso de café cada mañana y alguna cosa dulce. La primera vez que lo hizo, Callie y yo esperábamos que lo mandara a volar.
Hitler pareció pensarlo, pero al final se decidió a beberse el café de un trago antes de comenzar a revisar a los pacientes internados mientras se llevaba la dona a la boca. La debilidad de Hitler parecían ser las cosas dulces, no sé como Wyatt lo había descubierto pero había sido un jodido acierto de su parte. Desde entonces andaba pegado a su culo como una sombra lo que le garantizaba las mejores practicas. A cambio Wyatt lo sobornaba con galletas, chocolatinas y donas.
En serio no podía creérmelo, que esa era la maldita manera de sobornar a un niño.
-¿te acostarás con él cuando te lo pida?-Soltó de pronto Callie viendo a Wyatt.
Estábamos tirados en un rincón con Cass y las otras dos chicas a cargo de Ross con las que habíamos compartido el mes anterior. Era una tarde tranquila. No había llegado nada interesante más allá de tener que dar analgésicos y hacer placas, de hecho Hitler estaba charlando con Sandy mientras Ross dormitaba en una silla y algunos practicantes de cuarto año daban vueltas a la pesca de pacientes con las que completar sus horas curriculares.
Wyatt alzó la vista, ni perturbado, ni sorprendido, estaba sentado con nosotros, pero manteniendo esa distancia prudencial que siempre conservaba y la postura recta mientras bebía un vaso de café. Su mirada cristalina se mantuvo inexpresiva antes de llevar sus ojos a Hitler como si lo estuviera considerando.
¡Jesus!
¿En serio Wyatt era capaz de considerarlo? ¿Qué no le bastaba con ser su dealer de golosinas?
En serio no podía hacerme a la idea de que los dulces fueran la manera de entrarle a Hitler. Cielos. Era como un maldito niño cuando le ponían algo azucarado en frente. vamos, era como que me dijeran que el villano dormía con un osito de felpa en la noche. La imagen mental era inconcebible. lo era para mi al menos.
-No. -Respondió nuestro compañero en tono seco.
Wyatt se puso de pie arrojando su pequeño vaso de polipropileno al tarro antes de ir hasta donde acababan de abrirse las puertas para que ingresara una ambulancia.
¿Que acaso tenía un sexto sentido? Me pregunté viendo como Hitler luego de una evaluación rápida no tardaba en cederle el paciente y otra vez, Calie y yo eramos ignorados.
Cielos... el resto del turno fue un poco más de lo mismo hasta que por fin pudimos marcar nuestras salidas. Antes de irme me encargué de dejar una tira de vales por una lecciones gratis en la tabla de anuncios. Yo necesitaba nuevos clientes. Ahora que Andrea estaba en mi contra Carlos me pidió que aumentara el número de alumnos en mi turno o tendría que contratar a un nuevo profesor.
A mi me agradaba Carlos. Y creo que la cosa era recíproca porque cuando fue a hablarme pocos días después de la fatídica cena hasta se mostró incómodo. Sé que no quería despedirme y yo no quería que lo hiciera. Yo necesitaba el trabajo. Mi sueldo de residente no era el mejor y el dinero extra que ganaba con carlos me venía bien.
Entonces ahí estaba yo por sugerencia de Cass pegando mi anuncio entre las chinches que ofrecían piso o descuento en paseos de perros. Mi cartel era bastante mediocre vamos, letras negras sobre un fondo blanco con dos guantes de boxeo dibujados. El diseño gráfico no era lo mío, era un negado para la tecnología pero pareció llamar lo suficiente la atención porque un par de días después encontré a varias chicas nuevas preguntando por mi horario de clases. incluso algunas acompañadas de sus parejas.
-Puede que se me escapara decir por ahí que tu entrenabas sin camisa.-Me confesó Cass ante mi sorpresa por la repentina manera en la que el gimnasio se había llenado.
-Pero yo no hago eso.-Me quejé a lo que el maldito de Cass solo se encogió de hombros.
-Es marketing querido Gabe, y mejor que te vayas desnudando ¿no?-ME preguntó con su achispada mirada puesta en mis abdominales. azorado como una niña virginal llevé la mano a mi vientre para cubrirlo de los violadores ojos de Cass lo que solo hizo que se carcajeara.-oh, vamos, no querrás decepcionar a tus clientas.
iba a replicar pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta cuando vi por la puerta principal del gimnasio entrar a Hitler. Iba con pantalones de deporte grises y una musculosa blanca que dejaba al descubierto sus brazos, se le notaba delgado lo que era un hecho bastante interesante visto la manera en la que comía en el hospital, hasta podía decirse que sus músculos estaban ligeramente marcados, pero nada destacable, pensé recorriéndolo con la mirada. Como doctor y preparador físico me era normal fijarme en el aspecto de las personas que iba a entrenar. Mi cabeza se detuvo, dio un salto y volvió sobre ese pensamiento ¿Iba a entrenar a hitler? ¿Era en serio? Dios, lo que menos quería era hacer tiempo extra con hitler.
Clavé mis ojos en él por un momento siguiendo sus pasos, pero él aun no me notaba.
Parecía un poco cansado pero miraba todo curioso como si llevara tiempo sin entrar a un gimnasio. Le dio un rápido escaneo al ring donde una pareja practicaba unos Jab y por un momento pareció indeciso para al final dirigirse a la parte posterior del gimnasio donde un alegre Carlos se encargaba de registrar a los nuevos.
que va, Carlos estaba tan feliz por la manera en la que se le había llenado el gimnasio que hasta había pasado a darme palmaditas en el hombro. De acuerdo, tal vez Cass era un entrometido, pero definitivamente había hecho un buen trabajo en eso de conseguir clientes. incluso si me hubiera ofrecido como un trozo de carne, yo debía reconocerlo, vamos.
Sentí un cuerpo a mi costado y una calida mejilla apoyada en mi hombro. Yo era bastante más alto que Cass por lo que la posición de puntitas que había adoptado era ridícula pero no me importó demasiado. Cass era lo suficientemente ridículo para hacer aquello. Además Cass era abiertamente gay, si realmente algunas mujeres habían llegado a Carlos's con la intención de abordarme aquello probablemente les daría que pensar y se contendrían. o eso esperaba. no era que no me interesaran las relaciones casuales, pero no dentro del trabajo al menos.
-¿Es quien yo creo que es?-Preguntó siguiendo mi mirada.
-Uhum.--sentí y entonces en ese momento hitler se volteó siguiendo el dedo de Carlos señalando en nuestra dirección y nos vio. Claramente acababa de reconocernos y yo de pronto me sentía como un niño que había sido atrapado espiando algo que no debía.
Hola mis amores, como estan? Nuevo cap como veran ando un poquitito falta de inspiración últimamente asi que ya veremos...
Los amodoro
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro