Al otro día, en casa de Stefania, sus papás entraron a su pieza.

—Stefania, ¿podemos hablar con vos sobre Noel? —preguntó Flavia.

—¿Y ahora qué tienen contra él? —se quejó.

—Me parece que te estás involucrando mucho con él —dijo Sergio con seriedad.

—Ya les dije miles de veces que somos amigos.

—Mirá, yo no quería decirte nada, pero vi cómo le coqueteabas en la fiesta. Tratabas de disimularlo, pero algo se te notaba —dijo su madre con seriedad.

—¿Y se puede saber qué hacías vos sola en el patio con ese inglés? —preguntó su padre frunciendo el ceño.

—Ese inglés se llama Noel y no estábamos solos. Mis primos estaban con nosotros.

—Sí, después volvieron a la casa, y vos te habías quedado afuera con Noel —dijo Flavia.

—Después fue Richard con su ahijada, ¿pero por qué te quedaste sola con el otro en ese tiempo?

—Tampoco nos quedamos solos tanto tiempo, fueron unos cuatro-cinco minutos nomás.

—¡Pero no te tendrías que haber quedado sola con él! ¡¿Tenés idea de lo que puede hacerte un tipo tan grande?! —la retó Sergio.

—¡Tampoco exageren! ¡¿Qué parte de somos amigos es la que no entienden?! —preguntó Stefania enfatizando el "somos amigos".

—¡No nos mientas! —gritó Flavia.

—¿En serio quieren saber? Bueno, quería hablarles de eso después de cumplir la mayoría de edad. Amo a Noel, me encanta y estoy muy feliz con lo que siento —soltó.

—¡¿No te das cuenta de la diferencia de edad?! ¡Ese tipo tiene 33 años y vos 18, puede ser muy peligroso! —la retó Flavia.

—¡Ya soy mayor de edad! ¡Y Noel es buena persona, usted no pueden juzgarlo porque no lo conocen! —lo defendió—. ¡Y menos van a conocerlo si no quieren saber nada con él!

—¡Y vos tampoco lo conocés! ¡Lo conocés nada más que por chat, pero en persona lo viste muy pocas veces! —puntualizó Sergio.

—¡Tampoco puedo ir a Inglaterra TODOS los fines de semana durante todo el año! ¡Tengo la facultad también! ¡Y él tampoco puede venir siempre, tiene que trabajar! ¡Pero para algo está el internet! ¡Chateamos casi todos los días!

—¿Y si finge? En la fiesta charlamos un poco con él, parece bueno, pero las apariencias engañan —intentó advertir su madre con más calma.

—Noel no me hizo nada en estas semanas que estuvo de vacaciones acá junto con su hija y su amigo.

—¿Y él gusta de vos? —preguntó su padre en el mismo tono que Flavia y esperando a que su hija le diga que no.

—No, bah no sé. No se lo dije y él tampoco a mí. Pero yo creo que no porque no hace caso a mis indirectas.

—Menos mal, ojalá nunca quedés de novia con él —deseó Flavia.

—A lo mejor me rechaza al principio, pero me voy a encargar de enamorarlo. Les guste o no, y lo van a tener que aceptar —dijo con mucha seguridad. Ellos se fueron de la pieza.

—No me gusta lo que está pasando —dijo Flavia con preocupación al llegar al comedor.

—Bueno, tampoco podemos encerrarla en la pieza y prohibirle que se vea con Noel. Ella tiene razón, ya está grande. Nada más esperemos que no siga con esto.

—Por suerte no se ven casi nunca. —Esa noche, después de cenar, Stefania le contó a su hermano lo que había pasado.

—¿Y cómo se lo tomaron?

—Mal obviamente —contestó Stefania de brazos cruzados.

—Tené paciencia, papá y mamá tienen miedo nada más. Es porque para ellos seguís siendo una nena, parece que no saben que ya sos adulta. Pero ya se van a dar cuenta y se les va a pasar la bronca con Noel. Si hasta hablaron con él en tu cumpleaños –dijo Attilio con optimismo.

—Sí, pero acordate que también me dijeron que no querían verlo más en la casa. Y si llegamos a quedar de novios, espero que no sigan desconfiando de él.

—¿Y le vas a decir por el Messenger o personalmente? Digo, a lo mejor aprovechás que de acá a dos meses vas para ver a Depeche Mode y le decís después del recital.

—Sí, eso tenía pensado. Vos sabés que a mí me gusta decir esas cosas de frente.

—Esta vez te enamoraste de verdad, ¿no? —sonrió su hermano.

—Sí, siento que no es como cuando iba al colegio. Con Noel me siento muy especial, muy feliz.