Capítulo 23
Al otro día, Noel llamó a Richard por teléfono para pedirle que fuera a su casa. Unos minutos después, llegó.
—Hola —saludó Richard. Noel lo hizo pasar.
—Hola, perdón, es que necesito pedirte un favor.
—Sí, decime —dijo dispuesto.
—¿Vos te podés llevar a Shanelle un rato? Es que les voy a contar a Attilio y a Stefi lo de mi ex, y por las dudas, prefiero que no escuche.
—Ah bueno. Sí, sí puedo. ¿Dónde está?
—En la pieza, vení. —Subieron los dos y entraron a la pieza. La nena miró a su padrino y sonrió.
—¿Vamos a pasear? —la invitó haciendolé upa.
—¿Papá viene? —preguntó Shanelle mirando a su papá.
Esta vez no voy, papá tiene que trabajar —se disculpó.
—Oh. Bueno —dijo la nena bajando un poco la cabecita. Bajaron los tres y llegaron hasta la puerta.
—Nos vemos a la noche —se despidió Richard.
—Sí, hasta luego. —Le dio un beso a su hija—. Chau, mi amor.
—Chau, papá. —Se fueron, y Noel cerró la puerta. Al rato llamó un taxi y se dirigió al hotel donde estaban los otros chicos. Entró y se acercó a la recepcionista. Preguntó por "Stefania y Attilio Gilardino", y esta llamó a su habitación. Sus amigos bajaron a recibirlo y lo acompañaron hasta la habitación. Noel se sentó en el sofá; Stefania, al lado suyo; y Attilio en un sillón frente a ellos.
—¿Y Shanelle? —preguntó Attilio.
—Le pedí a Richie que se la llevara de paseo. Bueno, supongo que es momento de contarles, por eso vine. —Se quedaron todos en silencio, y Noel no sabía cómo empezar. Stefania se le acercó un poco más y le tocó la espalda.
—Hablá tranquilo, sabés que podés –le dijo Stefania transmitiendolé confianza. Noel la miró y luego a Attilio.
—Josephine, la mamá de Shanelle, está presa por intentar matarme. —Los otros dos se quedaron con los ojos abiertos y se miraron entre sí—. Fue así. Ella sufría, o mejor dicho, sufre de celos enfermizos y yo a su familia no le caía bien. Josephine me celaba y me reclamaba por todo. Hasta se ponía celosa cuando jugaba con mi sobrina. Obviamente yo no le hacía caso. Seguía con ella porque la quería, mi familia y yo queríamos ayudarla pero ella no se dejaba. Le pedí que tuviéramos un hijo, y ella aceptó. Pero durante el embarazo se volvió peor. Como vio que me encariñaba cuando hablaba de Shanelle y le acariciaba el vientre, empezó a sentir celos de su bebé, cosa que nunca me imaginé que haría. Un día trató de abortar y hasta ahí llegó mi paciencia y también la de mi familia. Dejé que siguiera viviendo conmigo por nueve meses solamente porque estaba embarazada, es decir, para vigilarla que no le hiciera nada a mi bebé. Mientras estaba trabajando, le pedía ayuda a mi mamá de que la vigilara y también a Richie o algunos parientes. Mi ex seguía tratando de abortar y de matarse en algunos descuidos nuestros, que por suerte fueron pocos. A todo esto Josephine no sabía nada, digo, no sabía que yo la odiaba. Hasta me preguntaba si la prefería a ella o a mi hija. Yo no le decía nada porque era capaz de seguir tratando de suicidarse. Hasta que un día a la noche, yo estaba dormido y escucho bocinas, frenadas bruscas y me acerco a la ventana a ver qué pasa. —Empezó a llorar—. Era Josephine tirada en el suelo y con el vientre ensangrentado. Había unos paramédicos y un doctor con ella, y me decían que el bebé estaba por nacer. Fui con ella en la ambulancia, le hicieron la cesárea y llevaron a Shanelle a la incubadora. —Se secaba las lágrimas, y Stefania le acariciaba la cara—. El doctor me decía que mi ex estaba fuera de peligro pero que mi hija —sollozaba—...mi hija no y que podía morirse. —Miró el piso, cerró los ojos y siguió llorando—. Yo sé que ya pasó y que ahora mi nena está bien, es sana —decía con tristeza mientras se secaba las lágrimas—, pero fue todo horrible. —Stefania lloraba un poco con él y lo abrazaba.
—Tranquilo...tranquilo —lo calmaba mientras lo acariciaba.
—Por eso le pediste a Richie que se llevara a Shanelle —supuso Attilio tristemente.
