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Capítulo 28

Stefania se encontraba con Noel en Plaza Garibaldi, la plaza donde habían acordado, y se saludaron.

«Qué linda está», pensó Noel admirandolá.

—Me alegra que hayas venido. —Ella le sonrió, y Noel le agarró las manos. Se las acarició. Stefania se rió levemente y bajó la cabeza. No sabía si estaba tímida o qué. Seguía sin poder creer lo que estaba pasando. Noel nunca se había comportado tiernamente con ella, ni siquiera le había tomado las manos antes.

—Estee...

—Voy a ser directo. Los otros días estuve soñando con vos, quería decirte...que ahora yo me enamoré de vos. —Le acarició la cara—. Espero que vos también todavía porque...quiero que estemos juntos.

—No sé qué decir. ¡Lo sabía! ¡¡¡Sí, Noel, todavía me gustás!!! —contestó con mucha alegría. Él le sonrió. Se abrazaron y se dieron un beso—. Pensé que este día nunca llegaría, que me ibas a ver siempre como amiga.

—Yo también, al fin estoy cediendo —admitió Noel. La volvió a abrazar y le acarició el pelo—. Es que la última vez que nos vimos me sentí tan bien al lado tuyo y sé que con vos me va a ir muy bien.

—No te voy a decepcionar, te juro que no te vas a arrepentir de darme una oportunidad.

—Me encanta tu perfume. —Ella emitió una risita.

—Gracias, a mí el tuyo. —Se dieron caricias y besos. Luego se fueron a caminar por ahí, pasaron por una confitería y entraron. Le pidieron al mozo, este anotó y se fue—. Shanelle te debe extrañar.

—Yo también a ella. Pero me dio cosa traerla, besarte en frente suyo y que hiciera berrinches. No sé si está lista para verme con alguien que no es su mamá. Aunque tenga dos años.

—En casa me dijeron que puede que no me acepte y que voy a tener conflictos con ella y no sé, empezaron a suponer cualquier cosa —se quejó—. Ni sabía exactamente de qué iba a hablar con vos y ya dijeron cualquier barbaridad. —Volvió el mozo con el pedido y se retiró.

—Me imagino, digo, porque soy más grande, ¿no? Eso a mí no me importa, nunca me importó. Hay otra cosa que siempre me preocupó, además de lo resentido, y es la distancia. Pero...podemos aguantar eso —dijo con optimismo.

—Yo sé que vamos a tener una buena relación vivamos lejos o no.

—En cuanto a mi hija, esperemos que al verte conmigo, reaccione bien –deseó mientras le tocaba la mano.

—Es chiquita, pero los celos pueden estar igual. Y bueno, mis papás...espero que ellos también te acepten —deseó ella también, aunque no muy convencida de que suceda. Un rato después terminaron de comer, Noel pagó la cuenta y se fueron. Ya casi era de noche. Noel la tenía abrazando.

—Me gustó estar con vos —dijo acariciandolé la cara—, será hasta otro día. Mañana me tengo que volver.

—Espero que nos volvamos a ver pronto.

—Sí, la seguimos por el MSN mientras o...¿te puedo seguir llamando?

—Sí, sí podés —le contestó sonriendo—. Pero siempre al celular por las dudas.

—No, eso sí. Bueno, ya me voy. —Le dio un beso—. Nos vemos, mi amor.

—Que descanses. —Se fue cada uno por su lado.

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Ella llegó a su casa. Estaba solamente su hermano viendo tele.

—Hola. —Attilio se levantó y la saludó—. ¿Papá y mamá están?

—Se fueron a comprar para hacer la comida. ¿Cómo te fue? Estás sonriendo mucho, contame. —Ella rió levemente y luego estalló de alegría.

—¡¡¡Noel me dijo que me ama, ya somos novios!!!

—¡¡¡Bravo, al fin!!! —celebró con ella y la abrazó—. ¡¡Tengo cuñado nuevo!! —Stefania reía ante el comentario de su hermano.

—Esperemos que dure. La pasé tan bien con él, hasta fuimos a merendar, y pagó él la cuenta. Fue muy tierno conmigo —contó—. No, no te podés creer lo feliz que estuve y estoy.

