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Capítulo 11

You'll Never Stop Loving You de Sonia suena por toda la mansión de los Dileo.

Los invitados que permanecen en la estancia bailan al compás de la canción. Madison y Julianna se mueven al mismo tiempo y comienzan a cantar en la parte del coro:

But you'll never stop me from loving you
It doesn't really matter what you put me through
You'll never stop me from loving you.

Bob Marley, The Doors, Billy Joel, Bon Jovi, Europe, Génesis, Indeep, KISS, Madonna, OMD, saben como conquistar sus oídos con su increíble música. Batería y guitarra, y una increíble voz hacen de toda una maravilla en ellos.

El hombre que usa el sombrero de fedora se encuentra sentado en el taburete. Está algo mareado por haberse tomado dos vasos llenos de cerveza, lo cual nada que ver con los demás invitados. Su vejiga le avisa que va a explotar si no va al baño a hacer sus necesidades.

Se pone de pie casi tambaleándose, busca el baño saliéndose de la sala y da con la puerta del baño. Al salir, se sube el cierre del pantalón y se acomoda bien la chaqueta negra.
Vuelve a entrar al lugar, pasa por la pista para volver a tomar asiento en el taburete y seguir disfrutando la fiesta, pero unas manos conocidas impiden su camino y se encuentra con su mejor amiga de la infancia, le sonríe tratando de huir, pero lo obliga haciendo que se adentren a la pista. Por un momento, se queda mirando a Julianna, luego sacude la cabeza, permanece a lado de su amiga, y se mueve al ritmo de la música. Julianna sonríe al verlo y ríe.

Un excelente bailarín...

Al no tenerla en frente de ella, Julianna busca a Madison con su mirada, pero nota que se encuentra con Gerardo, el novio de su amiga. Entonces decide mejor dejarlos solos y quedarse a bailar con su jefe.

Bailar con mi jefe. Eso sonó raro.

La canción se mezcla con una de David Bowie - Let's Dance.

La morena grita de la emoción y se mueve con mucho más energía, dándose vueltas y sin perder el ritmo de la canción de ése hombre que suena por las bocinas. Michael la observa y ríe tratando de no detenerse. Sus curvas, sus piernas, su cuerpo, y el vestido puesto lo deja casi atónito y hechizado por la belleza. Julianna le sonríe a Michael y se acerca a su oído para decirle:

─¡Quiero agua! Voy a pedirla allá en el bar ─. Señala el pequeño bar que está al fondo del salón.

Se aleja de Michael pero él la sigue, se guía por las luces que reflejan el salón que no iluminan del todo en el lugar, pero lo suficiente para ver.

─¡Mierda! Aquí no era ─, ríe al darse cuenta que se salió de la salón ─. Estoy bien pendeja, regresemos.

Michael abre los ojos por escuchar aquella palabra.

─Querida Julianna, ese vocabulario no te va.

─¿Querida?

Michael se sonroja al instante y ríe, ella hace lo mismo.

─Disculpa, yo...

─Me ha gustado, no tienes que disculparte, jefe.

─¿Jefe?

─Quise decir Michael.

─Me gustó como sonó.

Ella niega con la cabeza y muerde su labio inferior sin la intención de provocarle.

─Ando algo mareada, guíame hacia al bar que muero de sed.

Julianna toma la mano de Michael para no tambalearse. Él lo nota y la sujeta agarrando su cintura, y sin pensarlo, la acorrala hacia la pared del pasillo.

─¿Por qué tienes que gustarme, Julianna?

─¿Q-qué? ─. Exclama algo confusa.

Alza su dedo índice moreno hacia esos labios rojos, los mueve suavemente y aprieta los dientes.

─Me encantan tus labios, Julianna. Me encanta que los tengas carnosos ─, Michael se muerde el labio inferior con fuerza y ella lo nota ─. Como me fascina que te pongas ése labial rojo.

Ella siente como sus pupilas logran dilatarse ante las palabras.

─Me vuelves loco de imaginarme como sería besarte.

─Michael...─. Trata de alejarse de él pero Michael no lo permite ni un segundo.

─No ─, hace ese sonido con sus labios mientras cierra los ojos  por unos segundos y los vuelve a abrir ─, yo sé que tu intención no es ponerme así como estoy ─, viaja su mano en espalda de ella, pega más su cuerpo al suyo, haciéndole saber que tiene una erección por encima de los pantalones negros ─...pero tu cuerpo, esas
curvas, esas despampanantes piernas, tu forma de caminar tan tranquila y a la vez sensual cada que te vas me hipnotizan ─. Michael se acerca a su rostro y roza sus labios con los de ella, de pronto escucha que ella suelta un suave gemido, Michael vuelve a sonreír y ella añade:

─Estás casado.

Lo mira con cara de pocos amigos, luego queda sorprendida y no mueve sus labios al darse cuenta que sucedió.

Michael lo nota aún sin abrir los ojos, suavemente mueve sus propios labios para que ella lo haga. Julianna cierra los ojos.

