23
Eric no llegó a la cena, lo que me preocupó considerando que habíamos hablado por la mañana y me había asegurado de que vendría. yo entendía que no quisiera venir, lo entendía, pero hasta bromeó con eso de que se afeitaría para la ocasión, Eric no solía afeitarse muy a menudo, vamos. Eric siempre había amado su cabello, en serio tenía una obsesión insana por él. Admitía que su barba ligeramente más pelirroja que su cabello rubio oscuro cobrizo le quedaba bien a su manera, vamos, iba perfecto con esa aura de tipo pacifista que siempre cargaba. Dios, que Eric se veía un poco menos como el Jesús drogado de la adolescencia, pero seguía teniendo ese no sé qué relajado que ayudaba a que te sintieras cómodo en su presencia. Supongo que algo de toda su mierda de loquero contribuía a eso.
Habíamos terminado de cenar en casa de Mónica y durante la "sobremesa" mientras Romeo contaba con pericia detalles de los sitios que visitamos y entregaba los recuerdos conseguí escaparme al balcón para intentar comunicarme con Eric ¿Y si le había pasado algo? Me pregunté. Eric no solía desaparecer de esa forma.
Me llevé el teléfono a la oreja y esperé mientras observaba los ladrillos rojos de la pared, misma que había sido testigo de nuestra última discusión con Romeo. Me removí ligeramente incómodo, yo no debería sentirme incómodo por llamar a mi mejor amigo para checarlo, pero me sentía como un niño haciendo algo incorrecto, me sentía culpable de querer escuchar su voz pausada y sedosa al otro lado de la línea, ¿ no estaba haciendo nada malo, no? No era como si estuviera engañando de alguna forma a Romeo al esconderme para llamar a Eric.
Yo sabía que si realmente no hubieraa nada malo en llamar a Eric yo no me hubiera escondido de Romeo para hacerlo, ni me hubiera sentido tan culpable, pero yo lo hacia. Sabía el por que, claro que lo hacía.
Aunque en ese momento me obligué a mi mismo a ignorar a esa pequeña parte de mi cabecita que intentaba explicarme el por que de que todo me resultara tan... confuso. Yo era un experto ignorando lo que no quería ver.
Como un verdadero profesional mintiéndome a mi mismo. A veces ayudaba, otras solo hacía que que me sintiera más idiota.
En ese momento yo estaba siendo idiota.
Miré con fastidio el teléfono, y encendí un malboro, era la cuarta vez que me enviaba al contestador. Me fijé en la hora, habían pasado cerca de 15 minutos de que abandoné la mesa. Si no volvía, Romeo se levantaría a buscarme y no quería que me encuentre acosando a Eric por llamadas. Dudaba que le sentara bien y nosotros realmente como que estábamos en una luna de mil luego de nuestra última discusión en el hotel. Yo no quería arruinarlo con él, en serio.
Yo solo...
Yo no sabía muy bien que quería. Eso estaba bastante claro.
Suspiré y al final le dejé un mensaje diciéndole que pasaría a almorzar con él. Me deshice de las colillas y me fui al baño que quedaba al final del pasillo para hacerme con el cepillos de dientes descartable que sabía Mónica siempre tenía para las visitas. Yo sabia que a mamá le molestaba que fumara, no quería que me sintiera el aliento.
Cuando llegué me encontré la puerta cerrada y el sonido clásico de las arcadas de una persona vomitado.
Le di un par de toques suaves a la puerta y solté un :-¿Todo bien?
-Demasiado vino para mi-La voz de will sonó ligeramente rasposa. Sin pensármelo demasiados apoyé mi mano en el picaporte y empujé para entrar.
-¿Qué estás haciendo?-me dijo con sus ojos llorosos por el vomito mientras abrazaba amorosamente la taza del vater.-no, no te acerques. Es un asco.
-vi cosas peores Will.-le recordé yendo hasta el lavado, y tomé el vaso de los cepillos de dientes para llenarlo de agua. Conociendo a Mónica debía estar más limpio que los vasos de la cocina asi que se lo entregué a will antes de agacharme a su lado para sujetar su cabello mientras seguía echando sus tripas por la boca. Dios, no había notado que hubiera bebido tanto. Will siguió vaciando su estómago unos minutos más hasta que por fin pareció que no quedaba nada. Me encargué de vaciar el tanque para que se llevara toda la porquería y fui por una toalla húmeda mientras ella se dejaba caer con sus piernas despatarradas y su espalda recostada contra los azulejos.
Le tendí la toalla para que se asee un poco y sacrifiqué el cepillo de dientes que pensaba usar para que ella lo tuviera.
