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Capítulo 35

Pasaron dos semanas. Noel, su hija y Richard estaban en un bar. La nena caminaba alrededor de la mesa.

—La semana que viene es Navidad, ¿vas a ir a Italia al final? —preguntó Richard.

—Sí, ya le dije a Stefi que sí, y no sé por qué estoy nervioso. No es la primera vez que voy a hablar con los padres.

—Pero siempre algo de nervios hay. Vos calmate, que según Stefi, sus papás ya te aceptaron. Va a salir todo bien —lo animó.

—La madre todavía duda. Mi novia me dijo que su mamá no cree que yo me vaya a vivir con ella algún día. Te digo, yo tampoco lo creo. No me gusta la idea de irme a vivir a otro país.

—¿Qué importa donde vivan? Lo que importa es que ustedes sean felices, que hagan su vida juntos. Tal vez no ahora, más adelante, cuando sea. Y no te preocupés por si vos y tu hija van a estar lejos de la familia y de mí, ya vamos a pensar cada cuanto nos visitamos. —La nena pasó por el lado de Noel, y este le agarró la mano.

—Sentate, te vas a cansar. —La alzó y la sentó en la silla que está a su lado.

—Si tenés que irte, andá tranquilo, es cuestión de acostumbrarse.

—Sí, supongo que podría intentar.

—¿Y te volviste a encontrar con tus ex cuñados?

—No, por suerte —contestó aliviado—. Pero la próxima no se salvan de la trompada.

—No entiendo que derecho tenían en ir a reclamarte por denunciar a Josephine —dijo Richard disgustado.

—Siempre les gustó molestar y defienden lo indefendible. La madre también era así. —Terminaron, pagaron la cuenta y se fueron. Al salir, se encontraron con los hermanos de Josephine.

—Nos encontramos de vuelta y esta vez con tu amigo bebé —dijo Irene despectivamente.

—¿A ustedes no se les ocurre otra cosa que molestar? Y no soy un bebé —se defendió Richard.

—Vamonós —dijo Noel tratando de ignorarlos.

—Pará, esta debe ser tu hija, ¿no te parece que la malcriás mucho llevandolá siempre a todos lados? —criticó Jack. Noel le dio una trompada sin previo aviso y lo agarró de la camisa.

—¡¡Te dije que no te metás con mi hija!!

—¡¡Soltá a mi hermano, enfermo!! —Jack se la devolvió con otro golpe, y Noel lo tiró al suelo dandolé otra trompada. Richard lo agarró de los brazos mientras que el otro se enderezaba de a poco.

—¡Basta, Noel, está tu hija acá! ¡No te portés así en frente suyo! —Noel dejó de moverse, y Richard lo soltó.

—Eso, dale el ejemplo, ¿no? ¿Querés que tenga un padre agresivo? ¿Uno que metió a su mamá en la cárcel? —le recriminó su ex cuñado. Noel le tapa las orejas a Shanelle en cuanto Jack empezó a decir lo último.

—¿Por qué le tapas las orejas? ¿Qué le dijiste de su mamá? —reclamó su ex cuñada.

—Su mamá está muerta, no jueguen con eso —exigió Noel.

—Vamonós, dejemos que hablen solos —sugirió Richard. Se fueron. Llegan a un estacionamiento donde Richard tenía su auto, y este llevó a Noel a su casa.

—Te dije que a la próxima no se iba a salvar ese hijo de puta.

—Controlate, no es bueno que Shanelle te vea actuar así.

—Pero tampoco podía dejar que se metan con ella. Espero que no haya entendido lo que dijo esa mujer —temió Noel.

—Esperemos. Pero...¿estás seguro de que querés seguir con eso?

—Es mi decisión.

—Sí, pero...mirá, yo sé que de esto tampoco te gusta hablar, pero...Noel, no quiero que tu hija se lleve mal con vos cuando se entere de todo —le advirtió—. No sabemos cómo va a reaccionar.

—No se va a enterar de nada, ¿sí? Mientras todos nos callemos, va a estar todo bien. —Miró para atrás, donde Shanelle está sentada, y esta le sonrió al verlo; Noel, también a ella y luego volvió a mirar adelante—. Vos no vas a decir nada, ¿no? —preguntó para asegurarse.

—Sabés que estoy de tu lado y que podés confiar en mí. —Llegaron hasta la casa, y Noel se bajó con Shanelle. Entró en su casa y su amigo se fue. Noel puso a su hija en el sillón y él se puso en cuclillas frente a ella.

—Mi vida, perdoname, papá se puso muy violento. Pero fue por defenderte a vos. —La nena le volvió a sonreír y le tocó la cara. Su papá le dio un beso y la abrazó

—Noel le avisó a su familia que iba a pasar las fiestas con su novia y unos días después estaba en el aeropuerto. Sus ex cuñados los espiaban a él y a su hija, luego se fueron a la cárcel a visitar a Josephine.

—¿Noel sigue teniendo a su hija? —preguntó Josephine con disgusto.

—Sí y estaban en el aeropuerto. Se iban en el avión a Italia —le informó su hermano.

—No sé cuánto más voy a poder aguantar. Quiero salir de una vez y verlo.

