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Capítulo 8

─¿Qué quéeeee? ─. Exclama en voz alta llamando la atención de los demás.

─Por Dios, Madison..., cierra la boca.

─Disculpa ─, rie un poco nerviosa al mirar a su aldedor ─, cuéntame bien que pasó, ¿Qué sentiste cuando te sujetó en la cintura?

Julianna deja escapar un suspiro largo, no obstante, se lame los labios y mira a Madison.

─Pues nada, sólo sentí incomodidad. Esa mujer, Lisa me miraba como si me quisiera asesinar, todo porque soy "la esposa de Michael Jackson" ─. Usa énfasis con los dedos.

─Imagínate ─, recarga su mano en su rostro ─, que tú fueras verdaderamente la esposa de Michael Jackson, ¿a qué sí?

Julianna casi se atraganta con el café negro que bebía lentamente por lo caliente que se hallaba, así que agarra una servilleta y se limpia la boca.

─¡Madison! ¿cómo puedes decir eso?

─Ay, por favor ─, mueve la mano quitándole importancia ─. Admite que te gusta, Julianna.

─No..., no, Madison ─, se mira a sí misma alzando las manos y le devuelve la mirada a su amiga ─, estoy de acuerdo que él es guapo, una persona demasiado noble y amable, sin embargo, yo no soy esa clase de chica que él busca, además ─, la mira mientras alza una ceja ─, ¿tú que sabes si le gustan rubias o pelirrojas?

─Yo lo conozco antes de que Michael me contratara, mi padre y él son amigos empezando al inicio de los 80's, es decir, llevan casi siete años ─, toma de su té y sigue ─: Michael es un niño en cuerpo de adulto, es muy divertido, y sé que él necesita una chica como tú, no como Tatiana que además de flaca se la pasa en el salón coqueteando y "perfeccionándose" a sí misma.

─Haré como si no te escuché ─. Mira hacia otro lado.

En ese momento mira la hora e interrumpe a Madison:

─Vamos, ya terminó la hora del almuerzo.

Ambas se ponen de pie, dirigiéndose al elevador, cada una se dirige a sus respectivos pisos y áreas de trabajo.

Julianna se dirige a su escritorio, acomoda una carpeta y después se sienta en la silla. Al paso de dos horas, mientras tecleaba sobre la computadora inteligente, haciendo reportes y agendando citas, se aleja del escritorio con la silla y se estira en ella misma.

─¿Qué hora es?

Mira su reloj y marcan las tres de la tarde. Ella se pone de pie y va en busca de agua. Toma dos vasos lleno de agua y regresa al escritorio, coge los papeles que se encuentran en una esquina del escritorio y se dirige a la oficina de Michael. Abre la puerta y la cierra al entrar. Le camina hacia el escritorio y deja los papeles. Comienza a añadir algunos papeles en unos folders y otros papeles en una carpeta. Después de una media hora, cierra los cajones y se pone de pie. Su mirada se posa en una fotografía. Ella lo toma y admira la foto. Es Michael que sujeta en la cintura a una chica delgada, blanca y cabello largo con rizos.

─Creo que ella es su esposa.

Deja la foto en su lugar y se retira de la oficina. Se dirige al elevador para luego presionar el botón para subir al siguiente piso donde guardan los archivos. Las puertas se abren y ella sale, presiona los botones escribiendo el código de seguridad, gira la perilla de la puerta y entra cuando las luces se prenden automáticamente.

Varios archivos se encuentran en seis filas, dejando un buen espacio. Julianna mira las escaleras y lo agarra. Comienza a subir en ello y agarra una caja, lo pone sobre una mesa de madera que se encuentra a su lado, el polvo se hace presente cuando golpea la mesa. Mueve los folders y busca unos papeles de unas cuentas. Algunos empleados entran también y buscan archivos. Uno de ellos se acercan hacia donde está Natalia y toma dos cajas de los archivos. Ella lo mira y saluda moviendo la cabeza y él hace lo mismo. Se retira y ella sigue buscando aquellos papeles. Guarda la caja en su lugar, se dirige a la salida y cierra la puerta. Se mete de nuevo al elevador y baja un piso menos. Llega y se dirige a su escritorio y deja los papeles. Se mete de nuevo al elevador y presiona el botón a un piso menos.

