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Capítulo 5

En el hospital, entró la doctora en la habitación de Noel. Volvió a entrar Emily.

—¿Cómo estamos? —preguntó la médica.

—Más o menos, ¿a qué hora me voy? —preguntó Noel.

—No seás impaciente —dijo Peggy.

—Todavía no puede irse, está débil —dijo la doctora—. Ya están los análisis.

—¿Qué fue? —preguntó Pablo.

—Le encontramos veneno —reveló

—¿¿¿Eeeh??? —se sorprendieron todos.

—¿¿Pero cómo pasó??? —le preguntó Peggy a su hijo.

—¿Tiene idea de quién pudo haber sido?

—Yo sé que fue Josephine, mi ex. Es una hija de puta. Para mí que fue ella —aseguró Noel.

—¿Fue a hablar con vos? ¿Cómo pasó? —quiso saber Delia,

—Sí, me fue a rogar, de todo. Después se fue y más o menos media hora después empecé a sentirme mal. Para mí que aprovechó para echarle veneno a mi bebida cuando fui a cambiar a mi hija. Porque después le serví a un amigo, a Richie, de la misma cerveza, en otro vaso y no le pasó nada.

—Hagan la denuncia en cuanto puedan —aconsejó la doctora—. Me tengo que ir. —Salió.

—Si Josephine mata a mi hija, la ahorco, les juro que la ahorco —dijo Noel enojado y cerrando los ojos.

—No te metás en líos vos también —le advirtió su tío.

—Ahora descansá y mañana hacés la denuncia —dijo Peggy para calmarlo.

—Está bien —aceptó, viendo que no le quedaban más opciones—. Si podés, llevate a Shanelle a tu casa por hoy, ¿sí? —le pidió a su mamá.

—Sí, yo te la cuido. —Al rato entró una enfermera a decir que ya terminó el horario de visita.

—Nos vemos, Noel —se despidió Pablo.

—Que descanses —se despidió su mamá, dandolé un beso en la frente.

—Igualmente, hasta mañana —la saludó su hijo con una pequeña sonrisa. El resto también se despidió, salieron todos y se fue cada uno para su casa. Peggy llegó a lo de Noel. Richard la hizo pasar.

–Ya le di la mamadera, ahora está durmiendo en su moisés —dijo Richard.

—Subo a verla. —Peggy subió por la escalera, y Richard la acompaña—. Noel me dijo que me lleve a Shanelle por esta noche. Mañana le dan de alta —avisó.

—Ah menos mal —dijo aliviado.

—Mañana mi hijo hace la denuncia contra Josephine.

—¿Ella envenenó a Noel?

—Eso supone, y no tenemos otro sospechoso. —Llegaron a la pieza, y ella se acercó al moisés. Alzó a su nieta, que seguía dormida.

—Se portó muy bien, estuvo muy tranquila —contó Richard.

–Qué linda —sonrió Peggy. Al otro día, Noel fue dado de alta, se dirigió a la comisaría y de ahí a su casa. Unos policías fueron a casa de Josephine. Ella abrió.

—¿Sí? —preguntó tratando de disimular sus nervios, pues sabía a qué habían ido.

—¿Josephine Wolf? —preguntó un jefe de policía. Los nervios de Josephine comenzaron a aumentar, pero con mayor razón seguía tratando de disimularlos.

—Soy yo, ¿qué quieren? —Se acercaron su mamá y sus hermanos.

—Se le acusa de intento de homicidio. Queda detenida. —El otro policía le puso las esposas.

—Esperen. ¿¿Qué es esto?? —preguntó desesperada Mary, su madre.

—Tiene que haber un error —protestó su hermano Jack.

—No hay ningún error, al menos por el momento. Ella va a tener que venir con nosotros a la comisaría —dijo otro policía.

—¡No, yo no voy a ningún lado! ¡Quitenmé estas esposas! —protestó Josehine, tratando de soltarse.

—¡Mi hija nunca haría semejante cosa! —se quejó Mary.

—Que le diga eso al juez —dijo el jefe y luego le habló a Josephine con autoridad—. Y usted, señorita, si se resiste al arresto, va a ser peor para usted. Así que guarde silencio y venga con nosotros. —Se la llevaron. Su mamá lloraba. Levantó el tubo del teléfono y llamó a un abogado. Colgó y siguió llorando.

-No te preocupés, mamá, si no hay evidencia, no la pueden encerrar –la consoló su hija Irene, acariciandolé el hombro mientras su madre estaba sentada en una silla y apoyaba su cabeza sobre una mano: y el codo, sobre la mesa. Mientras, Noel estaba con su familia y Richard de visita. Estaban sentados en los sofás y sillones.

—Gracias por cuidarmelá, a los dos —agradeció Noel con su hija en brazos y mirando a su mamá y a su amigo.

—De nada, qué bueno que te dieron de alta rápido —sonrió Richard.

—Me asusté mucho, tío, creí que te ibas a morir —dijo Amanda, que estaba sentada a su lado. Noel le sonrió.

—Voy a seguir vivo y te voy a seguir llevando de paseo. —La abrazó con un solo brazo, y la beba estaba por llorar—. Bueno, bueno, no te pongás celosa. —La empezó a mecer, y se calmó.

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