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Capítulo 38

Noel y Attilio salieron del hospital y subieron al auto.

—¿Habrán encontrado al que le disparó? —preguntó Noel. Su cuñado puso el auto en marcha y se fueron de ahí.

—Esperemos que la policía haya llamado a casa. Hay que andar con cuidado. —El asesino estaba escondido en su auto estacionado. El semáforo se puso en rojo, y Attilio frenó. El hombre asomó la mano por la ventanilla con el revolver, apuntandolé a Noel. Su cuñado alcanzó a ver el revolver, y el otro disparó—. ¡Agachate! —Se agacharon los dos, y falló el disparo, pero rompió las ventanas del auto, y Shanelle, quien estaba en el asiento de atrás, se largó a llorar. Noel no entendía qué estaba pasando.

—¡Me cago en la mierda! —se quejó el asesino en voz baja.

—¿Seguirá ahí? —preguntó Noel.

—Si me asomo, me va a disparar.

—¡Teno medo! —lloraba Shanelle.

—No llorés, no llorés. No pasa nada, ¿sí? —trataba de calmarla su papá. Attilio se asomó por la ventana a ver qué pasaba, quién les había tratado

—Creo que se está bajando del auto, hay que salir de acá, no hay otra opción. —Se acomodó y le dio arranque al auto a toda velocidad antes de que el asesino les apuntara. Este se volvió al auto y los perseguía mientras les disparaba. Attilio manejaba en zig zag para esquivar las balas.

—¡¡Hijo de puta, que deje de disparar!! —gritaba Noel.

—Capaz que es el mismo que le disparó a Stefi.

—¡¡Si le llega a disparar a mi hija, lo mato!! —Unos policías en su auto vieron la persecución y siguieron a los dos autos. En el auto de Attilio...

—Por suerte la policía viene detrás —dijo mirando por el espejo retrovisor—. Voy a frenar, así terminamos de una vez con esto. —Frenó; y el otro auto, también. El asesino se bajó del suyo, Noel y Attilio hicieron lo mismo.

—¡Papá, no, quedate! —Noel se acercó a la ventana de su hija.

—Está todo bien, yo te cuido.

—Al fin te tengo en frente —dijo el asesino apuntandolé a la sien. Noel lo miró de reojo, sin moverse.

—¿¿Qué es lo que querés, hijo de puta?? —los defendió Attilio.

—¡Vos callate! Me mandaron a matar a tu amigo y a esa nena, y lo voy a cumplir. —Estaba por apretar el gatillo, y Noel le agarró los dos brazos a tiempo, antes de que disparara. Pero alcanzó a darle un balazo en el hombro, y cayó de rodillas. El hombre le volvió a apuntar.

—¡¡¡Noel!!! —Attilio corrió desesperado a socorrerlo, y entonces llegó la policía. Se bajaron y le apuntaron al asesino.

—¡¡Baje esa arma!! —ordenó uno de los oficiales. El hombre los miraba, mientras que Attilio ayudaba a su cuñado a levantarse.

—Jefe, esto es un error. Yo me defendía —mintió el asesino.

—¡Dejá de mentir! ¡Y seguramente fuiste vos el que trató de matar a mi novia! —lo acusó Noel, apretandosé la herida.

—¡¡Baje el arma y ponga las manos en la nuca!! —insistió otro policía. Al asesino no le quedó otra opción que hacer lo que el policía le dijo, y uno de ellos le puso las esposas. Lo metieron en la patrulla, y Noel abrió la puerta del auto de su cuñado para ver a su hija. La abrazó como podía.

—Tranquila, no llorés, ya pasó —la consolaba dandolé unas caricias con la mano que estaba limpia.

—Menos mal que lo detuvieron a tiempo —dijo aliviado el cuñado de Noel.

Estaban todos a la central de policía. El asesino estaba siendo interrogado, Noel estaba con su hija siendo atendido en la enfermería y a Attilio le pusieron una multa por exceder la velocidad. Luego entraron a donde estaban el asesino, un alguacil y el Jefe de policía. Shanelle andaba escondida detrás de su papá.

—Terminamos con el análisis de las balas que le sacaron a su hermana y vienen de este mismo revolver —les informó el Jefe, mostrandolés las balas.

—Así que fuiste vos, hijo de puta, ¿y por qué mierda lo hiciste? ¡¡Contestame!! ¿¿Por qué te metiste con mi hermana?? —le exigió Attilio muy enojado. El hombre los miraba con desdén.

—¡Dale, hablá! ¿¿Te volviste mudo?? —insistió Noel.

—Creo que ya lo expliqué en medio de la persecución. ¿O tienen Alzhéimer? —se burló el asesino.

—¡¡Bueno, lo explicás con más detalles, hablá!! ¡¡Y de nosotros no te burlés!! —le exigió Noel.

—Mejor se los digo yo —intervino el Jefe, pues se le había acabado la paciencia—. Dice que unos ingleses de apellido Wolf lo mandaron a matarlo a usted, a su hija y a su novia.

—¿¿Qué carajo?? —reclamó Noel.

—¡¡Explicá, hijo de puta!! —agregó Attilio.

—Eso mismo, ¿para qué quieren más detalles? ¿Quieren que repita todo como un loro?

—¡¡Yo voy a ajustar cuentas con vos y con los que te mandaron, basura!! —Lo amenazó Noel, quien estaba a punto de pegarle, pero su cuñado lo agarró del brazo. El Jefe y el alguacil también intervinieron.

—¡Basta o voy a tener que detenerlo a usted también! —le advirtió el Jefe. El asesino se volvió a reír, y Noel se inquietó más.

—¡Noel, calmate! ¡No querrás que tu hija vea cómo te ponen las esposas! —Noel vio a Shanelle asustada y se calmó. Attilio le soltó el brazo.

—Está bien, perdón —se disculpó largando un suspiro. Luego alzó a la nena.

—Que no vuelva a ocurrir. Mañana vamos a llamar a esta gente y en un par de días es el juicio. —Noel y compañía salieron del lugar.

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