—Y lo vas a seguir estando, yo sé que ese noviazgo va a durar mucho.

—Pero lo que van a decir papá y mamá...—dijo poniendosé seria y pensativa.

—¡Pero vos no te preocupés por lo que ellos piensen! Lo que te tiene que importar es tu felicidad con tu novio —la animó.

—Es que sí me importa lo que puedan pensar nuestros padres, porque quiero que lo acepten. No quiero que le hagan la vida imposible ni que lo miren mal. Y a todo esto, parece que ellos no saben que tengo 18, creen que sigo teniendo 17.

—Ya van a entender algún día. De todas formas, tratá de no contarles todavía. Te diría que esperés un poco a ver cómo va la relación —le aconsejó, y ella aceptó.

Más tarde volvieron sus papás. Los saludaron y todo iba bien. Flavia se puso a preparar la comida, su marido estaba ahí también sentado en un banco, tomando un café, y los chicos estaban en una de sus piezas.

—La vi muy contenta a Stefi, no paraba de sonreír —dijo Sergio.

—Debe haberse puesto de novia con Noel —supuso su mujer preocupada, mientras cortaba unas zanahorias—. Ya le voy a preguntar cuando termine de cortar esto.

—No, dejá, lo único que vas a lograr es que discutamos de nuevo —le previno—. Pareciera que estamos teniendo una mala relación con ella y no queremos eso.

—Entonces, ¿qué querés que hagamos? —preguntó dejando la cuchilla y mirandoló—. Yo no puedo estar tranquila sabiendo que anda con un tipo 15 años mayor que ella.

—Ya está grande, no es una nena. Aparte, ni sabemos bien por qué está tan contenta. Esperemos un tiempo a ver qué pasa. —Flavia terminó de cortar las zanahorias y las echó a la olla. Seguía sin estar convencida del noviazgo de su hija con el inglés.

Mientras tanto, Noel estaba en su hotel hablando por celular con su mamá.

—¡Tengo nuera de nuevo! —celebró Peggy. Noel se rió un poco.

—Apenas es un día de noviazgo. Recién empieza esto.

—Bueno, pero ya lo son. ¡Me alegro mucho por vos, Noel! Espero que con ella sí te vaya bien.

—Sí, la verdad. Por el momento es muy cariñosa, buena. Espero que siga siendo así. ¿Cómo está mi hija?

—Bien, la llevé a lo de sus tíos a que juegue con su prima. Ahora está durmiendo, ya le di de comer.

—Que bueno. Te dejo, nos vemos mañana.

—Hasta mañana. —Colgaron. Al otro día volvió a Londres.

Pasó una semana, Noel y Stefania chateaban y hablaban por celular todos los días. Ahora él estaba con su sobrina y su hija en lo de Richard. Las nenas corrían por el patio.

—¿Y cómo te va con tu novia? Al fin te ablandaste.

—Simplemente pasó. Por ahora nos llevamos bien.

—Stefi es buena, con ella te va a ir mejor. ¿Y los padres? ¿Qué piensan de esto?

—De ellos todavía no me contó nada, hasta ahora nada más sé que no me quieren.

—Espero que no tengas conflictos con suegros como la otra vez. A todo esto, ¿¿estás contento?? —preguntó su amigo esperando a que la respuesta fuera "sí".

—Sí, supongo —contestó sonriendo y bajando la cabeza—. Es muy tierna, alegre, y la extraño.

—¿Cómo "supongo"? ¡Tenés que estarlo! Hasta le podés dar una nueva mamá a Shanelle. Una que ella merezca.

—Vemos como avanzamos y después vemos si mi hija la quiere como mamá o llora, ¿sí? —Justo en ese momento, se acercaron las nenas corriendo.

—Shanelle y yo queremos ir a la plaza, tío —pidió Amanda.

—Que Richie me empuje en la maca —pidió Shanelle.

—Ha-ma-ca —le corrigió su padrino articulando.

—Bueno, vamos —aceptó Noel, y salieron los cuatro.

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