—Tenés esa orden y si te acercás a Noel, te van a encerrar de nuevo —le advirtió Irene.

—Aaah sí —dijo ella sin importarle.

—Va a ser mejor que te olvidés de él. Entendé que nunca valió la pena —intentó convencerla Jack.

—Pero no puedo, no puedo dejar de pensar en él. Pero nunca le importé y ahora está de novio con una nenita de 18. Por más que sea a distancia, es la novia.

—¿Hay algo que podamos hacer para que lo olvidés? —se ofreció su hermana. Josephine les pidió que se acercaran más y empezó a hablar en voz baja.

—Tal vez lo encierren a ustedes también, pero quiero que lo maten o que lo manden a matar a matar...a él, a su hija y a su novia también. Si Noel no puede ser mío, que no sea de nadie más y que muera cualquier mujer cercana a él.

—Ok, esperemos que esta vez resulte. Vamos a mandar un asesino a Italia, que los busque y los borre del mapa —le aseguró Jack.

Unas horas después, Stefania recibió a Noel y a su hija en el aeropuerto. Los llevó a su casa en auto.

—¿Nervioso?

—Sí, es que esta vez voy a hablar con ellos como yerno.

—Siempre pasa —rió levemente—. Yo también estuve nerviosa cuando conocí a tu mamá, y sigo diciendo que menos mal que le caí bien de entrada.

—Espero que yo a tus papás ahora sí.

—Te van a querer, ya aflojaron —lo animó—. Vos portate como sos y que tu confianza se la ganen ellos. —Llegaron a la casa, entraron al garaje y se bajaron. Noel sacó su valija del baúl.

—Qué bueno que dejaron que me quede.

—Sí, lástima que en piezas separadas. —Alzó a Shanelle—. Pero bueno, no cabemos los dos en una cama —dijo con una risita. Noel sonrió y miró a un costado. Entraron en la casa y saludaron a todos. Noel se abrazó con Attilio.

—Noel, tanto tiempo. Vos y Shanelle van a pasar las fiestas con nosotros —celebró su joven cuñado.

—Esperemos que todo salga bien —deseó el inglés.

—Pero sí.

—Tu hija está más linda que la otra vez —comentó Sergio. Noel le sonrió en agradecimiento.

—Te llevo tus cosas a tu pieza —se ofreció Attilio, y Noel aceptó. Agarró la valija y la subió por la escalera.

—Gracias.

—Extrañabas a mis hijos, ¿no? —preguntó Flavia siendo amable.

—Sí.

—Stefania, ¿podés llevar a Shanelle al patio? —pidió Sergio—. Así hablamos con tu novio.

—Vení, vamos a jugar —le dijo a la nena dandolé la mano. La nena se la agarró, y Stefania la llevó afuera. Los papás de Stefania y Noel se sentaron en al sofá. Noel miró para abajo y estaba algo nervioso.

—Noel, no estés nervioso. Sabemos que fuimos malos con vos, y Stefi te contó todo lo que decíamos de vos, pero eso no quiere decir que no podamos hablar —lo animó su suegro.

—Sí...lo sé.

—Entendenos, esto no fue fácil para nosotros, pero ya que vemos que Stefi te quiere y vos a ella, vamos a tratar de llevarnos bien con vos —dijo Flavia.

—Claro, entiendo —contestó Noel sonriendo un poco.

—¿Te fue bien en el viaje? —preguntó Sergio.

—Sí. —Juntó sus manos y se las miró. Luego miró para otro lado, sus suegros también; y luego, a él. Había un silencio incómodo por unos minutos hasta que Flavia lo rompió.

—Está bien, Noel. Nuestra hija nos dijo que sos cortante al principio, pero no nos tengás miedo —dijo tratando de ganarse su confianza.

—No te va a hacer mal decir unas palabras más. —Noel sonrió un poco.

—Te vamos a hacer sentir como en tu casa, a vos y a tu hija —le aseguró su suegra.

—Gracias. Y sí, me fue bien, no me hace mal viajar y se ve que a Shanelle tampoco.

—Menos mal. ¿Cuánto te vas a quedar por cierto? —preguntó su suegro con curiosidad.

—Hasta mitad de enero, si no es mucha molestia —contestó Noel temiendo un poco la respuesta que acababa de dar.

—No, para nada —le aseguró Flavia. Mientras, bajaba Attilio y los veía charlando. Siguió de largo y salió al patio—. Y decinos, ¿siempre estás así de nervioso? Cuando hablás con suegros me refiero.

—Sí, aunque ya no debería. Ya tendría que estar acostumbrado —admitió.

—Perdón que te pregunte esto —dijo Sergio—, ¿con tus suegros anteriores te llevabas bien?

—No hay problema. No, tuve una suegra y dos cuñados y nos llevábamos muy mal.

—Bueno, suele pasar. Ojalá nosotros sí nos llevemos bien con vos —deseó Flavia.

—Yo también, y gracias por recibirme —agradeció Noel sonriendo. Afuera, Stefania empujaba a Shanelle en una hamaca mientras su hermano hablaba con ella.

—Parece que mamá y papá se están entendiendo con Noel.

—Me alegro, dijeron que iban a abrirse con él.

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