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22


Nunca pensé que vería Hitler siendo tan ¿Pasivo? ¿Pacífico? ¿Casi humano? Se veía "Suave".

Vamos. Si no fuera porque reconocí a su esposo no me hubiera dado cuenta de que era él.

Era como ver a un cachorrito acurrucado al lado del otro hombre. No era que Hitler fuera pequeño, era un tipo blanco promedio, pero se veía pequeño a su lado. Como si se hiciera pequeño a propósito para que el otro lo rodeara con sus brazos.

Ahora podía entender a Cass diciendo que lucían como la pareja más enamorada del mundo.

Cielos, lo hacían.

De alguna forma ellos encajaban como un pluzzle. Como si estuvieran destinados, Hitler era un maldito sádico , pero a su lado era como un conejito cariñoso. Como si todas sus asperezas y cinismo hubiera sido limado.

Jesús, ¿Ese realmente era Hitler?

Fue mi sorpresa la que hizo que lo llamara sin darme cuenta. ni siquiera sabía que ellos habían vuelto. Yo era feliz a cargo de Ross, no quería a Hitler de vuelta, pero para cuando pude sujetar mi lengua ya era muy tarde los ojos pálidos del hombre se habían clavado en mí y solo pude rogar que no me humillara frente a mamá.

Vamos, estábamos con mi madre, Annie y sus dos sobrinitos haciendo la compra para la cena, cada domingo cenábamos en casa de su madre desde los 18.

Era tradición, la única diferencia era que ese día mi madre había venido de visita a la ciudad y también fue invitada. Las dos mujeres eran muy unidas por sus maridos trabajando juntos. Por un segundo tuve la esperanza de que no me reconociera. Pero un segundo después me di cuenta que era muy tarde.

Su rostro mostraba sorpresa al verme saludarlo pero estaba claro que sabía quién era.

-¿feto?-me dijo y entonces maldije rogando por que mi madre escuchara eso. Si supiera como Hitler me trataba me hubiera obligado a volver a casa en Iowa.

No quería volver.

Yo era un chico de granja que había huido de allí apenas me gradué del bachiller. Mi padre vivía en chicago por trabajo, mamá aun en la granja con mis tíos y primos que se encargaban de la producción. Sé que le rompí el corazón cuando elegí una carrera que nada tenía que ver con cultivos o cerdos y me fui a la gran ciudad. Yo odiaba eso. El maíz, el ganado, cielos, yo detestaba el campo y todo lo que tuviera que ver con la vida rural. Allá todos conocen a todos, todos saben todo lo que has hecho y si no saben se lo inventaban, lo que para mi madre era ser social y agradable, en la ciudad era entrometerse de más en la vida de los otros. No quería que Hitler la hiciera pasar un mal rato. Ella no entendería a alguien como él, sin sentirse ofendida con su actitud desagradable.

-Dr. Topal.-Se corrigió Jones de inmediato.

Annie alzó una de sus cejas hacia mi como diciendo

¿Ese es el hombre de tus pesadillas?

Sé que no lo parecía pero diablos que lo era. Con mi mejor cara de sufrido le rogué en señas que me ayudara a escaparme de esa incómoda situación, pero para mi fastidio, mamá y su manía de hacer sociales, me codeó hasta que los presenté.

Nunca me sentí tan incomodo teniendo una charla casual con alguien, pero juro que fueron los malditos segundos más largos de mi vida hasta que se excusaron de una cena.

Gracias.

Eso nos llevó a llamar a Dallas y Arizona, los sobrinos pequeños de Annie que en esos momentos intentaban convencerla de que le comprara dulces. Al final acabaron convenciéndome a mi, por lo que me llevé varias miradas de reproche de las mujeres que me acompañaban mientras los niños chocaban puños cómplices conmigo.

Sí, yo era un poco blando ¿de acuerdo?

-Eres demasiado fácil, Gabe. Mamá se molestará contigo.-Dijo Annie acercándose a mi cuando llegamos a su casa, sus pequeños brazos rodearon mi cuello y tiraron de mi para que me agachara antes de que sus labios besaran los míos con confianza para acercarse lo suficiente a hablar sin que los demás nos escucharan.

Dallas y Arizonas hicieron muecas de asco antes de salir corriendo mientras peleaban por la bolsa de caramelos y me reí. Yo no tenía hermanos, pero sí varios primos con los que me había criado, por lo que sabía que aquello era una cuestión de supervivencia natural.

-Apuesto por Arizona.-Dije viendo como la más pequeña corría trepándose sobre su hermano mayor para tirarlo al suelo y hacerse con la bolsa.

Annie siguió mi mirada hasta los niños.