Es un beso de deseo.

Michael toma su cuello con cierta fuerza al igual que con la otra mano a la cintura de ella. Sin pensar en el mañana, Julianna abraza el cuello de Michael, pegando sus senos al pecho de Michael, excitándolo más de lo debido, tanto que Michael baja su mano al trasero de ella, y lo aprieta suavemente.

─Estás volviéndome loco, Julianna ─. Se separa ligeramente de ella al necesitar aire.

No quiero pensar más que en besarte, Michael Jackson.

Lo jala del cuello del saco, mete sus dedos a la cabellera de él, haciendo jadear a Michael entre los besos.

La música suena en medio de esos sonoros besos, Michael olvida que está casado, y Julianna olvida que había hecho una promesa no ceder ante los deseos de un hombre.

─Michael.

─¿Sí?

Julianna lo separa con dos manos puestas en el pecho de él. Toma un suspiro y lo mira a los ojos.

─Vete, por favor.

─Julianna...

─Por favor.

Julianna camina por el pasillo hasta dar con la puerta del salón donde todos seguían bailando. Michael suspira fuertemente y se maldice a sí mismo con la conciencia cargada de culpabilidad.

~•~

La luz del sol pasa por completo en ésas cortinas blancas de su ventana. Ella se queja y pone una almohada en su cara y lo único que quiere es seguir durmiendo. Pero los golpes en la puerta se hacen presentes.

¡Julianna!

─¡Maldición! ¡¿quién molesta a estas horas?!─. Alza la voz con fastidio.

¡Soy yo, Madison!

─Las llaves están debajo del tapete ─. Grita a través de su almohada.

Pasan unos segundos y puede oír como la puerta se abre y cierra. Oye los pasos de su amiga acercarse a la habitación, Julianna se adentra más con las cobijas y con fuerza tapa la almohada sobre su cara.

─¡Pero mira que tenemos aquí! Una floja que no se ha despertado aún, ¡qué bárbara!

─Madison... No es por hacerte sentir mal, pero de verdad no quiero a nadie, es temprano...─. Habla aún con la almohada pegada a la cara.

─¿En serio? ¡no me digas! ─, escucha como da vuelta a la cama y coge algo sobre la mesa de noche ─. Por lo que veo, tu reloj marca las dos de la tarde, y la mía también, chica.

Julianna se sobresalta y asusta a Madison.

─¡Rayos, asustas! ─. Madison se pone una mano sobre su pecho.

─¿¡Las 2:00?!─. Le arrebata el reloj ─, ¡Maldición! Pero, ¿qué fregados pasó anoche?─. Se pone de pie y mira a Madison.

─Anoche nos divertimos ─. Le guiña un ojo.

Julianna le dedica una mirada de cómplice, haciendo que Madison ría.

─Primero, date un baño que luces como los zombies del video Thriller, cámbiate que vamos a salir a... disque desayunar y comer. Andando ─. La empuja al baño y cierra la puerta.

Después de 15 minutos de un buen baño, Julianna sale en bata, se dirige a su armario y elige ponerse unos pantalones de mezclilla, una playera blanca con el rostro de  David Bowie y tenis blancos. Se deja el cabello suelto, se maquilla y listo. Ambas salen del edifico y se dirigen a un pequeño restaurante en la esquina.

Después de pedir la orden, Madison guarda su espejo en bolso y mira a Julianna.

─¿Qué es lo recuerdas?

─En realidad, sólo recuerdo que cuando llegué, saludé a tus padres, luego me presentaste a Gerardo. Después me presentaste a unos amigos y de allí estaba Rosie, la pelirroja que conoció a Diana Bracho ─, se talla un poco la cara ─. Estábamos hablando y llegó Michael... intercambié unas palabras con él.

En eso llega la mesera con sus pedidos, un hot dog para Julianna y una torta de milanesa para Madison.

─Luego llegaste, me diste una cerveza algo... fuerte, y otra a Michael.

Madison le da un mordisco a su torta y Julianna a su hot dog.

─¿Sólo eso? ─. Se burla.

─Madison, estoy hablando en serio ─, alza ligeramente la voz ─. ¿Hice algo que no debí haber hecho?

Madison la mira por unos segundos y niega con la cabeza.

─Por cierto, ¿quién me trajo a casa? ─. Julianna la interrumpe.

─Michael.

─¿Que? Maldición, que vergüenza ─. Se frota el rostro.

─¡Ay ya! No pasó nada. Él también  estaba algo pasado de las copas.

Ambas permanecen en silencio mientras comen. Pasan unos segundos y Julianna vuelve a hablar.

─¿Segura que no hice algo? Porque si no yo...

─En serio, nada pasó anoche...

Julianna mira a Madison y asiente con la cabeza mientras dice:

─Bien. Te creo.







Buenas noches. 💜

Otro capítulo más de ésta semana. Espero que les esté gustando bastante, por favor regálame un voto y coméntame si te gustó o no, y por qué.

Amor y paz. ✌🏼💜

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