Con pasos apresurados llega al baño y hace sus necesidades. Unos pasos se escuchan y unas voces femeninas. Hasta que una de ellas habla:

¡Vamos, vamos, vamos! Nosotras ya dijimos nuestras fantasías, ahora te toca a ti, Somalia.

¡De acuerdo! Pues yo sé que Michael Jackson es un bombón y dan ganas de hacer cosas prohibidas con él. Empezaría por darle un beso francés y después le bajaría los pantalones para...

Julianna abre los ojos, rápidamente cierra los ojos y se tapa los oídos. Pasan los segundos y escucha que la puerta del baño se cierra, queriendo decir que se han ido. Se sube la falda y cierra el cierre, baja la llave del baño al abrir la puerta, se mira al espejo y se lava las manos.

─¿Cómo rayos se les ocurre decir eso? ¡que falta de respeto!

Se seca las manos con un papel y lo tira en cesto de basura. Sale del baño y atrae algunas miradas de los empleados. La saludan moviendo la cabeza y no evitan quitarle el ojo a su buen cuerpo. Por educación, Julianna les devuelve el saludo y se retira de allí sintiendo las miradas de los empleados.

~•~

─Segura. El grupo es A Ha, y esa es la que dice tu mamá.

─Bien ─, la mira ─, vayamos a una tienda donde vendan los casets. Espero que lo consigamos.

─Esperemos que sí.

Después de varios minutos se estacionan en una esquina de la carretera, se bajan del auto y caminan hacia una tienda, reproduciéndose alguna canción de Phil Collins.

Junto con Madison, Julianna se dirige a la sección de los casets de vídeos y por orden alfabético busca al grupo. Lo encuentra a la primera y mira ambos lados del material, si embargo, mira los demás casetes, se detiene en uno con el letrero de "M" y de allí el nombre aparece en letras doradas, Michael Jackson. Saca un caset y lee en voz baja:


─Human Nature, The Girl Is Mine. Justo esas me faltan.

Se muerde un poco el labio inferior, preguntándose si debería comprarlos o no. Al fin y al cabo; siendo secretaria o no, ¿por qué no comprar los vídeos de él?

─¿Lo has encontrado?

─Sí, aquí está ─. Le muestra el caset.

─¿Y esos? ─. Le señala los otros casets.

Julianna mira hacia donde le apunta Madison y después la mira a ella.

─Son vídeos de Michael ─, alza los hombros ─, me llamaron la atención.

─¡Julianna! ─. Sonríe mientras canturrea.

─No te emociones.

─Para mí dice algo más que eso.

Julianna rueda los ojos con diversión. Pasa los casetes y Madison el caset que su mamá le pidió. Se dirigen al auto y de allí emprenden su camino primero hacia la casa de Julianna para cambiarse de ropa y después hacia la casa de los papás de Madison.

Después de media hora llegan a una Villa, las rejas blancas se abren y dejan ver un jardín grande, no es tan de noche pero se puede apreciar el color del pasto, tan verdoso. Madison estaciona el auto y lo apaga. Ambas chicas bajan del auto y se dirigen a la entrada de la casa. Madison abre la casa.

─Mi mamá es muy agradable ─. Le susurra acompañando unas risitas.

Julianna ríe también y en eso, se deja ver a una señora no muy grande, pelo negro y corto hasta llegar un poco más arriba de los hombros. Vestida con un conjunto de color carne, acompañado con un collar de perlas y sus aretes.

─¡Hola, hija! ─, sonríe la señora y se acerca a su hija a darle un abrazo cariñoso y se separa ─, ¿Julianna, verdad? ─. Le pregunta con una voz dulce.