-Dallas no tiene oportunidad.-Dijo y vi como la primer sonrisa sincera de la noche tiró de sus comisuras. Sabía que aún tenía problemas sin resolver con Laila, pero no habíamos tenido tiempo para hablarlo, si la universidad mata, el hospital entierra. Apenas si había conseguido obligarme a cumplir con nuestra "cita familiar"

Nosotros éramos "novios" prácticamente desde que se separó del Toxico que la perseguía, habíamos empezado a salir para que dejara de molestarla, el tipo en el fondo era un cobarde que no se atrevía a enfrentarme, tuvimos un par de encuentros. Yo no era un tipo pequeño tampoco, podía pasar por intimidante, pero fuera de un Ring yo no aplastaba una mosca, Aunque admito que me hubiera gustado partirle la cara, pero el tipo nunca me dio la oportunidad. El asunto con Annie, es que siempre nos "gustamos" pero nunca pudimos "enamorarnos" estar con ella era cómodo, siempre contaba con que podía mandarle un mensaje y tendría quien me escuche y a la inversa, y nos llevabamos bien en la cama. Parecía que tuviéramos todo para ser una pareja perfecta, pero no lo eramos. Incluso por un tiempo lo intentamos en serio, pero no funcionó, yo hasta como que me enamoré de ella, pero ella no de mi, y después de un tiempo ese sentimiento se disolvió en una linda amistad, yo la quería muchísimo, donaría mi riñón y mis dos testículos por ella sin dudarlo, pero no la amaba como se supone se ama a la mujer con la que quieres pasar el resto de tu vida y entendía que a ella le pasaba un poco lo mismo, nosotros habíamos tenido muchas charlas esclarecedoras cuando las cosas se ponían ligeramente extrañas. Nos queríamos mucho, solo que ella amaba a Laila y yo no había encontrado a quien amar, pero estaba bien con eso. El que mantuviéramos nuestra falsa relación se debía más bien a que nuestros padres "nos amaban" juntos, y que a Annie le aterraba que sus padres se enteraran de que ella salía con una chica. Eran buena gente, pero unos malditos homofóbicos, cosa que quedó más que clara cuando mi madre sacó a colación el hecho de que mi jefe era Gay y estaba casado con otro hombre.

-Esos malditos enfermos.-Dijo la mujer.-Debería darle vergüenza, no se conforman con ser anormales pervertidos, tienen que andar haciéndolo públicamente, asco me dan. Shara, como se te ocurre mencionarlos en la comida. Lo normal es hombre mujer, ellos son...

-Son personas enamoradas.-Interrumpí la conversación observando la manera en la que Annie había clavado la mirada en su plato. Sí, yo entendía que no sabía que en ese momento estaba insultando indirectamente a su propia hija. ¡Pero Jesús!

-Son desviados.-Insistió.

-¿Y si les gustara los dos? Hombres y mujeres ¿eso es menos desviado?-Pregunté.

-Gabriel.-Me pidió Annie bajito apretando su mano en mi rodilla, ella estaba sentada a mi lado en la mesa, pero no la miré tenía los ojos fijos en mi "suegra" que en esos momentos se volvieron dos rendijas oscuras y furiosas.

-¿Por qué te importa tanto, acaso Tu...?-Preguntó con tanto veneno que no pude evitar preguntarme como demonios no moría con su propia ponzoña. No me gustaban los hombres ¿Pero que más daba? Me encogí de hombros como respuesta.

-fuera de mi mesa asqueroso!-Me gritó de pronto poniéndose de pie

-Como pudiste tocar a mi hija con esas manos, tu sucio ¡sucio, desviado!

-¡Andrea!-Se quejó su esposo, pero la madre de Annie pero la mujer estaba fuera de si.

Vi a mis padres en Shock, ya luego les aclararía que no me iban los hombres, yo solo... no podía quedarme a ver como le hacían eso a mi mejor amiga y quedarme de brazos cruzado, alguien tenía que decirle a esa mujer que abriera un poco su cabeza para dejar ir la pestilencia, porque sin lugar a duda estaba bien podrida de prejuicios.

-De cualquier manera, no podría quedarme a cenar con una mujer de mente tan estrecha. Buena noches, Andrea.-Dije levantándome para ir por mi chaqueta y largarme.

-¡Gabriel!-Sentí a Annie corriendo detrás de mi.

Los niños no entendían nada, miraban al "tío Gabe" como si me hubiera salido un tercer ojo mientras el resto de los comensales se quedaba en silencio. Lo sé, ellos nunca me vieron molesto. Yo era un tipo de buen carácter normalmente. Vamos, cuando se tiene mi tamaño uno se acostumbra a serlo para no asustar a las personas. Que no era raro ver a alguna mujer cruzarse a la acera del frente en la noche cuando me veía en la oscuridad. Yo era un tipo "grande", normalmente intentaba verme todo lo "pequeño" que mi tamaño me permitía para hacer sentir cómodas a las personas a mi alrededor, pero también tenía sangre en las venas cielos.

