Epílogo [Lo llaman Karma].
Hola, amores. Nunca compartí este epílogo con vosotras y ni siquiera sé por qué. Este epílogo es parte de la novela original, lo escribí hace un montón de años. En su momento también escribí otro epílogo (pero no lo encuentro, ¡¡AYYY!!) que tenía muchas ganas de compartir aquí. Espero tener suerte y que aparezca por algún rincón de mi ordenador ♡
Epílogo.
Once años antes.
Mel gritó e inmediatamente Julen le tapó la boca con sus dedos. De repente se encontró muy cerca de esa niña, que lo observaba con sus enormes ojos azules que parecían ocupar la mayor parte de su rostro. Le hizo un gesto para que guardara silencio.
—Vamos, Melissa. No seas cobarde. Si aguantas tres minutos enteros en el baño, podrás venir mañana a la piscina con Iker y conmigo.
Mel se agitó y finalmente fue capaz de deshacerse del agarre de ese adolescente mucho más grande que ella. Julen estaba a punto de cumplir dieciséis años y su cabello negro contrastaba con sus ojos claros de un modo aterrador. Su camiseta de Iron Maiden presentaba a una figura esquelética envuelta con un vendaje, como si se tratara de una momia. Daba miedo, mucho miedo.
—¡Se lo voy a decir a mi padre!
—¿Quieres ir a la piscina con nosotros o no? —insistió él con voz ruda.
Mel se quedó en silencio unos instantes y al final asintió con la cabeza. Julen se encogió de hombros y señaló hacia el cuarto de baño. Le encantaba atormentarla, especialmente en momentos como ese, cuando apenas quedaban dos días para que ella volviera a Londres y lo dejara solo de nuevo. Tendría que esperar otro año a que volviera, otra vez... Julen se llenaba de rabia cuando Melissa se iba, cada año la despedida era peor y los meses pasaban más despacio para él. Además, cada vez que ella volvía, lo hacía siendo diferente. Crecía y se hacía más guapa y más inteligente, se alejaba más de él.
La niña avanzó unos pasos y terminó entrando en el cuarto de baño. Antes de cerrar la puerta, lo miró una vez más. Su labio inferior tembló y se alisó su falda plisada azul con nerviosismo.
—¿Tres minutos?
—Tres minutos —afirmó él.
Mel cerró la puerta finalmente y fue en ese momento en el que se percató de que la llave que siempre permanecía en la cerradura, no se encontraba ahí en ese momento. Un segundo después oyó el sonido de la misma, cerrando la puerta desde fuera. Golpeó la madera al tiempo que tomaba aire para gritar.
—Julen, ¡esto no tiene ninguna gracia! Déjame salir, por favor, ¡déjame salir!
Se escuchó una carcajada desde fuera y el muchacho apagó la luz del lavabo, pues el interruptor se encontraba fuera de la habitación. Los gritos de la niña volvieron a sonar al otro lado de la puerta y él pudo percibir cómo su nerviosismo crecía.
No se sentía mal por hacer aquello, era una broma. Porque Julen era un adolescente rebelde, inmaduro y más bien indeseable, apenas distinguía la diferencia entre una broma graciosa y hacer daño de verdad a alguien. Después de unos segundos más allí, decidió marcharse. Sabía que alguien podría llegar y encontrarlo haciendo rabiar a Mel, prefería no tener que soportar una bronca así y de todas formas apenas tardarían unos minutos en encontrar a la princesita encerrada en el baño. Él dejó la llave en la cerradura y salió de la casa con rapidez.
Ni siquiera sabía por qué actuaba así con ella. La hacía rabiar porque le divertía, porque sentía que así podía compartir más tiempo con ella. Lo hacía porque tenía la sensación de que no había otra manera de poder entrar en Mel tan intensamente como ella se encontraba dentro de él.
No se imaginaba que la ayuda para la pobre Mel tardaría horas en llegar en esa ocasión y mucho menos que eso marcaría una gran diferencia. No era su primera broma pesada, pero sí la última. La presión para ella fue demasiada, imposible de soportar tantos años siendo molestada por él. A partir de ese día Melissa Ortiz se alejó de Medinabella y de todo lo que tuviera que ver con el pueblo, se alejó de Julen Urit y trató de borrarlo de su mente.
Julen no lo sabía, pero con ese gesto provocó lo último que él mismo quería: su oportunidad con Mel se demoró años en llegar y cuando lo hizo nada fue fácil entre ellos dos... cuando su oportunidad llegó de nuevo, ya casi era demasiado tarde.
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