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Disclaimer: Detective Conan y Magic Kaito son propiedad de Gosho Aoyama.
Advertencia: Fanfic de género Yaoi/BL con drama, peleas, romance, niños, bullying, golpes, perritos, sangre y mucho amor.
Pareja: Kuroba Kaito x Hakuba Saguru.
Resumen: El primer recuerdo claro que Hakuba tiene de Kaito es de hace más de diez años y está lleno de heridas qué quizás nunca olvidará.
Sangre, ardor y mucho dolor.
El primer recuerdo claro que Hakuba tiene de Kaito es de hace más de diez años y está lleno de heridas qué quizás nunca olvidará.
No porque le dejarán un gran trauma, si no porque simplemente no quería olvidarlo.
Porque ver a un pequeño Kaito enfrente suyo, con su pequeña espalda a un par de pasos de él y sus cortos brazos extendidos para protegerlo de los abusos de los demás niños fue algo qué definitivamente le fascinó.
El viento agito su cabello así como su suéter de color azul, qué ahora se encontraba lleno de suciedad y rasguños. El crepúsculo se encontraba cerca, cubriendo todo de un cálido color naranja qué no hacía más que hacer brillar la silueta de Kaito como en los típicos programas de televisión que solía ver. Tan genial.
Patadas y golpes se escuchan de fondo mientras un par de gritos se ahogaron entre murmullos. El parque en donde ambos pasaban el tiempo jugando ahora se había vuelto tan bullicioso.
Hakuba permaneció en el suelo, con sus rodillas llenas de rasguños y sangre mientras que en su rostro, su mejilla derecha comenzaba a inflamarse por el golpe que recibió antes. La tela de su camisa blanca está arrugada, llena de tierra y un par de gotas de sangre que brotaron de su nariz.
Sujeta con fuerza su brazo izquierdo, dolorido, por los jalones de sus atacantes.
- ¡Malditos bastardos! ¿Cómo se atreven a hacer esto? ¡Se van a arrepentir!
La furiosa voz de Kaito llega a sus oídos seguido de un fuerte estruendo.
Frente a él, Kaito se encuentra de pie, con varios rasguños y golpes en su rostro y piernas. Sus prendas completamente sucias y desaliñadas no destacan más que el ceño fruncido en su rostro. Hay furia y determinación en esos ojos amatistas.
Un fuerte golpeteo resuena y varios gemidos de dolor se oyen al unísono. Frente a Kaito yace el trío de niños bravucones que goza de molestar a Hakuba y robarle el dinero que le suelen dar para golosinas.
Los bravucones generalmente no suelen golpear tanto a Hakuba, pero como aquel día en especial este mostró resistencia en darles su dinero, estos decidieron darle una paliza para mostrarle "su lugar".
Los tres niños están desaliñados y golpeados tanto o más que Kaito. Su estado es penoso.
- ¡Largo de aquí idiotas!
Kaito grita mientras da un fuerte pisotón al suelo. Los tres niños, ya cansados de pelear, se ponen de pie y se marchan a regañadientes mientras maldicen por lo bajo.
Hakuba los observa marcharse y desaparecer en una esquina antes de oír un fuerte golpe a su lado. Kaito ha colapsado a su lado, completamente cansado y adolorido.
- ¡Kaito! -Hakuba lo llama con preocupación. Arrastrándose por el suelo, se acomoda a un lado del contrario y suelta un par de gruesas lágrimas.
- Ahhh... ¿Por qué pones esa cara tan estúpida? -suspiró. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al ver al pequeño niño de cabellera rubia llorar por él. Era tan lindo.
- Kaito... lo siento. -se disculpa con dificultad. Hakuba aún es un niño incapaz de hablar japonés con fluidez. Ni siquiera puede entablar una conversación común con Kaito o alguna otra persona. Sin embargo eso no le impidió volverse su amigo.
- Hey, esa palabra es nueva. -comenta con emoción. Después de todo Hakuba solo podía pronunciar su nombre y algunos vagos saludos en japonés.
- Kaito, Kaito, Kaito... -lo llamó con preocupación mientras se acercaba aun mas al contrario. En busca de contacto y afecto, Kaito simplemente lo deja ser.