-Gabriel, ¡Topal! ¡por favor Para!-Me detuve en la intersección y esperé a que mi pequeña mejor amiga me alcanzara, iba temblando, la muy tonta no había tomado su abrigo antes de salir por lo que me quité el mío y se lo puse, le quedaba lo suficientemente grande como para cubrirle hasta por debajo de los muslos.

El semáforo dio la señal de que podíamos cruzar y seguí andando por un rato hasta que nos dejamos caer en mi departamento. No quedaba demasiado lejos y ambos estábamos entrenados, pero hacía un frio de mierda así que lo primero que hice fue poner la cafetera a calentar. Cass no parecía estar, no era raro, Cass pasaba más tiempo en la casa de sus amantes que en nuestro departamento. ¿Me pregunto que hubiera dicho Andrea de saber que vivía con un Homo? probablemente la vena hinchada en su frente hubiera reventado.

-No tenías que hacer eso.-Me dijo de pronto Annie dejando la campera en el gancho de la puerta, yo encendí la calefacción y me quedé cerca de ella para recuperar el calor que había perdido.

-No quería que te congeles, Annie.

-Sabes que no me refiero a eso.-Dijo Annie suspirando antes de tomar la taza que le tendí en sus manos y abrazarla para que la calentara.-No importa lo que le digas. Tu sabes que mamá no va a cambiar...-sus ojos clavados en el liquido negro con algo que no sabía determinar si era angustia o resignación.

-Tu deberías decirles.

-¿Para qué? ¿Para que me eche y me diga lo enferma que soy por amar a una mujer?-Ella negó.

-Te mantienes sola, tienes tu departamento, no creo que tu padre te de la espalda, has visto como ha intentado calmar a tu madre.

-Exacto, es mi madre, Gabe, no la necesito. Pero la quiero.-Dijo casi con molestia y vi como una lagrima bajaba por su mejilla nacarada.

-Ey-Dejé mi taza y me acerqué hasta ella para limpiar sus ojos arrastrando mis pulgares por debajo de ellos.-Si ella no te acepta, ese es su problema Annie, no puedes vivir toda una vida de mentiras por ella. Laila te quiere, te ama, seguro, pero se cansará de ser tu amante sucia en algún momento. Todos se cansan de eso.

-Ser amantes sucios es excitante.-Dijo intentando sonreír a pesar de sus lagrimas. Su labio inferior tembló y acuné su rostro entre mis manos tirando ligeramente de su barbilla para que me observara.

-Tu eres increíble, Anne Carlosn, pero las personas se cansan de estar en segundo lugar, yo no sé si podría hacer lo que Laila hace por ti. Entiendo que esté enojada y me odie con razón, ella debería ser a quien lleves a las cenas familiares, no a mi.

-¿Te has cansado de ser mi novio? ¿me estás dejando?

-Yo nunca te dejaría, tonta. Pero Laila se cansará y tu vas a sufrir, te conozco. Escucha, no te estoy diciendo que hacer, si tu quieres hablo con tu madre y le pido disculpa y volvemos a lo de siempre pero piensa en tu chica, todo esto la hace sufrir y a ti también, vamos. Tu madre es una estúpida prejuiciosa y si te da la espalda porque ames a una chica solo me lo confirma.

Annie aún tenía los ojos húmedos pero se las apañó para rodarlos. -¿Por qué eres tan bueno y decente, Gabriel? Eres como la voz de mi conciencia. Odio a la voz de mi conciencia. -Se quejó.

-Soy un chico de granja.-Le guiñé y eso la hizo reír mientras me volteaba a lavar mi taza en el fregadero. A los pocos segundos sentí como un cuerpo cálido y pequeño se apegaba a mi espalda intentando abrazarme por la cintura

-Tu siempre sabes que decir -Me dijo con su vos amortiguada por tener su mejilla pegada a mi espalda-¿Por qué no me enamoré de ti?

-Porque a ti te gustan las personas estúpidas. -Le dije con paciencia.

Sí, algo que teníamos Annie y yo en común era que siempre acabábamos eligiendo personas estúpidas. Yo hacía tiempo que me había cansado de eso y me decidí por las relaciones casuales, había menos dramas y corazones rotos de por medio.

Hola mis amores? Como están ¿que tal los trata el 2021? Si no me equivoco esta es la primer actualización del año. Yei!
En fin los amodoro, ya nos veremos (pronto-Espero-)

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