—Sí, no quiero que sepa esto —confirmó levantando la cabeza—. Le dije que su mamá murió en el parto y quiero que siga creyendo eso. No quiero que sepa que tiene una madre así de hija de puta. Es chiquita, pero igual, no quería que escuchara.
—Está bien, no tenés que explicar mucho eso. Te entendemos —dijo Stefania.
—¿Y los padres de esa tipa no hacían nada? —preguntó Attilio sospechando la respuesta.
—No, la madre y los hermanos también me reclamaban y hasta me decían que por culpa de Shanelle y mía, Josephine casi se muere. Al padre no lo conocí. Pedí la custodia de Shanelle, y eché a mi ex de mi casa. Ni siquiera dejé que se quedara mientras se recuperaba. Directamente la mandé a casa de su familia. Le armé la valija y se la puse en la puerta. Me rogó y todo, y aun así la corrí. Por poco la saco tirandolé de los pelos, y encima unos días después trató de envenenarme.
—¡Noo, qué hija de puta! —gritó Stefania enojada.
—La denuncié y pedí una orden de alejamiento. Está presa por varios años, es poco, debería ser para siempre, pero no importa. Aunque salga, no va a poder acercarse ni a mi hija ni a mí. Y por todo esto es que nunca más quise tener novia, preferí quedarme soltero y cuidar a mi hija yo solo. No quiero volver a pasar por eso.
—Stefi y yo sospechábamos que algo grave había pasado y tuvimos razón —confirmó Attilio.
—Richie, mi mamá y otros de mi familia insisten en que deje el resentimiento pero yo no quiero. No quiero volver a estar con ninguna mujer, les perdí la confianza y en parte pienso que son todas unas enfermas de celos. Por más que me digan que mi hija podría necesitar una madre, no me importa. Puedo cuidarla solo.
—No, Noel no tenés que ser así. Esa tipa los hizo sufrir mucho a vos y a Shanelle, y no los merece, pero no todas somos así. —Attilio se levantó de su cama y fue a sentarse al lado de Noel.
—Eso, tenés que entenderlo de una vez. No podés estar con ese resentimiento toda tu vida —agregó.
—Tiene razón, además nunca es bueno generalizar. Si seguís con ese resentimiento, no vas a estar tranquilo nunca. —Noel no dijo más nada—. ¿Te sentís mejor? ¿Querés hablar de algo más? —le preguntó tocandolé los hombros.
—No, eso es todo. Gracias por escucharme —suspiró Noel ya desahogado.
—Podés hablar con nosotros de lo que quieras y cuando quieras —le aseguró Attilio. Noel se quedó un rato más con ellos y luego se fue. Llegó a su casa y un rato después sonó el timbre. Noel se fijó en el agujero, y era Richard con su hija de la mano. Les abrió.
—¿Cómo les fue? —preguntó Noel.
—Bien, la llevé a unos juegos en un shopping —contó Richard. Noel le hizo upa.
—Ahora vas a estar con papi. —La nena le tocaba la cara, y su papá le sonreía. Hizo pasar a Richard y luego puso a su hija de nuevo en el piso. La nena se fue por ahí.
—¿Ya les contaste? ¿Cómo te fue?
—Bien. Les dije todo.
—¿Vos estás bien? Entiendo que no es fácil para vos hablar de esto —dijo su amigo preocupado.
—Sí, ya estoy mejor.
—Bueno, me voy, nos vemos mañana —se despidió.
—Hasta mañana. —Su amigo se fue.
En el hotel...
—Pobre Noel y también esa nena —dijo Attilio apenado—. Qué madre de mierda que tiene —agregó frunciendo el ceño.
—Ojalá no la vean nunca y que esa tipa esté sufriendo en la cárcel —deseó Stefania—. Qué feo debe ser que alguien sienta celos de su propio hijo.
—A todo esto, te portaste muy cariñosa con Noel —insinuó Attilio.
—Ay, sí, es que no pude evitarlo —confirmó su hermana con ternura y a la vez con tristeza-. Me daban ganas de abrazarlo todo y lo hice. Pero no me gusta verlo así.
A la noche, Noel ya estaba en su cama. Pero seguía despierto y pensando.
—Stefi tiene unas manos tan suaves y es tan buena con Shanelle —susurraba para sí mismo, y acto seguido se tapó los ojos y se puso de costado—. Ayyy, Noel, basta, no pensés más en ella. —Se tapó con la colcha hasta las cejas, dejando descubierta solo la frente—. Es solo una amiga, dormite de una vez.
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