- Ah, si tan solo pudieras decir algo más que mi nombre estoy seguro de que esos idiotas no te molestarían. -comentó con calma. Permitiendo que Hakuba lo arrastre a su lado, Kaito sonrió al sentir como el contrario acomodaba su cabeza en su regazo y comenzaba a acariciar sus cabellos-. Niño tonto, ¿Qué habrias hecho si no llegaba a tiempo? ¡Eres tan inutil! ¡Si alguien te golpea debes devolver el golpe! ¿Acaso no te enseñe eso?
- Uhmmm... -Hakuba gimió cansado. Incapaz de entenderlo completamente, simplemente se dedicó a acariciar la cabeza de Kaito qué se encontraba descansado sobre su regazo.
Hakuba había vivido en Londres desde su nacimiento, sin embargo hace tres semanas, su madre decidió viajar a Japón y establecerse ahí sin más. Todo porque su padre había sido trasladado y ascendido en el trabajo.
Desde el primer día en que Hakuba llegó a Japón se sintió extremadamente perdido y fuera de lugar.
Sin saber absolutamente nada de japonés y sin poder asistir a un colegio como los demás. Sin amigos con quienes jugar.
Su único consuelo era un pequeño perro qué su abuela le regaló al llegar aquí. El pequeño perro fue nombrado como Taro y solía pasearlo por el parque cada tarde luego de sus clases particulares.
Fue gracias a Taro qué conocio a Kaito, cuando, cierto día, el pequeño perro se le escapó y fue a parar en los brazos de Kaito.
Hakuba se encontró con Taro en brazos de Kaito, meneando la cola y lamiendo su rostro. Extremadamente feliz, como si le dijera qué este niño era importante.
Y quizás lo era.
Kaito amo al perro y pronto se acercó a Hakuba, ambos no eran capaces de comunicarse pero eso no importaba cuándo jugaban con Taro.
Rápidamente ambos se hicieron muy buenos amigos. Hakuba amaba jugar con Kaito y a este último le gustaba como Hakuba solía seguirlo como un pollito.
Entonces, los tres siempre se encontraban en ese parque para jugar por las tardes. Todo iba bien hasta qué cierto día, Kaito llegó a su encuentro y se encontró con Hakuba lleno de moretones.
Lo primero qué paso por la mente de Kaito fue abuso infantil, recientemente habia tenido una charla sobre ello en la escuela y el tema estaba muy claro en su mente. Pero con su límite de comunicación no pudo averiguar nada y no supo cómo ayudarle.
Entonces simplemente se calmó, cuando al día siguiente Hakuba apareció impecable y con una mochila llena de dulces.
Kaito creyó qué quizás Hakuba solamente se había herido en casa jugando solo, después de todo el niño era muy torpe en ocasiones.
Sin embargo, sus preocupaciones surgieron cuando la siguiente semana se volvió a encontrar con Hakuba herido. Las alertas se activaron en su mente y esta vez hizo todo lo qué pudo para que el contrario le explicara qué había pasado. Sin embargo siguieron sin entenderse.
Entonces, Kaito optó por la única opción qué le quedaba: enseñarle a Hakuba a defenderse.
Hakuba llegó a entenderlo levemente y le hizo caso en todo, sin embargo Kaito seguía preocupado. Porque si su enemigo era un adulto, entonces Hakuba no podría defenderse completamente.
Lleno de preocupación y miedo, una semana pasó y entonces Kaito se encontró nuevamente con Hakuba. Se veía impecable y no había rasguños en su rostro.
Kaito estaba extremadamente feliz por ello y lo llenó de elogios qué el otro no entendió pero fue feliz al sentir las palmaditas de Kaito sobre su cabeza.
Todo había estado bien hasta qué llegó el día de hoy.
La felicidad de Kaito no duró mucho, pues aquel día llegó unos minutos antes a su encuentro y vio como Hakuba estaba siendo golpeado por un trío de niños mucho más grande qué el.
Entonces, el misterio fue resuelto en la mente de Kaito y pronto todo se volvió rojo.
«Bravucones»
Ellos eran los culpables de qué Hakuba llorara cuando se encontraban aquellos días qué estaba lastimado.
Oh, los haría pagar caro.