-Siempre odié que tu lo hicieras sufrir.-Dijo de pronto viéndome después de escupir el agua en el váter, tras cepillarse los dientes. Alcé una de mis cejas en su dirección-A Eric, idiota. Tu siempre lo has hecho sufrir.
-Will.-dije en tono de advertencia, no me sentía realmente a gusto para hablar de ese tema de momento y si Will era bruja normalmente con unas copas de más era una perra.
-El no vino.
-lo sé Will.
-¿Crees que nos deje?-Su voz tembló antes de sostenerme la mirada-Odiaba que lo hicieras sufrir pero egoístamente esperaba que nunca se diera por vencidos contigo. Porque eso significaba que nunca nos dejaría. ¿Por qué iba a quedarse un tipo como él con nosotros? Es rico, guapo y amable, nosotros somos dos cínicos que ni siquiera nos soportamos a nosotros mismos. Tu y yo somos personas de mierda Jed, es el por que de que seamos mejores amigos. -vi a Will pestañar más de las naturalmente necesaria y me senté a su lado abrazando sus hombros para que se apoyara en mi pecho mientras con el mismo brazo que la envolvía acariciaba su brazo izquierdo para reconfortarla.
-Eric no nos dejó, estas haciendo un drama donde no lo hay. -Dije con mas convicción de la que realmente sentía pero Will no pareció escucharme.
-Jed,Eric no vino. -Me dijo en tono obvio- Eric no nos hubiera dejado plantado nunca.
-tal vez le surgió algo.-Sugerí. Algo en mi estómago se removió incómodo.-algún paciente?
-por favor, piensa ¿Cuándo fue la última vez que lo hizo? Dejarnos plantados, digo , su abuelo murió y el aún asi recordó llamarnos en medio de todo el caos para avisarnos que no podría quedar con nosotros ¿tu realmente crees que el podría olvidarse de avisar? Es un maldito obsesivo, el no se olvidaría de algo importante-yo lo pensé. Eric nunca me había dejado plantado sin explicaciones, abrí la boca para responder pero no salió nada-Eric se dio por vencido Jed. Por eso no llamó, ni vino. Ya no le interesamos, no lo suficiente. El siempre estuvo con nosotros por ti.
-Eso no es cierto. El.-El todavía me ama, pensé, Eric no podía dejar de amarme de la noche a la mañana. Apreté mis puños sin darme cuenta consiguiendo un leve quejido de will y me apresuré a soltarla-Eric nos ama. -yo lo amo, pensé, yo no era bueno para él y no podía ofrecerle el tipo de amor que el necesitaba pero yo lo amaba -A los dos. El no nos dejó de lado, Will, tu solo estas muy borracha. Mañana vas a ver las cosas con más claridad.
-Dios Jed. Tu eres el que no ve nada.-Se quejó pero se quedó abrazada a mi por un buen rato hundiendo su rostro en mi pecho y ninguno volvió a decir nada.
Will se equivocaba. Will tenía que equivocarse ¿Eric no sería capaz de botarnos, no?
"tu lo botaste primero" susurró la misma vocecita que intentaba ignorar la mitad del tiempo. Oh dios, yo no quería perder a Eric. Yo era demasiado egoísta para aceptar eso.
Quizás por eso me pasé toda la mañana siguiente andando nervioso en el departamento hasta que la voz de Romeo me detuvo con un:
-Ya ponte cualquier cosa, Jed! Deja de actuar como si fueras a tu primer cita de preparatoria.-Se quejó tomando la primera camisa de la pila que había formado en los pies de nuestra cama para arrojármela a la cara.
Yo la atrapé pero lo miré mal antes de mostrarle el dedo medio. Sí, yo acababa de salir de la ducha y puede que me hubiera estado probando todo mi guardarropas para ese momento.
En mi defensa no lo había notado, yo solo estaba nervioso y nada parecía irme bien. Miré la camisa negra que me pasó y me mordí el labio inferior para reprimir el impulso de decirle que esa pertenecía a Eric, probablemente con la mudanza me la había llevado sin querer cuando saqué mis cosas de su casa.
Sin pensármelo más me la puse, Romeo estaba molesto, y yo no quería pelear con él así que terminé de vestirme y fuimos hasta D'Angelo. Con los años el que era un pequeño local se había transformado en un restaurancito bastante decente y Romeo era el cocinero principal desde que se había instalado en América definitivamente hacía un par de meses por los que al llegar a nadie le sorprendió cuando fuimos directo a la cocina luego de saludar a la amable viejecita en la que se había transformado la sra. D'Angelo.
