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08

| She Knows — J.Cole |

Observé su auto estacionado más cerca del sótano de lo normal, la curiosidad me ganó y me asomé por la ventana del pasillo, observando cómo se estaba arreglando antes de salir. Colocándose sus guantes de cuero.

Cerró la puerta con delicadeza, los mechones de su cabellera negra brillaban bajo la fría noche. Subió la cabeza y me vio a los ojos, él sabía que lo miraba. Estaba oculta detrás de las cortinas, pero aun así él me sintió ahí.

Posó sus manos en el encima del auto, mirando el cielo. Para luego sonreír. Sus ojos le iluminaron como dos perlas, algo había llegado a su mente. Abrió el maletero, solo observando lo que había adentro. El cabello de la chica se asomó por una esquina, el capó no me permitía ver completamente lo que sucedía ahí. Su mano observó en la esquina; Tiene las uñas largas y pintadas de rojo.

La cargó entre sus brazos, cerrando el auto en el proceso.

Se detuvo en medio del camino y me observó, el vidrio comenzó a empañarse con mi respiración nerviosa. Solo sonrió y me guiñó el ojo, bajando las escaleras para perderse de mi campo de visión.

Me mordí las uñas frente a la ventana, mis ansias de ir a donde él estaba eran enormes. Corrí a mi habitación para colocarme zapatos, la madera estaba fría y el sótano siempre es un congelador. Metí mi brazo en la manga como pude y abrí la puerta del sótano, había una tenue luz fría que venía del final de las escaleras. Sujeté las barandas, dando pasos cortos pero firmes. Los nervios me carcomían.

―¿Por qué estás bajando?―susurró detrás de mi oreja― Te estaba buscando. No estabas detrás de las cortinas del segundo piso, supuse que estabas por aquí. Como la última vez que lo intentaste.

Mantuve mi frente en alto, mirando la pared del final de las escaleras.

―¿En serio quieres ver lo que haré? Mi verdadera forma, tu amada forma.

Su mano se posó en mi hombro, apretándome también el cuello. Con la otra mano cerró la puerta del sótano. Decidiendo por mí, ese era el sí que él quería.

Me cargó en los aires, como a aquella chica que bajó de su auto, de la misma forma. Lo miré a los ojos, detallando cada facción de su cara. Su mano daba círculos en mi muslo, como un sentimiento de confort.

―Si te portas bien, podrás beber algo fantástico.

Asentí, recostándome en su pecho.

Pese a que nunca he estado aquí abajo mi cerebro llenó los espacios en blanco, muy lejos de la realidad no estaba. Olía igual que un hospital que acababa de ser esterilizado, ese olor intenso de desinfectante con fragancia a limpio.

Me bajó de sus brazos, colocándome en frente del cuerpo de la chica. Estaba amordazada, mirándome.

―Tiene anestesia parcial, no puede moverse. Solo observa y escucha.

Se colocó su delantal de cuero, agarrando un bisturí.

―¿Qué le vas a hacer?

―No lo sé ¿Probamos que puedo hacerle?

Miré a la chica, ella me observaba buscando ayuda, se me revolvió el estomago y los escalofríos subieron desde mis pies hasta mi nuca. Me reflejaba en ella, me veía en ella, y en algún minuto yo sería ella.

―Ustedes se parecen mucho. Eso es algo hermoso, lastima que ella tenga el cabello marrón y tú rojo como a sangre que brotará de su cuerpo.

Lo observé.

La mano de Anthony recorrió el cuerpo de la chica, tocándola. Miré al techo. De reojo la miré de nuevo, las lagrimas no permitían que abriera completamente sus ojos, pero ella me veía.

―Esta serías tú, Christine, pero escojo no dañarte―apretó sus muslos. Metiendo su mano en su entrepierna―, pero no lo hago... porque te amo.

Comenzó a cortar toda la ropa de la chica, dejándola completamente desnuda en la mesa de metal. Prendiendo la luz encima de ella, para verla mejor.

―Por favor, que no sufra.

―Para eso tiene anestesia, solamente sentirá que dormirá. Mientras tú ves la realidad.―Ven, quiero mostrarte como se caza a una persona.

―Estoy bien desde aquí.

Respiró profundamente, observándome.―No lo voy a repetir de nuevo, ven aquí.―Subió la voz, cerrando sus puños con fuerza.

Di un paso hacia atrás, alejándome de él.

―¿En serio quieres comenzar ahora?

Me negué. Caminé hacia él, aceptando lo que decía. Me enterraba las uñas en los dedos, quería llorar.

―Toma―me extendió el bisturí―córtala tú.

Sujeté el mango metálico con fuerza, viendo el cuerpo desnudo de aquella chica. Sentía que me iba a desmayar, mi cuerpo solo seguía las ordenes que le daban. Pero no podía.

