15
No me importaron los gritos de Romeo, en el momento en el que supe que Eric habia desparecido borracho y en la noche, solo pensé en salir detrás de él. Romeó no podía entenderlo. En su mente intentaba dejarlo solo en nuestra boda por ir detrás del “amor de mi vida secreto" minutos después de jurarle amor eterno.
No era eso. Yo amaba a Romeo, lo hacía incluso cuando se ponía idiota , yo lo amaba porque enfermizamente creía que sus celos eran su manera de quererme. Porque amaba el recuerdo de lo que habíamos sido. Amaba al Romeo del pasado, y lo que me habia hecho sentir aquel invierno que fue el peor de mi vida y donde él habia hecho todo mejor. Donde a pesar de todo yo lo habia amado. Incluso después de pelear yo lo seguía amando, en retrospectiva estábamos un poco enfermos ¿saben?
A veces despertaba sus celos a propósito, en especial cuando lo veía siendo lindo y coqueto con otros, porque yo quería que él fuera solo lindo y coqueto conmigo. Normalmente quería a Romeo solo para mi y poniéndolo celoso siempre era la mejor manera de captar toda su atención. Era del tipo déjame jugar pero no juguetes con nadie. No era raro que le hiciera la contra. Eso es lo que tienen algunos amores, te trastornan. Romeo y yo estábamos mal, locamente apasionados el uno por el otro y ansiando revivir un recuerdo que no era mas que una ilusión de un pasado que a veces se colaba en nuestras vidas, pero no lo suficientemente a menudo para mantenernos a flote.
Admito que la mayoría de las peleas de hecho iniciaban por mi culpa. Pero ese día no corrí para provocarlo, ni porque quisiera que me celara para sentirme importante. Ese día estaba asustado. Habia tenido una pesadilla horrible al despertar. No, no creía en premoniciones ni mucho menos en la posibilidad que me hubieran surgido dotes adivinatorios. Pero confiaba en mi mala suerte y estaba asustado porque no dejaba de pensar en ese sueño donde me perseguían , donde Eric sangraba y yo no podía hacer nada por él y había alguien que me quería dañar y solo entregándome podía salvar a mis seres queridos.
El sueño en si no tenía lógica pero habia despertado el miedo y ese es uno de los sentimientos menos racionales que existen. En cuanto supe lo de Eric me aterré y el miedo de la pesadilla se asentó en mi pecho. Si algo le pasaba… yo no podría… yo no podría soportar que algo le pasara.
Dejé a Topal en el baño salí a la calle, estaba nevado y no había nadie, caminé largo rato bajo las luces de la farolas llenando de llamadas a Eric, una tras otra fueron directamente a su buzón, el maldito ni siquiera tenía el teléfono prendido. Mi loca familia estaba en guerra todos contra todos en ese momento por lo que estaban más entretenidos en sacarse los ojos entre ellos que en ayudarme a buscar a nuestro pelilargo borracho.
Entendí que había sido el que armó todo el conflicto, pero realmente era lo que menos me importaba, no iba a dejarlo borracho y en la nieve. Eric era mi hermano, mi compañero, mi parabatai, si, por cursi que suene, lo habíamos determinado así desde que de adolescente conocimos el término, éramos dos Freak y lo amaba, no de la manera que él quería o al menos eso en ese momento me parecía ridículo e impensable , pero lo amaba lo suficiente para salir a congelarme los huevos en su búsqueda sin importarme si Romeo me dejaba al otro día. A veces creo que lo amaba tal vez más de lo que el me amaba a mi, más de lo que él necesitaba que lo amara, y eso fue lo que nos arruinó, porque Eric podía gritar a los 4 vientos que me amaba pero no parecía importarle la posibilidad de perderme si con eso cumplía su capricho de llevarme a la cama.
¿Saben? creo que en retrospectiva él me amó en algún momento y que luego ese amor se arruinó y pasé a ser un capricho al que se aferró porque no podía tenerme, y Eric estaba acostumbrado a tenerlo todo, creo que lo suyo era obsesión, en el fondo él había dejado hacía tiempo de amarme aunque no se lo admitiera ni a si mismo. Estaba negado, en eso nos parecíamos mucho, lo de la negación digo. Yo en cambio aunque lo negara, lo amaba tanto que no podía arriesgar lo nuestro por un poco de sexo.
Para mi, hombres había muchos. Incluso Romeo al que consideraba el amor de mi vida podía ser remplazado, había tenido muchas parejas después de él y por mucho que doliera podía dejarlo ir y tener otros muchos ligues después de él por segunda vez. Yo PODÍA encontrar otra pareja, me consideraba a mi mismo un buen amante, podía encontrar con quien follar pero no podría encontrar otro Eric, eso debió darme la pauta de que mis sentimiento por mi compañero no eran tan superficiales después de todo. Pero como dije, yo por entonces estaba muy ciego, muy negado o muy asustado.
No lo sé, tal vez la suma de todo.
El viento golpeó mi cara y temblé, eso me asustó aún más, miré al cielo, iba a nevar y Eric estaba vaya uno a saber dónde. Me abracé a mi mismo y seguí avanzando porque solo quería encontrarlo, tenía esa cosa en el pecho que era preocupación o dolor. O no sabía que era, pero yo necesitaba verlo, ver que estaba bien, porque sí, yo era un capullo, lo era, lo sigo siendo, un mal amigo y una persona horrible muchas veces, pero no era una mala persona ¿saben? O eso creo, yo solo era un poco idiota.
Dios. Moría de frío en ese momento. Nunca pensé que el día de mi boda terminaría conmigo vagabundeando solo en la nieve con los labios morados y los dedos congelados. Froté mis manos para desentumecerlas.