─Así es, es un gusto conocerla, señora Dileo ─. Le estrecha la mano acompañada con una sonrisa amigable.

─Para mí también es un gusto, hija ─, le toma la mano y se acerca a ella a darle un abrazo y se separa ─, puedes decirme Miranda.

Julianna sonríe y asiente con la cabeza.

─Pasen, hijas. Pasen.

Madison cierra la puerta y Julianna pasa a la sala.

─Siéntate como en tu casa, hija.

Julianna le sonríe tímidamente al sentarse en uno de los sillones, sus ojos cafés viajan por la estancia y le gusta lo que ve. Sillones de color rosa pastel, el piso alfombrado de blanco. Muebles de madera en cada pared, de igual manera, unos espejos en cada uno de ellos. Una televisión y un enorme estéreo acompañado con discos de vinilo en un mueble.

─¿Algo de tomar? Tengo limonada, agua de sandía y Pepsi. ¡Oh! Y acabo de hacer un pastel de fresas.

─Me gustaría probar el pastel, Miranda ─. Habla con cierta timidez.

─Yo también quiero, mami.

─¡Perfecto! Ahora vuelvo, hijas ─. Da la vuelta y desaparece por un pasillo.

─Me encantó tu sala, Madison ─. Habla sin dejar de contemplar la sala.

─Mamá la decoró sin ayuda de nadie.

─¿En serio? ─. Se sorprende.

─Sí. Es muy creativa, ha decorado la cocinas, el cuarto de mis papás, el mío inclusive, y los baños. Le gusta hacer ese tipo de cosas─, se pone de pie y se dirige a la tornamesa ─, ¿qué canción quieres escuchar?

─¿Puedo? ─. Le señala los discos.

─Claro que sí.

Se pone de pie y deja el bolso en el sillón para luego agacharse al suelo en busca de algún disco.

¡Cindy Lauper!

Julianna saca el disco del cartón mismo y lo pone sobre la tornamesa con cuidado. En eso suena Girls Just Want To Have Fun.

─¡Como me fascina ésa canción! ─. Aparece Miranda con tres platos en una charola.

Julianna y Madison ríen por tal expresión, se ponen de pie y toman asiento en los sillones. Miranda les da el plato de pastel a cada una y también toma asiento.

─Madison me ha hablado muchísimo de ti, pero pienso que no lo suficiente.

Julianna parte un pedazo al pastel y se lo come.

─Pues... soy mexicana, tengo 24 años, no... tengo padres ─, disimula perfectamente su angustia ─, me encanta bailar, suelo sacar buenas fotos con mi cámara... y gracias a Madison tengo un buen trabajo.

─Me alegro mucho, hija. Yo creo que ser tu nacionalidad es una belleza, es decir, tu país ─, sonríe ─, fíjate que me sé algunas oraciones en español gracias a una vieja amiga que tuve en el pasado.

─Oh no, mamá ─. Habla Madison entre risas.

─¿Qué tiene? ¿tú mamá es mala en hablarlo?

─Por así decirlo, es que se escucha muy graciosa ─. Vuelve a reír.

─Está niña está entre risa y risa ─, Miranda rueda los ojos con diversión ─, sólo diré algunas, ¿a qué sí?

─Por supuesto, comienza ─. Julianna la alienta.

Yo amo hacer de comerrr.

Madison suelta carcajadas.

─Óyeme, deja de reírte que tu mamá está hablando en español ─. Trata de no reírse.

─No puedo ─. No para.

─¿Qué tal me salió?

Sin más, ríe contagiandose la escandalosa risa de Madison. Miranda las mira y se une a las risas de las chicas.

En ella empieza a sentir una sensación rara. Se siente bien estar ahí.

De pronto esa pequeña felicidad desaparece poco a poco, y no tarda en que aparezca la imagen de su mamá en la mente.

Si tan sólo mi mamá fuera otra persona...

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