La voz de Anthony de escuchaba lejos, me quitó el bisturí de las manos e hizo el corte en el abdomen, abriéndolo completamente en mi cara. Un perfecto corte, levantando una enorme capa de piel revelando sus órganos aun con vida. La sangre brotaba a la perfección en aquel corte, sin daños aparentes.

Lo miré por encima de mis hombros, no podía hacer lo que sea que siguiera después de esto.

―¿No querías pinturas?

―No de esta forma, no me gusta ver el trabajo sucio.

―¿Quieres ser la que está en la camilla? Bien, pero te haré sufrir. No tendré piedad contigo.

―¿Por qué con ellas sí?

Me abrazó, tocándome la espalda. Susurrando en mi nuca. ―Porque siempre he deseado hacerlo, pero eres lo más valioso que tengo.

―No destruyes lo que amas.

―Nunca dije que te amara, Christine. Del amor al deseo hay una puerta muy grande, y solo hay una llave para los sentimientos.

Me separé de él, dispuesta a irme del lugar. Quería vomitar.

Sus manos me sujetaron del cabello, arrastrándome de vuelta al puesto inicial.

―¿En serio crees que no te amo? Por favor, Christine, era broma... ―besó mi mejilla― Eres lo que más amo.

―Quiero salir de aquí, quiero ir arriba.

Su semblante cambió, como si dejara de interesarle los sentimientos que falsamente había expresado recientemente. Me giró de los hombros para quedar de frente al cuerpo de la chica, su cuerpo seguía tibio, pero perdía mucha sangre.

―Te daré una segunda oportunidad―atrajo el bisturí hasta mi mano, arrastrándolo en la mesa.

Me negué otra vez, no podía cortarla.

Mi cara se estampó en el estómago de la chica, golpeando todos sus órganos con mi mejilla y dientes. Él me estaba ahogando ahí adentro, sentía que el aire me faltaba, luchaba contra su cuerpo, desgarrando todo.

Me lanzó al suelo, llena de sangre.

―¿Por qué insistes en querer ser participe de esto cuando no soportas una simple cortadita?

Agarró mi mano, colocando el bisturí a la fuerza. levantándome con la otra. Se colocó detrás de mí, manejando mis movimientos.―Lo harás quieras o no, vamos a divertirnos juntos. Caramelo.

Cortaba todos los órganos a su paso, a la vez los iba sacando y pasándolos a una hielera. Poco a poco su abdomen quedaba limpio. Me soltó de su agarre, me caí al suelo, llenándolo de sangre de aquella chica. Tapé mi boca con las manos, lo observé.

―No, no vas a vomitar aquí.

Me agarró de la garganta, levantándome de un tirón, tapándome la boca con sus manos. ―¡Trágatelo! ―exclamó furioso.

No podía, mis ojos estaban borrosos, sujetada de él con todas mis fuerzas. Me apretó el brazo, sentía que este iba a explotar.

Me lo tragué.

―Buena niña. No puedes hacer esas cosas aquí, este es un espacio esterilizado.―Sujetó mi mandíbula con sus manos.―Abre la boca para mí.

Lo miré a los ojos y abrí la boca. Sus dedos sabían a metal.

―Buscaré lo que te prometí, Caramelo.

Abrió un refrigerador y sacó un vino, tenía la fecha marcada.

―Este vino es especial, como estás próxima a cumplir tus dieciocho creo coherente como tu tutor ante la ley celebrar contigo.

―Es la fecha cuando desapareció mamá.

―¿Creíste que solamente se pueden hacer pinturas con la sangre? Que ilusa. Ahora puedes probar este vino, lo hice yo, de ella.

Sirvió dos copas, extendiéndome una. La acepté y olí el contenido. Definitivamente era vino, pero no olía metálico.

―Pruébalo, quiero ver tu cara cuando lo saborees.

Di el primer sorbo, el sabor metálico con uvas inundó mi boca. Definitivamente tenía el toque a sangre. Pero curiosamente era el vino más exquisito que había probado.

―Te gustó, lo veo en tus ojos.

―Me gustaría saber mentirte.―Mentí.

―Tú sabes que no puedes, te conozco a la perfección.―Limpió la comisura de mi labio con su mano.

―Me gustaría decirte lo mismo...

―Pronto podrás...―sonrió de medio lado, acariciando mi cara.

***

Recuerden que la novela tiene playlist, ahí pueden encontrar muchas canciones de las cuales me he inspirado para todo esto.

Muchísimas gracias por leer la novela, estoy feliz porque les esté gustando. Recuerden en que todo lo que sucede en esta novela es ficción, si están pasando por manipulaciones busquen ayuda de un profesional, si están pasando por algún abuso por favor pidan ayuda... yo te creo.

No romanticen este tipo de actos, merecemos personas buenas en esta vida.

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