Yo me estaba congelando en serio. Iba a enfermarme. No habia agarrado abrigo antes de salir , podía sentir el jodido frio quemando mi piel debajo de la fina camisa. Seguí andando y llamando al idiota de Eric a gritos hasta que mi voz se quebró en un castañeo.
Mi teléfono timbró y con esfuerzo sobrehumano conseguí contestar, mi esperanza de que fuera Eric desapareció cuando vi que se trataba de un numero privado. De todos modos deslicé mi pulgar en la pantalla y solté un diga.
—El señor está en la mansión, llegó acompañado. Estoy yendo hacia allá—Dijo la voz de Oliver.
—Gracias. —Susurré antes de cortar. Y la adrenalina que me había mantenido en movimiento a pesar del frío se evaporó. Me dejé caer en la nieve. Helado de pies a cabeza, ya no tenía fuerzas para seguir avanzando pero no me importó, porque Eric estaba bien.
Era tan absurdo que no me hubiera dado cuenta por entonces lo que sentía por él, que no me importara morir de hipotermia en ese momento porque Eric estaba sano y a salvo calentito en su casa con vaya uno a saber quién decía mucho. Lo que más me molestaba de morir congelado era que Eric en esos momentos se estaba revolcando con alguien.
Cerré los ojos dejando que el frío me entumeciera. Y me pregunté que dirían los periódicos mañana si encontraban un hombre congelado en la nieve.
—amore…—Alcé la vista con sorpresa y entones vi a Romeo. De todos, había sido el único en salir a buscarme conociendo mis arranques de estupidez crónica e inteligentemente se había abrigado antes de salir. Me miraba con reproche pero me ayudó a levantarme abriendo su abrigo para pegarme a su cuerpo calentito.
—T-Tengo mucho frío—Dije abrazándome al pecho de Romeo. Lo sentí suspirar pero me abrazó de vuelta.
—Lo sé amore, lo se—Dijo llevándome de vuelta al salón.
Cuando llegamos, me dejó en una salita cerca de la cocina donde el tumulto era menos, pidió que me trajeran chocolate para que entrara en calor y me pidió que lo esperara mientras se excusaba con los invitados.
Lo hice, me senté como un niño en penitencia con la taza de chocolate que un muchachito trajo para mí y esperé por Romeo. Aún estaba temblando cuando la puerta se abrió por segunda vez, pero no era Romeo. No.
Eran Will y Edd, demasiado concentrarse en comerse el uno al otro para darse cuenta de que la habitación no estaba vacía.
Okey, eso era malo, yo lo sabía, de acuerdo, sé que debí interrumpirlos, carraspear o algo, pero decidí darles privacidad y me salí con discreción por la puerta que daba a la cocina.
El servicio me observó sorprendido y no tardaron en preguntar si necesitaba algo. Claramente mi presencia no era bienvenida allí.
De echo vi a un chico vestido como invitado palidecer al verme en la cocina, no tenía idea de quién era, tampoco me importaba realmente. Sospechaba que por la edad y el claro pánico en sus ojos debía ser compañero de Topal, gritaba feto por todos lados. Vamos, no me sorprendió realmente que se colaran y mis ganas de asustar niños estaban drenadas.
Mis ganas estaban por completo drenadas para esa hora. Negué y me limité a sacar mi móvil para avisarle a Romeo dónde estaba. Unos minutos después llegó por mi preguntando que era lo que hacía ahí.
—Sácame de aqu—le pedí, tenía frío, estaba cansado y me sentía enfermo. Solo quería que me sacarán de allí y me llevarán a un sitio donde me sintiera cálido.
Romeo no preguntó, después de una mirada evaluadora me tomó entre sus brazos y dejó que descansará mi peso en él mientras escapábamos de nuestra propia boda.
Después de eso todo se volvió caliente y sudoroso y no de la manera en la que debías sudar en tu noche de boda.
Desperté por la mañana con fiebre, Romeo a mi lado me estaba poniendo paños de agua fría en mi cabeza y me observaba entre preocupado y molesto.
—Tienes 39 Jed…—Me informó. —Eres tan malditamente irresponsable.
—paracetamol—le dije con un escalofrió.
Romeo no tardó en volver con lo pedido y un vaso de agua. Me senté en la cabecera, el mundo me daba vueltas y aun tiritaba pero me tomé mi medicación. —Tengo mucho frío.
—¿quieres que te lleve a la guardia? —Miré a Romeo, aun estaba con su traje de la noche. Yo en cambio estaba en ropa interior. Supongo que me desvistió para meterme en la cama. Lucia como si no hubiera pegado ojo. Con un movimiento de cabeza le indiqué el sitio a mi lado—Acuéstate conmigo.
Romeo no muy convencido puso sus labios en mi frente una vez mas midiéndome la temperatura y luego de que el termómetro le confirmara que había empezado a bajar hizo lo que le pedí.
—Tengo mucho frío—Murmuré una vez más abrasándome a su pecho . El dijo algo pero no lo entendí, yo solo tenía mucho frío y el era lo único cálido a mi alrededor. Fue lo último que pensé al dormirme.
Volví a despertarme pasada la tarde. La fiebre había remitido. Romeo dormía como tronco supongo que porque se dio cuenta que no iba a morirme si lo hacía. De hecho me sentía bastante mejor. Algo congestionado pero nada de otro mundo. Lo cubrí con la manta y lo dejé durmiendo. Tenía cosas que arreglar en el hospital antes de que saliéramos de luna de miel al día siguiente y eso hice. Llamé un Uber y le dejé una nota diciéndole que fui al hospital, que estaba bien y que volvería al rato.
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