¿Cómo podían atreverse a tocar a su amigo? ¡Hakuba era tan lindo y estos bastardos venían y golpeaban su rostro! Oh, quería molerlos a golpes.
Rápidamente, Kaito arremetió contra uno de los chicos y pronto una pelea se armó. Lo golpearon, patearon y rasguñaron hasta el punto de hacerlo sangrar, sin embargo él nunca se detuvo. Siguió peleando y defendiendo a Hakuba hasta qué los tres niños acabaron en el suelo con una apariencia patética.
Kaito inflo el pecho lleno de orgullo cuando los bravucones huyeron. Realmente esperaba no volverlos a ver, de lo contrario esta vez si los haría llorar.
Los bravucones se fueron y Kaito cayó al suelo cuando la adrenalina abandonó su sistema, sintiendo los golpes y rasguños en su cuerpo. Maldición, dolía demasiado.
Sin embargo había valido la pena.
Observando los bonitos y claros ojos de Hakuba llenarse de lágrimas, Kaito sintió un tirón en su corazón. Maldición, aquel niño era tan lindo. Quería protegerlo.
- Lo siento... -murmuró nuevamente Hakuba, con gruesas lágrimas en sus ojos y una triste sonrisa en su rostro.
- Te oí la primera vez, no debes repetirlo, idiota. -Bufo Kaito. Levantando su cabeza del regazo de Hakuba, se enderezó a su lado y lo miró directamente a los ojos-. ¡Escucha muy bien esto porque no pienso repetirlo! -exclamó asustado un poco al contrario.
- ¿Kaito...? -cuestiono confundido. Moviendo levemente su cabeza hacia un lado como un cachorrito perdido. Tan lindo.
Kaito sintió nuevamente un tirón en su corazón y no pudo evitar envolver al niño en sus brazos.
- ¡A partir de hoy yo te protegeré! -exclamó con emoción. Aferrándose al pequeño cuerpo entre sus brazos, sin intenciones de dejarlo ir.
Porque, solamente Dios sabrá, qué le sucedería a Hakuba en el futuro si Kaito no permanecía a su lado. Este día ya había sido demasiado estresante y la verdad algo tenebroso.
Si tan solo Kaito hubiera llegado un poco más tarde, seguramente aquellos bravucones habrían golpeado a Hakuba hasta dejarlo hecho pulpa.
Entonces, si, Kaito va a proteger y cuidar se su mejor amigo porque lo ama.
- ¿Protegeré...? -repitió Hakuba sin entender completamente. Sin embargo lo dejó ser, Kaito estaba siendo más afectuoso qué otros días, dando el primer paso abrazándolo, así qué no se quejaría. Amaba qué Kaito lo mimara.
Para Hakuba, Kaito era como el sol, brillante y encantador. Siempre qué estaban juntos el mundo se llenó de vivos colores y muy iluminado. Lo amaba.
Esperaba permanecer a su lado para siempre. Lo quería.
Con aquel pensamiento, Hakuba se aferró a Kaito esperando, en un futuro, ser él quién proteja a su amigo.
Las sirenas de la policía hicieron eco en su mente al tiempo que un disparo se oia a la distancia.
Hakuba mantuvo su cuerpo estático al ver como el ala delta de Kaito comenzaba a romperse en pleno vuelo y, pronto, su cuerpo caia al duro concreto.
Su corazón dio un vuelco y su cuerpo comenzó a moverse en su dirección rapidamente.
Las alertas en su mente y el miedo en todo su cuerpo le hicieron perder el aliento.
Tenues gotas de lluvia caian a su alrededor mientras se acercaba cada vez mas a su destino.
«Kaito, Kaito, ¡Kaito!»
Su mente repitio una y otra vez el nombre de su amante con terror.
Habia fallado.
Aun cuando se habia prometido asimismo el protegerlo de cualquier mal y dolor.
Kaito habia sido herido y el no habia podido protegerlo.
Heyy
Tiempo sin escribir algo sobre este par tan lindo!
¿Como estan? ¿Que tal va su dia? ¡Espero que muy bien!
Ojala les haya gustado la primer parte de esta historia <3 dentro de unas horas publicare la parte final ^^
¡Muchas gracias por leer! ❤
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