-Buongiorno-Dije recibiendo un saludo igual de su parte y una sonrisa antes de ponerme un panecillo en la mano y dos besos en las mejillas. Dios, yo amaba a esa mujer más de lo que amaba a mis propios abuelos. Nos preguntó por las vacaciones y charlamos un rato cerca de la caja hasta que llegaron clientes interrumpiendo nuestro charla. Sussy D'Angelo me dio otros dos besos antes de ponerme otro croissant en las manos y empujarme cariñosamente a la cocina con su sobrino.
- A veces creo que tu y tu familia intentan engordarme para navidad.-Comenté caminando detrás de él y me senté en la mesada mientras veía a Romeo escanear la cocina, fue hasta la heladera y trajo un pote de nata montada para echarle a mi bocadillo y mis ojos brillaron con alegría.
-¿entonces no querrás que le eche un poco de esto o si?-Preguntó con una sonrisita de sabelotodo. Oh dios. Sonreí y abrí mi boca para que me echara un poco de crema en ella. Sip, yo era como una hormiga con el azúcar. Conociéndome Romeo vació un poco del frasco en mi lengua antes de inclinarse a compartir un beso dulce, literal. Su lengua coqueteó con mi boca, delineando mis labios manchados, recogiendo de ellos los restos de crema mientras tonteábamos intentando atraparnos el uno al otro hasta que su dientes apresaron mi labio inferior y me rendí dejándolo tomar el control del beso. Romeo besaba despacio, tomándose su tiempo como buen conocedor de las artes amatorias. Era suave, tan malditamente diestro que jadeé sobre su sus labios en cuanto se apartó. Yo quería más de él, maldita sea, tenía esa sensualidad justa que me dejaba con ganas de más.
-Eres un vicioso, amore.-me dijo relamiéndose.
Parecía divertido por la reacción de mi cuerpo pero sus ojos oscurecidos me decían que él no era del todo inmune a mi tacto. Estaba por replicarle pero el ruido de unos platos siendo arrojados al suelo nos interrumpió. Romeo dio un paso atrás aun con mis manos enredadas en su camisa y entonces pude ver al joven que nos miraba. Poco más que un crío, cielos. Su mirada rota al vernos fue todo lo que necesité para saber que Romeo había hecho de las suyas.
-lo-lo siento-dijo con su mirada herida. Auch, que hasta yo pude sentir el crush de su corazón rompiéndose.
-¡Picolo!-se quejó Romeo, pero antes de que pudiera reprenderlo por los destrozos lo tiré de nuevo de la camisa y lo besé enredando mis piernas a sus caderas.
-Déjalo-Murmuré sobre sus labios. Por que sí, yo normalmente era un imbécil, pero había estado de su lado, asi que como miembro de honor del club de los coqueteados por Romeo decidí darle tiempo al crio a que pudiera huir a llorar con lo poco de orgullo que le quedara. Eso y que mi parte posesiva más que "ayudarlo" quería marcar terreno. Romeo podía joder con quien quisiera pero al final del día era mio.
Me separé de Romeo y con el tono más dulce que conseguí le dije: -Le prometí a Eric que le llevaríamos lasaña.-y si, yo quería preguntarle por el niño, pero no lo haría, no ahora, yo realmente le había prometido lasagna a Eric y yo no era bueno cocinando. No tanto como Romeo al menos. Además ¿Qué sentido tenía pelear por algo que yo ya sabía? Había incumplido el trato de no trabajo y eso era algo que discutiría con él. Pero luego.
-No tengo ganas de preparar lasaña. Me dijo de mala gana, él sabía que era la comida favorita de Eric, cielos ¿Podía ser más infantil? Lo vi buscando algo entre lo que ya estaba cocinado del día anterior. No, yo no iba a llevarle comida del dia anterior a Eric así que hice lo que mejor sabía hacer para conseguir que Romeo hiciera lo que yo quería.
Me hice el tonto.
A Romeo le encantaba cuando hacía el papel de crío tonto, así que me senté y tiré de los costados de su camisa para evitar que se alejara.
-vamos, a ti te encanta la lasaña...-Le dije balanceando mis piernas a los lados de sus caderas intentando lucir todo inocente. A ti y a Eric. Ellos realmente se parecían en algunas cosas, aunque en otras eran polos opuestos. -Por favor, por favor. Por favor.-hice un puchero y tiré mi mano a su mejilla para acercarlo.
Romeo soltó un gruñido pero sus manos fueron a rodearme el cuerpo y a nada estuve de soltar un Yei! De felicidad. Romeo era malditamente facil de manejar. Sube con mi muslo por su pierna hasta acariciar su cadera con mi rodilla de forma sutil.-¿ Entonces cocinaras para mi?
-Lo que mande el señor.-Gruñó de mal humor rodando los ojos, me dejó un beso que fue más bien un mordisco en los labios y fue a la heladera a buscar las cosas para prepararla.
Sí, yo sabía hacerme el idiota.
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